Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

María, La Madre de Jesús

30 de Mayo #2007
En honor a Juana de Arco (+ 1431)

Sra.
Viola Núñez de López
Directora de la revista “el Maná”
Órgano informativo de la Iglesia Bautista Internacional
Vía correo electrónico: violanunez@gmail.com
Ciudad,

Ref.: “María, La Madre de Jesús

“La doctrina del libre examen de Las Sagradas Escrituras encierra en sí misma una enorme contradicción: los protestantes niegan rotundamente que el Papa y el Magisterio de La Iglesia católica sean infalibles, pero –en cambio- aceptan que cada uno de ellos lo es en su propia interpretación.”

Distinguida Sra. Núñez de López:

“Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo. Si peca siete veces al día, y otras siete veces viene a decirte: ‘me arrepiento’, perdónalo” [Jesús según San Lucas (XVII, 3-4)].

Al saludarle cordialmente, le escribo a fin de comentarle algunas cosas sobre este artículo suyo tan particular aparecido en el boletín de su iglesia, en el que por un lado elogia graciosamente a Nuestra Señora, y por el otro irrumpe injuriosamente contra sus hijos, fieles a La Iglesia católica.

Hace unos días chequeaba la carátula de un DVD de “¿Respuestas?” sobre la devoción católica a La Virgen María en Mr. Movies. Ya me preparaba yo para abrir la boca, como lo hizo “la tierra” (cf. Ap. XII, 16). Es providencial que haya llegado a mis manos este boletín.

En días pasados he dirigido una comunicación a Don Álvaro Vargas Llosa, Director del Center for Global Prosperity at the Independent Institute, “made in USA”, al haber osado tratar el tema del “desafío de las sectas” en la región de manera irresponsable e insidiosa, un hombre tan elegante e inteligente como él. Una actitud propia de escribas y fariseos de aquellos tiempos. Con esta pregunta comenzaba yo esa misiva:

Martín Lutero y compartes, los reformadores, ¿asumieron una actitud piadosa frente al terrible pecado de sus hermanos cristianos católicos de principios del siglo XVI, como indicara Jesús, o bien han adoptado una postura soberbia, agresiva, de abandonar La Barca de Pedro (cf. 1 Jn. II, 19), luego de mil quinientos (1’500) años de navegación?

En el glosario de La Biblia (de América) que utilizo, el término “Sanedrín” se define como la Corte Suprema del pueblo judío (un consejo de ancianos), integrado por setenta y un miembros pertenecientes a tres clases sociales: - los cabezas de las grandes familias (senadores o aristocracia laica); - los sumos sacerdotes ya retirados, junto a otros sacerdotes elegidos de entre las cuatro familias sacerdotales más importantes (aristocracia sacerdotal); y - los maestros o doctores de la Ley (letrados o aristocracia intelectual). Laicos, Sacerdotes e intelectuales puestos de acuerdo para errar, y de qué forma.

Es comprensible, hablamos aquí de la crema y nata de la sociedad judía de la época, aquellos que esperaban la venida del Mesías profetizada durante siglos. Aún así no comprendieron. Imagínese ahora al común de los mortales tratando de entender los misterios de Dios a su mejor conveniencia. ¡Qué lío!

“En La Escritura hemos de buscar siempre La Verdad, que es Cristo mismo, no el oropel de la elocuencia. Leerla animados por el mismo espíritu conque fue escrita. En el Libro santo, debemos fijarnos más en la utilidad y el provecho espiritual que en la sutileza de su lenguaje.”

Lo mismo sucede hoy con una mayoría de cristianos, católicos “light” y otros, yo el primero, que no sabemos tributar un culto a la Madre de Dios como es debido. Pero tampoco hemos de ser tan drásticos, como para llamarlos herejes e idólatras.

En adición a La Biblia y el Catecismo que reviso continuamente, en mi mesa de noche reposan otros libros sobre nuestra fe, dos de ellos –por muchas razones- especialmente importantes para mí: el Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María (de Luis María Grignon de Monfort), y La Imitación de Cristo (de Tomás de Kempis).

Si todo cristiano comprometido con su fe leyera frecuentemente dichos textos, y los hiciera carne de su carne, otro gallo cantaría. Pero no es así, y es por eso que la mayoría de los cristianos no conocen bien la fe que profesan, mucho menos conocer a La Iglesia católica que tanto detestan, con sus raíces bien ancladas en la Cruz de Cristo hace dos mil años.

El Pueblo de Dios “se muere por falta de conocimiento” (cf. Os. 4, 6), de conocer y poner en practica la sana doctrina cristiana, la fe apostólica que hemos heredado de nuestros padres. Como bien dice, no son dos sino tres los grupos directamente afectados por ello: - los católicos “light” que invocan ingenuamente a La Virgen María en forma errónea; - los protestantes que, por anticatólicos, no la invocan para nada; y – los santeros, que invocan a otros espíritus utilizando imágenes católicas para confundirnos. Lo primero y lo segundo es producto de la ignorancia; lo tercero es ocultismo rampante.

He leído antes, en algún libro heredado de mis antepasados, de dos posibles jerarquías espirituales conocidas por nosotros los hombres: 1. Jesús, María y José (La Sagrada Familia); y 2. Dios-Padre, Jesús-Hijo y María La Madre. En ambas figuran Jesús y María, esos dos personajes tan importantes para la salvación del mundo.

Usted habla de que hemos de conocer e imitar a La Virgen María. A ver, explíqueme, ¿cómo se las arregla para conocerla? ¿Cómo se hace para llamarla “bienaventurada”?
Sobre aquello de convertir a La Virgen María en un “icono escatológico”, voy a utilizar este relato que aparece en el Libro de las Revelaciones (XI, 19-XII, 18) para explicarle, lo dice todo de manera clara y elocuente. Por lo menos es mi humilde interpretación, usted me corrige:

“Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada… Me imagino de inmediato las puertas del Santísimo abriéndose de par en par para que todos entremos a adorarlo en espíritu y en verdad, y el Sagrario allá puesto en el fondo.

“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz… Una Mujer que algunos dicen es La Iglesia católica, pues la iglesia de los protestantes es invisible. Yo me limito a decir que es la Santísima Virgen María, Madre de Jesús, gloriosa en el Santuario del Cielo a la derecha de su Hijo, de Dios Padre y del Espíritu Santo, su Esposo.

“Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra… Los que saben más que yo dicen que esto es la imagen perfecta de Satán y sus secuaces, los agentes de iniquidad, que con su astucia y sabiduría angelical buscan continuamente a quien devorar. Las “estrellas que arrastra con la cola el Dragón” dicen que aplica a una cantidad enorme de demonios que deciden –o son forzados a- seguir a Lucifer al momento de desobedecer a Dios, echar el pleito con Miguel y sus ángeles, y ser echados fuera definitivamente del cielo, precipitados hacia la tierra a continuar peleando con nosotros hasta el final como parte de su descendencia.

“El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono… De nuevo, los que saben dicen que esto se refiere a aquellos momentos cuando Jesús era tentado en el desierto, cuando el Demonio se aleja para volver a ÉL de nuevo en un momento más oportuno, durante La Pasión. Presumo que, como mujer, usted comprenderá mucho mejor que yo esta parte de dar a luz a un Hijo varón, Jesús de Nazaret, arrebatado al Cielo estilo el Profeta Elías.

“Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada 1.260 días... Para los que no creen en estas cosas parece un absurdo, pero nosotros los católicos creemos que esto puede aludir perfectamente a la Asunción de La Virgen María al Cielo, luego de pasar unos años con Juan el Evangelista, su custodio.

“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él... Sin comentarios.
“¡Ay de la tierra y del mar! porque el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.»… ¡Sálvese quien pueda! Este pasaje –que aterra a cualquiera- lo asocio a la II carta de San Pablo a los Tesalonicenses (v. 6-7), cuando menciona que ese algo que detiene al Diablo de actuar con toda su fuerza contra nosotros como pueblo de Dios se retirará, permitiendo que hasta la fe de los mismos elegidos sea puesta a prueba, por estar buscando a Dios en otro lugar, donde nos se nos ha perdido. ¿Usted se imagina aquello?

“Cuando el Dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo… Esto es lo que le decía antes, Jesús ha prometido proteger a su Iglesia hasta el final de los tiempos. Es la única manera de uno poder explicar cómo nosotros los católicos no hemos podido acabar con ELLA, ni hablar de los protestantes.

“Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón… El vomito del Dragón lo comparo yo con algunas expresiones, cosas que leo y veo en los medios de comunicación local, a mí que me ha tocado por vocación este difícil ministerio epistolar. Abrir la boca para proclamarla “dichosa y bienaventurada”, pero también para defenderla –en la medida de lo posible- de tantos y tantos ataques que se perpetran contra ELLA a diario, y así hasta el final de la historia, ahora que tenemos incluso la presencia en suelo patrio de varias sectas fundamentalistas marianas, como un tal devoción proveniente de la vecina isla de Puerto Rico. ¿Usted se imagina lo que es tragar el agua de un río vomitado por el Demonio, todos los días? En esas paso yo.

“Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. Yo estaba en pie sobre la arena del mar…” Como todo en La Palabra de Dios, aquí es donde el puerco tuerce el rabo, como dicen en el Cibao, pues es la visión exacta de la vida de nosotros los cristianos a partir del momento en que decidimos seguir a Cristo como Dios manda, cumpliendo todos y cada uno de sus mandamientos.

Si usted no se siente perseguida por el Maligno, tiene que revisarse, pues puede que esté perfectamente formando parte de su equipo sin ni siquiera darse cuenta de ello. Y eso sí que es malo.

Estando Jesús clavado en la Cruz, entregó a María en manos de Juan, el discípulo amado. Dicen los que saben que juntos pasaron unos veinte años antes de ELLA subir al cielo como he explicado. Dicen que buena parte de cuanto Juan ha dejado plasmado en sus cartas y el Apocalipsis lo aprendió de María. ¿Usted se imagina la experiencia de pasar junto a ELLA los últimos años de su vida terrena?

Para concluir, le transcribo parte de un texto tomado del Tratado que tanto me encanta, donde mejor define el rol de La Virgen en las vidas tanto de La Iglesia, como comunidad visible de creyentes, como la nuestra:

Capítulo II, María en el misterio de la Iglesia. 22. El proceder que las tres divinas personas de la Santísima. Trinidad han adoptado en la Encarnación y primera venida de Jesucristo, lo prosiguen todos los días de manera invisible en la santa iglesia, y lo mantendrán hasta el fin de los siglos en la segunda venida de Jesucristo.

A. Misión de María en el pueblo de Dios. Colaboradora de Dios. 23. Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar. Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María. El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, raro y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya plenitud se enriquecen los hombres.

24. Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias. María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.

25. Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de los Santos Padres.

26. Si yo hablara a ciertos sabios actuales, probaría cuanto afirmo sin más, con textos de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres, citando al efecto sus pasajes latinos, y con otras sólidas razones, que se pueden ver largamente expuestas por el R. P. Poiré en u Triple Corona de la Santísima Virgen. Pero estoy hablando de modo especial a los humildes y sencillos. Que son personas de buena voluntad, tienen una fe más robusta que la generalidad de los sabios y creen con mayor sencillez y mérito. Por ello me contento con declararles sencillamente la verdad, sin detenerme a citarle los pasajes latinos, que no entiende. Aunque no renuncio a citar algunos, pero sin esforzarme por buscarlos. Prosigamos.

Influjo maternal de María. 27. La gracia perfecciona a la naturaleza, y la gloria, a la gracia. Es cierto, por tanto, que el Señor es todavía en el cielo Hijo de María como lo fue en la tierra y, por consiguiente, conserva para con Ella la sumisión y obediencia del mejor de todos los hijos para con la mejor de todas las madres. No veamos, sin embargo, en esta dependencia ningún desdoro o imperfección en Jesucristo. María es infinitamente inferior a su Hijo, que es Dios. Y por ello, no le manda como haría una mare a su hijo de aquí abajo, que es inferior a ella. María, toda trasformada en Dios por la gracia y la gloria, que transforma en El a todos los santos no le pide, quiere ni hace nada que sea contrario a la eterna e inmutable voluntad de Dios. Por tanto, cuando leemos en San Bernardo, San Buenaventura, San Bernardino y otros, que en el cielo y en la tierra todo inclusive el mismo Dios está sometido a la Santísima Virgen, quieren decir que la autoridad que Dios le confirió es tan grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina Majestad. La cual no desoye jamás las súplicas de su querida Madre, porque son siempre humildes y conformes a la voluntad divina. Si Moisés, con la fuerza de su plegaria, contuvo la cólera divina contra los Israelitas en forma tan eficaz que el Señor altísimo e infinitamente misericordioso, no pudiendo resistirle, le pidió que le dejase encolerizarse y castigar a ese pueblo rebelde, ¿qué debemos pensar con mayor razón de los ruegos de la humilde María, la digna Madre de Dios, que son más poderosos delante del Señor, que las súplicas e intercesiones de todos los ángeles y santos del cielo y de la tierra?

28. María impera en el cielo sobre los ángeles y bienaventurados. En recompensa a su profunda humildad, Dios le ha dado el poder y la misión de llenar de santos los tronos vacíos, de donde por orgullo cayeron los ángeles apóstatas. Tal es la voluntad del Altísimo que exalta siempre a los humildes: que el cielo, la tierra y los abismos se sometan, de grado o por fuerza, a las órdenes de la humilde María, a quien ha constituido Soberana del cielo y de la tierra, capitana de sus ejércitos, tesorera de sus riquezas, dispensadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel compañera de su grandeza y de sus triunfos.

Señal de fe auténtica. 29. Dios Padre quiere formarse hijos por medio de María hasta la consumación del mundo y le dice: Pon tu tienda en Jacob, es decir, fija tu morada y residencia en mis hijos y predestinados, simbolizados por Jacob, y no en los hijos del demonio, los réprobos, simbolizados por Esaú.

30. Así como en la generación natural y corporal concurren el padre y la madre, también en la generación sobrenatural y espiritual hay un Padre, que es Dios, y una Madre, que es María. Todos los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre. Y quien no tenga a María por Madre, tampoco tiene a Dios por Padre. Por esto los réprobos como los herejes, cismáticos, etc., que odian o miran con desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen no tienen a Dios por Padre aunque se jacten de ello porque no tienen a María por Madre. Que si la tuviesen por tal, la amarían y honrarían, como el buen hijo ama y honra naturalmente a la madre que le dio la vida. La señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de perversa doctrina, a un réprobo de un predestinado, es que el hereje y el réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos.

¡Ay! Dios Padre no ha dicho a María que establezca en ellos su morada porque son los Esaús.

María, Madre de la Iglesia. 31. Dios Hijo quiere formarse por medio de María, y por decirlo así, encarnarse todos los días en los miembros de su Cuerpo Místico y le dice: Entra en la heredad de Israel. Como si dijera: Dios, mi Padre, me ha dado en herencia todas las naciones de la tierra, todos los hombres buenos y malos, predestinados y réprobos: regiré a los primeros con cetro de oro, a los segundos justo vengador, de todos seré juez. Tú, en cambio, querida Madre Mía, tendrás por heredad y obsesión solamente a los predestinados, simbolizados por Israel: como buena madre suya, tú los darás a luz, los alimentarás y harás crecer y, como su soberana, los guiarás, gobernarás y defenderás.

32. "Uno por todos han nacido en ella", dice el Espíritu Santo. Según la explicación de algunos Padres, un primer hombre nacido de María es el Hombre-Dios, Jesucristo, el segundo es un hombre-hombre, hijo de Dios y de María por adopción. Ahora bien, si Jesucristo, Cabeza de la humanidad, ha nacido de Ella, los predestinados, que son los miembros de esta Cabeza, deben también, por consecuencia necesaria, nacer de Ella. Ninguna madre da a luz la cabeza sin los miembros ni los miembros sin la cabeza: de lo contrario, aquello sería un monstruo de la naturaleza. Del mismo modo, en el orden de la gracia, la Cabeza y los miembros nacen de la misma madre. Y si un miembro del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, un predestinado, naciese de una Madre que no sea María la que engendró a la Cabeza, no sería predestinado ni miembro de Jesucristo, sino un monstruo en el orden de la gracia.

33. Más aún, Jesucristo es hoy, como siempre, fruto de María. El cielo y la tierra se lo repiten millares de veces cada día: "Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". Es indudable, por tanto, que Jesucristo es tan verdaderamente fruto y obra de María para cada hombre en particular que lo posee, como para todo el mundo en general. De modo que si algún fiel tiene a Jesucristo formado en su corazón, puede decir con osadía: "Gracias mil a María: lo que poseo es obra y fruto suyo y sin Ella no lo tendría!" Y se pueden aplicar a María, con mayor razón que San Pablo se las aplicaba a sí mismo, estas palabras: "¡Hijitos míos!, de nuevo sufro los dolores del alumbramiento hasta que Cristo se forme en ustedes". Todos los días doy a luz a los hijos de Dios, hasta que se conformen a Jesucristo, mi Hijo, en madurez perfecta. San Agustín, excediéndose a sí mismo y a cuanto acabo de decir, afirma que todos los predestinados para conformarse a la imagen del Hijo de Dios están ocultos, mientras viven en este mundo, en el seno de la Santísima Virgen, donde esta Madre bondadosa los protege, alimenta, mantiene y hace crecer hasta que los da a luz para la gloria después de la muerte, que es, a decir verdad, el día de su nacimiento, como llama la iglesia a la muerte de los justos. ¡Oh misterio de gracia, desconocido de los réprobos y poco conocido de los predestinados!

María, figura de la iglesia. 34. Dios Espíritu Santo quiere formarse elegidos en Ella y por Ella y le dice: "En el pueblo glorioso echa raíces". Echa, querida Esposa mía, las raíces de todas tus virtudes en mis elegidos, para que crezcan de virtud en virtud y de gracia en gracia. Me agradé tanto en ti, mientras vivías sobre la tierra practicando las más sublimes virtudes, que aún ahora deseo hallarte en la tierra sin que dejes de estar en el cielo. Reprodúcete, para ello, en mis elegidos, para que crezcan de virtud en virtud y de gracia en gracia. Me agradé tanto en ti, mientras vivías sobre la tierra practicando las más sublimes virtudes, que aún ahora deseo hallarte en la tierra sin que dejes de estar en el cielo. Reprodúcete, para ello, en mis elegidos. Tenga yo el placer de ver en ellos las raíces de tu fe invencible, de tu humildad profunda, de tu mortificación universal, de tu oración sublime, de tu caridad ardiente, de tu esperanza firme y de todas sus virtudes. Tú eres, como siempre, mi Esposa fiel, pura y fecunda. Tu fe me procure fieles, tu pureza me dé vírgenes; tu fecundidad, elegidos y templos.

35. Cuando María ha echado raíces en un alma, realiza allí las maravillas de la gracia que sólo Ella puede realizar, porque Ella sola es Virgen fecunda, que no tuvo ni tendrá jamás semejante en pureza y fecundidad. María ha colaborado con el Espíritu Santo a la obra de los siglos, es decir, la Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa puede realizar en unión del Espíritu Santo, las cosas singulares y extraordinarias.

36. Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la encuentra en un alma, vuela y entra en esa alma en plenitud y se le comunica tanto más abundantemente cuanto más sitio hace el alma a su Esposa. Una de las razones principales de que el Espíritu Santo no realice maravillas portentosas en las almas, es que no encuentra en ellas una unión suficientemente estrecha con su fiel e indisoluble Esposa. Digo "fiel e indisoluble Esposa", porque desde que este Amor sustancial del Padre y del Hijo, se desposó con María para producir a Jesucristo, Cabeza de los elegidos, y a Jesucristo en los elegidos, jamás la ha repudiado, porque Ella se ha mantenido siempre fiel y fecunda.”

El problema que tenemos nosotros entre manos es grande, incluso peor de lo que muchos piensan de manera ciertamente egoísta. Las fuerzas del imperio de la muerte y el misterio de la iniquidad conspiran continuamente contra La Iglesia y la fe de sus fieles, y como no pueden contra ELLA, ya que Cristo mismo prometió protegerla hasta el final, van a intentar manipularnos utilizando maestros especializados en falsa doctrina, a través de los medios de comunicación, logrando confundir a grandes mayorías hasta más no poder.

Sin otro particular por el momento, aprovecho para suscribirme a sus órdenes siempre.

Atentamente,

Mario R. Saviñón
mrsavinon@yahoo.com

Pd. “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan! Porque eso no te lo ha dicho nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el Cielo. Ahora te digo Yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no prevalecerá contra ELLA. Te daré las Llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el Cielo” [Mt. XVI, 13-20] Otro dichoso entre tantos.

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