Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

¿Permite La Iglesia la cremación de los cadáveres?

La cremación es la destrucción violenta del cadáver humano por medio del fuego o de un potente calor, en el horno crematorio.

Muchos pueblos paganos de la Antigüedad recurrían a la cremación. muy por el contrario, el pueblo judío, y después los cristianos, siempre rechazaron la cremación por considerarla indigna y no conveniente a la reverencia debida al cuerpo humano, templo de la Santísima Trinidad.

Las raíces judaicas de la tradición cristiana se caracterizan por una prolongada prohibición de la cremación, como una reacción a intentos igualmente prolongados de aniquilar la existencia y el recuerdo de los judíos. Aunque la cremación era una práctica común entre los griegos y romanos, por lo menos entre los más pobres, los cristianos abandonaron esta práctica, entre otras cosas, por:

- fe en la Resurrección del cuerpo
- reverencia por el cuerpo como miembro del Cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo
- una fuerte reacción en contra de la costumbre que tenían los perseguidores de La Iglesia de quemar los cuerpos como una burla en contra de la creencia en la Resurrección

La práctica de la Iglesia primitiva fue definida en 1917 en el Código del Derecho Canónico, el cual prohibió estrictamente la cremación, excepto cuando se requería la rápida disposición de los cadáveres por una grave necesidad pública, como en tiempo de plagas o desastres naturales.

La Iglesia incluso llegó a negar los ritos de sepultura Cristiana a quienes optaran por la cremación. Hasta el 5 de julio de 1963 la disciplina canónica era severa en lo tocante a la cremación de los cuerpos de los fieles fallecidos. Castigaba negando las exequias —es decir, la recomendación del alma, y la celebración de las Misas de cuerpo presente, de séptimo y trigésimo día— a aquellos que postulasen la cremación de su cadáver.

Las reformas del Concilio Vaticano Segundo tocaron todas las áreas en la vida de la Iglesia, incluyendo los ritos de funeral y entierro. El primer documento que seria promulgado por el Papa Pablo VI, después del inicio del Concilio, estableció que “el rito para el entierro de una persona muerta debe poner en evidencia mas claramente el carácter pascual de la muerte Cristiana, y debería corresponder más cercanamente a las circunstancias y tradiciones encontradas en varias regiones”. (Sacrosanctum Concilium # 81, Diciembre de 1963)

Una instrucción del Santo Oficio, específicamente relacionada con la cremación, modificó la posición de la Iglesia a permitir la cremación cuando sea requerida por alguna razón aceptable (Piam et Constantem, Mayo de 1963). Esta posición ahora ha sido registrada en el Código Revisado del Derecho Canónico en el término siguiente: “La Iglesia encarecidamente recomienda que se conserve la piadosa costumbre del entierro; pero esto no prohíbe la cremación, a menos que ésta se elija por razones que son contrarias a la enseñanza de la Iglesia”. (El Código del Derecho Canónico, 1985, # 1176.3)

La razón por la cual la Iglesia se opone a la cremación no es porque ésta en sí estaría contra el dogma de la resurrección. La resurrección de los cuerpos no se hace más difícil por la cremación que por la corrupción de los cuerpos. Dios, a partir de una minúscula célula del cuerpo humano (sea contenida en la ceniza funeraria, sea en el resultado de la corrupción orgánica) lo reconstituye por entero.

Si la Iglesia condena la cremación es antes que nada porque ella se opone a la antiquísima tradición que remonta a los propios orígenes de la humanidad y que radica en los justos sentimientos de reverencia hacia el cuerpo humano, santificado por la intimidad con el alma elevada por la gracia, que lo convierte en templo vivo del Espíritu Santo.

Sobre la Jornada Mundial de la Juventud

MISTERIOS Y SORPRESAS REVELADORAS

Por Luis Fernández Cuervo

Esos cuatro días del Papa con casi dos millones de jóvenes en Madrid, presentan hechos sorprendentes de la pasada Jornada Mundial de la Juventud. Confieso que he gozado leyendo y viendo una amplia información a través de Internet. La he visto desde dentro, desde mi fe y vida cristianas. Pero ahora quiero imaginar lo que podría sentir alguien, ni católico ni anticatólico, de mentalidad abierta y honesta, que observara todo directamente. ¿Que vería? ¿Qué le sorprendería? ¿Qué imágenes, que actitudes, que palabras le impactarían más?

Pienso que lo primero sería el hecho de esos miles de jóvenes desplazándose alegres e ilusionados desde varios punto de España y de otros países, algunos tan distantes como las islas Mauricio o Pakistán, para ver y escuchar… ¡a un anciano de 84 años! ¿Por qué?

Cuando algo equivalente ocurría con Juan Pablo II, en sus primeros años de pontificado, los mal pensantes, los de la crítica rastrera, explicaban que Juan Pablo II había sido actor, que dominaba el arte escénico, que tenía una fisonomía atractiva, etc. Pero ¿ahora?... Benedicto XVI da una imagen casi opuesta: la de un anciano frágil, tímido en su sonrisa y movimientos, alguien que no se encuentra a gusto mostrándose ante multitudes clamorosas. Es la imagen real de un teólogo eminente, de un hombre de estudio, de biblioteca.

¿Cuál es, entonces, su atractivo? preguntaría ese espectador neutral a alguno de los sacerdotes y escucharía que los jóvenes le siguen, le aplauden y le escuchan, porque ven en él lo que representa: el Papa, el Vicecristo, o como decía Santa Catalina de Siena: “el dulce Cristo en la Tierra”.

Sigamos a ese observador externo sin prejuicios, atento a los diversos aspectos del evento. Las muchedumbres aplaudiendo no le sorprenden demasiado. Esas se ven también ante figuras del cine, los deportes, las princesas europeas. Además los jóvenes, ya se sabe –piensa- para correr, cantar, entusiasmarse, si tienen buena salud y pocos años, siempre están dispuestos.

Pero enseguida descarta esa explicación superficial, al observar de cerca, y uno a uno, los rostros de esos jóvenes. Su alegría es auténtica –sentencia- y hay en la mirada de muchos, no de todos, algo que mueve a pensar en que tienen algo mas que juventud, tienen algún misterio para estar tan contentos con su vida. No he visto unos rostros así, con esa mirada y esa rotunda alegría –reflexiona- en esos otros jóvenes satisfechos de cosas pero aburridos y desorientados, esos metidos de lleno en la anticultura imperante.

Pronto pregunta a algunos de ellos: -Tú, ¿qué esperas encontrar en esta Jornada?. Las respuestas son variadas: –Yo vengo porque me invitaron y quiero saber que es esto. -Yo espero encontrar aquí lo que Dios me pide a mí. -Yo ya encontré antes lo que buscaba; ahora vengo para agradecer a Jesús mi Fe, mi razón de vida y para animar a mis amigos a que encuentran la Fe que yo vivo.

-¿Por qué estáis tan alegres? -pregunta nuestro observador. –Porque estar en Gracia y tener fe en Jesucristo dan una alegría que ningún otro da, lo que no encontré cuando antes vivía sin saber que sentido tenía mi vida. -¿Y que es eso que me dices –insiste-, que es eso de estar en Gracia…? Y entonces una pareja de novios que pasaba por allí le dice: -¿Quiere saberlo? Venga con nosotros, vamos al parque, al Retiro, vamos a confesarnos.

Nueva sorpresa. En uno de los paseos de ese tradicional parque madrileño, doscientos confesionarios. Y los doscientos ocupados y una cola de chicos y chicas esperando. Y le explican que el Papa también ha estado allí, recibiendo confesiones como un sacerdote más.

Y luego, el Vía Crucis y su sorpresa ante el valor artístico de las imágenes de cada estación y ante la actitud de recogida oración de todos los circunstantes.

Después la sorpresa desagradable en la Puerta del Sol: unas chicas extranjeras, muy jóvenes, de rodillas, rezando y mostrando su crucifijo ante una jauría de gente iracunda, blasfema, insultante, que escupe y les da empujones, gritando: ¡No hay Dios, no hay Dios, no hay Dios! Y nuestro observador deja su frialdad de observador y pregunta enojado a uno de los rabiosos que por qué atacan a esa gente pacifica. La respuesta le deja estupefacto: -“Nos están provocando, porque están aquí, porque rezan, porque existen… y les vamos a quemar otra vez, como en el 36”.

Nuestro observador necesita pacificar su ánimo. Se va a la explanada de Cuatro Vientos. Allí se serena y comparte, de alguna manera, la adoración silenciosa de casi dos millones de jóvenes ante Jesús sacramentado. Algo le ha tocado, no sabe todavía qué, pero muy dentro, en lo más profundo del alma.

Me llamarán bienaventurada todas las generaciones


"Si santa María Magdalena, que ha sido pecadora y de la cual el Señor ha expulsado siete demonios, ha merecido ser glorificada hasta tal punto punto que su alabanza permanece en la asamblea de los santos, ¿quién podrá medir hasta qué punto «los justos se gozan en la presencia de Dios y desbordan de alegría" refiriéndonos a la Virgen María, que no ha conocido barón?... Si el apóstol san Pedro, que no sólo no ha sido capaz de velar una hora con Cristo, sino que incluso llegó a renegar, ha obtenido tal gracia, que le han sido encomendadas las llaves del Reino de los cielos ¿De qué elogios Santa María no es digna, Ella que llevó en su seno al rey de los ángeles en persona, al cual los cielos no pueden contener? Si Pablo, que "no respiraba más que amenazas y matanzas con respecto a los discípulos del Señor»..., ha sido objeto de tal misericordia...que ha sido arrebatado «hasta el tercer cielo, sea en su cuerpo o fuera de su cuerpo", no es sorprendente que la santa Madre de Dios, que ha permanecido con su hijo en las pruebas que ha soportado desde el cuna, haya sido elevada al cielo, incluso en su cuerpo y exaltada por encima de los coros angélicos.

Si hay «alegría en el cielo ante los ángeles, por un solo pecador que hace penitencia», ¿qué hermosa y alegre alabanza se elevará ante Dios, ante la persona de Santa María, que nunca ha pecado?... Si realmente aquellos que «en el pasado estuvieron en tinieblas» y han llegado, por la gracia, a ser «luz en el Señor» «brillarán como el sol en el Reino de su Padre», ¿quién estará en condiciones de relatar «el peso eterno de gloria» de Santa María, que ha venido a este mundo «como Aurora que se levanta, hermosa como la luna, elegida como el sol", y de quien ha nacido «la luz verdadera que ilumina todo hombre en este mundo»? Por otra parte, ya que el Señor dijo: "El que me sirve, que me siga, y donde yo estoy, también estará mi siervo", ¿Dónde pensamos que está su Madre, que le ha servido con tanto empeño y la constancia? Si le ha seguido y le ha obedecido hasta la muerte, nos sorprende que ahora, más que nadie, "siga del Cordero dondequiera que vaya.»"

(Referencias bíblicas: Lc 8, 2; Sal. 149, 1; Sal. 67, 4; Lc 1, 34; Mt 26, 40.70; Mt 16, 19; Hch. 9, 1; 1Co 7, 25; 2 Co 12, 2; Lc 22, 28; Lc 15, 7; Ef. 5, 8; Mt 13, 43; 2 Co 4, 17; Co 6, 9; Jn 1,9; Jn 12, 26; Ap 14, 4)

Seamos más serios

Por Mons. Francisco José Arnaiz S.J.

No es la seriedad punto fuerte nuestro. La seriedad es especie escasa. Los serios se sienten desarraigados y extraños.

Decimos una hora y llegamos a otra. Ponemos un precio y hay que pagar otro.

Damos palabra que así será y después nada sucede.

Decimos que sí y es no, y decimos no y luego resulta que es sí.

Aseguramos que la raíz de un mal está en un punto concreto y estamos seguros que tal raíz es otra muy diferente.

Decimos que vamos a hacer y conseguir, y luego nada hacemos; y por supuesto, nada conseguimos.

Proclamamos la objetividad en nuestro pensar y hacer y después lo único que pretendemos es imponer a los demás nuestros peculiares modos subjetivos de pensar y de actuar.

Pregonamos que estamos saneando la corrupción y resulta que gente de ingresos recortados, sin capital propio, adquiere impunemente, a vista de todos, propiedades millonarias.

Queremos salvar la patria y andamos minándola y desgarrándola por todas partes.

Estamos convencidos que, en el momento crítico que atravesamos, la solidaridad y unión de todos es necesaria e impostergable y multiplicamos los ataques mutuos, los antagonismos y los divisionismos.

Repetimos una y otra vez que hay que impulsar y modernizar nuestra agropecuaria y seguimos haciendo la vida campesina y agrícola insostenible e insoportable.

Peroran, no pocos, que quieren el poder para arreglar los problemas de la nación y resulta que a ellos sólo les interesa la nación para alcanzar el poder y olvidarse de ella una vez obtenido.

Aseguran muchísimos que desean el poder público para servir y resulta después, que, una vez obtenido el poder, lo emplean exclusivamente para asegurar su futuro y presumir.

Pedimos todos aliento y optimismo para hacer frente airosamente a tanta dificultad acumulada, y nos regodeamos de llenar las páginas de nuestros diarios y el mayor tiempo de nuestras conversaciones con noticias lamentables y depresivas.

Sabemos que la peor pobreza es la ignorancia y la incapacitación para la vida y para el trabajo y regateamos después los fondos necesarios para una educación que llegue a todos, que sea de calidad y que cuente con preparados, entusiasmados y bien remunerados maestros y educadores.

Estamos conscientes que ha llegado el momento de sacrificarnos todos y buscamos que se sacrifique el vecino.

Chillamos que hay que subordinar los intereses propios y grupales al interés común y no admitimos el interés común si este no coincide con el nuestro.

Deseamos que los barrios pobres periféricos no se subleven y nos empeñamos en mantener a sus pobladores en salarios desesperantes, en subempleo y en desempleo.

Protestamos con razón del despilfarro de los ricos y nada decimos de algunos pobres que dilapidan fundamentales pesos en ron, barras, juego y cerveza.

Insistimos en que hay que trabajar mucho y producir mucho más y el ideal común es vivir bien con el mínimo esfuerzo.

Protestan no pocos contra los métodos represivos y siente nostalgia, después, de sistemas históricamente opresivos y dictatoriales.

Reclamamos todos el recurso al diálogo en las situaciones conflictivas y después convertimos ese diálogo en una sarta de monólogos sucesivos o simultáneos.

Queremos un gobierno firme y, en cuanto aprieta un poco, lo llamamos inmediatamente “trujillista”.

Ante el cúmulo de necesidades y la limitación de recursos económicos abogamos por sabias programaciones y, después, todo es improvisar y dejar que las cosas bailen a su son.

Nos inquieta que aumente el crimen y se multipliquen los delitos y, después, pletóricos de misericordia, nos ponemos compasivamente del lado del pícaro, del maleante, del criminal y del delincuente.

Hasta en las universidades, que debieran ser dechado de seriedad se obtienen títulos sin cursar materias importantes. En ellas hay semestres de cuatro meses y clases en las que el profesor no cumple con la mínima escolaridad exigida a los alumnos y se aprueban exámenes nunca hechos.

Y miren por dónde. “Serio”, cuyo substantivo es “seriedad” es una palabra que procede del vocablo “severo”, “severus”, “severitas” en latín. Y “severus” en latín procede de “se” prefijo enfático y “verus”, que significa verdadero, veraz, auténtico.

La verdad es dura, intransigente, rigurosa, íntegra, recia e insobornable. Por eso el que a ella se pliega, el que la respeta es SEVERO, es SERIO.

Todo esto supuesto, se imponen dos preguntas. ¿Estarían como están las cosas en la República Dominicana, si hubieran sido todos, si fuéramos todos más serios?, ¿Saldremos del callejón, en el que estamos metidos, si continuamos en la inveterada falta de seriedad?

Hay una solución drástica para la falta de seriedad en la administración pública y aun en la empresa privada: la supervisión, el control y el castigo. Nuestra realidad exige que se institucionalice y funcione eficientemente el inspector, el auditor y el controlador. Y a menor seriedad, mayor vigilancia, mayor inspección y mayor control. La falta de seriedad produce irremisiblemente irresponsabilidad, inoperancia e ineficiencia.

Lo reacios que somos a este tipo de acciones es prueba de lo poco serios que somos y de la poca voluntad que tenemos de salir de nuestra falta de seriedad.

Es sintomático que encaremos con chistes gruesos o sutiles los problemas serios que nos envuelven y que cuanto peor se pongan las cosas, más dispuestos estemos a divertirnos. Significativamente el descenso del poder adquisitivo no ha traído un descenso notable en el consumo de la bebida nacional.

En nuestra falta de seriedad quizá algo cuente nuestro anestesiante clima y nuestro reverberante sol, pero, fundamentalmente el problema es de educación.

Psicológicamente la seriedad es una actitud ante la vida. Las actitudes, globales o específicas, no surgen espontáneamente ni son de fácil adquisición, sobre todo cuando su gratificación no es inmediata ni exenta de sacrificios. Requieren de la mano experta y paciente del educador consagrado que sepa dosificar sus entregas y no forzar el ritmo del proceso.

Las actitudes se forman fundamentalmente alrededor de los valores y de los contravalores, aceptados los primeros y rechazados los segundos.

Enseñar a “valorar” objetiva y correctamente cuanto rodea al niño y al joven y cuanto la sociedad busca y persigue es un arte difícil. En él debe estar muy versado el educador.

Desmontar falsos valores que el niño y el joven (mucho más el adulto) ha empezado a integrar o integrado ya, por ósmosis de la sociedad en la que está inmerso, y montar reales valores, que esa sociedad posterga y aún vilipendia, no es nada fácil pero es función indeclinable del educador.

Iniciar al niño y al joven en experiencias vitales, que le resultan equívocas, y ayudarles a discernir esas experiencias para que los valores auténticos sean comprendidos y optados, y para que los contravalores sean rechazados es obra delicadísima en la que el genuino educador debe lucirse.

Minimizar, según esto, el papel del educador y subestimarlo es de fatales consecuencias. Tarde o temprano se pagarán altos costos por tan imperdonable subestima.

Poco a poco una buena parte de nuestros centros educativos ñpomposo nombreñ en vez de ser centros de formación e instrucción se han ido convirtiendo en meros centros de instrucción, de trasmisión de conocimientos, desvinculándose o reduciendo al mínimo la formación de la persona. Ya apenas hay educadores. Sólo existen profesores y éstos recalcan enfáticamente que ellos son solamente profesores de tal o cual materia y que no son educadores.

Cervantes en su célebre “Coloquio de los perros”, pone en boca de Braganza este encomio y loa a sus antiguos educadores:

“No sé qué tiene la virtud, que, con alcanzárseme a mí tan poco o nada de ella, luego recibí gusto de ver el amor, el término, la solicitud y la industria con que aquellos benditos maestros enseñaban a aquellos niños, enderezando las tiernas varas de su juventud, porque no torciesen ni tomasen mal siniestro en el camino de la virtud, que, juntamente con las letras les mostraban. Consideraba cómo los reñían con suavidad; los castigaban con misericordia: los incitaban con premios y los sobrellevaban con cordura”.

Clausura Jubileo Arquidiócesis de Santo Domingo

HOMILÍA DEL CARDENAL CARLOS AMIGO VALLEJO, ARZOBISPO EMÉRITO DE SEVILLA, ENVIADO ESPECIAL DE BENEDICTO XVI A LA CELEBRACIÓN CONMEMORATIVA DE LOS 500 AÑOS CREACIÓN DE LA ARQUIDIÓCESIS DE SANTO DOMINGO

1. En la Española se habrían de crear dos Diócesis: La Vega y Santo Domingo. En algún momento fueron una sola. Personalidades como Sebastián Ramírez de Fuenleal y Alonso De Fuenmayor, han de figurar en los anales de esta iglesia de la Española, como unos obispos fieles a su ministerio y entregados por completo al servicio del pueblo de Dios que se les había confiado. Pero no solamente como obispos, sino que como hombres comprometidos y responsables con el Evangelio, a todos sirvieron y lograron que esta isla de Santo Domingo estuviera en las páginas más gloriosas de la historia de la Iglesia en América.

2. Con el mejor afecto en Cristo, saludo al señor Cardenal, Su Eminencia Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo, así como al Señor Nuncio de Su Santidad, Su Excelencia Monseñor Józer Wesolowki, a todos los señores obispos, sacerdotes y diáconos, miembros de los institutos de vida consagrada, autoridades y fieles que nos acompañan. A todos, me complace traerles la bendición y el afecto del Santo Padre Benedicto XVI.

El Señor ha querido que el Evangelio llegara allí donde se encuentran los hombres, en su historia y con su propia cultura. La historia hay que leerla desde la fe, pero no pretender cambiar la fe para que se adapte a la historia de los hombres. Es historia de salvación. Quien salva es Dios.

Recordamos esos días de gracia en los que la Iglesia ponía en América unos sólidos fundamentos en sus estructuras evangelizadoras. Nos ayudarán las lecciones de la historia. No como capítulos inamovibles de unos hechos acontecidos en otras fechas, sino como disposiciones de los hombres para hacer frente a la situación que se les presentaba. Unos serán ejemplos a imitar. Otros comportamientos habrá que olvidarlos para siempre. Una historia realizada por los hombres, pero con la fuerza del Espíritu de Dios. La historia de la evangelización de América constituye uno de los capítulos más relevantes de la acción misionera de la Iglesia.

La acción evangelizadora de la Iglesia debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para proponerles o volverles a proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo. Además de la evangelización permanente, nunca interrumpida, se requiere una nueva evangelización capaz de lograr que el mundo escuche el Evangelio. Buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para proponerles o volverles a proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo (Cf. Benedicto XVI. Ubicumque et semper, 21-9-2010).

3. La gloria del Señor amanecerá sobre ti (Is 60, 1-6). La profecía de Isaías no es tiempo pasado, sino anuncio de la permanente vitalidad del Evangelio, capaz de llenar de luz cualquier tiempo.

Los cimientos están bien asentados sobre los apóstoles y profetas, y el mismo Jesús es la piedra angular (Ef 2, 19-22). El mandato del Señor sobre la acción evangelizadora de la Iglesia continúa vigente: id por el mundo y haced discípulos en todos los pueblos… Y sabed que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo (Mt 28, 16 -20).

4. En la Asamblea del CELAM celebrada aquí, en Santo Domingo en 1992, se subrayaba la necesidad de una nueva evangelización, con una Iglesia fuertemente arraigada en Pentecostés, que desea crear tiempos nuevos de evangelización, siempre teniendo como fundamento una fe solida, una caridad intensa, una seria fidelidad y un entusiasmo lleno de fundadas esperanzas. Ello supondrá métodos nuevos de apostolado y un lenguaje en el que los signos sean comprensibles para el hombre de hoy.

Estamos contemplando enormes y sorprendentes avances de la ciencia y de la técnica, pero también el alejamiento de la fe y el olvido de Dios, que es el verdadero problema de nuestro tiempo: el tratar de vivir como si Dios no existiera. Ya nos lo advertía Pablo VI: “El hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero, al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre” (Populorum progressio 42).

Tenemos necesidad de una nueva evangelización que impulse a profundizar en los valores de nuestra fe, para que sean levadura fecunda y configuren la identidad de los pueblos que un día recibieron la luz del Evangelio.

Se hace necesaria una evangelización nueva. No se trata de sobrevivir en una sociedad secularizada, sino de ofrecer lo que se tiene y valora como buena noticia para la salvación del hombre. Nuevas situaciones reclaman respuestas nuevas. Si se está huyendo del pasado histórico y está naciendo una nueva civilización, necesitaremos una Iglesia renovada y una nueva evangelización. Que no es reevangelización de continentes lejanos, ni ruptura con el pasado histórico cristiano, ni rectificación de la labor desarrollada, ni restauracionismo, ni obligado retorno a un tiempo de cristiandad. No se trata de un proyecto de pasado y retaguardia, sino de una perspectiva con futuro abierto y lleno de esperanza.

Es el mundo y es el hombre quienes reclaman una continua actualización evangelizadora. No en cuanto al contenido del mensaje, pero sí en la forma de comunicarlo. Cada época tiene sus problemas, sus desafíos al hombre de fe. Y se necesita una respuesta del Evangelio que llegue a la cultura en la que vive el hombre. Que la salvación se exprese en formas y palabras inteligiblemente adecuadas y comprensibles para los hombres y mujeres de nuestros días.

Los objetivos que pretende alcanzar esta nueva evangelización, no son sino aquellos que conducen a una verdadera conversión del hombre al reinado de Dios, renovándolo todo a la luz del misterio de la Encarnación. Llegar hasta los hombres, meterse en su propia cultura, renovar desde dentro con la fuerza del Evangelio, impulsar fuertes sentimientos y gestos eficaces de caridad fraterna que contribuyan a la implantación de la deseada civilización del amor.

Que la memoria del pasado despierte responsabilidades y haga más justo el futuro. Que la verdad disipe las ambigüedades. Que la justicia restaure derechos perdidos. Que la solidaridad rompa distanciamientos y prejuicios. Que el encuentro con el hombre se haga tarea permanente de quien busca el bien. Que los cientos de años transcurridos abran el camino a los millones de personas que aguardan momentos de justa liberación. Que una evangelización nueva aleje definitivamente viejas levaduras de egoísmos y de injusticias.

5. Bendiciendo a Dios por toda su bondad, estamos celebrando los quinientos años de la erección de la Archidiócesis de Santo Domingo.La diócesis es una parte del pueblo de Dios. No tiene ni otros intereses ni otros proyectos que no sean los que Dios, en Jesucristo, quiere para todos los hombres. Ahora bien, como pueblo que camina peregrino por este mundo, se hace visible en las personas, en su organización, allí donde vive y trabaja.

Los apóstoles, repartidos por el mundo, formaban comunidades cristianas, iglesias particulares. No como partes y fragmentos que sumados compusieran la Iglesia universal, sino como verdadera presencia y manifestación, en un lugar concreto del mundo, de la vida conforme al Evangelio de Jesucristo.

Una Iglesia que está en el mundo. En un mundo concreto. En nuestro caso, esta archidiócesis de Santo Domingo que vive aquí en este lugar. Con su tradición, con su historia, con sus dificultades, con sus proyectos, con sus ilusiones, con sus quebrantos, con sus muchas obras de bien... En fin, que es la Iglesia particular. Y nos sentimos contentos de pertenecer a ella. Se admira la propia historia, se valoran las tradiciones, se agradece lo que de bueno nos han dejado y que hay que mejorar, si es posible, para entregárselo a las generaciones futuras.

La Iglesia es inconcebible sin Cristo y sin los miembros que componen el cuerpo de Cristo. Una Iglesia universal presente en cada una de las diócesis. Una Iglesia con vocación de eternidad, pero presente en un mundo concreto. A la Iglesia universal estamos unidos en los fuertes vínculos de comunión en la misma fe y en el magisterio del Papa, que es Pastor universal. En la Iglesia particular, en la diócesis, se vive esa comunión en una real comunicación y corresponsabilidad. Aunque haya que repartir tareas y responsabilidades, a todos incumbe, aunque sea en grado diverso, según la gracia y el ministerio que ha recibido, el participar activa y responsablemente en la vida de la Iglesia.

A Pedro, el primero de los apóstoles, le dio Jesús el encargo de cuidar y dirigir. El Papa y los obispos, como sucesores de los apóstoles, se cuidan de llevar a cabo con fidelidad este ministerio de servicio a la Iglesia. En la Iglesia universal, el Papa; en las iglesias particulares, los obispos. Hay una sola Iglesia, toda ella presente en las distintas comunidades diocesanas.

Detrás de toda esta realidad, tan visible y palpable, está la fuerza y acción del Espíritu que llena de vida esta Iglesia. Vivimos en la fe del Hijo de Dios, enviado por el Padre, y presente en nosotros por el Espíritu Santo. En esta Iglesia diocesana de Santo Domingo, se necesitan unos a otros. Todos imprescindibles, pues el amor fraterno no puede soportar que falte alguno de los que han sido llamados a formar parte de la familia de los hijos de Dios. Todos están llamados en Jesucristo a ser una sola Iglesia. Es la Iglesia de Cristo en la que se vive, unidos por el Espíritu Santo y en comunión con la Iglesia universal. Espiritual y humana, misterio y realidad visible, aspirando a los bienes de lo alto y guiados siempre por el Espíritu Santo.

7. Así nos quiso el Señor: en medio del mundo y compartiendo las esperanzas, el sufrimiento y las dificultades de la peregrinación de cada día. La Iglesia camina por el mundo de esta manera. Siempre, eso sí, recibiendo los consuelos de Dios.

La archidiócesis de Santo Domingo, después de quinientos años, sigue escuchando la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos, practicando la caridad. Organizada y visible en sus parroquias, arciprestazgos, comunidades religiosas, asociaciones de fieles, la curia diocesana, la catequesis, la liturgia, la economía, la caridad, los pobres y olvidados, los misioneros...

Discípulos y misioneros de Jesucristo, como quiere la Iglesia latinoamericana y caribeña, impulsando una misión continental que llegara a la familia, a las personas, a la vida, a todos los pueblos y culturas (Cf. Documento final. Aparecida 2007, cap 7-10).

La Eucaristía es el centro, manantial y cumbre, de nuestra vida cristiana. Todos los sacramentos hacia la eucaristía conducen; todos los sacramentos de ella derivan. La Iglesia diocesana cuida la celebración de la eucaristía y de los sacramentos: promueve las vocaciones sacerdotales, cuida de la formación espiritual y pastoral de los seminaristas, prepara equipos de liturgia, invita a los fieles a formar parte de asociaciones eucarísticas... Testimonia y practica la caridad y el amor fraterno aprendidos de Jesucristo. Sale al camino de los hombres de todos los pueblos y les habla del Dios de Nuestro Señor Jesucristo.

Que Jesucristo el Señor, con la bienaventurada Virgen María, bendiga a esta Iglesia diocesana de Santo Domingo y a cuantos en ella peregrinan a la casa de Dios. Y que nuestro testimonio cristiano sirva para que todos los hombres alaben a Dios. Que Nuestra Señora de la Altagracia bendiga esta Iglesia de República Dominicana que se honra en tenerla como madre y patrona.

La perspectiva de Jesús sobre el matrimonio

Por Fr. Roger J. LANDRY

«Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre»

Hoy, Jesús contesta a las preguntas de sus contemporáneos acerca del verdadero significado del matrimonio (Mt. XIX, 3-12), subrayando la indisolubilidad del mismo.

Su respuesta, sin embargo, también proporciona la base adecuada para que los cristianos podamos responder a aquéllos cuyos tercos corazones les han hecho buscar la ampliación de la definición de matrimonio para las parejas homosexuales.

Al hacer retroceder el matrimonio al plan original de Dios, Jesús subraya cuatro aspectos relevantes por los cuales sólo pueden ser unidos en matrimonio un hombre y una mujer:

1) «El Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra» (Mt 19,4). Jesús nos enseña que, en el plan divino, la masculinidad y la feminidad tienen un gran significado. Ignorarlo, pues, es ignorar lo que somos.

2) «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer» (Mt 19,5). El plan de Dios no es que el hombre abandone a sus padres y se vaya con quien desee, sino con una esposa.

3) «De manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6). Esta unión corporal va más allá de la poco duradera unión física que ocurre en el acto conyugal. Se refiere a la unión duradera que se presenta cuando un hombre y una mujer, a través de su amor, conciben una nueva vida que es el matrimonio perdurable o unión de sus cuerpos. Es obvio que un hombre con otro hombre, o una mujer con otra mujer, no pueden considerarse un único cuerpo de esa forma.

4) «Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» (Mt 19,6). Dios mismo ha unido en matrimonio al hombre y a la mujer, y siempre que intentemos separar lo que Él ha unido, lo estaremos haciendo por nuestra cuenta y a expensas de la sociedad.

En su catequesis sobre el Génesis, el Papa Juan Pablo II ha dicho: «En su respuesta a los fariseos, Jesucristo plantea a sus interlocutores la visión total del hombre, sin la cual no es posible ofrecer una respuesta adecuada a las preguntas relacionadas con el matrimonio».

Cada uno de nosotros está llamado a ser el “eco” de esta Palabra de Dios en nuestro momento.

El arte de saber amar

por IGNACIO BUISÁN

Quizás una de las palabras más devaluadas, más desprestigiadas y peor usadas de nuestros tiempos sea precisamente la palabra "amor". Creo que hasta podemos estar corriendo el riesgo de perder el sentido del concepto por falta de testimonios auténticos del mismo.

De hecho, muchos niños crecen ahora en un ambiente marcado por el capricho, la competencia y la soledad; enfrascados en los juegos electrónicos y en la computadora que les aísla de la posibilidad de una comunicación real y los envuelve en la atmósfera de lo virtual. Una atmósfera que difícilmente les empuja a salir de sí mismos y a pensar en los demás.

En el mundo de los adolescentes, también gracias al Facebook y a las redes sociales, los niños y las niñas exaltan su crueldad, propia de esta etapa de la vida, en los colegios o fuera de ellos hacia los que consideran débiles o simplemente "non gratos". Sus amistades suelen moverse en el terreno de los intereses egoístas y de las modas, con poco margen para las amistades sinceras y verdaderas.

Los jóvenes y las jóvenes se juntan en los antros y en las salas de fiesta, y se ennovian buscando principalmente en el otro o en la otra satisfacciones egoístas e inmediatas. De hecho, los jóvenes de ahora establecen otro tipo de vínculos: los llaman relación de amigovios o "free", comportándose como novios pero sin serlo, meramente por diversión o por una especie de gusto momentáneo, sin que exista ningún vínculo afectivo entre ellos ni compromisos.

Los grupos juveniles se asocian en clave de diversión y de disfrute de la vida, pero brilla por su ausencia el sentido de una verdadera y sana amistad así como la idea de un noviazgo en clave de respeto mutuo, de sinceridad y de exclusividad.

Por otra parte, la gente se casa y se descasa con una facilidad preocupante. De hecho, la infidelidad está a la orden del día, tanto masculina como femenina. Y estamos llegando al extremo de que se ve raro el que en una familia todo vaya bien.

Entre hermanos, los asuntos económicos y los asuntos familiares hacen relucir el desamor y el poco aprecio con que han podido crecer juntos. Y en las sociedades abunda la conciencia de la ayuda, de la solidaridad, de la labor social, del voluntariado, pero a menudo los intereses políticos y económicos, pervierten y desvirtúan los esfuerzos y las iniciativas convirtiéndolas en banderas de la propia causa.

La palabra "amor", podría estar reflejando una realidad en crisis de identidad. De hecho sería interesante preguntar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes o a los adultos, qué entienden ellos cuando escuchan la palabra "amor". Curiosamente es una palabra que se ha dejado de usar en muchos ambientes: ya no suena en la política, en la economía, en el ámbito empresarial y comercial y en otros.

Poco a poco se ha ido convirtiendo en un producto de ficción hábilmente presentado en las novelas y en las producciones cinematográficas. Aunque precisamente ahora, más bien, nos están queriendo mostrar como "verdadero" amor, las deformaciones del amor.

Todo esto lleva como consecuencia el amordazamiento de nuestra capacidad de amar y la liberación y transmisión de los falsos conceptos de amor que están haciendo estragos en nuestras sociedades y en nuestros ambientes.

Jesucristo vino para hablarnos de amor, y su vida es un testimonio de amor. Pero también vino a pedirnos amor, vino a pedirnos que no desvirtuásemos eso que tanto nos puede asemejar a Dios. El amor no es una conquista, sino un descubrimiento. Yo voy a amar al otro en la medida que sigo encontrando, sigo descubriendo motivos para amarlo.

El amor no es un sentimiento, es una opción. Es la decisión de ser prójimo y no pasar al lado de las necesidades del otro sin importarme tener que dar mi tiempo o ensuciar mi ropa. El amor no es poesía ni son palabras o regalos; el amor es el día a día, es paciencia mezclada con comprensión, es capacidad para esperar, es poner lo mejor de mí, es pensar en el bien de todos, es interés sincero por el otro, es saber escuchar, es dedicación, es acompañar aunque me dé la sensación de estar perdiendo el tiempo, es cuidar, es saber exigir sin dejar de motivar, es rezar los unos por los otros, es en definitiva estar dispuesto a dar la vida por el otro.

La personalidad de Jesucristo

Por Miguel Rivilla San Martín

Pretensión inútil es querer etiquetar la persona divina de Jesús de Nazaret, verdadero hombre y verdadero Dios. En todo igual a nosotros, menos en el pecado.

Con Cristo nos pasa como en el juego de las 7 y media, o nos pasamos o no llegamos. Los evangelios canónicos son el único documento fidedigno - reconocidos oficialmente- por medio de los que podemos conocer algo de la personalidad de Jesús.

No son pocos los que aceptan, con datos extraídos y basados en los evangelios, un Jesús dulce, compasivo, tierno, misericordioso, amante de los niños, de los pobres, enfermos, pecadores; paciente, comprensivo, amigo, amoroso y delicado hasta el extremo…

Basados en las mismas fuentes, otros muchos ven, siguen y admiran un Jesús enérgico, exigente, justo, sin pelos en la lengua, enfrentado a los hipócritas, indignado con los poderosos, firme ante las autoridades veleidosas, defensor de los desfavorecidos y pequeños, marginados etc; que come con pecadores y defiende a prostitutas etc..

Podemos concluir que la personalidad de Jesús es tan singular, única y poliédrica, que resulta imposible cualquier etiqueta.

El mismo Jesús es quien proclama los valores del Reino, de las bienaventuranzas, de la vida feliz, de la inocencia de los niños y de los pobres, de la divina misericordia, del amor de Dios, con un ejemplo sublime en su Pasión y muerte...; a la vez, es el mismo Jesús el que recrimina su hipocresía a los fariseos, escribas, doctores de la Ley- “ raza de víboras, sepulcros blanqueados” – llama “Satanás” al pobre Pedro, condena los escándalos de los niños, limpia el templo sin contemplaciones de los cambistas y negociantes y anuncia el INFIERNO ETERNO, y el justo juicio de Dios a todas las naciones de la Tierra.

Conclusión:

Quien se acerca sin prejuicios a la personalidad de Jesús, queda fascinado por su inconmensurable valor, hasta el punto de hacer realidad la conocida frase:

“A Jesús es imposible conocerle y no amarle; amarle y no seguirle; seguirle y no identificarse con EL”.

Única persona en la Historia de la humanidad, que sin haber escrito ni in solo libro, haber predicado solo tres años y muerto joven, pobre y abandonado a los 33 años, como impostor y criminal, tras un juicio injusto, ha influido y sigue influyendo en la Historia como ningún otro hombre, nacido de mujer.

Este es el líder que a los cristianos, nos ha deparado La Providencia Divina para suplir nuestras miserias y mediocridad.

¡Loado sea mi Señor; a él la gloria por los siglos de los siglos¡

Niños Índigo: ¿realidad o ficción?

Por Ricardo Babarro, Biólogo

La influencia social de la Nueva Era no es un factor despreciable cuando se trata de envolver con su edulcorada mitología aspectos vitales de la sociedad. Recientemente ha surgido un concepto creado por parasicólogos y aprovechado por escritores de best sellers, conocido como “niños índigo", una especie de mesianismo esotérico que atribuye a estos niños la categoría de nueva raza superior, “con un alto potencial intelectual y una nueva conciencia interna” destinada ni más ni menos que a salvar el mundo “rompiendo los antiguos esquemas sociales que atan a la humanidad para lograr mediante su transformación abolir la infelicidad en la Tierra”.

Contra toda sensatez, esta idea está despertando entusiasmo en ciertos círculos de la psicopedagogía. Grupos cada vez mayores de educadores y sicólogos infantiles se han plegado a este tipo de ideas, sin sentarse a analizar si se trata de un fenómeno científicamente comprobable, de una nueva creencia dentro del mundo de lo paranormal y espiritual, o si simplemente es un negocio más, basado en la necesidad de creer que somos especiales y en la explotación del orgullo de los padres para con sus hijos.

ORIGEN DE LA IDEA

El termino “índigo” fue inventado en 1982 por Nancy Ann Tappe, una parapsicología que desarrolló un sistema para clasificar la personalidad de las personas de acuerdo al color de su “aura”. Según ella, las auras han estado saliendo y entrando de la Tierra a través de la historia, pero las de color índigo comenzaron a aparecer en los años 1980 y su número aumenta rápidamente.

Pero no fue sino hasta 1999 cuando apareció un libro titulado “Los Niños Índigo”, cuyos autores, Lee Carroll y Jean Tober, popularizaron la idea de una nueva generación espiritual de características especiales, destinada a mejorar el mundo. Este libro se originó sobre la base de relatos de “extraños” comportamientos por parte de niños, reportados por maestros y sicólogos que asistieron a sus seminarios. Así, describieron presuntos atributos sicológicos “poco usuales” y patrones de comportamiento “no documentados con anterioridad”. El libro no es más que una colección de ensayos y entrevistas a “expertos” en la materia, principalmente personas dedicadas la “sanación espiritual”, “canalizadores” (modernos mediums espiritistas), “terapia de ángeles” y “terapias alternativas”.

Según los autores, los patrones de conducta distintivos de los niños índigo son:

• Llegan al mundo sintiéndose reyes, y a menudo se comportan como tales.

• Tienen la sensación de merecer estar donde están, y se sorprenden cuando los demás no la comparten.

• No tienen problemas de valoración personal, a menudo le dicen a sus padres quiénes son.

• Les cuesta aceptar la autoridad que no ofrece explicación ni alternativa.

• Se niegan a hacer ciertas cosas, como por ejemplo esperar en una fila.

• Se sienten frustrados con los sistemas ritualistas que no requieren un pensamiento creativo.

• A menudo encuentran formas mejores de hacer las cosas, tanto en la casa como en la escuela.

• Parecen ser antisociales, a menos que se encuentren con personas como ellos.

• No reaccionan ante la disciplina de la culpa.

• No son tímidos para manifestar sus necesidades.

Es fácil darse cuenta de que todas estas características son demasiado ambiguas y comunes en niños pequeños como para definir un patrón especial, y muchas de ellas, como se verá más adelante, describen parcialmente el comportamiento de niños con Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (SDAH). Sin embargo, algunas conductas atribuidas a estos niños, que incluyen comportamiento antisocial, problemas de autoridad, egoísmo, etc., describirían fácilmente a un delincuente en potencia.

Entre otras características atribuidas a los niños "índigo" se cuentan una inteligencia y creatividad superiores, sistemas inmunológicos “mejorados”, y hasta atributos paranormales.

Todo esto señala perfectamente las peligrosas implicaciones del concepto de los niños índigo. La idea de predestinación, de vana superioridad, de libertad absoluta y falta de respeto por la sociedad, serían las consecuencias más dañinas si este enfoque llega a penetrar la sicología educativa actual. Si bien el autoritarismo excesivo es contrario a una educación adecuada, el otro extremo es tanto o más peligroso, redundando en la alienación y frustración casi segura de grandes números de estos niños, adolescentes y adultos, al descubrir que en realidad son tan ordinarios como cualquiera de nosotros.

Sin duda, la afirmación más extraordinaria es que esta nueva “raza superior” está provista de un sistema inmunológico mucho mejor dotado, que impide que enfermen en lo absoluto. Si en efecto estos niños son una “nueva raza biológica” además de espiritual, tal sería una excelente prueba de su existencia y origen especial.

La única mención hallada de un caso particular (aunque sin referencia bibliográfica específica) es acerca de las presuntas pruebas realizadas en una fecha que no se especifica en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), donde supuestamente se expusieron células de niños índigo (tampoco se especifica qué tipo de células: piel, sangre, etc.) a virus del SIDA y células cancerígenas (no se especifica de qué tipo), “las cuales no afectaron en modo alguno las células de los infantes.”

Ante tan trascendental descubrimiento en la historia de la medicina mundial, buscamos en la página web de la referida universidad, pero no se pudo encontrar referencia alguna relativa a este pretendido experimento, o siquiera alguna reseña sobre los niños índigo. Tampoco se encontró ninguna referencia de tan extraordinarios resultados consultando las páginas web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. (U.S. National Library of Medicine) y los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), las cuales contienen referencias y resúmenes de investigaciones publicadas en 4.600 revistas biomédicas en el ámbito mundial. Un descubrimiento de esta importancia no hubiera pasado desapercibido para la comunidad médica mundial y sin duda los investigadores serían merecedores del Premio Nóbel, por lo que se puede deducir sin mayores dudas que se trata de una afirmación falsa.

Dentro de las características psicológicas se atribuye a los niños índigo un desarrollo mental acelerado que les permite adquirir habilidades motrices antes de la edad respectiva, y por lo mismo su inteligencia es muy superior a la promedio. Adicionalmente se les atribuyen facultades extrasensoriales como clarividencia, telepatía, etc.

Cualquier escepticismo sobre estas afirmaciones se despejaría si se realizaran pruebas estadísticas, comparando tests de inteligencia entre niños “índigo” y comunes, partiendo del supuesto de que tengan similar alimentación, cuidado paterno y educación. Habría que realizar ensayos doble ciego* en los que se encomendaría a uno o varios “iluminados” que puedan “ver las auras” para que se elija, según su criterio, un número suficiente de niños índigo. De igual manera se seleccionaría un grupo similar de niños “no índigo”. A estos dos grupos se les aplicarían tests de inteligencia y se analizarían los resultados. En ninguna fuente de información sobre niños “índigo” se menciona la realización de este tipo de sencillas pruebas; solo se hacen simples afirmaciones sustentadas en la nada.

Con relación a las aptitudes parasicológicas, numerosos estudios científicos controlados acerca de telepatía, telequinesis, etc. han demostrado repetidamente que no se trata de fenómenos reales sino de creencias, o en la mayoría de los casos, simples fraudes.

CONSECUENCIAS PARA LA EDUCACIÓN

Para entender la actual popularidad de esta idea, es necesario analizar por qué se asegura que los niños que sufren de SDAH son en realidad “niños índigo”. La natural resistencia de los padres a reconocer que sus hijos puedan tener problemas neurológicos explica que algunos prefieran creer en explicaciones alternativas, sin ningún tipo de evidencia científica que las apoye, pero que les ofrezcan las respuestas que quieren escuchar: que sus hijos no tienen problemas sino que son seres especiales, procedentes de otros planos espirituales, incomprendidos por la medicina moderna.

Además, en Estados Unidos existe actualmente una corriente de opinión contra el uso del Ritalin (medicamento utilizado desde 1950 en casos graves de hiperactividad), acicateada por promotores de terapias alternativas y defensores de la Nueva Era, quienes sostienen que los tratamientos “naturales” son más efectivos que las drogas creadas y probadas científicamente. Parece que esta histeria que rodea el uso del Ritalin se ha incrementado por la cobertura sensacionalista de algunos medios de comunicación, y eso ha hecho posible que un libro tan intrascendente como Los Niños Índigo sea tomado en serio. Simplemente escribieron lo que muchos padres y maestros querían oír y creer, lo adornaron con auras azules y genios salvadores del mundo, y lo publicaron en el momento correcto.

Hay peligros reales al tratar niños que sufren SDAH con ideas metafísicas y no con medicina moderna. Los infantes con este síndrome, si no son atendidos adecuadamente, con frecuencia experimentan disminuciones en su coeficiente intelectual y rendimiento académico, resultando en una alta probabilidad del uso de drogas cuando llegan a adolescentes y adultos.

Enseñarle a los niños que son capaces y especiales puede ser positivo para su autoestima, siempre y cuando no se les inculque que son superiores a nadie. Sin embargo, muchos niños desarrollan problemas por causa de las expectativas irreales de sus padres, que los presionan y los frustran. El caso de los “niños índigo” sería lapidario.

Tampoco hay que olvidar todas las implicaciones económicas de esta y otras creencias de la Nueva Era, que incluye seminarios, talleres de autoayuda, libros, revistas y páginas web que promocionan la idea para captar padres y educadores. Incluso existen “escuelas” con programas de educación “especial” para niños índigo (bastante costosas por cierto), basadas en esta creencia. Para colmo, en Venezuela, en mayo de 2003, la Universidad de Los Andes –a través de su Facultad de Humanidades y Educación– avaló un taller al respecto dictado por gurus de la Nueva Era, dándole “respetabilidad” al tema pero restándosela a la universidad. Si! esta es la tendencia de los educadores modernos, estamos en graves problemas.

REFERENCIAS

• Biblioteca Nacional de Medicina e Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. http://www.nlm.nih.gov/

• Carrol, L & Tobber, J. (2001) Los Niños Índigo. Barcelona, España. Ediciones Obelisco.

• El Club de los Niños Índigo. http://www.geocities.com/elclubdelosninosindigo/

• Índigo Kinder en español. Nuevos Niños, Nuevos Hombres. Los Niños Índigos.http://www.indigokinder.de/die_indigo_kinder_espanol.htm

• Kryon (mensajero celeste). http://www.kryon.com/

• Psicopedagogía. Hiperactividad infantil. http://www.psicopedagogia.com/marcos.html?hiperactividad.htm

• Universidad de California-Los Ángeles. www.ucla.edu

* Un ensayo doble ciego tiene como premisa, independientemente del diseño experimental, que ni el investigador ni el sujeto investigado conozcan aspectos del experimento que puedan alterar los resultados.

Out

Editorial del Listín Diario

Es sabido que, entre muchos hombres jóvenes, se ha generalizado el uso de estimulantes sexuales para mantenerse “in” en esta sociedad que, poco a poco, ha ido dejando que el hedonismo imponga su marca.

Pero terminan “out”, por el abuso que hacen de estas sustancias. Tanto como con estimulantes, la adicción también es notoria con las drogas y con otra fórmula etílica de moda: la de ligar distintas bebidas al mismo tiempo para producir una especie de “bomba” licorera que los pone a volar por las nubes de la imaginación y a vivir en otra “realidad”.

La frecuencia o la cuantía en el uso que muchos hombres jóvenes dan a los estimulantes sexuales, fabricados para ayudar en los casos de disfunsión erectil por razones orgánicas o psicológicas, ha comenzado a causar honda preocupación.

Las estadísticas que manejan los especialistas hablan de centenares de casos de jóvenes con edades de entre 20 y 28 años que han sufrido lesiones cerebrales por este motivo.

Y a menudo se conocen, entre las familias de la ciudad, los informes de jóvenes que mueren de infarto sin que aparentemente estén sufriendo de algunos de los síntomas letales más conocidos.

Muchos médicos sospechan que la causa de estas muertes tempranas es el uso desmesurado o sin prescripción de estimulantes sexuales que potencializan la irrigación de la sangre y que pueden desembocar en el hecho fatal.

El ministro de Salud Pública es partidario de que se controle el uso indiscriminado de estos estimulantes, tanto por la vía de una sistemática y correcta orientación como de exigencias más rigurosas para su adquisición libre en las farmacias.

Estamos frente a una situación digna de la mayor y más seria atención de la sociedad, para contener, en lo posible, esta hemorragia de casos de jóvenes que por estar “in” en la sexualidad, fácilmente terminan “out”, pudiendo tener una larga y fructífera vida por delante.