Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

Timo, superstición o idolatría


Por P. J. Gines - ReL

El padre Gareth Leyshon (www.drgareth.info) combina una amplitud de visión especial para examinar asuntos ligados al Reiki, “las energías espirituales” o la “Nueva Era”. Por un lado, es científico: doctor en Física. Por otro, es sacerdote católico de la diócesis de Cardiff,

Gales. Como asesor espiritual de la Renovación Carismática Católica en la diócesis no es ajeno a la exploración de lo sobrenatural. Y como capellán de la Universidad de Glamorgan conoce las inquietudes de los jóvenes en búsqueda espiritual.

Todo ello le ha llevado a analizar las terapias de sanación “Reiki” y a concluir que, independientemente de que parezcan sanar o no, son incompatibles con la fe cristiana.

Canalizar y sintonizar el ki

Aunque hay infinidad de maestros y grupos de Reiki, todos coinciden en unos elementos básicos:

-El Reiki consiste en manipular o canalizar una “energía espiritual” llamada ki (chi, en China; prana, en India) para lograr sanar o curar.

-Los practicantes de Reiki, aquellos que canalizan esta energía, deben ser iniciados por otros practicantes de nivel más elevado en un ritual de “armonización” o“sintonización” que usa símbolos (objetos, técnicas) secretos.

Como doctor en Física, el padre Leyshon comenta: “en el lenguaje de la Ciencia, energía tiene un significado preciso: puede ser medida y convertida de una forma a otra”.

Pero en su “Crítica Católica al Arte Sanador del Reiki”, Leyshon va directamente a lo pastoral, pensando en los cristianos que se sienten atraídos por el Reiki. “No voy a intentar identificar la realidad ontólogica del ki”, afirma, porque la ciencia necesitará un análisis serio y empírico para dar una conclusión, para saber si cura o no cura y por qué. Pero las posibilidades son claras:

1) Si el ki no existe, si no hay evidencia de su existencia, cualquier intento de manipularlo es una superstición, “un pecado según el artículo 2111 del Catecismo de la Iglesia Católica”.

2) Si se encontrase evidencia de que hay propiedades curativas en el cuerpo humano que la medicina occidental desconoce, y se le llamase a eso “ki” y se pudiese manipular, sería una propiedad física, como otras de la ciencia, sin mayores problemas morales. Pero esto no se ha establecido, y los practicantes de Reiki no hablan del ki como algo físico, sino espiritual. Incluso cuando dicen que es algo “natural” no quieren decir que sea sólo físico, porque en las filosofías orientales no hay clara distinción entre lo natural y lo sobrenatural.

3) Hay quien dice que el ki y su manipulación, el Reiki, es algo espiritual, no físico, y que viene de Dios; pero el padre Leyshon considera que no se puede probar que venga de Dios, que podría venir de fuentes demoníacas, y que ya tan sólo arriesgarse a una manipulación así sin la seguridad que da la Revelación ya es pecado de “tentar a Dios”. Y más, existiendo en el cristianismo los sacramentos, los sacramentales y la oración por los enfermos.

“En ningún sitio la Escritura nos enseña a canalizar energía como hace el Reiki y suponer que Dios nos asistirá de una forma que Él no ha revelado que sea voluntad suya es un pecado de tentar a Dios”, escribe el capellán de la universidad galesa.

4) Incluso si el ki no tuviese que ver con actividad demoníaca sino con un poder psíquico especial, el Catecismo lo prohíbe en su punto 2117, porque consistiría en “domesticar poderes ocultos para colocarlos al propio servicio y tener un poder sobrenatural sobre otros, aunque sea para restaurar su salud” (según describe el Catecismo).

De todas formas, el padre Leyshon recuerda que la inmensa mayoría de practicantes de Reiki admite que lo que hacen es canalizar hacia sus clientes/pacientes una “energía espiritual que viene de más allá de ellos mismos”, no creen que sea una habilidad psíquica propia.

¿Rituales de enlace? Eso es idolatría

Más aún: para ser practicante de Reiki hay que pasar un ritual de iniciación. Hay autores, como Diane Stein en su libro “Essential Reiki”, que aseguran que en los niveles elevados de Reiki se “invocan” maestros espirituales, “guías”, seres no visibles pero que conducen al practicante. Evidentemente, esto es invocación de espíritus, algo prohibido por el cristianismo, haya o no espíritus o demonios que respondan o no a la llamada.

Pero incluso en el primer nivel del Reiki, el hecho de que sea necesario un ritual para “sintonizarse” o “entrar en armonía” demuestra que no se trata de una simple terapia. Usar rituales para “enlazar” (es decir, “religión”, del latin “religare”) es una actividad religiosa, y una actividad religiosa sin el Dios cristiano es paganismo o idolatría, incompatible con el cristianismo.

Lo que dicen los exorcistas

Más allá de la teoría, como asesor de la Renovación Carismática y estudioso de la temática, el padre Lesión tiene evidencias por el trabajo de exorcistas diocesanos y equipos de oración de liberación de que personas sometidas a un “toque curativo”, que era Reiki aunque a veces no se dijese al paciente, luego han mostrado síntomas de actividad demoníaca en grado de “opresión”

El sacerdote cita sobre esto los casos del manual Deliverance from Evil Spirits, de Francis MacNutt, y Deliverance from Evil Spirits, de Scanlan & Corner; todos ellos autores católicos con experiencia en el tema. Leyshon insiste en que esta apertura a lo demoníaco “es una vulnerabilidad, no una certeza, para aquellos que se exponen de esta forma”.

El enfoque pastoral

Aunque como doctor en física al padre Leyshon le podría tentar decir simplemente a sus feligreses o a los chicos de la universidad que “según la Ciencia no hay evidencia alguna de que exista esa energía ki”, no siempre será la respuesta pastoral más eficaz.

“Los pastores pueden prescindir del tema de si el Reiki funciona o no y de cuál es su mecanismo, simplemente insistiendo en que los cristianos estamos comprometidos a no buscar ninguna fuente espiritual que no sea el Dios Trino y Uno, quien no ha revelado que el Reiki sea una forma de administrar Su Poder”.

Menos prohibir y más sanar


“Oponerse al Reiki puede ser una oportunidad para evangelizar: hay que poner menos énfasis en lo prohibido y más en el verdadero poder sanador de Cristo, al que se puede acceder con los sacramentos, a través de los mecanismos de cuidado pastoral de la comunidad y mediante ministerios de oración de sanación explícitamente cristianos”, propone.

También recomienda la confesión sacramental para reparar el contacto con el Reiki,  incluso si por ignorancia no hubo pecado formal. Propone que “el confesor debe estar listo para orar por liberación de influencias espirituales opresivas –algo que puede hacerse de forma inaudible- usando las directivas actuales del Vaticano, si hay evidencias de ‘obsesión’, a menudo en forma de una tentación recurrente en un área particular” (se remite al Canon 1172 del código de 1983, “interpretado a la luz de la carta de Doctrina de la Fe de 1985 Inde ab aliquot annis). Casos más complejos que esos, recuerda, “están reservados al exorcista diocesano”.

La misa y el dinero

En misa, abundan las lecturas sobre adorar sólo a Dios, o sobre el poder curador de Cristo: estas son ocasiones para hablar contra el uso del Reiki, comenta Leyshon.

Y el sacerdote plantea un punto más inquietante que lo demoníaco: ¡el dinero!Si un parroquiano está realizando prácticas de Reiki y otras terapias “sanadoras” para ganarse la vida o redondeando ingresos en su farmacia, tienda de flores o de perfumes… ¿le puede ofrecer la comunidad cristiana apoyo económico o laboral que le facilite abandonar esa línea de negocio, que en época de crisis puede ser crucial? 

En cuanto al trato con las autoridades civiles, considera que la mejor estrategia es conseguir que éstas obliguen a etiquetar al Reiki en publicidad y folletos como una “práctica espiritual”, no una terapia.

Y a los cristianos, insistirles: no deben acudir a ningún poder espiritual que no sea Jesucristo el Salvador, Dios Padre bueno y el Espíritu Santo, la Santa Trinidad.

La elección de un nuevo Papa

Por Mons. Francisco José Arnaiz S.J.


La elección de un nuevo Papa se hace hoy de acuerdo a la Constitución “Universi Dominici gregis” promulgada por Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996. Los dos Cónclaves anteriores obedecieron a la Constitución “Romano Pontifici eligendo” promulgada el 1 de octubre de 1975 por Pablo VI, tres años antes de morir.

Al redactar Juan Pablo II la nueva constitución escribió en el proemio de ella que la razón que le movía a ello no era la poca estima de las normas existentes sino por lo contrario el deseo de confirmarlas substancialmente, la conciencia del cambio de situación que hoy vive la Iglesia; y la necesidad de tener presente la revisión hecha de la Ley canónica en el nuevo Código de Derecho canónico tanto en la Iglesia Occidental como en la Oriental.

En toda lectura es muy importante saber leer entre líneas. Leyendo así la Constitución Universi Dominici gregis de Juan Pablo II, uno percibe que todo apunta ante todo a lograr un profundo recogimiento espiritual y un aislamiento total en orden a promover un fuerte ambiente de seriedad, de concentración a lo que han sido llamados (elección de un nuevo Papa), y de libertad e independencia al margen de toda interferencia, influencia o presión ajena (eclesial o civil; de poderes públicos o de los medios de comunicación). Y se entiende finalmente que se prohíba durante el cónclave a los cardenales el uso de celulares, radio y televisión y el acceso a todo tipo de prensa.

Se entiende así que durante el cónclave se conceda tanto tiempo a orar. A orar en común todos ellos y a orar y meditar personalmente. A orar que es ponerse en comunicación con Dios para hablarle y escucharle, para expresarle nuestras dudas, perplejidades y deseos y para conocer su voluntad y pedirle poder cumplirla. Se entiende también que se conceda tiempo a pensar, a reflexionar cada uno consigo mismo, en recogimiento y soledad; sobre los problemas existentes y el papel de la Iglesia en ellos y sobre las cualidades que debe tener el que sea llamado a ser Pastor Universal, y que se conceda tiempo a intercambiar seriamente ideas sobre la situación del mundo y de la Iglesia y sobre los retos de la Iglesia ante el mundo actual en el que está inserta.

Se entiende también que se prohíba durante el cónclave el uso de celulares, radio y televisión; y acceso alguno a la prensa; y que un religioso de probada espiritualidad, al entrar en el cónclave, haga a todos los cardenales electores una exhortación espiritual.

Los cardenales, a la hora de votar, lo único que deben buscar es la gloria de Dios y el mayor bien de la Iglesia y de la humanidad, Palpita en toda esta dinámica el hondo principio de San Ignacio de Loyola: “Hay que poner todos los medios humanos como si no existiesen los divinos y después confiar solamente en los divinos como si no hubieran sido puestos los humanos”.

Para la elección del nuevo Sumo Pontífice se procederá así. Ya en la Capilla Sixtina y cada Cardenal en su sitio, el eclesiástico, escogido para esta misión les hará una exhortación espiritual. En ella les hablará de la grave función que les incumbe y cómo deberán actuar con rectísima intención, para bien de la Iglesia Universal y teniendo presente solamente a Dios”.

Concluida la plática, los Cardenales harán un juramento. En él prometerán, se obligarán y jurarán observar todo lo prescrito en la Constitución vigente para elegir el Sumo Pontífice; desempeñar fielmente (aquel que sea elegido) su ministerio petrino de Pastor Universal; consolidar y defender íntegra y decididamente los derechos espirituales y temporales, y la libertad de la Santa Sede; observar seriamente el secreto respecto a todo lo que se refiere a la elección; y no prestar apoyo a interferencia alguna de favor, de oposición o de cualquier forma con que la autoridad civil de cualquier orden o grado o de cualquier grupo o personas que quisieran inmiscuirse en la elección del Pontífice.

Los reporteros y analistas de los Medios de Comunicación social, en su afán de lucirse y adquirir méritos ante las empresas que representan y a las que sirven, o deseando hacer esto con la mejor voluntad, es natural que se rebelen contra la prohibición de su presencia en el lugar de las elecciones y contra el secreto impuesto.
Uno, sin embargo, intuye el caos que se produciría en la Capilla Sixtina o en otro lugar si se dejase entrar a ella a esa variopinta multitud de camarógrafos, filmadores, entrevistadores y cronistas sociales e intuye el entorpecimiento que supondría para una elección seria, libre y personalmente responsable de los cardenales electores el bombardeo sobre ellos de las cábalas, conjeturas y suposiciones sesgadas de los que se llaman y son llamados observadores y analistas.

Llegado ya el momento de la elección, esta tiene tres momentos: el pre-escrutinio, el escrutinio y el postescrutinio.

En el preescrutinio se hacen rápidamente dos operaciones: entregar a cada uno las papeletas de votación y echar a suerte entre todos los Cardenales presentes la elección de tres escrutadores, de tres que se encargarán de recoger el voto de los cardenales enfermos que estén en sus habitaciones y de tres revisores.

El escrutinio abarca tres operaciones: la votación de cada Cardenal depositando su voto en la urna colocada sobre el alta; la mezcla y conteo de todos los votos depositados y la proclamación del número de votos depositados.

La votación se realiza así: cada uno de los Cardenales, por orden de precedencia, después de haber llenado su papeleta y haberla doblado, teniéndola en alto de modo visible, la lleva hasta el altar sobre el cual está la urna. Llegado allí pronuncia su juramento: “Pongo por testigo a nuestro Señor Jesucristo, que me ha de juzgar, que mi voto ha sido dado a aquel que según Dios debe ser elegido. Y, dicho esto, introduce su voto en la urna, hace una inclinación al altar y retorna a su lugar. Si el número de papeletas depositadas en la urna no coincide con el número de Cardenales electores, la votación es nula y se procede a una nueva votación o escrutinio.

El Tercer momento o “postescrutinio” comprende tres operaciones: conteo de los votos que cada Cardenal votado ha obtenido; reconocimiento de esos votos por parte de los revisores; y quema de los votos. Si algún Cardenal ha obtenido dos tercios de los votos emitidos, la elección es canónicamente válida. Si nadie los ha obtenido, no hay elección de Papa y hay que proceder a una nueva elección.

Las votaciones deberán ser hechas todos los días por la mañana y por la tarde después de las celebraciones de las sagradas funciones y rezos establecidas en el Ordo rituum Conclavis. Tanto por la mañana como por la tarde se harán siempre dos votaciones.

Si en los tres primeros días no se ha llegado a la elección del Papa, se suspenden las votaciones por un día como máximo y se dedica ese día a orar intensamente, a hablar los cardenales entre sí y a escuchar una exhortación espiritual que la hará el Primer Cardenal Diácono (los cardenales están divididos en tres órdenes: Cardenales diáconos; presbíteros y obispos). El primero quiere decir el más antiguo en haber sido electo Cardenal de todos los Cardenales diáconos.

Concluida esta pausa, se reemprenden las votaciones. Si al cabo de siete votaciones, todavía ninguno ha obtenido las dos terceras partes de los votos, se vuelven a suspender las votaciones y se vuelve a orar, a intercambiar pareceres y a escuchar una nueva exhortación espiritual dictada esta vez por el Primer Cardenal Presbítero.

Si concluidas esas siete votaciones, no se ha logrado aún la votación del Papa, de nuevo se hace una pausa para orar, intercambiar pareceres y oír ya la última exhortación espiritual que la hará el Primer Cardenal Obispo.

A partir de este momento ya no se requerirán las dos terceras partes sino que bastará la mayoría absoluta. Los Cardenales escogerán uno de dos modos posibles de hacer esta elección por mayoría absoluta: o votando teniendo presentes a todos los posibles candidatos, o limitándose en la votación a aquellos dos que en la votación última hubieren obtenido el mayor número de votos.

Al que salga elegido, en esta última fase o anteriormente, Juan Pablo II en su Constitución “Universi Dominici gregis”, le RUEGA que no renuncie al cargo al que ha sido llamado por temor sino que se someta humildemente al designio divino y añade textualmente: “Dios, al poner sobre sus hombros tal carga, lo sostendrá con su poder para que sea capaz de soportarla y al darle esa misión le llenará de su fortaleza para que no sucumba ante su magnitud ”.

Consumada ya canónicamente la elección, el Camarlengo o el primero de los Cardenales por orden y ancianidad, en nombre de todo el Colegio Cardenalicio, le preguntará: “¿Acepta su elección canónica a Sumo Pontífice?”, Y oído su consentimiento le interrogará: “¿Y cómo quiere ser llamado?”.

En el caso de que el que hubiere sido elegido careciese del carácter episcopal deberá ser previamente ordenado Obispo.

Realizadas ya todas las formalidades, los Cardenales ofrecerán al electo su voluntad y compromiso de lealtad y obediencia. Al mismo tiempo, el primero de los Cardenales Diáconos anunciará al pueblo romano y a todo el mundo la elección hecha y el nombre que usará el nuevo Pontífice. Y este desde la Logia de la Basílica Vaticana impartirá “urbi et orbi”, a la ciudad de Roma y al mundo entero” su Bendición Apostólica”.

''Rasguen su corazón y no sus vestidos''


Mensaje de Cuaresma del papa Francisco, como arzobispo de Buenos Aires, el Miércoles de Ceniza, escrito el 13 de febrero de 2013, cuando ya el Papa Benedicto había anunciado su renuncia dos días antes.

Poco a poco nos acostumbramos a oír y a ver, a través de los medios de comunicación, la crónica negra de la sociedad contemporánea, presentada casi con un perverso regocijo, y también nos acostumbramos a tocarla y a sentirla a nuestro alrededor y en nuestra propia carne. El drama está en la calle, en el barrio, en nuestra casa y, por qué no, en nuestro corazón. Convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos en tantos países del mundo. Convivimos con la envidia, el odio, la calumnia, la mundanidad en nuestro corazón. El sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a los derechos de las personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas - incluso de niños - junto con la miseria material y moral son moneda corriente. 

La destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía. Nuestros errores y pecados como Iglesia tampoco quedan fuera de este gran panorama. Los egoísmos más personales justificados, y no por ello más pequeños, la falta de valores éticos dentro de una sociedad que hace metástasis en las familias, en la convivencia de los barrios, pueblos y ciudades, nos hablan de nuestra limitación, de nuestra debilidad y de nuestra incapacidad para poder transformar esta lista innumerable de realidades destructoras.

La trampa de la impotencia nos lleva a pensar: ¿Tiene sentido tratar de cambiar todo esto? ¿Podemos hacer algo frente a esta situación? ¿Vale la pena intentarlo si el mundo sigue su danza carnavalesca disfrazando todo por un rato? Sin embargo, cuando se cae la máscara, aparece la verdad y, aunque para muchos suene anacrónico decirlo, vuelve a aparecer el pecado, que hiere nuestra carne con toda su fuerza destructora torciendo los destinos del mundo y de la historia.
La Cuaresma se nos presenta como grito de verdad y de esperanza cierta que nos viene a responder que sí, que es posible no maquillarnos y dibujar sonrisas de plástico como si nada pasara. Sí, es posible que todo sea nuevo y distinto porque Dios sigue siendo “rico en bondad y misericordia, siempre dispuesto a perdonar” y nos anima a empezar una y otra vez. Hoy nuevamente somos invitados a emprender un camino pascual hacia la Vida, camino que incluye la cruz y la renuncia; que será incómodo pero no estéril. Somos invitados a reconocer que algo no va bien en nosotros mismos, en la sociedad o en la Iglesia, a cambiar, a dar un viraje, a convertirnos.
En este día, son fuertes y desafiantes las palabras del profeta Joel: Rasguen el corazón, no los vestidos: conviértanse al Señor su Dios. Son una invitación a todo pueblo, nadie está excluido.

Rasguen el corazón y no los vestidos de una penitencia artificial sin garantías de futuro.

Rasguen el corazón y no los vestidos de un ayuno formal y de cumplimiento que nos sigue manteniendo satisfechos.

Rasguen el corazón y no los vestidos de una oración superficial y egoísta que no llega a las entrañas de la propia vida para dejarla tocar por Dios.

Rasguen los corazones para decir con el salmista: “hemos pecado”. 

La herida del alma es el pecado: ¡Oh pobre herido, reconoce a tu Médico! Muéstrale las llagas de tus culpas. Y puesto que a Él no se le esconden nuestros secretos pensamientos, hazle sentir el gemido de tu corazón. Muévele a compasión con tus lágrimas, con tu insistencia, ¡importúnale! Que oiga tus suspiros, que tu dolor llegue hasta Él de modo que, al fin, pueda decirte: El Señor ha perdonado tu pecado.” (San Gregorio Magno) 

Ésta es la realidad de nuestra condición humana. Ésta es la verdad que puede acercarnos a la auténtica reconciliación… con Dios y con los hombres. No se trata de desacreditar la autoestima sino de penetrar en lo más hondo de nuestro corazón y hacernos cargo del misterio del sufrimiento y el dolor que nos ata desde hace siglos, miles de años… desde siempre.

Rasguen los corazones para que por esa hendidura podamos mirarnos de verdad.

Rasguen los corazones, abran sus corazones, porque sólo en un corazón rasgado y abierto puede entrar el amor misericordioso del Padre que nos ama y nos sana.

Rasguen los corazones dice el profeta, y Pablo nos pide casi de rodillas “déjense reconciliar con Dios”. Cambiar el modo de vivir es el signo y fruto de este corazón desgarrado y reconciliado por un amor que nos sobrepasa.
Ésta es la invitación, frente a tantas heridas que nos dañan y que nos pueden llevar a la tentación de endurecernos: Rasguen los corazones para experimentar en la oración silenciosa y serena la suavidad de la ternura de Dios.

Rasguen los corazones para sentir ese eco de tantas vidas desgarradas y que la indiferencia no nos deje inertes.

Rasguen los corazones para poder amar con el amor con que somos amados, consolar con el consuelo que somos consolados y compartir lo que hemos recibido.
Este tiempo litúrgico que inicia hoy la Iglesia no es sólo para nosotros, sino también para la transformación de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra Iglesia, de nuestra Patria, del mundo entero. Son cuarenta días para que nos convirtamos hacia la santidad misma de Dios; nos convirtamos en colaboradores que recibimos la gracia y la posibilidad de reconstruir la vida humana para que todo hombre experimente la salvación que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección.
Junto a la oración y a la penitencia, como signo de nuestra fe en la fuerza de la Pascua que todo lo transforma, también nos disponemos a iniciar igual que otros años nuestro “Gesto cuaresmal solidario”. Como Iglesia en Buenos Aires que marcha hacia la Pascua y que cree que el Reino de Dios es posible necesitamos que, de nuestros corazones desgarrados por el deseo de conversión y por el amor, brote la gracia y el gesto eficaz que alivie el dolor de tantos hermanos que caminan junto a nosotros. «Ningún acto de virtud puede ser grande si de él no se sigue también provecho para los otros... Así pues, por más que te pases el día en ayunas, por más que duermas sobre el duro suelo, y comas ceniza, y suspires continuamente, si no haces bien a otros, no haces nada grande». (San Juan Crisóstomo)
Este año de la fe que transitamos es también la oportunidad que Dios nos regala para crecer y madurar en el encuentro con el Señor que se hace visible en el rostro sufriente de tantos chicos sin futuro, en la manos temblorosas de los ancianos olvidados y en las rodillas vacilantes de tantas familias que siguen poniéndole el pecho a la vida sin encontrar quien los sostenga.
Les deseo una santa Cuaresma, penitencial y fecunda Cuaresma y, por favor, les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Sede vacante ¡Küng for Pope!

Cortesía de Hispanidad (Eulogio López - eulogio@hispanidad.com)


Hasta los más vaticanólogos aproximadamente bien pensantes, o sea, que piensan de vez en cuando, elaboran el retrato robot del Papa que necesita la cristiandad. Todo ello por el bien de la Iglesia, como pueden imaginarse. Digo yo que sería más eficiente implorar al Santo Espíritu, que es el encargado de elegir a su lugarteniente, pero, claro, tampoco podemos caer en una postura lamentablemente integrista. Ya lo dijo el genial Goscinny: esto de que los dioses se comporten como si fuesen amos tiene que acabarse. Que se atengan, como todo quisqui, a los procedimientos democráticos.

Por tanto, los vaticanistas -los bien pensantes, claro; los otros, modestos ellos, tan modestos como don Hans, sólo buscan un antipapa- deben preocuparse, antes de nada, en asesorar a los cardenales electores acerca del tipo de Pontífice que la Iglesia necesita en estos momentos. En España la cosa es sencilla: todo ibero lleva dentro un obispo y un seleccionador nacional de fútbol. Todo carpetovetónico, sabe, con certeza, qué es lo que está bien y lo que está mal, así como la alineación que, indubitablemente, se hará con el título en el próximo Mundial de Río. Por tanto, lo de decidir quién es el papable más adecuado está chupado. 

Pero fuera podría darse una menor capacidad de discernimiento hispano. Por esa razón, atengámonos a la sabiduría, virtud ésta que siempre nos adviene de la mano de la humildad. Si ustedes leen el artículo de Hans Küng (en la imagen), ¿Una ‘primavera vaticana’?, ecuánime pieza del mejor periodismo, publicada en el más ecuánime de los diarios en materia eclesial -El País- descubrirán ustedes, no el tipo de Papa que la Iglesia necesita, sino el personaje mismo. Desde estas pantallas, pido a los cardenales electores que elijan al teólogo Küng Papa de Roma. No lo duden: es el Pontífice que Iglesia necesita. Estoy seguro de que si entronizamos al profeta Hans conseguiremos la primavera vaticana, incluso con menos muertos que la Primavera Árabe, porque el Vaticano es pequeño (aunque la cristiandad es grande, no sé, no sé).

Además, de este modo, se logra encauzar el controvertido dogma de la infalibilidad pontificia. Es de todos conocido que, en su inefable modestia, Küng nunca ha querido ser Papa para no perder el don de la infalibilidad que adorna su figura, y que, en su caso particular, más que don es conquista. Vamos, que todo el mérito es suyo.

Su primera encíclica -¿quién puede dudarlo?- de Pedro II -¡qué menos!- llegaría, por procedimientos estrictamente racionales y científicos, a la conclusión de que Dios no existe y el verdadero Dios es el hombre. La autoridad teológica y patrística -sobre todo patrística- más citada en la primera encíclica del nuevo Papa Küng, sería, naturalmente, la cumbre de la filosofía contemporánea: José Luis Rodríguez Zapatero.
Más ventajas. Si nombramos a Küng armará tal zapatiesta que el Nuevo Orden Mundial (NOM) dejará en paz a los católicos, más que nada porque los únicos católicos que quedarán estarán en la catacumbas: ¡Küng for Pope, please!

Posdata: Me sigo divirtiendo una barbaridad con todas las tontunas que se dicen y escriben sobre el cónclave, pero no me divierto nada con la lentitud en el proceso de elección de un hombre que, insisto, además de Papa, está llamado a ser mártir. Es el “rien va plus”.

Jorge Mario Bergoglio: las sectas y la Nueva Era

Tomado de Infocatólica

Desde hace unos días, el argentino Jorge Mario Bergoglio es el nuevo Papa, sucesor de San Pedro, con el nombre de Francisco. Antes de llegar a la sede de Roma, fue obispo auxiliar de Buenos Aires desde 1992, y arzobispo desde 1998. Durante su episcopado en la capital de Argentina, tuvo algunas alusiones al fenómeno de las sectas y de la nueva religiosidad en sus intervenciones. De hecho, se trata de uno de los temas que más preocupan a los pastores de Iberoamérica.

Las sectas y los vacíos de la Iglesia

En 2005, durante su intervención en la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, en la que habló sobre la situación de la homilía dominical en este continente, el cardenal Bergoglio fue desgranando algunos de los elementos de la religiosidad popular destacados por el Documento del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) de Puebla, y cuando se refirió a la centralidad de Cristo en la devoción del pueblo, afirmó que “las cruces revestidas de gloria siguen hablando al corazón de nuestro pueblo más que los ‘pare de sufrir’ de las sectas”, en clara alusión al reclamo popular que emplea la iglesia universal del Reino de Dios, uno de los grupos sectarios más extendidos en Iberoamérica.

Para finalizar esta reflexión, el purpurado dijo que el desafío “que se nos sigue planteando es el de una nueva evangelización”, y lo ilustró con unas palabras del Documento de Puebla que consideró proféticas: “si la Iglesia no reinterpreta la religión del pueblo latinoamericano, se producirá un vacío que lo ocuparán las sectas, los mesianismos políticos secularizados, el consumismo que produce hastío y la indiferencia o el pansexualismo pagano. Nuevamente la Iglesia se enfrenta con el problema: lo que no asume en Cristo, no es redimido y se constituye en un ídolo nuevo con malicia vieja”.

En el centro, la persona y su trascendencia

La siguiente referencia de Jorge Mario Bergoglio al fenómeno sectario la encontramos en un documento similar al anterior: su intervención en la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina de 2007, titulada “Parroquia y familia”. En sus palabras hay una afirmación fundamental de la centralidad del creyente como discípulo y misionero, “aquella persona bautizada que va a gestar la cultura cristiana, que va a ser evangelizadora y que va a promover a sus hermanos, sobre todo a los más marginales”.

Y en este momento citaba a Juan Pablo II, cuando en la inauguración de la conferencia del CELAM en Santo Domingo dijo: “al preocupante fenómeno de las sectas hay que responder con una acción pastoral que ponga en el centro de todo a la persona, su dimensión comunitaria y su anhelo de una relación personal con Dios. Es un hecho que allí donde la presencia de la Iglesia es dinámica, como es el caso de las parroquias en las que se imparte una asidua formación en la Palabra de Dios, donde existe una liturgia activa y participada, una sólida piedad mariana, una efectiva solidaridad en el campo social, una marcada solicitud pastoral por la familia, los jóvenes y los enfermos, vemos que las sectas o los movimientos para-religiosos no logran instalarse o avanzar”.

Comentando este texto del magisterio pontificio, el cardenal Bergoglio afirmaba: “es inspirador el remedio que discierne el Papa contra la acción disolvente de las sectas: poner en el centro de todo a la persona en su dimensión comunitaria y de apertura a lo trascendente. Por eso es que vemos el remedio que propone Juan Pablo II no sólo como apropiado contra las sectas sino también para hacer frente a un aspecto de la globalización que tiende a disolver valores e instituciones intermedias para tratar a las personas como individuos aislados, más fáciles de manipular, tanto para el consumo como para la política clientelista. Contra este peligro, la parroquia y la familia son ámbitos comunitarios privilegiados de la relación entre persona, cultura y fe”.

Sectas y vivencias espirituales alternativas

Por otro lado, también citó el desafío de las sectas en una intervención que tuvo en 2007 en la conferencia del CELAM en Aparecida (asamblea que fue inaugurada por Benedicto XVI, quien también se refirió al fenómeno sectario con aquella ocasión). En ella habló sobre los tres grandes desafíos de la Iglesia en Iberoamérica, el primero de los cuales es “la ruptura en la trasmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico”. Aquí dijo que, a pesar de la vigencia de la piedad popular, “en la últimas décadas notamos un cierta desidentificación con la tradición católica, la falta de su trasmisión a las nuevas generaciones y el éxodo hacia otras comunidades (en los más pobres hacia el evangelismo pentecostal y algunas sectas nuevas) y experiencias (en las clases medias y altas hacia vivencias espirituales alternativas) ajenas al sentido de la Iglesia y su compromiso social”. Ante esto, reclamó “nuevos caminos para comunicar la fe”.

Un año después de la conferencia de Aparecida, el cardenal Bergoglio escribió una reflexión titulada “Religiosidad popular como inculturación de la fe”, que inició citando las palabras inaugurales de Benedicto XVI en aquella asamblea episcopal: “se percibe (…) un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas”. Además, en este documento llamaba a evitar la discriminación y la segregación, llegando a decir que “hay muchas maneras de ser fundamentalistas, aunque no nos inscribamos en sectas o ideologías de tipo clausurado”.

Cuando la espiritualidad se convierte en bienestar

El mundo de la religiosidad alternativa no ha quedado fuera del magisterio del anterior arzobispo de Buenos Aires, más allá de la referencia a las nuevas espiritualidades de los ricos. En un mensaje a las comunidades educativas escrito en el año 2001, Jorge Mario Bergoglio afirmaba lo siguiente: “el primado ‘postmoderno’ de la experiencia trajo consigo una religiosidad de corazón, una búsqueda más personal de Dios y una nueva valoración de la oración y la contemplación, pero también una especie de ‘religión a la carta’, una subjetivización unilateral de la religión que la posiciona no tanto en una dimensión de adoración, compromiso y entrega sino como un elemento más de ‘bienestar’, similar en gran medida, a las diversas ofertas new age, mágicas o pseudopsicológicas”. Para el prelado, este reduccionismo “deja de lado la infinita riqueza de la Palabra de Dios”.

Otro momento en el que se refirió a la Nueva Era fue, de nuevo, esta carta a las comunidades educativas de su diócesis, pero en su versión de 2004. Denunció sin ambages el fenómeno según el cual la fe cristiana, o algún aspecto concreto del misterio de Cristo, “termina reduciéndose a una especie de elitismo del espíritu, a una experiencia extática de ‘elegidos’ que rompe con la historia real y concreta”. Y citó el caso de Corinto en los comienzos de la Iglesia, cuando San Pablo tuvo que frenar esa religiosidad reductiva sin compromiso, “esa suerte de ‘cristianismo espiritual’ que perdía conexión con la vida cotidiana en el plano concreto”.

Y añadió: “se trata de una concepción más apta para desarrollar lo que hoy llamaríamos una religiosidad new age que una auténtica fe en Jesús de Nazaret y su Buena Noticia. En tiempos de orfandad y falta de sentido, como los que hoy vivimos, esta unilateralidad de lo ‘místico’ constituye una experiencia sin duda consoladora y benéfica. Pero lo cierto es que, al cabo de un tiempo, el misterio de la condición pecadora del ser humano desmiente las pretensiones de ‘elevación por encima de lo mundano’ que esta deficiente espiritualidad implica, y le obliga a revelar su faceta oculta de mentira y autoengaño”.

¿Bodas new age?

Por último, podemos aludir a una breve carta del cardenal Bergoglio a los párrocos de Buenos Aires, fechada en 2006, sobre cosas bien concretas en la celebración del sacramento del matrimonio. En ella llamaba a realizar el rito de acuerdo con las normas litúrgicas de la Iglesia (mantener las palabras del consentimiento, emplear sólo música religiosa, presidir dignamente, celebrarlo con la eucaristía). Y aclaraba que no era una indicación “meramente disciplinaria”, sino que “nace de una preocupación pastoral que, muchas veces, me hace sufrir al contemplar cómo los casamientos se van deslizando hacia una atmósfera light, más propia de una telenovela o de un rito de New Age que de la expresión eclesial del Misterio Grande de Cristo y su Iglesia”.

La ideología de género


Una clave decisiva para entender la sociedad actual(tomado prestado de www.conelpapa.com/ideologia/idgenero.htm)

Este artículo de Óscar Almazora, S. M., me parece particularmente útil para entender muchas claves del mundo actual. Almazora (+ 1999), religioso marianista, fue Obispo de Tacna y Obispo Auxiliar de Lima.

Sugiero contrastar las afirmaciones de este artículo con las conclusiones -sorprendentemente similares- de los estudios sobre el Código Da Vinci que se pueden consultar en esta misma página.

A mi juicio, esa concordancia muestra la difusión que está teniendo la ideología de género a nivel mundial.

Presentación

Se ha estado oyendo durante estos últimos años la expresión "género" y muchos se imaginan que es sólo otra manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, pero detrás del uso de esta palabra se esconde toda una ideología que busca precisamente hacer salir el pensamiento de los seres humanos de esta estructura bipolar.

Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres.

Piensan más bien que las diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad.

Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de "género" al que quieren pertenecer, todos igualmente válidos.

Esto hace que hombres y mujeres heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los bisexuales sean simplemente modos de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad que todos los demás deben respetar.

No se necesita mucha reflexión para darse cuenta de lo revolucionaria que es esta posición, y de las consecuencias que tiene la negación de que haya una naturaleza dada a cada uno de los seres humanos por su capital genético.

Se diluye la diferencia entre los sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede "inventarse" a sí mismo.

Toda la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo permitido y lo prohibido en esta materia.

Las consecuencias religiosas son también obvias.

Es conveniente que el público en general se dé clara cuenta de lo que todo esto significa, pues los proponentes de esta ideología usan sistemáticamente un lenguaje equívoco para poder infiltrarse más fácilmente en el ambiente, mientras habitúan a las personas a pensar como ellos.

Este librito puede ayudar mucho en precisar conceptos y llamar a una toma de posición con respecto a la mencionada ideología.

Óscar Alzamora Revoredo, S.M. La Ideología de Género, sus peligros y alcances

"El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo. Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino". [1]

Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina una seria pérdida de sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del libro
"Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity" (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad") de la feminista radical Judith Butler, que viene siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene siendo ampliamente promovida.

Mientras muchos podrían seguir considerando el término género como simplemente una forma cortés de decir sexo para evitar el sentido secundario que sexo tiene en inglés, y que por tanto género se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, existen otros que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una "nueva perspectiva" del término.

Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como "roles socialmente construidos".

La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión.

Es por ello que desde dicha cumbre la "perspectiva de género" ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.

Definición del término género

Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta "nueva perspectiva" del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate.

Así, la directiva de la Conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:

"El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo".

Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los provenientes de países católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor explicitación del término, ya que se presentía que éste podría encubrir una agenda inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales, entre otras cosas.

Fue entonces que Bella Abzug, ex-diputada del Congreso de los Estados Unidos intervino para completar la novedosa interpretación del término "género": "El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio".

Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como, por ejemplo que "no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica" [2] .

Así, "la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad humana" [3]

Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el documento. Sin embargo, la ex-diputada Abzug abogó férreamente en su favor: "El concepto de género está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas los intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por sexo es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro".

El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos.

De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las "feministas de género" defienden y difunden las siguientes definiciones:

Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad son construcciones sociales.

Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.

Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.

Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo: Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera.

Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.

Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la heterosexualidad.

Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en contra de los homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales).

Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso "Re-imagen del Género" dictado en un prestigioso College norteamericano.

Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo:

"La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del lesbianismo como estilo alterno de vida o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer". [4]

"Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria." [5]Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores de esta "perspectiva". Sin embargo, existen aún otros postulados que las "feministas de género" propagan cada vez con mayor fuerza:

"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la verdadera naturaleza de todo individuo." [6]

Es así que para las "feministas de género", éste "implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta" [7] .
El feminismo de género

Pero ¿en qué consiste el "feminismo de género" y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo?. Para comprender más a profundidad el debate en torno al "término género", vale la pena responder a esta pregunta.

El término "feministas de género" fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro "Who Stole Feminism?" ("¿Quién se robó el Feminismo?"), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los 60s, del anterior movimiento feminista de equidad. Aquí las palabras de Hoff Sommers:

"El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos.

Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación.

Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo.

La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor.

Pero esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose" [8] .

Al parecer, este "feminismo de género" tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Así lo afirma Dale OLeary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que durante todas las jornadas de trabajo, aquellas mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la "perspectiva del género" en el texto, por la definición de "género" como roles socialmente construidos y por el uso de "género" en sustitución de mujer o de masculino y femenino.

De hecho todas las personas familiarizadas con los objetivos del "feminismo de género", reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del "Programa de Acción" del 27 de febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y términos particularmente ambiguos.

Neo Marxismo

En palabras de Dale OLeary, la teoría del "feminismo de género" se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos.

La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.

OLeary agrega que Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo.

Para ello cita el libro "El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado", escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala: "El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino" [9] .

Según OLeary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión.

Sin embargo, para las "feministas de género", los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: "asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente" [10] .

Cuando la Naturaleza estorba

Es claro pues que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer.

Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía: "Lo natural no es necesariamente un valor humano. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella" [11] .

Para los apasionados defensores del la "nueva perspectiva", no se deben hacer distinciones, porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva.

Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada.

Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas "orientaciones sexuales".

Así, los mencionados promotores del "género" no han visto mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y a las opciones de la mujer. Según OLeary, las "feministas de género" a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para ellas el "enemigo" es la diferencia.

Sin embargo:

Es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal.

Tanto el hombre como la mujer -creados a imagen y semejanza de Dios- tienen sus propias particularidades naturales que deben ser puestas al servicio del otro, para alcanzar un enriquecimiento mutuo.

Esto, claro está, no significa que los recursos personales de la femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que son diferentes.

En tal sentido, si aceptamos el hecho de que hombre y mujer son diferentes, una diferencia estadística entre hombres y mujeres que participen en una actividad en particular, podría ser más que una muestra de discriminación, el simple reflejo de esas diferencias naturales entre hombre y mujer.

No obstante, ante la evidencia de que estas diferencias son naturales, los propulsores de la "nueva perspectiva" no cuestionan sus planteamientos sino más bien atacan el concepto de naturaleza. Además, consideran que las diferencias de "género", que según ellos existen por construcción social, fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en liberarse de "roles de género socialmente construidos".En ese sentido, Ann Ferguson y Nancy Folbre afirman: "Y las feministas deben hallar modos de apoyo para que la mujer identifique sus intereses con la mujer, antes que con sus deberes personales hacia el hombre en el contexto de la familia.

Esto requiere establecer una cultura feminista revolucionaria auto-definida de la mujer, que pueda sostener a la mujer, ideológica y materialmente fuera del patriarcado. Las redes de soporte contra-hegemónico material y cultural pueden proveer substitutos mujer-identificados de la producción sexo-afectiva patriarcal, que proporcionen a las mujeres mayor control sobre sus cuerpos, su tiempo de trabajo y su sentido de sí mismas." [12]

Con dicho fin, Ferguson y Folbre diseñan estas 4 áreas claves de "ataque":

1) Reclamar apoyo económico oficial para el cuidado de niños y los derechos reproductivos.
2) Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos homosexuales/lesbianos).
3) El control feminista de la producción ideológica y cultural (es importante porque la producción cultural afecta los fines, el sentido de sí mismo, las redes sociales y la producción de redes de crianza y afecto, amistad y parentesco social).
4) Establecer ayuda mutua: sistemas de apoyo económico a la mujer, desde redes de identificación única con la mujer, hasta juntas de mujeres en los sindicatos que luchen por los intereses femeninos en el trabajo asalariado. [13]

Una buena excusa: La mujer

Luego de revisar la peculiar "agenda feminista", Dale OLeary evidencia que el propósito de cada punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias.

Asimismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad. Por el contrario, para las feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.

Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma: "La cuestión de la mujer nunca ha sido la cuestión feminista. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer" [14] .

No en vano, durante la Conferencia de Pekín, la delegada canadiense Valerie Raymond manifestó su empeño en que la cumbre de la mujer se abordara paradójicamente "no como una conferencia de la mujer" sino que "los temas debían enfocarse a través de una óptica de género". Así, dice OLeary, la "nueva perspectiva" tiene como objeto propulsar la agenda homosexual/lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y corrientes.

Roles socialmente construidos

Para tratar este punto, tomemos la definición de "género" señalada en un volante que fuera circulado en la Reunión del ComPrep (Comité Preparatorio de Pekín) por partidarias de la perspectiva en cuestión.

"Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son determinados socialmente. El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas".

Vale señalar que el término rol distorsiona la discusión. Siguiendo el estudio de OLeary, el rol se define primariamente como: parte de una producción teatral en la cual una persona, vestida especialmente y maquillada, representa un papel de acuerdo a un libreto escrito. El uso del término rol o de la frase roles desempeñados transmite necesariamente la sensación de algo artificial que se le impone a la persona.

Cuando se sustituye rol por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto cómo el término rol afecta nuestra percepción de identidad.

La palabra "vocación" envuelve algo auténtico, no artificial, un llamado a ser lo que somos.

Respondemos a nuestra vocación a realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatos.

En ese sentido, por ejemplo, OLeary destaca la vocación femenina a la maternidad, ya que la maternidad no es un rol.

Cuando una madre concibe a un hijo, emprende una relación de por vida con otro ser humano. Esta relación define a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi todos los aspectos de su vida.

No está representando el papel de madre; es una madre. La cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple con las responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara OLeary.

Sin embargo, los promotores de la "perspectiva de género" insisten en decir que toda relación o actividad de los seres humanos es resultado de una "construcción social" que otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior.

Según esta perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la sociedad de esta "construcción social", de modo que el hombre y la mujer sean iguales.

Para ello, las "feministas de género" señalan la urgencia de "desconstruir estos roles socialmente construidos", que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:
Masculinidad y Feminidad.

Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".

Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer.

Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia.

Según Dale OLeary, ésta es la categoría de "roles socialmente construidos" a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que la experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del sistema de clases "sexo/géneros".

Ocupaciones o profesiones.

El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo.

Si bien las tres categorías de "construcción social" ya podrían ser suficientes, el repertorio de las "feministas de género" incluye una más: la reproducción humana que, según dicen, también es determinada socialmente.

Al respecto, Heidi Hartmann afirma: "La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se permitiera por igual toda forma de expresión sexual, la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los heterosexuales.

La división estricta del trabajo por sexos, un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a orientar sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas." [15]

El objetivo: desconstruir la sociedad

Queda claro pues, que la meta de los promotores de la "perspectiva de género", fuertemente presente en Pekín, es el llegar a una sociedad sin clases de sexo. Para ello, proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas.

Al respecto, el material de trabajo del curso Re-Imagen del Género, dice lo siguiente: "El género implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta. Bien, es una cultura patriarcal y el género parece ser básico al patriarcado. Después de todo, los hombres no gozarían del privilegio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres no serían oprimidas sino existiera tal cosa como la mujer. Acabar con el género es acabar con el patriarcado, como también con las muchas injusticias perpetradas en nombre de la desigualdad entre los géneros" [16] .

En tal sentido, Susan Moller Okin escribe un artículo en el que se lanza a pronosticar lo que para ella sería el "soñado futuro sin géneros":

"No habría presunciones sobre roles masculino o femenino; dar a luz estaría conceptualmente tan distante de la crianza infantil, que sería motivo de asombro que hombres y mujeres no fueran igualmente responsables de las áreas domésticas, o que los hijos pasaran mucho más tiempo con uno de los padres que con el otro. Sería un futuro en el que hombres y mujeres participen en número aproximadamente igual en todas las esferas de la vida, desde el cuidado de los infantes hasta el desempeño político de más alto nivel, incluyendo los más diversos tipos de trabajo asalariado. Si hemos de guardar la más mínima lealtad a nuestros ideales democráticos, es esencial distanciarnos del género. Parece innegable que la disolución de roles de género contribuiría a promover la justicia en toda nuestra sociedad, haciendo así de la familia un sitio mucho más apto para que los hijos desarrollen un sentido de justicia" [17] .

Para ello, también proponen la "desconstrucción de la educación" tal como se lee en el discurso que la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, diera en una conferencia preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995.

Para ella, así como para todos los demás defensores de la "perspectiva de género", urge desconstruir no sólo la familia sino también la educación.

Las niñas deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales y no se las debe exponer a la imagen de la mujer como esposa o madre, ni se les debe involucrar en actividades femeninas tradicionales: "La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del género debe integrarse en los programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y conscientizar en este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el género" [18] .

Primer objetivo, eliminación de la Familia:

"El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal; en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma institución de las relaciones sexuales, en que hombre y mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural" [19] .

Esta palabras de Alison Jagger, autora de diversos libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos en Universidades norteamericanas, revelan claramente la hostilidad de las "feministas del género" frente a la familia. "La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -al igual que los hombres- no tengan que dar a luz. La destrucción de la familia biológica que Freud jamas visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han existido anteriormente" [20] .

Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ellas esta institución básica de la sociedad "crea y apoya el sistema de clases sexo/género". Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución internacional anti-vida Catholics for a Free Choice" ("Católicas por el derecho a elegir"):

"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos. Tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer" [21] .

Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como causa de los problemas, apunta OLeary, diferente es siempre desigual y desigual siempre es opresor.

En este sentido, las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y por tanto no igualitarias. Entonces ven esta desigualdad en el hogar como causa de desigualdad en la vida pública, ya que la mujer, cuyo interés primario es el hogar, no siempre tiene el tiempo y la energía para dedicarse a la vida pública.

Por ello afirman:

"No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella" [22] .

Además, las "feministas de género" insisten en la desconstrucción de la familia no sólo porque según ellas esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural.

Al respecto, Nancy Chodorow afirma: "Si nuestra meta es acabar con la división sexual del trabajo en la cual la mujer maternaliza, tenemos que entender en primer lugar los mecanismos que la reproducen. Mi recuento indica exactamente el punto en el que debe intervenirse. Cualquier estrategia para el cambio cuya meta abarque la liberación de las restricciones impuestas por una desigual organización social por géneros, debe tomar en cuenta la necesidad de una reorganización fundamental del cuidado de los hijos, para que sea compartido igualmente por hombres y mujeres" [23] .

Queda claro que para los propulsores del "género" las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer.

El entorno privado se considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar como "carga" que afecta negativamente los "proyectos profesionales" de la mujer. Este ataque declarado contra la familia, sin embargo, contrasta notablemente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada, como es sabido, por la ONU en 1948.

En el artículo 16 de la misma, las Naciones Unidas defienden enfáticamente a la familia y al matrimonio:

1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Sin embargo, los artífices de la nueva "perspectiva de género" presentes en la Cumbre de la Mujer pusieron al margen todas estas premisas y por el contrario apuntaron desde entonces la necesidad de "desconstruir" la familia, el matrimonio, la maternidad, y la feminidad misma para que el mundo pueda ser libre.

En cambio, los representantes de las principales naciones comprometidas con la defensa de la vida y los valores familiares que participaron en Pekín, alzaron su voz en contra de este tipo de propuestas, sobre todo al descubrir que el documento de la cumbre eliminaba arbitrariamente del vocabulario del programa las palabras "esposa", "marido", "madre", "padre".

Ante tal hecho, Barbara Ledeen, Directora del Independent Women Forum, una organización de defensa de la mujer ampliamente reconocida en Estados Unidos, señaló: "El documento está inspirado en teorías feministas ultra radicales, de viejo sello conflictivo, y representa un ataque directo a los valores de la familia, el matrimonio y la femineidad".

El Papa Juan Pablo II, por su parte, tiempo antes de la Conferencia de Pekín, ya había insistido en señalar la estrecha relación entre la mujer y la familia. Durante el encuentro que sostuvo con Gertrude Mongella, Secretaria General de la Conferencia de la Mujer, previo a la cumbre mundial, dijo: "No hay respuesta a los temas sobre la mujer, que pueda pasar por alto la función de la mujer en la familia. Para respetar este orden natural, es necesario hacer frente a la concepción errada de que la función de la maternidad es opresiva para la mujer".

Lamentablemente, la propuesta del Consejo Europeo para la Plataforma de Acción de Pekín fue completamente ajena a las orientaciones del Santo Padre. "Ya es hora de dejar en claro que los estereotipos de géneros son anticuados: los hombres ya no son únicamente los machos que sostienen la familia ni las mujeres sólo esposas y madres. No debe subestimarse la influencia psicológica negativa de mostrar estereotipos femeninos" [24] .

Ante esta postura, OLeary escribe en su informe que si bien es cierto que las mujeres no deben mostrarse únicamente como esposas y madres, muchas sí son esposas y madres, y por ello una imagen positiva de la mujer que se dedica sólo al trabajo del hogar no tiene nada de malo. Sin embargo, la meta de la perspectiva del género no es representar auténticamente la vida de la mujer, sino una estereotipificación inversa según la cual las mujeres que "sólo" sean esposas y madres nunca aparezcan bajo un prisma favorable.

Salud y Derechos Sexuales Reproductivos

En la misma línea, las "feministas de género" incluyen como parte esencial de su agenda la promoción de la "libre elección" en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según OLeary, "libre elección de reproducción" es la expresión clave para referirse al aborto a solicitud; mientras que "estilo de vida" apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta: "Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana" [25] .

Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho" de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras. Pero los defensores del "género" no sólo proponen este tipo de aberraciones sino que además defienden el "derecho a la salud" que, en honor a la verdad, se aleja por completo de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano a la vida, estos proponen el derecho a la salud, que incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva.

Paradójicamente, esta "salud reproductiva" incluye el aborto y por tanto, la "muerte" de seres humanos no nacidos. No en vano, las "feministas de género" son fuertes aliadas de los Ambientalistas y Poblacionistas. Según OLeary, aunque las tres ideologías no concuerdan en todos sus aspectos, tienen en común el proyecto del aborto.

Por un lado, los Ambientalistas y Poblacionistas, consideran esencial para el éxito de sus agendas, el estricto control de la fertilidad y para ello están dispuestos a usar la "perspectiva de género". La siguiente cita de la Division for the Advance of Women (División para el Avance de las Mujeres) propuesta en una reunión organizada en consulta con el Fondo de Población de la ONU, revela la manera de pensar de aquellos interesados primariamente en que haya cada vez menos gente que vea el "género":

"Para ser efectivos en el largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género a fin de reducir la fertilidad" [26] .

Así, los "nuevos derechos" propuestos por las "feministas de género", no se reducen simplemente a los derechos de "salud reproductiva" que como hemos mencionado ya, promueven el aborto de un ser humano no nacido, sino que además exigen el "derecho" a determinar la propia identidad sexual. En un volante que circuló durante la Conferencia de Pekín, la ONG International Gay and Lesbian Human Rights Commission (Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas) exigió este derecho en los siguientes términos: "Nosotros, los abajo firmantes, hacemos un llamado a los Estados Miembros a reconocer el derecho a determinar la propia identidad sexual; el derecho a controlar el propio cuerpo, particularmente al establecer relaciones de intimidad; y el derecho a escoger, dado el caso, cuándo y con quién engendrar y criar hijos, como elementos fundamentales de todos los derechos humanos de toda mujer, sin distingo de orientación sexual".

LOS "CINCO SEXOS"

Esto es más preocupante aún si se toma en cuenta que para las "feministas de género" existen cinco sexos. Rebecca J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, señala en la misma línea de sus compañeros de batalla, que los géneros masculino y femenino serían una "construcción de la realidad social" que deberían ser abolidos.

Increíblemente, el documento elaborado por la feminista canadiense afirma que "los sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de:

mujeres heterosexuales
mujeres homosexuales
hombres heterosexuales
hombres homosexuales
bisexuales

La "libertad" de los propulsores del "género" para afirmar la existencia de 5 sexos, contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio.

Ataque a la Religión

Si bien las "feministas de género" promueven la "desconstrucción" de la familia, la educación y la cultura como panacea para todos los problemas, ponen especial énfasis en la "desconstrucción" de la religión que, según dicen, es la causa principal de la opresión de la mujer.

Numerosas ONG acreditadas ante la ONU, se han empeñado en criticar a quienes ellos denominan "fundamentalistas" (Cristianos, Católicos, Evangélicos y Ortodoxos, Judíos y Musulmanes, o cualquier persona que rehúse ajustar las doctrinas de su religión a la agenda del "feminismo de género").

Un video promotor del Foro de las ONG en la Conferencia de Pekín, producido por Judith Lasch, señala: "Nada ha hecho más por constreñir a la mujer que los credos y las enseñanzas religiosas".
De la misma manera, el informe de la Reunión de Estrategias Globales para la Mujer contiene numerosas referencias al "fundamentalismo" y a la necesidad de contrarrestar sus supuestos ataques a los derechos de la mujer.

"Toda forma de fundamentalismo, sea político, religioso o cultural, excluye a la mujer de normas de derechos humanos de aceptación internacional, y la convierten en blanco de violencia extrema. La eliminación de estas prácticas es preocupación de la comunidad internacional".

De otro lado, el informe de la reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995, incluye numerosos ataques a la religión: "El surgimiento de toda forma de fundamentalismo religioso se considera como una especial amenaza al disfrute por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena participación en la toma de decisiones a todo nivel en la sociedad" [27] .

"Debe capacitarse a las mujeres mismas, y dárseles la oportunidad de determinar lo que sus culturas, religiones y costumbres significan para ellas." [28]

Vale señalar que para el "feminismo de género", la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres.

Por ello, las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina.

En ese sentido, las "teólogas del feminismo de género" proponen descubrir y adorar no a Dios, sino a la Diosa.

Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada "teóloga feminista de género" afirma lo siguiente: "Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente está diciendo: El poder femenino es fuerte y creativo. Está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentador, está en ella misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador" [29] .

Igual de extrañas son las palabras de Elisabeth Schussler Fiorenza, otra "teóloga feminista de género" que niega de raíz la posibilidad de la Revelación, tal como se lee en la siguiente cita:
"Los textos bíblicos no son revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas. Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica." [30] .

Además, Joanne Carlson Brown y Carole R. Bohn, también autodenominadas teólogas de la "escuela feminista de género", atacan directamente al cristianismo como propulsor del abuso infantil: "El cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. ¿Cabe asombrarse de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante de la cultura es el abuso divino del hijo - Dios Padre que exige y efectúa el sufrimiento y la muerte de su propio hijo? Si el cristianismo ha de ser liberador del oprimido, debe primero liberarse de esta teología" [31] .Por todo ello, los dueños de la "nueva perspectiva" promueven el ataque frontal al cristianismo y a toda figura que lo represente. En 1994, Rhonde Copelon y Berta Esperanza Hernández elaboraron un folleto para una serie de sesiones de trabajo de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo. El folleto atacaba directamente al Vaticano por oponerse a su agenda que entre otras cosas incluye los "derechos a la salud reproductiva" y por consecuencia al aborto. "Este reclamo de derechos humanos elementales confronta con la oposición de todo tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios de planificación familiar" [32] .

Contrastantes con todas estas posturas de ataque y agresión a la religión, a la Iglesia, concretamente al Vaticano, son las posturas de la mayoría de mujeres del mundo que según el informe de OLeary defienden sus tradiciones religiosas como la mejor de las protecciones de los derechos y la dignidad de la mujer.

Mujeres católicas, evangélicas, ortodoxas y judías agradecen en particular, las enseñanzas de sus credos sobre el matrimonio, la familia, la sexualidad, y el respeto por la vida humana. La Santa Sede por su parte, señaló en los meses previos a Pekín, el peligro de la tendencia en el texto planteado por la ONU, a dejar de lado el derecho de las mujeres a la libertad de conciencia y de religión en las instituciones educativas.

CONCLUSIÓN

En palabras de Dale OLeary, el "feminismo de género" es un sistema cerrado contra el cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la experiencia, o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las "feministas de género" todo esto es "socialmente construido". No importa cuánta evidencia se acumule contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer.

Sin embargo, existen muchas personas que quizás por falta de información, aún no están al tanto de la nueva propuesta y de los peligrosos alcances de la misma.

Vale la pena pues, conocer esta "perspectiva de género" que, según informaciones fidedignas, en la actualidad no sólo está tomando fuerza en los países desarrollados sino que al parecer, también ha empezado a filtrarse en nuestro medio. Basta revisar algunos materiales educativos difundidos no sólo en los colegios del país sino también en prestigiosas universidades.

Ahora bien, en Estados Unidos el "feminismo de género" ha logrado ubicarse en el centro de la corriente cultural norteamericana. Prestigiosas universidades y Colleges de los Estados Unidos difunden abiertamente esta perspectiva.

Además, numerosas series televisivas norteamericanas hacen su parte difundiendo el siguiente mensaje: la identidad sexual puede "desconstruirse" y la masculinidad y femineidad no son más que "roles de géneros construidos socialmente".

Si tomamos en cuenta que el avance de las tecnologías ha logrado que dichos programas con toda la nueva "perspectiva de género" lleguen diariamente a los países en vías de desarrollo principalmente a través de la televisión por cable, sin descartar los muchos otros medios que existen en nuestro tiempo, esto nos pone ante un nuevo reto que debe ser enfrentado lo antes posible para evitar las graves consecuencias que ya está ocasionando en el Primer Mundo.
Más aún cuando en palabras de OLeary, la "desconstrucción" de la familia y el ataque a la religión, la tradición y los valores culturales que las "feministas de género" promueven en los países en desarrollo, afecta al mundo entero.

Notas.

[1] Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Routledge, New York, 1990, p. 6.
[2] Véase el trabajo de Cristina Delgado, Reporte sobre la Conferencia Regional de Mar de Plata, Argentina, en el que recoge diversas citas de "feministas de género".
[3] Allí mismo.
[4] Adrienne Rich, "Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence", Blood, Bread and Poetry, p. 27.
[5] Allí mismo, p. 70.
[6] Lucy Gilber y Paula Wesbster, "The Dangers of Feminity", Gender Differences: Sociology of Biology?, p. 41.
[7] Gender Outlaw, p. 115.
[8] Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom, 1994, p. 2.
[9] Frederick Engels, The Origin of the Family, Property and the State, International Publishers, New York, 1972, pp. 65-66.
[10] Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex, Bantam Books, New York, 1970, p. 12.
[11] Allí mismo, p. 10.
[12] Ann Ferguson & Nancy Folbre, "The Unhappy Marriage of Patriarch and Capitalism", Women and Revolution, p. 80.
[13] Allí mismo.
[14] Heidi Harmann, "The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism", Women and Revolution, South End Press, Boston, 1981, p. 5.
[15] Allí mismo, p. 16.
[16] Gender Outlaw, p. 115.
[17] Susan Moller Okin, "Change the Family, Change the World", Utne Reader, Marzo/Abril, 1990, p. 75.
[18] Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia or Challenge?", Palais de l’Europe, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995, p. 38.
[19] Alison Jagger, "Political Philosophies of Womens Liberation", Feminism and Philosophy, Littlefield, Adams & Co., Totowa, New Jersey, 1977, p. 13.
[20] Allí mismo, p. 14.
[21] Christine Riddiough, "Socialism, Feminism and Gay/Lesbian Liberation", Women and Revolution, p. 80.
[22] Christina Hoff Sommers, Who Stole Feminism?, Simon & Shuster, New York, 1994, p. 257.
[23] Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering, U. of CA Press, Berkeley, 1978, p. 215.
[24] Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia of Challenge?", Palais delEurope, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995.
[25] Allí mismo, p. 25.
[26] "Gender Perspective in Family Planning Programs", Division for the Advancement of Women.
[27] Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia of Challenge?", Palais delEurope, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995, p. 13.
[28] Allí mismo, p. 16.
[29] Carol Christ, Womanspirit Rising, p. 277.
[30] Elisabeth Schussler Fiorenza, In Memory of Her, Crossroad, New York, 1987, p. 15.
[31] Joanne Carlson Brown and Carole R. Bohn, Christianity, Patriarchy, and Abuse: A Feminist Critique, p. 26.
[32] Rondhe Copelon y Berta Esperanza Hernández, Sexual and Reproductive Rights and Health as Human Rights: Concepts and Strategies; An Introduction for Activitists, Human.