Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

¿Te has casado con la persona adecuada?

Por Juan Meseguer

(http://www.aceprensa.com/articulos/signers/534)

Cada vez más, el movimiento pro familia es consciente de que para fortalecer el matrimonio en un país no basta con plantar cara a los debates controvertidos que continuamente aparecen en la opinión pública. Es preciso, además, construir en positivo y enseñar a vivir el matrimonio a los que desean casarse… y a los que ya lo están.

Salvo en los países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega), donde la cohabitación se ha convertido prácticamente en una alternativa al matrimonio, en el resto de Europa y Norteamérica el matrimonio sigue siendo el ideal para mucha gente; cuestión distinta es que siempre consigan realizarlo (cfr. Aceprensa, 23-09-2009).

Un ejemplo paradigmático es lo que ocurre en Estados Unidos. Casi un 90% de norteamericanos deciden casarse. Sin embargo, más del 40% de los primeros matrimonios terminan en divorcio. Curiosamente, el 75% de las mujeres divorciadas vuelven a casarse en los 10 años siguientes a la ruptura. Estos segundos matrimonios son todavía más frágiles: el 60% se rompen. El índice de divorcios llega al 70% en los terceros matrimonios (1).

Lo que distingue a los matrimonios felices de los insatisfechos es la manera constructiva en que aquellos logran gestionar los conflictos

Vistas las cosas con un poco de distancia, está claro que algo no funciona. Muchas parejas quieren casarse y se casan porque desean una relación profunda, duradera y estable. Pero entonces, ¿por qué hay tantos divorcios? ¿Es que los hombres y las mujeres de hoy no sabemos elegir a la persona adecuada?

El movimiento pro familia tiene una respuesta a esta pregunta: “No, usted, no se equivocó al elegir. Lo que pasa es que nadie le ha enseñado a permanecer casado”. Esta explicación aparentemente tan sencilla ha dado alas a lo que en Estados Unidos se conoce como el “marriage education movement”; o sea, el impulso de los pro familia por enseñar a la gente a vivir el matrimonio.

La mejor inversión

Este movimiento comenzó a gestarse en diversas universidades estadounidenses. La idea era enseñar a los alumnos, a partir de investigaciones científicas, pautas de conducta que les permitieran manejar las tensiones y mejorar la comunicación en el matrimonio.

En los últimos años, la educación para el matrimonio ha ido ampliando sus contenidos hasta cubrir diversos aspectos de la vida conyugal: desde la formación del carácter y los afectos o el conocimiento de los ciclos de la sexualidad, hasta la transmisión de habilidades como pedir perdón, seducir al cónyuge o resolver conflictos.

La filosofía que está detrás de estos cursos descansa sobre una idea básica. Del mismo modo que nos preparamos para entrar en el mundo laboral invirtiendo tiempo y dinero en másters, cursillos de ofimática o idiomas, ¿no sería razonable hacer lo mismo con la vida matrimonial? A fin y al cabo, el matrimonio repercute mucho más que el trabajo en la satisfacción personal.

La educación para el matrimonio ha contribuido a desmontar la idea de que el éxito o el fracaso dependen de la buena o mala suerte

En España, los cursos de educación para el matrimonio siguen distintas metodologías. Una se basa en el análisis de casos reales y metodología participativa. Es la que sigue el Instituto de Iniciativas de Orientación Familiar (IIOF), que agrupa a más de cuarenta Centros de Orientación Familiar distribuidos por todo el país. Otra consiste en la puesta común de experiencias personales; un ejemplo son los cursos organizados por el Instituto Europeo de Estudios de la Educación.

Razones para el optimismo

Una de las características de estos cursos es el tono positivo. Se trata de enseñar a los casados a disfrutar del matrimonio en las largas temporadas de calma. Y, a la vez, ofrecer conocimientos y técnicas para afrontar los problemas cuando llegan.

Este enfoque ha traído muchos beneficios. De entrada, intenta romper la idea –cada vez más generalizada– de que el matrimonio es sinónimo de caras largas, ojeras y estallidos inexplicables de ira (y hoy… ¿por dónde saldrá?).

Da la impresión de que la palabra “fracaso” se ha convertido en una nota distintiva más del matrimonio. Y así, no es infrecuente que los jóvenes que deciden casarse lo hagan tras sacudirse el miedo en el cuerpo que les meten las actuales tasas de divorcio.

Ciertamente, el romanticismo ingenuo de algunos powerpoints que circulan por la Red no es la mejor preparación para el matrimonio. Pero cabe preguntarse si la cultura actual no ha inclinado la balanza al extremo contrario, al dar por hecho que la ruptura está casi asegurada.

Frente a este planteamiento, la educación para el matrimonio trata de restablecer el equilibrio. De un lado, invita a descubrir las bondades del amor tranquilo en la vida cotidiana familiar. De otro, previene contra el desencanto y las dificultades que pueden surgir cuando la pasión se esfuma.

¿Cuestión de suerte?

La educación para el matrimonio también ha contribuido a desmontar la idea de que el éxito o el fracaso de la vida conyugal dependen de la buena o mala suerte de los cónyuges. Como si ambos asistieran desde un palco a su propia relación, determinada por factores externos y aleatorios.

“Cuando hablamos sobre el matrimonio, solemos hacerlo con muy buenas intenciones pero con muy mala información. Todo esto está a punto de cambiar. (...) Las investigaciones muestran que cualquier persona puede aprender a tener un matrimonio feliz”, explicaba hace unos años Diane Sollee, fundadora de Smart Marriages, una organización estadounidense que ofrece consejos on line y cursos de formación para fortalecer matrimonios.

Aunque la mala suerte existe (siempre existe la posibilidad de que te den gato por liebre), en la mayoría de los casos la vida conyugal se forja con las decisiones que toman los esposos. En este sentido, Sollee cree que el renacer del matrimonio en la sociedad actual es posible gracias al mayor conocimiento que tenemos en nuestros días. Ella lo resume en tres puntos:

1. Tenemos nueva información para saber qué es lo que distingue a los matrimonios con éxito de los que fracasan. Por eso, es posible enseñar a la gente a potenciar lo que funciona.

2. Tenemos nueva información para saber por qué el matrimonio importa. Durante años hemos creído –explica– que el matrimonio no marcaba la diferencia y que todos los “modelos familiares” eran igualmente beneficiosos para los niños. Gracias a las conclusiones de las ciencias sociales, ahora sabemos que esto no es verdad.

3. Tenemos nueva información para saber qué podemos esperar del matrimonio. Con el mapa del terreno en la mano –que nos señala los picos y los valles predecibles– es más fácil manejarse. El conocimiento ayuda a ajustar nuestras expectativas a la realidad.

El mito de la media naranja

En un extenso reportaje publicado en el Washington Post (27-06-2010), la periodista Ellen McCarthy cuenta la frustración que sintió Sollee en los años ochenta cuando comprobó que el número de rupturas conyugales en Estados Unidos no paraba de crecer pese al aumento de consejeros y mediadores familiares.

En 1989, Sollee asistió a una conferencia de John Gottman, uno de los grandes gurús de la comunicación en el matrimonio. Tras varios años de experiencia en su consulta de Seattle, este experto en terapia familiar llegó a la conclusión de que casi todos los matrimonios discuten y se pelean más o menos igual y por idénticos motivos: el dinero, los hijos, el reparto de tareas en el hogar, el sexo…

Ahora bien, añadió Gottman, lo que distingue a los matrimonios felices de los insatisfechos es la manera constructiva en que aquellos logran gestionar los conflictos. A su juicio, es muy probable que las personas que se divorcian por diferencias irreconciliables y vuelven a casarse terminen discutiendo tanto o más en su siguiente matrimonio.

En la sociedad actual, donde se acentúa el sentimentalismo, una respuesta muy común al problema planteado por Gottman sería aspirar a encontrar a mi media naranja: esa persona que me comprende siempre y me complementa a la perfección.

“Vistas así las cosas –explica Sollee–, la clave del matrimonio se reduciría a eso: descubrir al hombre o a la mujer de tus sueños, y pensar que entonces todo marchará sobre ruedas. Éste es el gran mito”.

Y añade: “Todos los matrimonios felices tienen unas diez diferencias irreconciliables; diez cuestiones en las que nunca se pondrán de acuerdo. Si cambiamos de pareja, sencillamente cambiaremos de diferencias. (…) Nos gustaría que no estuvieran ahí, pero lo cierto es que están. Lo importante es seguir hablando, manejar las distintas opiniones con habilidad y que vaya suelto el matrimonio”.

“No son las diferencias sino el modo de manejarlas lo que distingue a los matrimonios felices de los infelices. Discutir no conduce al divorcio. Lo que lleva al fracaso es convertirse en un muro a través de evasivas, desprecios o críticas ácidas. Se trata de aprender a discutir de forma que acabes más enamorado”, aconseja Sollee.

Cualidades que importan

Muchos expertos coinciden en que la elección de la persona adecuada depende de los ambientes que uno frecuenta y, sobre todo, de las cualidades que uno valora y a las que da prioridad.

El matrimonio Les y Leslie Parrott, ambos orientadores familiares, considera que atender a las cualidades internas de las personas (carácter, creencias, capacidad de amar…) es un buen criterio de elección, lo cual no significa excluir otras (2).

Según el equipo de investigadores de la Fundación Educativa Internacional de América Latina, son precisamente las cualidades internas las que más valoran quienes llevan tiempo casados: la ternura y el cariño, la honestidad, la confianza, la fidelidad, el compromiso, la disposición al sacrificio y el sentido del humor.

En la misma línea, Judith S. Wallerstein y Sandra Blakeslee sostienen que los matrimonios que se consideran felices son los que ven a su cónyuge como una persona “noble, moral y merecedora de admiración” (3).

________

Notas

(1) Andrew J. Cherlin, The Marriage-Go-Round: The State of Marriage and the Family in America Today, Random House, Nueva York, 2009.

(2) Les y Leslie Parrott, Saving Your Marriage Before It Starts: Seven Questions to Ask Before (and After) You Marry, Zondervan, Michigan, 1995.

(3) Judith S. Wallerstein y Sandra Blakeslee, The Good Marriage: How & Why Love Lasts, New York, Houghton Mifflin, 1996.

Dios no creó el Universo

Por Clemente Ferrer

El profesor Stephen Hawking, uno de los pocos científicos vivos que se refrenda ateo, reabrió un debate ya superado por la lógica, la razón y la propia ciencia, al aseverar, sin desvergüenza alguna, que “Dios no creó el Universo” y que, por lo tanto, el mundo que conocemos surgió de la nada de manera espontánea, sin necesidad de que “nadie” lo creara.

“Análisis Digital” recoge algunas frases célebres de destacados científicos sobre su fe en Dios, de entre las que he seleccionado las siguientes:

Albert Einstein: “A todo investigador profundo de la naturaleza no puede menos de sobrecogerle una especie de sentimiento religioso, porque le es imposible concebir que haya sido él el primero en haber visto las relaciones delicadísimas que contempla. A través del universo incomprensible se manifiesta una Inteligencia superior infinita”.

Charles Darwin: “Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios, me parece, es la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido frutos del azar”.

Wernher Von Braun: “Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración”.

Andre Marie Ampere: “¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia, una pequeñez!”.

Isaac Newton: “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos, un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no ha podido salir sino del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”.

Guillermo Marconi: “Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico, sino como científico”.

K. L. Schleich: “Me hice creyente por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto esté a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión”.

Sir Fred Hoyle: “El universo de las galaxias se dilata, y se crea continuamente en el espacio nueva materia para mantener constante la densidad media del universo, y esto exige la existencia de un Creador”.

E. Whittaker: “Cuando se investiga profundamente sobre el origen del universo, no hay más opción que convertirse al catolicismo”.

El pobre imbécil y el pobre Lázaro

Por Luis García Dubus

El tema de la parábola que aparece en evangelio de hoy (Lucas 16,19-31) es muy simple. Habla de una persona rica que vive regodeándose y gozando de su fortuna. La gente lo llama el rico epulón. Epulón es un adjetivo, no un nombre, y significa “el que vive para darse gusto”.

Entretanto, sin que al rico le importe en absoluto, hay a su lado un hombre pobre que termina muriendo hambriento, enfermo y solo.

Este otro sí tiene nombre. Se llama Lázaro = Eleazar = Dios ayuda.

La cosa termina en que aquel que tantos gustos se daba termina en el infierno del fracaso.

La razón del fracaso de su vida no es, ciertamente, el hecho de que fuera rico, sino el hecho de que no ha ofrecido su ayuda al pobre enfermo y hambriento que se consumía a su puerta.

A él podía aplicársele la siguiente frase: “Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite” (Proverbios 21,13) Al pobre rico – “quien más bien parece que era un imbécil” – como escribe Augusto Guerra, – sólo le faltó ver, descubrir a Jesucristo en Lázaro y compadecerse de él.

¡Qué difícil es que llegue a tener compasión aquel que ha triunfado económicamente y vive para darse gusto e importancia! Y la vida de quien tiene de todo, pero no tiene compasión, termina en un fracaso total. Esto lo hemos visto una y mil veces.

El recordado P. Dubert, modelo de humildad y sabiduría, escribió que era “muy difícil encontrar ricos que oyeran la llamada del Señor para hacer disfrutar a otros de su bienestar económico”.

Y así se pierden del más grande placer humano, la mayor realización que una persona puede experimentar: abrirse al amor de Dios, y recibir un amor que se desborda en forma de compasión con los otros.

La persona que recibe esto, se da cuenta de que lo que tiene – sea dinero, conocimientos, posiciones – sea lo que sea, es algo que ha recibido, y que usarlo para hacer bien a los demás es la única forma cristiana y eficaz de lograr su propia felicidad.

La pregunta de hoy: ¿Qué significa tener compasión? Compadecerse no es tenerle pena a alguien, sino más bien compartir con alguien su pena. (Compadecer es “padecer con”) Jean Vanier, fundador del ARCA, afirma: “Compasión es una palabra llena de sentido. Significa sufrimiento...

aceptar en mi corazón el dolor del tuyo. Tal vez no pueda aliviar tu dolor, pero al comprenderlo y compartirlo, te hace posible soportarlo de una manera que enaltece tu dignidad y te ayuda en tu propia superación”.

El mejor ejemplo de lo que significa compasión lo tenemos, naturalmente, en la persona de Jesucristo.

Y quizás la mejor descripción en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,35) Allí aparece Él auxiliándonos a usted y a mí cuando caemos heridos por la vida.

“Dichosos los que saben usar sus riquezas, de cualquier tipo que sean, para hacer el bien a los demás sin orgullo, ni prepotencia, ni vanidad, porque serán felices, y harán felices a los que los rodean”.

La última cima

Por Mons. Ramón Benito De la Rosa y Carpio

En los medios de comunicación social de España, hablar bien de los sacerdotes no es algo que es bien recibido, pero los lectores y los televidentes se huelen que todo lo que se dice mal de los sacerdotes no es toda la verdad que se debe decir, ni siempre se quiere buscar el bien en toda parte, y una muestra de esto lo podemos encontrar en la película “La última cima”, que ha tenido un éxito taquillero.

Es la película que habla bien de los sacerdotes; y no solamente es así, su productor dijo: “Si yo presento esto al público me van a crucificar”. Sin embargo, no es fácil encontrar en los medios de comunicación modelos de buenos sacerdotes; en cambio abunda la información exhaustiva y detallada sobre sacerdotes que dan ejemplo de mal comportamiento.

“La última cima” muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes, los sacerdotes anónimos que sirven a Dios sirviendo a los demás.

“La última cima”, tiene como protagonista a Pablo, es nada más y nada menos que un sacerdote español que da un gran testimonio, y el productor, movido por ese testimonio se atrevió a recoger su vida, a lanzarla. Este sacerdote muere después de haber escalado una cima, porque él practicaba el alpinismo.


www.youtube.com/watch?v=Av6oD1eaE64

www.youtube.com/watch?v=HSOcooyH_Fc&feature=related

www.youtube.com/watch?v=zot9ghmfDGA&feature=related


Director: Juan Manuel Cotelo
Guión: Juan Manuel Cotelo
Gènero: Documental
Duración: 82 min.
Restricción: ninguna


Hay que verla.

Más informaciòn:

http://www.zenit.org/rssspanish-35551

http://www.laultimacima.com/do/

¡Cómo! ¿Que mis cuartos no son míos?

Por Luis García Dubus

No recuerdo haber visto a nadie orando con tanta humildad como el señor X cuando estaba comenzando su negocio. Lo más importante para él era Dios. Sabía que sin su ayuda fracasaría.

Así que, además de trabajar duro, oraba día y noche. Tenía humildad, tenía sencillez, tenía amigos.

Un día Dios le concedió el éxito económico. Y entonces su humildad se transformó en autosuficiencia, su sencillez en altanería, y sus viejos amigos fueron desplazados por nuevos “amigos”.

Dios dejó de ser lo primero. Ahora lo primero para el pobre señor X era su dinero.

Antes tenía un Padre; ahora tenía un amo. ¿Qué amo? ¡Su dinero! Él creyó que su dinero era de él y resultó al revés, porque el dinero lo cambió a él. Lo hizo esclavo.

¿Conoce usted casos como éste? Felizmente estoy enterado de muchos casos de personas que hacen lo contrario, es decir, que no son servidores de su dinero, sino que usan su dinero para servir a Dios.

Que donan dinero con la condición que no se publique, ni se haga ningún tipo de propaganda.

Un ejemplo es M. T., profesional de considerable éxito económico, quien no sólo hace donaciones de dinero a favor de personas pobres, sino que dedica semanalmente unas horas de su valioso tiempo para trabajar gratuitamente en obras de bien social.

Conozco muchas personas como ellos. Mi querida comadre Lucy, por ejemplo. Ella tenía dinero suficiente para vivir espléndida y ostentosamente.

En cambio lo que hizo fue trabajar duro en La Hora de Dios, una obra que ha ayudado a miles de personas pobres a procurarse un nivel de vida más acorde con su dignidad como seres humanos. Además de su propia casa, tienen dispensario médico, un colegio y una clínica dental. Otras personas que, al igual que Lucy, son “astutos administradores” de sus bienes, siguen adelante hoy con esta obra de bien.

Hace un minuto le pregunté si conocía casos como el del pobre señor X. Ahora le pregunto “¿Conoce usted a personas como M.T. y como Lucy...?” Estoy seguro de que sí las conoce. Quizás sea usted una de ellas. Si es así, alégrese.

La pregunta de hoy:

¿Cómo sé yo si estoy siendo un administrador astuto? Desde el momento en que usted se dé cuenta de que usted es un administrador de los bienes que Dios le ha confiado, y no un dueño...

Si está usted dando buen uso a sus riquezas, sean éstas materiales, morales, espirituales o intelectuales...

Si sus riquezas no son un fin, sino un medio... Si usted las está administrando de tal modo que sirvan a otros que no las tienen... Si tiene usted a Dios primero antes que su dinero...

Entonces usted tendrá un Padre bueno (Dios), y no un amo cruel (el dinero). El Señor lo dice hoy con gran claridad: “Nadie puede estar al servicio de dos amos; porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero”.

(Lucas 16,13) Como cristiano, el Señor me está recordando hoy que sea cual sea la riqueza que yo tenga –material, intelectual o espiritual– nada es realmente mío. Soy un simple administrador. El dueño es Él.

La verdad sobre los derechos homosexuales

Los libros eran una pantalla para la pornografía


ADVERTENCIA


El siguiente ensayo, escrito por un ex homosexual, revela la realidad psicológica que anima a los grupos de presión homosexual. Al hacerlo relata hechos y prácticas con absoluta crudeza. El autor ha pedido que se respete la cruda y gráfica versión original, por ello, no recomendamos su lectura a quienes creen que la descripción de algunas prácticas homosexuales pueden ofenderle.


La verdad sobre el movimiento de derechos homosexuales


Por Ronald G. Lee

(Nota del editor: Este artículo contiene una descripción honesta del "estilo de vida" homosexual. Si no desee leer tales cosas, NO LEA ESTE ARTÍCULO. Si lo lee efectivamente, no nos envíe una queja.)


Ha sido advertido de antemano.


Existía una librería "gay" llamada Lobo's en Austin, Texas, cuando vivía allí como estudiante. El diseño era interesante. Ver el interior desde la calle permitía apreciar solo libros. Parecía una librería cualquiera. Había una sección dedicada a los clásicos de ficción "gay" de escritores como Oscar Wilde, Gertrude Stein y W. H. Auden. Había biografías de prominentes iconos "gay", algunos de los cuales, como Walt Whitman, probablemente habrían aceptado ser etiquetados como homosexuales, pero muchos de ellos también como el ídolo de Whitman, el Presidente Lincoln, que se habían acomodado en la causa solo por haber tenido cosas como un mal matrimonio o una intensa relación con alguien del mismo sexo. Había desapasionadas memorias "gay" modernas y recuentos históricos de los orígenes y el desarrollo del movimiento de los "derechos gays". Todo se veía tan inicuo y tan burgués. Pero si ibas más allá de lo que se veía, antes de ver cualquier otra sección, detrás de los libros, había una sección no visible: la sección de pornografía. Cientos y cientos de videos pornográficos, todos sobre hombres, o que versaban sobre cualquier categoría concebible para todo gusto sexual o fantasía. Y te dabas cuenta de algo más también. No había clientes al frente. Todos los clientes estaban en la parte de atrás, en la zona de los videos. Hasta donde sé, soy la única persona que sí compró un libro en Lobo's. Los libros eran, en el estricto sentido de la palabra, una pantalla para el porno.

¿Entonces por qué desperdiciar cientos de miles de dólares en libros que nadie iba a comprar? Era claro que de la gran zona de libros "a la venta" solo una pequeñísima parte de ellos iban a ser comprados a su precio original. Los dueños de Lobo's estaban aparentemente desperdiciando mucho dinero en novelas gay y en trabajos de la historia gay, cuando todo el dinero real estaba en la pornografía. Pero el dinero gastado en libros no estaba siendo desperdiciado. Era usado para comprarlo como un lugar que es más precioso que el oro para el establishment del movimiento de derechos gay.

Respetabilidad

Respetabilidad y la apariencia de normalidad.

Sin la inversión, no estaríamos involucrados en un debate serio sobre la legalización del "matrimonio" de personas del mismo sexo. Por el tiempo en que viví en Austin, había estado pensando sobre mí mismo como gay por casi 20 años. Basado en la experiencia adquirida durante esos años, reconocí en Lobo's una metáfora para la estrategia usada para vender los derechos gay a las personas de Estados Unidos, y para la sórdida realidad que la estrategia ocultaba.

Así es como "deconstruyo" Lobo's: hay dos clases de personas que miran por la ventana: los que están tentados a involucrarse en actos homosexuales, y los que no lo están.

Para quienes no lo están, los estantes de libros transmiten el mensaje de que los gays no son distintos a nadie, que la homosexualidad no está mal, es solo diferente. Ya que la mayoría de ellos nunca sabrá más de la homosexualidad además de lo que han aprendido mirando por la ventana. Esa impresión es de gran importancia política y cultural, porque sobre esa base reaccionarán sin alarma, o incluso con apoyo activo, al progreso de los derechos gay. Hay millones de estadounidenses bien intencionados que apoyan los derechos gay porque creen que lo que están mirando en Lobo's es lo que en realidad hay allí. No se les ocurre que están mirando un escenario manejado precisamente para manipularlos, distraerlos de una verdad que nunca perdonarían.

Para quienes están tentados a involucrarse en actos homosexuales, la vista desde la calle también es consoladora. Hace que la vida como homosexual se vea segura y libre de amenazas. Normal, en otras palabras. Tarde o temprano, muchas de estas personas dejarán de mirar hacia adentro y efectivamente entrarán. A diferencia de los compradores usuales, no se distraerán con los libros por mucho rato. Rápidamente descubrirán la sección pornográfica. Y sin importar cuán desagradable encuentren la idea al principio (si en efecto les resulta así), también se darán cuenta de que la sección pornográfica es donde están los clientes. Y se sentirán tontos entre los libros. Eventualmente, encontrarán su camino hacia la zona porno, como el resto de clientes. Y como ellos, comenzarán a mirar los videos. Y, querido lector, allí es donde la mayoría de ellos pasará el resto de sus vidas, hasta que Dios o el SIDA, las drogas o el alcohol, el suicidio o la soledad en la vejez, intervenga.

Ralph McInerny una vez ofreció una definición brillante sobre el movimiento de los derechos gay: autodecepción mientras el grupo se esfuerza. Sin embargo, la decepción del público en general también es vital para el éxito de la causa. Y en ningún otro lugar la decepción es más egregia, o tan exitosa, como en la campaña para persuadir a los cristianos de que, para parafrasear el título de un reciente libro, Jesús fue Gay, y las iglesias deben abrir sus puertas a los amantes del mismo sexo.

El movimiento cristiano gay descansa en una estratagema que es desafiante y deshonesta. Lo sé porque fui convencido por éste durante largo tiempo. Como los dueños de Lobo's, el éxito depende del camuflaje de la verdad, que está escondida del plano general todo el tiempo. No es de sorprender que El Mago de Oz sea tan interesante entre los homosexuales. "Ponle atención al hombre detrás de las cortinas" podría ser un lema y el mantra para todo el movimiento. Ningún libro tuvo tanta influencia en mi propia experiencia de salir del closet como el "clásico" del ex sacerdote John McNeill de 1976 "La Iglesia y el Homosexual". Este libro es para Dignity (N.T. Esta organización se autodefine como un grupo que trabaja por el "respeto y justicia para todos los gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros en la Iglesia Católica y el mundo a través de la educación, la defensa y el apoyo". Se inició en San Diego, USA, en 1969 y no sigue las enseñanzas de la Iglesia sobre moral sexual) lo que el Manifiesto Comunista fue para la Rusia Soviética. Buena parte del libro está dedicada a ofrecer interpretaciones alternativas a pasajes que condenan la homosexualidad, y a poner las escrituras anti-homosexuales de los Padres de la Iglesia y los escolásticos en contextos históricos de modo tal que los presenta como irrelevantes e incluso ofensivo para los lectores modernos.

La primera impresión de un joven lector ingenuo y sexualmente confundido como yo a lo que McNeill había ofrecido era tenerlo como una alternativa plausible a la enseñanza tradicional. Me hizo sentir justificado al decidir salir del closet. ¿Eran sus argumentos persuasivos? Francamente, no me importaba, y no creo que a la mayoría de los lectores de McNeill tampoco les importe. Fueron entrenados en ese lenguaje y les sonaba plausible. Eso era todo lo que importaba.

McNeill, como la mayoría de los miembros de su campo, trató el debate sobre la homosexualidad al principio y básicamente como un debate sobre su propia interpretación de los textos, pasajes como la historia de Sodoma en la Biblia y lo artículo relevantes de la Summa (Theologica).

La implicancia fue que una vez que eran reinterpretados, o precisados como irrelevantes, los defensores de los derechos gay habían prevalecido; y la puerta estaba abierta para que los homosexuales practicantes tengan la cabeza en alto en la iglesia. Y existe cierto sentido en lo que esto se puede considerar que ha logrado ser aceptado como verdad. Dada la extensión del debate que se ha enfocado en interpretar los textos, los apologistas gay han ganado para sí mismos cierto grado de legitimidad. Pero eso es porque, como para cualquiera que está familiarizado con la historia del protestantismo, la interpretación de textos es un proceso interminable. Los esfuerzos de personas como McNeill no necesitan ser persuasivos, solo necesitan ser útiles.

Así es como funciona. McNeill reinterpreta la historia de Sodoma, aduciendo que no condena la homosexualidad, sino la violación entre varios. Los teólogos ortodoxos responden, en un encomiable pero ingenuo intento por rebatirlo: ingenuo porque estos teólogos presumen que McNeill cree en sus propios argumentos, y le están escribiendo a un estudioso, no a un propagandista.

McNeill ignora los argumentos de sus críticos, desechándolos por estar basados en la homofobia y repite su posición original. Los ortodoxos responden nuevamente como si en realidad estuvieran tratando con otro teólogo. Y la cosa va y viene varias veces más. Finalmente McNeill o alguien como él se pone de pie y anuncia: "Sabes, esto no nos está llevando a ninguna parte. Tenemos nuestra exégesis y nuestra teología. Ustedes tienen la suya. ¿No podemos simplemente estar de acuerdo o en desacuerdo?" Eso suena razonable, tan ecuménico.

Y si los ortodoxos se lo tragan, han perdido, porque los apologistas de los derechos gay han ganado un lugar en la mesa desde donde hablan y nunca serán sacados. Llegar a la verdad sobre Sodoma y Gomorra, o correctamente aprender la ética de Santo Tomás, nunca fue el verdadero asunto. Ganar la admisión a la Santa Comunión era lo que les importaba.

Incluso como un joven ingenuo, un aspecto de "La Iglesia y el Homosexual" me golpeó como algo extraño. Dado que McNeill estaba sugiriendo una revisión radical de la ética tradicional católica, no había casi nada en ella sobre ética sexual. La ética sexual católica es bastante específica sobre los fines de la sexualidad, y sobre las formas de conducta coherentes con esos fines. La crítica de McNeill a la ética tradicional ocupaba gran parte de su libro, pero dejaba al lector con solo la vaga idea sobre lo que proponía en lugar de ella. Por esa razón, no había casi nada en el libro sobre la vida real de los homosexuales reales. La homosexualidad era tratada en todo el libro como una especie de abstracción intelectual.

Pero estaba desesperado por tener alguna idea por saber lo que me esperaba en el otro lado de la puerta del closet. Y con nadie excepto el P. McNeill como guía, estaba restringido a leer entre líneas. Había un solo pasaje que interpreté como una clave. Era una cosa accesoria, realmente. En un punto, él comentaba que las uniones monógamas de personas del mismo sexo eran coherentes con las enseñanzas de la Iglesia, o al menos coherentes con el espíritu de la Iglesia renovada después del Concilio Vaticano II.

Con nada más para seguir, interpreté esto en un sentido prescriptivo. Interpreté a McNeill como si estuviera afirmando que los actos homogenitales eran morales solamente en el contexto de una relación monógama. Y, además, salté a lo que parecía una conclusión razonable que el autor conocía este tipo de relaciones, y que mi expectativa razonable era encontrar tal tipo de relaciones para mí. De otra manera, ¿para el beneficio de quién estaba él escribiendo? No eran tan ingenuo (aunque sí lo era mucho) como para no saber de la existencia de hombres homosexuales promiscuos. Pero, con McNeill al costado, repito, contenía virtualmente la única fuente en la que se ofrecía una ética sexual gay, lo que me hizo creer que además de los promiscuos, existía un contingente de hombres gay que estaban comprometidos en la vida monógama. De otra forma, el P. McNeill estaba implícitamente defendiendo la promiscuidad. Y la sola idea de que un sacerdote defendiera la promiscuidad era inconcebible para mí (Sí, así de ingenuo era).

Hace varios años, McNeill publicó una autobiografía. En ella, no escatimaba palabras sobre su experiencia como un sacerdote católico sexualmente activo y promiscuo. Escribe casi de modo nostálgico sobre el tiempo que pasaba de caza sexual en bares. Aunque llegó a encontrar un compañero estable (mientras era sacerdote todavía) nunca se disculpó por sus años de promiscuidad, o incluso ni siquiera por lo que alude a la disparidad entre su propia vida y el pasaje en "La Iglesia y el Homosexual" que significaba tanto para mí.

Es posible que ni siquiera recuerde haber sugerido que se supone que los homosexuales deben mantenerse célibes hasta que encuentran una relación monógama. Es obvio que nunca quiso que ese pasaje se tomara seriamente, excepto por aquellos que solo miraban por la ventana, en otras palabras, no por aquellos católicos no homosexuales, bien intencionados, de preferencia aquellos en posiciones de autoridad. O igualmente ingenuos, que lo tomaran en serio los jóvenes como yo que estaban buscando una razón para actuar según sus deseos sexuales, preferentemente aquellos que no hirieran tanto sus conciencias, al menos no al principio. Los últimos, el escritor presumía, eventualmente encontraron el camino hacia la sección pornográfica, en donde su complicidad en la estafa los haría indistinguibles del resto de clientes regulares. Claramente, había una razón por la que en el primer libro escribía tan poco sobre las vidas reales de los homosexuales, como él mismo.

No veo como la contradicción entre "la Iglesia y el Homosexual" y la autobiografía pudiera ser accidental. ¿Por qué McNeill pretendería creer que los homosexuales deben restringirse al sexo dentro de relaciones monógamas cuando su vida demuestra que él no lo hacía? Solo puedo pensar en una razón: porque él sabía que si decía la verdad su causa moriría en el agua.

Aunque hasta el día de hoy McNeill, como todos los propagandistas cristianos gays, evita el asunto de la ética sexual como si fuera algún tipo de peste, su vida permite conocer claramente lo que en realidad piensa. Cree en una libertad sexual irrestricta. Cree que hombres y mujeres deben tener el derecho a formar parejas con quien sea que lo deseen, cuando lo quieran, cómo lo quieran, y con la frecuencia que deseen. Probablemente él añadiría algún tipo de comentario insignificante sobre ninguno de los dos saliendo herido o siendo ambos tratados con respeto, pero cualquiera que está algo familiarizado con el culebrón de la cultura sexual moderna (heterosexual y homosexual) sabrá qué tan seriamente debe tomar ese comentario.

Y él sabía perfectamente bien que si era honesto sobre sus objetivos reales, no habría Dignity, no habría Movimiento Gay cristiano, al menos no uno que tiene las posibilidades de éxito como si fuera una bola de nieve. Sería como desechar los libros y dejar a los compradores casuales que miran por la ventana que vean la pornografía. ¿Y no podemos tener eso ahora, o sí?

En otras palabras, el ex P. McNeill es un mal sacerdote y una estafa. Y dado las consecuencias con frecuencia letales de involucrarse en el sexo homosexual, es un estafador con las manos ensangrentadas.

Permítanme ser claro. Creo que lo que en verdad cree McNeill, deducido de su conducta real y de los argumentos que coloca al frente para el beneficio de los ingenuos y crédulos, representa las verdaderas metas y objetivos del movimiento de derechos homosexuales. Es decir, la pornografía que los libros deben encubrir. En otras palabras, si usted apoya lo que ahora se describe en términos eufemísticos como "la bendición de uniones del mismo sexo", en la práctica está apoyando la abolición de toda la ética sexual cristiana y su sustitución con un mercado sexual irrestricto que permite cualquier cosa.

La razón por la que el movimiento de derechos homosexuales ha logrado tener a tantas personas que apoyan su causa es sencilla: porque una vez que el tabú es abrogado, no queden tabúes. Una vez escuché a un episcopaliano heterosexual ponerlo de esta forma: Si no quiero que la iglesia se meta en mi cuarto, ¿cómo puedo condonarla cuando limita la libertad sexual de los homosexuales? Esto puede sonar extraño, pero si todavía cree que el debate se refiere al estatus religioso de las relaciones sexuales homosexuales, por favor prepárese para señalar alguna iglesia en algún lugar de Estados Unidos que haya abierto sus puestas a homosexuales activos sin haberlas abierto también a toda forma de parejas sexuales imaginables. Soy demasiado viejo para ser engañado por el "Padre" McNeill y sus abstracciones. Muéstreme.

Hace unos años, me suscribí al grupo de yahoo de Dignity en Internet. Había varios cientos de suscritos. En algún punto, un joven confundido y con problemas preguntó ¿Alguno de los suscritos le da algún valor a la monogamia? Inmediatamente le respondí que yo sí. Unos días después el joven me escribió. Había recibido docenas de respuestas, algunas de las cuales eran bastante hostiles y degradantes, y todas, excepto las mías, les decían que saliera y se acostara con alguien porque en eso consistía ser gay. (Este era un grupo gay "católico") No sabía que hacer con eso porque nada de la propaganda a la que estaba expuesto antes de salir del closet lo prepara a uno para lo que estaba al otro lado de la puerta del closet. No tenía ni idea de lo que podía decirle, porque en ese tiempo todavía tenía la mentira dentro de mí. Ahora la solución parece obvia. Lo que debe escribirle era: "Te han mentido. Pídele perdón a Dios y regresa a Kansas tan pronto como puedas. La tía Em está esperando".

A la luz de la legítima preocupación por la pornografía en Internet, podría parecer irónico decir que Internet ayudó a rescatarme de la homosexualidad. Durante 20 años pensé que había algo malo en mí. Decenas de personas bien intencionadas me aseguraron que había todo un mundo diferente de hombres homosexuales, un mundo que por alguna razón nunca pude encontrar, un mundo de homosexuales temerosos de Dios, de buen obrar, y fieles en la práctica. Me aseguraron que ellos mismos conocían personalmente (de hecho o en realidad) que tales hombres existían. Ellos conocían a tales hombres (o al menos habían escuchado de algunos que sí los conocían). Y lo creí, aunque mientras los años pasaron todo se hizo más y más complicado. Luego tuve una computadora personal y una suscripción a AOL. "OK.", pensé, "los homosexuales moralmente conservadores son obviamente tímidos y temerosos de movimientos repentinos. No les gustan los bares ni los baños. A mí tampoco. No van a las reuniones de Dignity o a los servicios de la iglesia de la comunidad metropolitana porque las iglesias 'gay' son realmente baños con una máscara de lugares de culto. Pero no hay razón para que un homosexual moralmente conservador no se suscriba a AOL y envíe un perfil. Si yo puedo hacerlo, cualquiera puede hacerlo". Así que lo hice.

Escribí un perfil describiéndome como un católico conservador (más o menos) que amaba la música clásica y el teatro y los buenos libros y las conversaciones interesantes sobre todo lo anterior. Dije que tenía muchas ganas de conocer a otros homosexuales que pensaran de modo similar para tener amistad o romance. Traté de ser lo más claro posible. No estaba interesado en aventuras de una noche. Y en minutos, tras colocar el perfil, recibí mi primera respuesta que consistía en 4 palabras "¿De cuántos centímetros hablamos?" Mi experiencia de buscar amor en AOL se fue rápidamente por el caño a partir de ahí.

Cuando salí del closet en 1980, era común para los apologistas de los derechos gays culpar por la promiscuidad entre los hombres gay a la "homofobia internalizada". Los hombres gay, como los negros, internalizaron y actuaron de acuerdo a las mentiras sobre ellos aprendidas de la cultura americana reinante. Además, los homosexuales fueron forzados a buscar amor en bares, baños y parques por temor al acoso en manos del medio homofóbico.

La solución a este problema, nos dijeron, era permitir que los homosexuales salieran del closet al mundo, sin miedos. Una variante de este argumento todavía es defendido por activistas como Andrew Sullivan, para legitimar los matrimonios homosexuales. Y parecía suficientemente razonable hace 20 años. Pero han pasado 35 años desde el infame Stonewall Riots de 1969 en New York (N.T. Fueron una serie de enfrentamientos de activistas homosexuales que comenzaron el 28 de junio de este año y que marcaron un hito para este colectivo. Para algunos este hecho generó las conocidas marchas del orgullo gay), el Lexington y Concord del movimiento de liberación gay. Durante este tiempo, los homosexuales han logrado espacios públicos en toda ciudad norteamericana importante, y en muchas de las no tan importantes también. Han tenido la oportunidad de crear lo que han querido en esos espacios ¿y qué han creado? Nuevos espacios para encontrar compañeros sexuales.

Hay otra razón, además del valor de la propaganda, por la que lugares como Lobo's venden pornografía tan bien como si fuera poesía: porque sin la pornografía, pronto dejarían de tener negocio. Y de hecho, la mayoría de librerías gay ya no están en el negocio, pese a la pornografía. Tras un estallido inicial de entusiasmo en los 70's y 80's, las publicaciones gay comenzaron a declinar, y parece no haber signos de que se revierta la situación. Una vez que la novedad se quemó, los hombres gay se aburrieron pronto de leer sobre hombres que tenían relaciones entre ellos, y comenzaron a dedicar su tiempo e ingresos a conseguir el objetivo real. La comunidad de gays y lesbianas enfoca sus luchas en mantener sus puertas abiertas. Las iglesias gay sobreviven como lugares en donde los "fieles" pueden ir a dormir y limpiar sus conciencias luego de una noche de sábado en la que buscaron sexo en los bares. Y no hay peligro en haber escuchado alguna vez desde un púlpito algo que sugería que la caza en bares no es coherente con creer en la Biblia. Cuando viví en el Reino Unido, me sorprendió la extensión en la que la cultura gay en Londres replicaba la de Estados Unidos. Lo mismo en París, Ámsterdam y Berlín. La homosexualidad es una de las exportaciones culturales más exitosas de Estados Unidos. Y el centro de los espacios sociales gay de Europa es idéntico al de Estados Unidos: sexo. El ciberespacio es ahora la última conquista para el sorprendente y moderno Magallanes: el hombre homosexual en búsqueda de nuevas conquistas sexuales.

Pero en este punto, ¿cómo es posible culpar de la promiscuidad entre los homosexuales a la homofobia, internalizada o lo que sea? Sobre la base de la evidencia que no es más fuerte que el deseo sincero, Andrew Sullivan quiere que creamos que legalizar el "matrimonio" de las uniones del mismo sexo domesticará a los gays, que toda su energía dedicada ahora a construir bares y baños será dirigida a hacer cercos y garajes para dos carros. Lo que Sullivan no quiere enfrentar es que los homosexuales no son promiscuos por la "homofobia internalizada" o las leyes que prohíben el "matrimonio" de personas del mismo sexo. Los homosexuales son promiscuos porque cuando tienen la oportunidad, de manera aplastante eligen ser promiscuos. Y destruir el fundamento social de la civilización, la familia, no va a cambiar eso.

Una vez leí un ensayo curiosamente honesto en el que Sullivan admitía la razón real para promover la causa del "matrimonio" homosexual. Enfrentó la a veces sórdida naturaleza de su vida sexual, que es bastante más de lo que los activistas gay están preparados a hacer, y la lamentó. Deseó haber seguido un tipo de vida diferente, y aparentemente creía que si el matrimonio fuese una opción legal, lo habría hecho. Respeto más a Andrew Sullivan que a muchos activistas gay. Creo que él hubiera querido seriamente reconciliar sus deseos sexuales con las exigencias de su conciencia. Pero con el debido respeto, ¿estamos el resto de nosotros preparados para el sacrificio de la institución familiar por la insostenible esperanza de que hacerlo haría que para Sullivan fuera más fácil tener sus interiores con el cierre arriba?

¿Pero no es teóricamente posible que los homosexuales puedan restringirse a algo que parezca a la ética sexual tradicional cristiana, excepto en lo que se refiere a la parte de la procreación –en otras palabras relaciones de por vida monógamas? Claro que es teóricamente posible. También fue teóricamente posible en 1968 que el uso de anticonceptivos hubiera estado restringido a las parejas casadas y que la caída en la anarquía moral que hemos vivido desde entonces hubiera podido ser evitada. Es teóricamente posible, pero es prácticamente imposible. Es imposible porque toda la noción de una orientación sexual estable en la que descansa todo el movimiento de derechos gay en realidad no tiene base.

René Girard, el crítico literario francés y sociólogo de la religión, considera que la civilización humana está basada en el deseo. Todas las civilizaciones han rodeado a los objetos de deseo (incluyendo el deseo sexual) con una elaborada e irrompible pared de tabúes y restricciones. Hasta ahora. Lo que estamos viendo en el occidente moderno no es la legitimación de cualquier y no de las formas honorables de amor humano.

Somos testigos de la reducción de la civilización a su más bajo común denominador: desatado e irrestricto deseo. Decir que hemos abierto la caja de Pandora estaría por debajo de lo que en realidad sucede. Abróchense los cinturones, damas y caballeros, que se avecina un milenio complicado.

Cuando crecía, se presumía que todos éramos heterosexuales. Luego la homosexualidad fue introducida como una alternativa. No parecía una revisión muy importante al principio porque, además de la procreación, la homosexualidad, al menos en teoría, dejaba intacta el resto de la ética sexual tradicional. Dos personas del mismo género podían (en teoría) enamorarse y vivir una vida de compromiso monógamo. Luego se introdujo la bisexualidad, y las implicancias reales de la revolución sexual se hicieron claras. La monogamia salió por la ventana. Las normas morales también. La sexualidad hágalo-usted-mismo se convirtió en la norma. Quien quiera saber lo que eso quiere decir solo tiene que entrar en Internet. Allí se ofrece crudos asientos para el circo de la desintegración de la civilización.

Miren Yahoo, por ejemplo. Yahoo hace posible que las personas compartan un interés común al crear grupos con el propósito de contactarse y compartir información. Si eso solo considera a interesados en genealogía y coleccionistas de sellos, piense nuevamente.

Hay miles de miles de grupos de Yahoo que reúnen personas con todo tipo de perversión sexual imaginable. Muchos de ellos desafiarían la imaginación del Marqués de Sade mismo. Personas que hasta hace algunos años solo podían fantasear ahora tienen serias esperanzas de hacer realidad estas fantasías. Conocí a un hombre en línea cuyo más hondo deseo era ser golpeado con una billetera de cuero. Tenía que ser de cuero. Y tenía que ser una billetera. Y tenía que ser golpeado con ella. La fricción genital pasada de moda era opcional. Este hombre quería que la marca Gucci terminara tatuada en toda su espalda. No había pináculo de pasión superior a éste para él. E insistía en que este deseo era fundamental para su naturaleza sexual del mismo modo en el que el deseo de ir a la cama con un hombre lo era para mí. Además, había formado un grupo en Yahoo que tenía más de tres mil miembros, y todos compartían la misma pasión. No hay objeto en el universo, ni humano ni animal, que no pueda ser erotizado. Entonces, ¿es el deseo de ser golpeado una con una billetera de cuero una "orientación sexual"? ¿Si no lo es, qué lo hace diferente?

Hubo un tiempo en el que habría dicho: "Claro que es diferente. Puedes compartir la vida con una billetera de cuero. Puedes amar una billetera de cuero. Estás hablando de un fetiche, no de una orientación sexual. Los dos son completamente diferentes". Pero la verdad es que todos los homosexuales con los que me he encontrado tenían un fetiche para la piel desnuda masculina, con toda la cosificación y despersonalización que éste implica, que ahora considera la distinción sofisticada. El cuero es también piel, después de todo. La única diferencia real entre el hombre de Internet y el homosexual promedio es que prefería la piel italiana, bovina y bronceada.

Con los años, he asistido a distintos servicios religiosos gays y cercanos a los gays. Todos compartían una característica en común: un tácito acuerdo de nunca decir una palabra desde el púlpito –o desde cualquier lugar sobre este asunto– que sugiriera que debían haber restricciones para la conducta sexual humana. Si alguien que lee esto está familiarizado con las iglesias de Dignity o de Integrity o Metropolitan Community, o para este asunto, con el protestantismo o el catolicismo post-Vaticano II, déjenme preguntarles algo: ¿Cuándo fue la última vez que escucharon un sermón sobre ética sexual? ¿Ha escuchado alguna vez un sermón sobre ética sexual? Doy por hecho que la respuesta es negativa. ¿Nuestros sacerdotes y pastores honestamente creen que los cristianos en Estados Unidos no necesitan sermones sobre ética sexual?

Aquí está el hecho terrible: Si como nación y como iglesia permitimos que se nos estafe con las parejas monógamas del mismos sexo, estaremos recibiendo en nuestros lugares de comunión (asumiendo que todavía los tenemos) no solo a un estadísticamente insignificante número de parejas del mismo sexo que han vivido juntas por más de unos pocos años (la mayoría de los cuales compraron la estabilidad lanzando la monogamia), también estaremos legitimando cualquier tipo de gusto sexual, desde la masturbación y el adulterio pasados de moda hasta las más degeneradas formas de fetichismo. En otras palabras, estaremos dándole nuestra bendición al suicidio de la civilización occidental.

¿Pero qué hay sobre todas esas imágenes de parejas del mismo sexo que se aman, muriendo por engancharse con lo que los medios están inundados en estos días? Eso también solía confundirme. Parece que The New York Times no tiene problemas para encontrar compañeros del mismo sexo exitosos para fotografiar y entrevistar. Pero pese a mis mejores esfuerzos, nunca pude encontrar este tipo de parejas que aparecen regularmente en Oprah. Los medios tienen una ideología y no están interesados en decir la verdad sobre la homosexualidad.

Conocí a Wyatt (no es su nombre real) en línea. Durante cinco años estuvo en una relación homosexual desastrosa. Su compañero era infiel y alcohólico que también tenía problemas de drogas. La relación era algo que le hubiera dado pesadillas a Strindberg. Cuando el estado de Vermont legalizó el "matrimonio" del mismo sexo, Wyatt vio eso como una última oportunidad para hacer que su relación funcione. Él y su compañero viajaron a Vermont para "casarse". Esto atrajo la atención de un diario local, que cubrió la historia con fotos de la recepción. En la nota, Wyatt y su compañero eran presentados como una pareja amorosa que finalmente tuvo la oportunidad de celebrar su compromiso públicamente. No se dijo nada sobre el problema de las drogas ni el alcoholismo ni la infidelidad. El matrimonio fue un fracaso total y terminó muy mal varios meses después. Y el diario no le hizo el seguimiento. En otras palabras, el principal diario de una de las ciudades norteamericanas más grandes hizo una historia equívoca sobre una mala relación, una historia que probablemente persuadió a más de un joven con el hecho de que algún día podría ser tan feliz como Wyatt y su "compañero". Y esa es la parte triste.

Pocas veces uno lee cosas como las de mi amigo Harry (no es su nombre real) que era un hombre de edad promedio, calvo y un poco gordo. Estaba casado y tenía dos hijas. Y era infeliz. Harry se había persuadido de que era infeliz porque era gay. Se divorció de su esposa, que ahora está casada con otra persona, sus hijas no le hablan, y descubrió que los hombres con su apariencia no son populares en los bares gays. De algún modo, Oprah olvidó mencionar eso. Ahora Harry toma antidepresivos para evitar suicidarse.

Luego hubo otro hecho, de alguien que tenía el mismo nombre. Harry (no es su nombre real, pero lo pongo porque era igual al anterior) tenía unos 30 años (pero podía pasar por alguien de 20) y había crecido en un entorno mormón, con toda la ingenuidad que eso sugiere. A diferencia del primer Harry, no tenía dificultad en conseguir citas, o relaciones. El problema era que las relaciones nunca duraban más de un par de semanas. Harry desarrolló rápidamente un problema serio con la bebida. (Demasiado para la sabiduría de los mormones). Si le sucedía a usted que hubiera estado en un bar alrededor de las 2 a.m., probablemente podría haber tenido a Harry para esa noche si le interesaba. Estaba tan ebrio que no lo recordaría al día siguiente, y todo lo que quería en ese momento era que alguien lo abrazara.

La cultura gay es una paradoja. La mayoría de homosexuales tienden a ser demócratas liberales, o en el Reino Unido, simpatizantes del Partido Laborista. Están en los partidos en los que las políticas son más compasivas a las necesidades de los desprotegidos y oprimidos. Pero no hay nada de compasivo en un bar gay. Representa el dejar hacer del mercado sexual libre del más darwiniano tipo. No hay lugar en él para aquellos que no están preparados a competir, y las reglas de juego son despiadadas e inmisericordes. Recuerdo una vez cuando estuve en un pub gay en la zona central de Londres. La mayoría de los hombres estaban entre los 20 y 30 años aproximadamente. Un caballero mayor entró, parecía tener algo más de 70 años. Era como si el Ángel de la muerte en persona hubiera llegado. En ese bar lleno de gente, se abrió un espacio a su alrededor en el que nadie quería estar. Su sombra transmitía una suerte de contagio. Era obvio que su presencia ponía nerviosos a los demás clientes. Miró tranquilamente el bar y ordenó una bebida. No le habló a nadie y nadie le habló. Cuando terminó su bebida y se fue, la mirada de alivio de toda esa gente reinó en el pub. Ahora todos podían volver a pretender que los homosexuales siempre son jóvenes y bellos.

Querido lector, ¿sabe lo que es un "cazador de bichos" (bug chaser)? Es un hombre joven que quiere contagiarse de VIH para nunca llegar a viejo. Y esa es la palabra que Harry dejó a su esposa, y el otro Harry a su iglesia, para encontrar la felicidad en ella.

He conocido a muchas personas como los dos Harrys. Pero he conocido unos pocos que siquiera bordean la semblanza idealizada de las imágenes que vemos en las películas ganadoras del Oscar como Filadelfia, o en la sección de magazine de The New York Times. Lo que encuentro sospechoso es que los medios ignoran la existencia de personas como los dos Harrys. La infelicidad es tan común entre los homosexuales que se barre bajo la alfombra, mientras que se ofrece al consumo público irreales modelos. Al final hay buen material para un debate serio sobre la proposición de que "lo gay es bueno", pero ese debate no se realiza, porque la mayoría de los principales medios ya han tomado su (o nuestra) decisión.

Pero es difícil ocultar la pornografía por siempre. Cuando estaba dejando Londres, tuve una magnífica amiga llamada Maggie (no es su nombre real) que era una liberal. Su gran corazón latía por los oprimidos. Como la mayoría de los liberales, estaba orgullosa de su mente abierta (open-mindedness) y la blandía como una espada de honor. Maggie vivía en una casa tan grande como su corazón y todos sus hijos ya habían crecido y se habían mudado. Tenía un par de cuartos que alquilaba. Sucedió que los dos inquilinos que tuvo eran gays. La primera reacción de Maggie fue un sincero entusiasmo. No conocía a muchos gays, y pensó que la experiencia de rentar los cuartos a dos homosexuales confirmaría su mente abierta. Creyó que sería una experiencia de la cual aprendería. Lo fue, pero no el tipo de aprendizaje que tenía en mente.

Un día Maggie me contó sus problemas y me confesó sus dudas. Me habló de lo que era ver a sus dos inquilinos por la mañana a la hora del desayuno, cómo encontraba a dos extraños todas las mañanas que habían llegado la noche anterior. Rara vez eran los mismos extraños en dos mañanas consecutivas. Uno de sus inquilinos estaba en una relación de larga distancia pero, en ausencia de su compañero, se sentía en libertad para buscar consuelo en cualquier parte. Me habló de lo que era tener que lidiar con eso todos los días con el respectivo alboroto de las vidas tumultuosas de sus inquilinos. Me dijo lo que se sentía al abrir la puerta una tarde y ver a un policía que buscaba a uno de sus inquilinos, acusado de vender drogas a escolares. Ese mismo inquilino estaba involucrado con la prostitución. Maggie no sabía qué hacer con todo eso. Quería desesperadamente mantener su mente abierta, seguir creyendo que los gays no eran peores que nadie, solo distintos. Pero no podía reconciliar su experiencia con la suposición de "tolerancia". La verdad es que cuando finalmente se fueron, ella quería incluir la siguiente restricción: "No se aceptan maricas". No sabía qué decirle porque estaba tan confundido como ella. Quería mantener mis ilusiones también, pese a toda la clara evidencia.

Estoy convencido de que muchos, si no la mayoría, de quienes están familiarizados con las vidas de los homosexuales conocen la verdad, pero se resisten a enfrentarla. Mi mejor amigo se involucró en el movimiento de derechos gay cuando era un estudiante graduado. Él y su colega lesbiana a veces aconsejaban a jóvenes que estaban lidiando con su sexualidad. Una vez, los dos conocieron a un joven que estaba seriamente abrumado por un terrible acné. El joven habló elocuentemente sobre la felicidad que experimentaría al salir del closet. Iba a encontrar un compañero, y luego los dos vivirían felices para siempre.

Todo el tiempo mi amigo estuvo pensando en que si alguien como este joven gordo y pustulento entrase a un bar, sería doblado, golpeado y mutilado antes de sentarse siquiera. Al final, la lesbiana miró al joven y le dijo: "Sabes, algunas veces es mejor no salir del closet". Mi amigo me dijo que para él este era un momento decisivo. La lesbiana decía que admiraba y amaba a los gays. Nunca dejó de alabar su amabilidad, compasión y creatividad. Pero con ese comentario en efecto le dijo a mi amigo que sí sabía en qué consistía la vida gay. Todo el asunto era sobre carne, y si no eres un buen corte, entonces ni te molestes en ir al supermercado.

En otra ocasión, me estaba quejando con una lesbiana de mi desilusión y me admitió algo interesante. Tenía un hijo que hasta el momento no mostraba signos de interés sexual de ningún tipo. Sabía que como lesbiana no debía importarle el camino que tomara, pero me confesó que sí le importaba. Con la experiencia de vida de los gays que conocía, se descubrió rezando secretamente para que su hijo fuera heterosexual. Como madre, no quería que su hijo la viviera.

Una definición popular de locura es la de seguir haciendo lo mismo y esperar que el resultado sea distinto. Ese era yo, todo el tiempo mientras intentaba ser un feliz homosexual. Estaba loco de remate. Varias veces busqué consejo en homosexuales que parecían mejor ajustados en la vida de lo que yo estaba. Al principio, quería la confirmación de que mis percepciones eran correctas, es decir, que la vida como homosexual en realidad era tan horrible como me parecía. Y luego quería saber qué tenía que hacer al respecto. ¿Cuándo iba a mejorar? ¿Qué podía hacer para que me fuera mejor? Obtuve dos tipos de reacciones a estas preguntas, y ambas me dejaron herido y confundido. La primera reacción fue la negación, con frecuencia amarga, con respecto a lo que sugería. Me dijeron que había algo mal en mí, que la mayoría de los gays lo estaban pasando muy bien, que estaba generalizando basándome en mi propia experiencia (¿y en qué experiencia debía basarme?), y que debería callarme y dejar de molestar a otros con mi "homofobia internalizada".

Comencé a ver a un consejero cuando era un estudiante graduado. Matt (no es su nombre real) estaba felizmente casado y tenía hijos universitarios. Todo lo que sabía sobre la homosexualidad lo aprendió de otros miembros de su profesión, quienes le aseguraban que la homosexualidad no era una enfermedad mental y que no existían buenas razones para que los homosexuales no llegaran a tener vidas felices y productivas.

Cuando estaba por soltar todas mis quejas, Matt me dijo que en realidad yo nunca había salido del closet. (Todavía no tengo idea de lo que quiso decir, pero sospecho que es como eso de "una vez salvo, salvado para siempre" bautista que respondía a los obsoletos precisándoles en primer lugar que nunca habían estado salvados). Necesitaba volver, me dijo, intentar nuevamente, y continuar buscando experiencias positivas de las que estaba seguro estaban disponibles para mí, basándose en lo que había establecido la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association).

Él casi no tenía experiencia con homosexuales, pero lo que podía ver le aseguraban que la sección de libros en Lobo's ofrecía una imagen real de la vida homosexual. Me di cuenta de que Matt no tenía ni idea, pero todavía quería creer que estaba en lo correcto.

Matt y yo desarrollamos una relación terapéutica. Durante el año que pasamos juntos, aprendió mucho más de lo que yo aprendí de él. Intenté seguir su consejo. Compartía una casa ese año con otro estudiante graduado que estaba en proceso de salir del closet y que experimentaba su propia desilusión. Dado que yo era su único amigo gay, y que lo había alentado a salir del closet, su amargura se dirigía directamente hacia mí, y nuestra relación sufría por ello. Mientras tanto, mi amistad crecía con un miembro de la facultad que era abiertamente gay. La primera vez que le conté a Matt, se quedó extasiado. Pensó que finalmente estaba saliendo del closet adecuadamente. El tipo de la facultad era la clase de amigo que necesitaba. Pero este tipo, como luego se supo, pese a su fachada inmaculada profesional, era un hombre con serios problemas que les hacía experimentar a sus amigos un infierno emocional, que yo también viví con un asombrado y silencioso Matt. (Traté de salir con el mencionado profesional pero, como siempre, experimenté los mismos patrones que caracterizaron mis relaciones homosexuales. La amistad duró tanto como la calentura sexual. Una vez que se enfrío, el interés de mi compañero en mí como persona se disipó también) No era un buen año. Al final del mismo, recuerdo a Matt mirándome fijamente con cierto estupor y admitiendo: "sabes, ser gay es bastante más complicado de lo que imaginé".

No todas las personas con las que hablé rechazaron lo que tenía que decir. Una vez tuve correspondencia con un inglés que había sido dominico. Me fascinó saber que era gay, y que eventualmente había sido expulsado de su orden por no aceptar quedarse dentro del closet. Incluyó una dirección de mail en uno de sus libros y le escribí, preguntándome si su experiencia de vida como homosexual era significativamente distinta a la mía. Asumía que debía serlo, ya que había escrito un par de libros, defendiendo apasionadamente los derechos de los homosexuales y su lugar en la Iglesia. Su respuesta fue un clavo más al ataúd de mi vida como homosexual. Para mi sorpresa, él admitía que sus experiencias no eran distintas a las mías. Todo lo que podía hacer era sugerirme que siguiera intentando y que eventualmente las cosas funcionarían. En otras palabras, este hombre brillante, cuyos libros significaban tanto para mí, no tenía nada que sugerir además de pedirme que siguiera tratando, y esperara un resultado diferente. Había una sola conclusión razonable. Habría estado loco si seguía su consejo. Me tomó 20 años, pero finalmente llegué a la conclusión de que no quería volverme loco.

¿Entonces, dónde estoy ahora? Asisto a una parroquia católica militante y correcta en Houston que es uno de los regalos más espectaculares que Dios me ha hecho. Mi mejor amigo Mark (no es su verdadero nombre) es, como yo, un hombre refugiado que fugó de la vida homosexual y obtuvo asilo. También es un creyente devoto, aunque es presbiteriano (nadie es perfecto). De Mark he aprendido que dos hombres pueden amarse profundamente sin tener que desvestirse.

Nos dicen que la Iglesia se opone al amor entre personas del mismo sexo. No es verdad. La Iglesia se opone al sexo homogenital, que en mi experiencia no tiene que ver con el amor, sino con la obsesión, adicción, y compensación por no tener una masculinidad comprometida.

No estoy orgulloso de la vida que he vivido. De hecho, estoy profundamente avergonzado de ella. Pero si leer esto previene a jóvenes ingenuos, crédulos de cometer los mismos errores, entonces tal vez con la ayuda de Nuestra Señora de Guadalupe, de San José su casto esposo, de mi santo patrono, Edmund Campion; de San Josemaría Escrivá; de los beatos carmelitas mártires de Compiégne; y, finalmente pero no por eso menos, de mi guía especial y sobrenatural mentor, el venerable John Henry Newman, puedo al menos esperar una rebaja en los varios siglos de Purgatorio que sé me esperan.

Entonces, ¿Qué tenemos que hacer como Iglesia y cultura? Eliminar la fachada y exponer la pornografía que está detrás. Comenzar a presionar a los homosexuales para que digan la verdad sobre sus vidas. Dejar de debatir la correcta interpretación del Génesis 19. Dejar a los hombres de Sodoma y Gomorra enterrados en donde están. Sodoma está escondida en el plano visual para nosotros, aquí y ahora, hoy.

Una vez, cuando preparaba un discurso sobre el Cardenal Newman, resumí su clásico ensayo sobre la doctrina cristiana de esta manera: La verdad madura, el error aflora. El movimiento de derechos homosexuales está podrido hasta el corazón. No tiene futuro. Tarde o temprano, quienes están dentro de él van a despertar del sueño del deseo desbordado, o morirá. Es solo cuestión de tiempo. La pregunta es ¿cuándo? ¿Cuántos niños van a ser sacrificados a este Moloch?

Hasta hace algunos meses, había una librería Lobo's también en Houston. No accidentalmente. Estoy seguro de que su diseño era idéntico al de Austin. Estaba solo a unas cuadras de la estación de gasolina en donde le hago el servicio a mi auto. Recientemente, estaba caminando por el vecindario mientras le hacían rotación a las llantas de mi carro. Y me di cuenta de algo. Había un aviso en la puerta de Lobo's que decía "el inquilino anterior fue desalojado por no pagar la renta".

Los libros y la pornografía, la fachada de sus engaños ya no están ahora. Alabado sea Dios.

DOSSIER: Homosexuality and the "Gay" Movement (Homosexualidad y el Movimiento Gay)
Ronald G. Lee es un librero de Houston, Texas.

Publicado originalmente en inglés en: www.newoxfordreview.org/dossier.jsp?did=dossier-homosexuality

Cristianos de oído

Por Juan Francisco Puello Herrera

De igual manera que se toca de oído un instrumento musical, así hay cristianos de oído. Advierto de no mal interpretar esta afirmación, ya que oír nada tiene que ver con el Shemá de Israel que consistía originalmente en un único verso que aparece en el quinto y último libro de la Torá, el Libro del Deuteronomio (6, 4) que dice: “Escucha, oh Israel. Pero bien, ¿cómo identificar a los cristianos de oído? ¿Por qué hacerlo? Identificarlos, no para juzgarlos, sino para no confundir al Maestro con los “seguidores acomodaticios de una doctrina”; para no hacer un juicio de valor sobre Jesús que nada tiene que ver con la desnaturalización o mal uso de su enseñanza; para no confundir el ser cristiano con el cristianismo (que no es una profesión). El mismo Jesús nos da la clave para diferenciar cuándo un cristiano está atento a la escucha de su palabra e interpreta las notas de su mensaje escribiéndolas en un pentagrama espiritual, en el que la melodía y armonía combinadas conmueve la sensibilidad, produciendo un cambio en la vida propia y la de otros.

Lo primero que debe hacer un auténtico cristiano es revisar su conducta interior.

Para apreciar esta disposición de escucha a la Palabra de Dios, sólo hay que observar si quien pregona el cristianismo y aconseja a otros a escoger el camino de la paz, lleva a la práctica lo que predica.

Esta es una lista no limitativa que permite apreciar si es un cristianismo de oído o de escucha: ¿Conoce lo que es el perdón y perdona de corazón? ¿Tiene o no sentido la misericordia en su vida? ¿Lleva una doble vida? ¿Propicia las murmuraciones, las críticas destructivas y los chismes? ¿Practica la equidad y la justicia? ¿Se ufana de ser un buen cristiano sin serlo? Jesús tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades (Mateo 8, 17). El que quiera ser cristiano debe empezar por seguir a su Maestro, ya que la vida cristiana está basada en la relación con Dios, una vida de fe, que no es más que actuar con apego a la verdad, la justicia y la libertad vivida en comunidad (sin hipocresías) con los hermanos.

La polémica de la confusión

Stephen Hawking, brillante y eficaz científico de nuestro tiempo, a quien mucho debe la física moderna, se deja llevar por lo mediático. Tal vez se le entreveren intereses de compañeros de viaje. Lanza en los momentos más propicios al efectismo, frases ambiguas que no ayudan a la ciencia ni a nadie. Sobre todo confunde al pueblo llano que se conforma con leer titulares sin saber de qué va la historia.

De ahí que, con todo el respeto que merece como científico, sea conveniente poner en claro lo que él pone en confuso. En nuestra sección Fe y ciencias contamos con 70 artículos en los que de un modo u otro se pone de manifiesto no sólo la no incompatibilidad del conocimiento filosófico con el de las ciencias positivas, sino que existe una armonía patente. Adviértase que decimos "filosófico" y no, de entrada, "religioso", o debido a divina revelación. Porque el tema de Dios es ante todo un tema al que la razón tiene acceso por sí misma. No como un discurso de la ciencia positiva, pero sí como un argumento racional que arranca de cualquier ser contingente, como es el ente físico. Así lo han hecho los pensadores más eminentes de nuestra cultura occidental, al menos desde Aristóteles (siglo IV antes de Cristo), hasta hoy.

Además, contamos con el conocimiento que proporciona la revelación judeocristiana que, sin pretender expresarse con lenguaje científico, va al fondo de la realidad y nos la descubre en su origen, Dios creador. El Dios vivo no es parte del mundo físico y por ello en modo alguno puede hallarse empíricamente en el universo. No es exacto decir que es la primera de una serie de causas. No es el primero de una serie. Se le puede llamar Causa, si se quiere, pero no como formando parte de una serie, aunque fuera en el primer puesto. Es el origen de toda causa, sin el cual no habría ninguna. Esta es una cuestión, como bien remachó Juan Pablo II, que escapa a la ciencia física. Pero no a la razón que reflexiona sobre la física y sobre las demás ciencias y sobre tantas cosas que ni la matemática ni la biología, ni la física pueden juzgar, por la sencilla razón de que no están en el campo de su observación. Para intuirlo basta volver al ejemplo del microscopio: si solo contáramos con un microscopio como instrumento, no podríamos ver nada de la luna. Por la sencilla razón de que no entra, como es obvio, en el campo de observación de semejante instrumento. Sin embargo, a la luz de luna suceden muchas cosas cuyo sentido la mera física jamás alcanzará a descifrar.

Hoy mismo aparecen en la prensa artículos y declaraciones de científicos de prestigio que, reconociendo los méritos de Hawking por sus aportaciones a la gran ciencia, lamentan de un modo u otro, la superficialidad del tratamiento mediático que viene haciendo de Dios. A modo de ejemplo, puede verse El mundo, con César Numbela y otros científicos de peso.

Relacionados en arvo.net: las secciones FE Y CIENCIAS y CIENCIAS

A.O.D.

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www.elmundo.es ha publicado hoy declaraciones de varios investigadores españoles que, a falta de leer los argumentos científicos de Hawking en su nueva obra, defienden la compatibilidad de ciencia y fe:

"No es irracional pensar que hay un 'creador' de las leyes naturales".

Para el académico César Nombela, catedrático de Microbiología y presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) entre 1996 y 2000, la Teología es un ámbito del pensamiento diferente al científico, pero igualmente válido: "La ciencia puede explicar muchas preguntas propias de su competencia, pero probar la existencia de Dios es otro terreno".

Como científico y creyente, Nombela reconoce "aplicar la ciencia en todas las situaciones racionales; pero no es irracional creer que existe un creador que dio lugar a las mismas leyes de la naturaleza y que da respuesta a las preguntas de la existencia humana". Y concluye: "El Darwinismo explica la evolución, pero no excluye la existencia de un Creador inicial".

"La existencia de Dios es un tema intratable para la Ciencia".

Por su parte, Nicolás Jouvé, Catedrático de Genética en la Universidad de Alcalá de Henares, a falta de conocer los detalles del polémico libro, no cree que Hawking llegue a conclusiones novedosas sobre el origen de la materia y el tiempo, y afirma que la ciencia es una "parcela del conocimiento que no puede ignorar a otras disciplinas como la filosofía y la teología, que también tratan de responder las cuestiones humanas". "El ser humano tiene que resolver sus preguntas. La existencia de Dios es un tema 'intratable' científicamente".

Uno de los científicos que más ha hecho por conciliar ciencia y religión es el experto español en evolución genética de las especies, Francisco Ayala. El investigador de la Universidad de California en Irvine, EEUU, declaró a ELMUNDO.es que "la fe y la ciencia no son incompatibles porque tratan cuestiones diferentes", tras ser galardonado con el premio internacional Templeton el pasado marzo. El premio, que busca vías de diálogo entre la ciencia y la religión, ya había sido concedido anteriormente a líderes espirituales, filósofos y científicos por igual.

"Fe y ciencia no son incompatibles".

"La investigación científica debe encargarse de explicar el origen del mundo (el cómo) y la religión, de los valores morales y las relaciones entre las personas (el porqué)", afirmó el jueves Ayala desde la Universidad de California, en EEUU.

Numerosos colegas criticaron a Hawking por obligar a las personas a optar entre la ciencia y la fe, como si tuvieran que ser dos campos necesariamente excluyentes. George Ellis, profesor emérito de la Universidad de Ciudad del Cabo y presidente de la Sociedad Internacional para la Ciencia y la Religión, declaró el jueves a The Times: "Mi gran preocupación es que está obligando a la gente a elegir entre la religión y la ciencia, y esto hará que mucha gente eliga la religión, con lo que la ciencia saldrá perdiendo".

Stephen Hawking y la causa del universo

Por Dr. Jesús Ortíz

www.arvo.net/nuestros-temas-de-hoy/hawking-busca-de-la-causa-del-universo/gmx-niv902-con17961.htm

Estos días se habla mucho de Hawking, de Dios, cuando se publica su último libro "The Grand Desing". Son cosas de la publicidad pero no está de más abordar temas importantes por encima de la banalidad. El famoso astrofísico afirma ahora que el origen del universo se explica suficientemente por las fuerzas gravitacionales, y por tanto Dios no hace falta como causa del mismo. Me parece que es tanto como explicar la no existencia de Velázquez a partir de Las Meninas.

Buscando la causa

La noción de causa es elemental pero verdaderamente difícil. Hay una primera idea de causa, que utiliza de modo espontáneo la inteligencia, aliada con el sentido común, cuando busca el origen de un efecto, de un fenómeno, y sobre todo de los entes o realidades, que sólo se explican parcialmente a sí mismos. Sin embargo, sospechamos con razón que a menudo concurren más causas de las que vemos o suponemos. Por eso nos equivocamos y tenemos que rectificar, los simples humanos y los científicos.

En segundo lugar hay otra noción de causa eficiente que utiliza la filosofía con más precisión, a partir de esa experiencia elemental humana de la razón que se pregunta por el origen de los efectos. Intenta remontarse a las causas propias y proporcionadas, porque no hay nada sin razón suficiente. Afirmar desde la física, la biología o la astrofísica que las leyes de la naturaleza, la vida o el universo se explican por sí mismos es dar un salto mortal en el vacío y sin red, pero sobre todo es un atentado a la lógica apoyada en el inevitable principio de no contradicción. También afecta al principio empírico según el cual todo efecto tiene una causa proporcionada, aquella que influye en el ser mismo del efecto. Y en ese término "proporcionada" está el meollo, porque la física puede experimentar efectos existentes y provocar otros, siempre de modo empírico y sometidos al principio de falsación que equivale, para entendernos, a ir avanzando aprendiendo de los errores (K.Popper).

Pues bien, la búsqueda de las causas propias y proporcionadas no se puede hacer de modo indefinido, porque una sucesión indefinida o incluso infinita sólo dilata la cuestión pero no la resuelve. Por eso se puede concluir que tiene que haber una Causa primera incausada de toda la realidad, y que por ello su naturaleza sea sólo ser, identificándose como ejemplar único. Mientras el efecto dice dependencia de la causa, la inversa no es necesaria: no existen efectos absolutos, pero sí puede haber una causa absoluta.

También hay que advertir que la noción de Causa incausada no equivale a "causa sui" como han dicho algunos estos días e incluso a lo largo de la historia de la filosofía. Es contradictorio que algo o alguien sea causa de sí mismo, puesto que tendría que existir antes de existir, o mejor ser antes de ser. Lo intentó explicar B.Spinoza a su modo pero no ha convencido porque va contra el sentido común que no está reñido con la filosofía.

La Causa última incausada marca la inabarcable e inexperimentable diferencia entre todos los entes o realidades que tienen ser, como participado, y el Ser que es su ser, Ipsum ipse subsistens, dice Tomás de Aquino, después de razonar sesudamente a partir de la experiencia de los entes contingentes, y puliendo los mejores logros de los pensadores anteriores, como Aristóteles o Boecio.

Del fenómeno al fundamento

Todo esto es parte de la ciencia filosófica, del discurrir de la razón desde los efectos a las causas, comprobando que el azar no explica nada, sino que elude las preguntas fundamentales, y se plantea como un axioma casi de fe. Se queda, en palabras del filósofo X. Zubiri, en la penultimidad de la vida. Me parece que es lo que pasa a algunos filósofos, muchos pensadores, y cantidad de científicos, incapaces de remontarse por encima de los fenómenos para buscar sus fundamentos. Y principalmente el fundamento último de todo, visto como Causa incausada, ser subsistente que no debe nada a nadie: plenitud absoluta no vinculada a nada, a diferencia de los seres contingentes que no tienen en sí la razón de su ser, siendo por ello relativos a sus orígenes, como los hombres a sus progenitores y en última instancia a Dios. Ese Dios que es vida y da la vida, que es inteligente como lo muestra la maravilla del universo, del macrocosmos y del microcosmos. Como es sabido, decía con razón de E. Kant que hay dos cosas que le admiran en extremo: el cielo estrellado en la noche y la conciencia moral del hombre que le impera ser quien es. Aquí está el sentido común, el sentido filosófico, y hasta un poco del sentido religioso. Y es el hipercrítico de Kant.

Sin embargo esa percepción de Dios como Causa primera y más universal se queda pequeño ante el conocimiento real de Dios por la fe. Ya no hablamos de un Ser impersonal , una fuerza aplastante, o una idea necesaria para dar sentido a la realidad. No aparece como el Gran relojero sino de un Dios que ama y crea por amor, que es familia primigenia tripersonal, el Padre, el Hijo, y el Espíritu. Que ama tanto a los hombres que envió al Hijo para salvarlos del mal, que todos reconocemos en mayor o menor medida, pero sin poder explicarlo bien y menos desarraigarlo. La Encarnación del Logos y la Redención por amor desde la Cruz logran adentrarnos en ese misterio del amor de Dios, el de la libertad humana, el de la esperanza sólida, y el de la fraternidad humana. Así podemos ver que el hombre es para el hombre algo sagrado, y estamos en las antípodas de aquel hombre que es lobo para el hombre, salido de la mente perdida del pragmático Hobbes. Vemos por ello que buscar a Dios y encontrarlo no es simple tarea especulativa de astrofísicos o de filósofos sino algo plenamente humano que repercute en la dignidad de las personas y en la convivencia social.

Hawking rebasa el límite

El astrofísico tendría una postura razonable si reconoce que la ciencia empírica no responde a las preguntas últimas, que corresponden a la filosofía -que también es ciencia- y, en otro plano, a la religión. Pero si, como parece, Hawking afirma que el universo se ha creado a sí mismo, entonces yerra por salirse de los límites de su ciencia. En realidad, me parece que hay un cierto embrollo en todo esto empleando unas palabras clave de modo impropio. Por ejemplo, la noción de causa tiene su acepción en la ciencia empírica que no coincide con la del uso corriente y menos con la de la metafísica, como ya hemos dicho.

Otro problema reside en decir que la existencia de Dios es una cuestión religiosa, de creencias porque, siendo esto verdad, no es toda la verdad. La metafísica, y más en concreto la teodicea sí prueba la existencia de Dios y algunos aspectos de su naturaleza, y eso no es fe. Los argumentos de Boecio, Anselmo, Pedro Lombardo o Tomás de Aquino son bien sólidos, pero hay que enterarse bien y pensarlo, cosa que no todos hacen. Y tiran por la calle de en medio. En suma, saber de una ciencia empírica, como Hawking, no da sabiduría sobre las cuestiones fundamentales de la existencia. Pero sigue siendo verdad que Dios es el concepto más difícilmente alcanzable, pero al mismo tiempo el más inevitable de la razón especulativa humana, como dijo E. Kant.

El astrofísico S. Hawking vive en un agnosticismo que renuncia a las preguntas fundamentales: alguna vez se ha inclinado por la probabilidad de un Dios como causa del universo, pero otras por su no probabilidad, como ahora. Su biografía personal explica muchas cosas, sobre todo que ni él ni ninguno somos sólo sustancia pensante, sino que hay emociones, sentimientos favorables o desfavorables, e incluso buena dosis de prejuicios poco racionales. Esta vez, el superateo R. Dawkings se ha apresurado a confirmar el axioma de Hawking, diciendo que Darwin expulsó a Dios de la biología y ahora Hawking le ha asestado el golpe de gracia. Pero yo deseo que éste llegue a dar el salto desde las cuestiones físicas a las metafísicas, y encuentre vitalmente al Dios personal que ha creado el universo y a él mismo. Y se lo pueda contar a Dawkings.

El alcohol es la más letal

Entre todas las drogas, el alcohol es la más letal.

Por Clemente Ferrer

www.hispanidad.com/noticia.aspx?ID=138711

La promoción de las bebidas etílicas es uno de los temas de la legislación publicitaria más debatidos y que suscitan más polémica.

Cierto es que las prohibiciones publicitarias son justificadas por el legislador en orden al cuidado de la salud y la seguridad de las personas, evitando el consumo indiscriminado.

El alcohol causa más de 12.000 muertes al año. “El abuso del alcohol crea más problemas de salud que las drogas”. El Gobierno ha destinado más de 22 millones de euros a las distintas comunidades autonómicas para programas contra la droga, en el que se incluye, con un énfasis especial, el alcohol.

Por otra parte la Fundación de Ayuda a las Taxicomanías de la Cruz Roja afirma que un tercio de los jóvenes gasta el 90% de su dinero en bebidas alcohólicas por lo que el consumo de los néctares etílicos es la primera causa de muerte entre la juventud, ya que el 60% de los accidentes de tráfico mortales, durante la noche del fin de semana, son provocados por el consumo de alcohol.

También se han lanzado varias campañas publicitarias contra el consumo del alcohol bajo los eslóganes: “El alcohol llena vacíos”, “habla con tus hijos, la información es prevención”. Y también “bebe con moderación, es tu responsabilidad” y “disfruta de un consumo responsable”. Con estas acciones se ha intentado vigorizar las conductas y sugerir la exigencia individual en la dilapidación de bebidas alcohólicas.

De los países de la Unión Europea, Irlanda es el terruño con mayor número de consumidores inmoderados y Bulgaria el del menor número.

Por otra parte, el alcoholismo afecta más a las mujeres que a los hombres ya que, en ellas, la parálisis cerebral se desarrolla de una manera más rápida, según un estudio de la Universidad alemana de Heidel y la norteamericana de Stanford.

Finalmente se ha de reconocer que las bebidas etílicas son el ataque más feroz que sufre la sociedad actual. Una agresión cuyas consecuencias alcanzan a todos los estamentos pero del que son especialmente víctimas los jóvenes, nuestro caudal más valioso.

Sobre el alcoholismo

13 de Mayo #2002
Día de Nuestra Señora de Fátima

Don
Alejandro “Villón” Hernández
Sus manos,

Estimado Don Alejandro:

Reciba un cordial y afectuoso saludo en esta hermosa mañana de hoy al tiempo que elevo una plegaria a Dios Todopoderoso, bueno y misericordioso, para que se apiade de todos nosotros, y nos asista con su Espíritu Santo y Divino.

Ha sido muy grata la sorpresa de leer ayer, en el Semanario Católico Camino, el trabajo que usted preparara bajo el título de “El alcoholismo es subestimado”, el cual me ha llamado poderosamente la atención, razón por la cual he querido dirigirle estas líneas.

Con anterioridad ya le había ofrecido mi testimonio de vida, por lo que ambos contamos con una visión completa, racional y precisa del impacto de esta “maldita” enfermedad [una opresión demoníaca] en la vida de todos aquellos que de una manera u otra forma entran en contacto y deciden vivir con ella, voluntaria e involuntariamente, directa o indirectamente hablando.

Ha manifestado usted mucho coraje al expresarse en la forma en que lo ha hecho, y por eso quiero felicitarle.

Enfrentar “el sistema establecido” [the establishment], auspiciado en toda su complejidad por Satanás, es cosa de varones, y tiene que hacerse necesariamente contando con el auxilio Divino para que sea eficaz. Sus palabras han tenido un efecto de “espada de doble filo”, penetrando hasta el tuétano de mis huesos, haciendo evidente y claro lo más intimo de mi ser.

“Estoy consciente de lo importante que es para el hombre luchar en contra de una corriente de poderes enormes que pueden estar sinceramente equivocados.” Esta es una buena forma de expresar el problema que tenemos en nuestras manos.

Cuando leo estas líneas suyas, lo primero que me viene a la mente es la lucha que tengo yo todos los días tratando de convencer a mis hermanos cristianos separados de La Iglesia Católica del error que cometen de profesar un credo protestante, de distinta denominación.

“Tal vez sucederá algún día, cuando se manifieste la Conciencia de Dios en los hombres, y se comprendan y admitan las consecuencias del pecado, y se crea en el Cristo verdadero que viene detrás de aquella voz que clama en el desierto.”

A mi humilde entender, esa “conciencia divina” ya se ha manifestado, y se sigue manifestando en todo momento mediante las acciones del Espíritu Santo de Dios, así como por medio de la conversión que vive el hombre luego de sostener un encuentro personal con Jesús, el Señor. Sobre el pecado, le anexo un trabajo que preparé en una ocasión.

Creer y vivir con Jesucristo es algo que venimos haciendo muchos cristianos desde hace ya dos mil años. A veces caemos, a veces triunfamos, pero siempre en Cristo que nos fortalece. Lo que sucede es que, como dice la reflexión de hoy de la novena al Espíritu Santo que estoy rezando para la fiesta de “Pentecostés”:

“El peor enemigo del cristiano, que aspira y trabaja por conseguir los dones del Espíritu Santo de Dios, es el pecado mortal”.

Esos pecados aceptados con una conciencia tranquila, que nuestra alma desea excusar, que no se odian, y cuya ocasión de cometerlos no se evita.

La “marihuana” fue mi peor enemigo durante muchos años, pues con su efecto depresivo [downer], provocaba las sensaciones perfectas [anestésicas] para así yo poder evitar el impacto de los problemas emocionales y espirituales que llevaba sepultados en lo más profundo de mi ser. Usted no la menciona en su artículo. Personalmente, creo que después del alcohol, es la droga más popular en nuestra sociedad, entre nuestros jóvenes de hoy y de siempre, provocando serios trastornos de comportamiento y personalidad en todos los que la utilizan.

“Es una pena que esto sea así, porque estos mismos profesionales que se hallan dándole prioridad a la adicción a las “drogas secas”, tienen que saber que el alcoholismo es una enfermedad tan grave que no puede soslayarse ni relegarse a un segundo lugar ni menos preciarse como se hace regularmente.”

Esto es lo que en Al-Anon llamamos “negación”, y usted se sorprendería si le dijera que una de las clases más afectadas por todo este problema de las drogas y el alcoholismo es precisamente esa de los “científicos”, comúnmente conocidos como licenciados, ingenieros, arquitectos, médicos o “profesionales de la salud”, etc., supuestamente, los más sabios de todos.

Como testimonio pudiera decirle de uno, reputado internacionalmente, que es adicto al alcohol y las drogas [marihuana, cocaína y otras], en ocasiones, llegando a dictar charlas y escribir sobre el tema, y cuando es cuestionado por sus familiares y amigos al respecto, lo único que responde es que él lo tiene todo “bajo control”.

Que ironía, esta vida nuestra.

Es oportuno señalar que en una ocasión, mientras preparaba el tema para una charla, encontré algunos textos históricos de la época de Jesús, donde aparecen relatos del Rey Herodes y Pilato, ambos, reconocidos por lo que en ese momento se denominaba “aficionados al vino”. Calígula, y muchos de los magnates romanos de ese pasado lúgubre, nos recuerdan perfectamente sobre el alcoholismo y la perversidad, unidos de la mano a la maldad de Satanás

Muy preocupado con el tema, deseo presentarle la siguiente inquietud, que me ha tomado cinco años elaborar, a base de mucho estudio, oración y discernimiento espiritual.

“Si bien es cierto que Alcohólicos Anónimos y Al-Anon han reportado históricamente un exitoso resultado visible en la ejecución de sus programas de autoayuda, no es menos cierto también que nuestro Señor Jesucristo, obrando por medio del Espíritu Santo de Dios, ha obrado milagros en las vidas de millones y millones de personas, que como yo, han sido libradas y liberadas de las cadenas de la maldad en todos sus sentidos.”

Le recomiendo obtenga y lea la obra “El Peregrino Ruso”, especialmente su capítulo “el poder del Evangelio” para que se percate de que así como lo que le digo primero es una cierta realidad, lo que le afirmo luego es “la verdad” de todo el poder de Dios, expresado en su infinito amor y misericordia para con el hombre.

En pocas palabras, “el tratamiento más efectivo” que existe para el alcoholismo, la drogadicción, así como todo tipo de atadura física, psíquica o espiritual que esclaviza al hombre, es nuestro Señor Jesucristo, luego que nos decidimos, voluntaria y personalmente, a sostener un encuentro y vivir con EL.

Tengo una última inquietud, un poco más compleja todavía, sobre AA/Al-Anon que quisiera compartir con usted, y es la referente al “sincretismo” religioso/espiritual que presentan dichos programas, como tales, y el impedimento real que esto puede significar para que los miembros de dichos programas puedan encontrar al único y verdadero Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Aquí, como dicen los cibaeños, es donde el puerco retuerce el rabo.

Son muchas las cosas que quiero compartir con usted sobre este tema, y otros, pero comprendo que su tiempo es muy valioso y limitado, por lo que aprovecharé para terminar enviándole un escrito que he preparado sobre el fin del mundo.

Saludos al Pastor Encarnación de mi parte, y de nuevo gracias por sus aportes en la lucha contra estos grandes males que tanto nos aquejan.

Que Dios le bendiga,

Mario R. Saviñón

Tres tipos de familia

Por Maruchi R. de Elmúdesi

En esta semana asistimos a la Parroquia Jesús Maestro, (renovada en el interior, más amplia, está preciosa y con una comunidad muy activa) a la charla del predicador católico Salvador Gómez con un tema muy del día: “Retos de la Familia Cristiana en el Mundo de Hoy”, mi tema favorito, por considerarlo de suma importancia para la transformación del mundo de hoy. Solamente si la familia cambia y se pone “las pilas”, podremos cambiar la sociedad que nos envuelve y no al revés.

El nos hizo ver, que el tiempo que vivió Jesús no fue fácil, y nacer en una familia, todavía más difícil. Sin embargo, nos demostró con citas de las Sagradas Escrituras, que no importa cual adversas sean las circunstancias, es en la familia donde es posible encontrar la serenidad, la paz y la concordia, si verdaderamente vivimos esa familia que Cristo quiere. Es interesante como explica el por qué el mundo está como está. Hemos olvidado la necesidad de crecer, de madurar. Y es la familia el lugar privilegiado para vivir ese crecimiento y sabiduría. No es solamente entender, es querer hacerlo. No hay que poner mucha mente a las cosas, solamente el corazón, como lo hacía la Santísima Virgen María, quien guardaba todas las cosas en el corazón, especialmente lo que no entendía. Solamente así podremos enfrentar el mundo exterior. Un mundo de relativismo, de placer, un mundo hedonista. Donde la palabra sacrificio no existe. Solamente se vive para disfrutar, para lo que me sienta bien, sin compromisos ni responsabilidades. ¡No te sacrifiques, no renuncies! Y sin embargo, hay cosas que son objetivas. Son o no son. Hemos perdido la capacidad de vivir la vida real. Todo es, lo que deseo hacer, y no, lo que debo hacer. Debemos aceptar que ni la oración más fervorosa puede acabar con todos los males del mundo. Somos nosotros los que debemos actuar. Nos habló de cómo la Organización Mundial de la Salud, no la Iglesia, ha expresado que en la humanidad ha bajado el nivel del dolor. Ha aumentado el número de suicidios, ha aumentado el consumo de drogas y alcohol. Las personas buscan todo tipo de paliativos, analgésicos. Los que usan drogas, buscan su propia satisfacción. No crecemos, y ¡en este mundo queremos ser Familia, y además, Cristiana! Oh Señor!

Solamente una persona en paz consigo misma es capaz de establecer una relación en paz. La inmadurez psicológica es el problema de la familia hoy. Hemos perdido la tolerancia, la oración, la ternura, y la esperanza.

El Evangelio de hoy nos habla de tres tipos de familia, este evangelio es también llamado el de la misericordia. En la primera, lo que se pierde es una oveja, y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, llama a sus amigos se siente feliz. La segunda, es cuando es la mujer la que pierde una moneda, enciende una lámpara, barre la casa, busca con cuidado, hasta que la encuentra, llama a sus amigas y hace una fiesta. Y la otra es la de un padre que tiene dos hijos y el más pequeño le pide su parte de la herencia. Después, parte a tierras lejanas, derrocha su fortuna, y cuando pierde todo y empieza a pasar necesidad; entonces reflexiona y regresa donde su padre. Este, cuando le vio de lejos, se conmueve, se le echa al cuello y lo besa. El padre se pone feliz, porque su hijo estaba perdido y ha regresado, y hace una fiesta. En las dos situaciones primeras, eran una oveja, y una moneda, el hombre sale en busca de estas, sin embargo, en esta última, el padre deja ir al hijo, no lo retiene. Es una persona, con su libertad. Acepta su deseo, aunque le duele. Muchas veces buscamos las cosas materiales antes que a los seres queridos. Y otras veces queremos a los seres queridos como si fueran cosas. Este padre, cuando su hijo vuelve, lo perdona y hace una fiesta. No recuerda el mal que ha hecho. No permitamos que los demás nos amarguen la fiesta. Que es lo que le sucede al hijo mayor cuando ve esa situación. Pregunta qué sucede en su casa cuando regresa de trabajar en el campo, pero le pregunta a un criado, y éste le cuenta lo que ha hecho su padre, crea cizaña en él, le amarga la fiesta, porque él prefiere hablar con un extraño, no con su padre, que es su familia. Muchas veces hacemos lo mismo. Permitimos que los demás nos estropeen nuestra fiesta. Hablamos de nuestros problemas con personas que no son de nuestra propia familia, y en la propia familia no dialogamos, ni conversamos de lo que nos sucede. El Señor desea invitarte hoy a reconocer a la familia como camino de Santidad. Nuestra familia es nuestra fiesta. Disfrutémosla. Es en ella donde nos santificamos ambos, con nuestros hijos. Amar no es un sentimiento, eso es lo que nos dice la sociedad relativista. El amor es una decisión. Amar es mandamiento, es una tarea que tenemos que realizar. Amar es una orden. El problema de hoy es cuando la libertad no la ponemos al servicio del amor, sino del egoísmo. Para ser familia es necesario: Amar cada día. ¡Cuenta conmigo! ¡Aquí estoy!

Ser familia significa sacrificio, compartir ideales, compartir sueños. Vamos a pedir al Señor que nos ayude en esta tarea de convertir nuestras familias en verdaderos santuarios de vida y amor, en una fiesta! Amén.