Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

La batalla contra el aborto, es posible...

¿CRIMEN O DERECHO?

LA BATALLA CONTRA EL ABORTO

Por el Dr. José Alberto Ortiz Beltrán

El Aborto: Un antiguo dilema

La eliminación del producto de la concepción en el vientre materno es una práctica tan vieja como la propia humanidad. Cada cultura ha tenido que encararla con arreglo a sus convicciones morales y a los valores de su tiempo. El aborto provocado ha sido siempre una herida abierta en la conciencia de los pueblos, un interrogante a la sensibilidad ética y, a la vez, un acontecimiento indeseable que con frecuencia las personas implicadas han procurado ocultar.

Sin embargo, en nuestros días este antiguo dilema se ha agudizado y ya no se discute apenas acerca de si es lícito o no, en caso de prescripción médica para salvar la vida de la madre o con el fin de controlar la natalidad y liberarse de una descendencia no deseada. Hoy el aborto forma parte de la revolución sexual de Occidente y apunta sobre todo hacia el descubrimiento de anomalías genéticas en ese indefenso ser aún no nacido. El claustro materno se ha convertido en el lugar más inseguro del mundo. Del secreto y el anonimato se ha pasado a la publicidad comercial, en una sociedad liberal que aspira a ser avanzada y barniza la realidad del aborto con una capa de progresismo jurídico. La gran paradoja de esta sociedad abortista es que mientras se lucha contra la tortura y la pena de muerte, se amplían al mismo tiempo los supuestos para poder aplicarlas a criaturas indefensas antes de su nacimiento.

De ahí que para la sensibilidad cristiana resulte del todo imposible, en la actualidad, mirar este asunto desde una perspectiva acomodaticia, distante o fría. El problema nos afecta a todos, simplemente porque somos seres humanos y, como dijera el poeta latino Terencio, "hombre soy, y ninguna cosa humana me es ajena". La realidad de tal práctica no debe dejarnos indiferentes. El aborto es y seguirá siendo una grave disyuntiva capaz de remover los valores fundamentales del alma humana. Se trata de algo indeseable que aunque en ocasiones se presente con tonalidades liberadoras, en el fondo lleva casi siempre un equipaje amargo de angustia, opresión, injusticia y soledad.

¿Vivimos en una sociedad abortista?

Los estudios sociológicos confirman que el número de abortos tiende a aumentar en aquellos países donde tal práctica está liberalizada. Los mismos estudios demuestran que la interrupción del embarazo no sólo aumenta en los países donde el aborto ha sido despenalizado o legalizado, sino que se convierte además en un fenómeno predominantemente adolescente.

Teniendo en cuenta el elevado número de abortos que se producen cada año en la mayoría de los países del mundo occidental, así como la tendencia al aumento progresivo de los mismos, es posible calificar esta sociedad como "abortista".

Entre los factores que han contribuido a este carácter abortista de Occidente se han señalado los siguientes:

El progreso de la medicina y de las técnicas quirúrgicas abortivas que ha disminuido o eliminado los riesgos de tales operaciones.

La creciente permisividad y aceptación social de la interrupción de los embarazos.

Los fallos en los métodos de control de la natalidad que inducen como último recurso a la práctica del aborto.

El excesivo crecimiento demográfico capaz de hacer que determinados gobiernos promuevan la práctica del aborto con el fin de controlar a la población.

El miedo a los embarazos con defectos físicos o psíquicos, fácilmente detectables mediante diagnóstico prenatal.

La emancipación de la mujer y el aumento de las motivaciones personales.

La infravaloración del feto o embrión como ser no humano.

Las situaciones de injusticia social, pobreza, deficiencias en educación, cultura, carencia de vivienda adecuada, trabajo, etc.

Todas estas causas son susceptibles de determinar la realidad sociológica del aborto en el momento actual.

Definición y tipos de aborto

La definición más real y objetiva que se ha propuesto para el aborto es la siguiente: "El aborto es la muerte del feto humano antes de nacer, provocada directa y deliberadamente en cualquiera de los momentos biológicos del proceso de gestación a partir del momento preciso de la concepción, sea vaciando expresamente la matriz, sea impidiendo el desarrollo natural del óvulo femenino fecundado por el espermatozoide masculino".

La primera clasificación del aborto se hace en función de la causa que lo produce. Es posible así hablar de aborto espontáneo o natural cuando no se origina por la acción humana, sino debido a otras razones, como puede ser el mal estado del embrión. El número de embriones o fetos que se malogran de esta manera después de la fecundación suele ser elevado y oscila entre el 10 y el 15%. El otro tipo de aborto, el provocado, es aquel que realiza el ser humano de forma consciente y con una clara intención de acabar con la vida del nonato. Desde el punto de vista jurídico se le considera legal cuando la ley lo permite y criminal si es que ésta lo prohíbe. Pero además según sean las razones o argumentos que se ofrecen para llevarlo a cabo, tanto desde la perspectiva jurídica como médica y ética, habitualmente se reconocen hasta cuatro tipos de aborto provocado: terapéutico, eugenésico, criminológico y psicosocial.

Aborto terapéutico

Se denomina así a la interrupción provocada del embarazo cuando la continuación del mismo pone en peligro la vida de la madre gestante. Antiguamente este aborto se recomendaba en aquellas mujeres embarazadas que padecían tuberculosis pulmonar o graves cardiopatías. Sin embargo, hoy, como consecuencia de los avances médicos, esta situación ha quedado prácticamente superada. La necesidad de abortar para salvar la vida de la madre es un caso raro en extremo. Siendo cirujano general de los Estados Unidos, el Dr. C. Everett Koop afirmó que en treinta y seis años como cirujano pediatra, nunca supo de un solo caso en el que la vida de un niño aún no nacido haya tenido que ser cobrada, para así poder salvar la vida de la madre. El dijo que el uso de este argumento para justificar el aborto era una "cortina de humo". Los estudios muestran que menos del 1% de las mujeres a nivel mundial requieren un aborto terapéutico. Más del 90% de las naciones del mundo han legalizado y reglamentado el aborto terapéutico, con excepción de Chile, El Salvador, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, El Vaticano, Malta y Vanuatu. Debemos destacar de Chile, El Salvador, Nicaragua, Honduras y República Dominicana que son los únicos países latinoamericanos que al día de hoy no han despenalizado ni legalizado ninguna clase de aborto.

Aborto eugénico o eugenésico

Es el que se plantea cuando existen evidencias reales de que el embrión o feto sufre malformaciones o anomalías congénitas. Los únicos países de América Latina que han legalizado o despenalizado esta clase de aborto son Cuba y Colombia. Ejemplos de países que lo penalizan son los países europeos de raíces católico-romanas como España, Irlanda, Italia, Malta, Polonia, Portugal, San Marino y El Vaticano. Los demás países europeos han legalizado esta clase de aborto. Desde la conciencia cristiana, esta clase de aborto es aborrecible y a la vez, peligroso para la propia comunidad. La mentalidad que se está creando entre los ciudadanos, con la práctica de este tipo de aborto, es la de un falso perfeccionismo que considera a las personas con alguna deficiencia como errores humanos sin derecho a la vida. Se origina así un clima hostil hacia toda criatura disminuida o no bien formada. Esta actitud va claramente en contra del Evangelio, de la enseñanza de Jesús acerca del amor al prójimo y la solidaridad con el débil o el enfermo que sufre.

C. Aborto criminológico, humanitario o ético

Se habla de este tipo de aborto cuando el embarazo ha sido consecuencia de una acción violenta y delictiva como puede ser la violación o el incesto. Este tipo de aborto es objetable por las siguientes razones. Estudios guiados por el Instituto Guttmacher (pro-elección), indican que dos adultos fértiles que consienten en tener relaciones sexuales poseen sólo un 3% de probabilidades de embarazo a partir del acto. También indican que existen factores involucrados en una violación que reducen en mucho esta cifra en las mujeres víctimas. De acuerdo al Instituto Guttmacher, el riesgo de que se produzca la concepción luego de una violación sexual es sólo del 1%. En América Latina, han despenalizado este tipo de aborto Bolivia, Brasil, Colombia y Cuba. En estos casos, el dilema ético se establece entre eliminar a un embrión que, aunque sea inocente, no se desea, puesto que no ha sido fruto del amor, sino de la violencia o proseguir la gestación hacia el parto y quedárselo o donarlo después en adopción.

D. Aborto psico-social

Es aquel que se practica cuando el embrión no se acepta por motivos psicológicos o de carácter social. En América Latina, el único país en el cual se permite este tipo de aborto es en Cuba. Aquí las razones pueden ser muy variadas: problemas psíquicos de la mujer, economía precaria, vivienda pequeña e inadecuada, elevado número de hijos, mujeres solteras que no desean enfrentarse al rechazo social, relaciones extramatrimoniales que se quieren ocultar, etc. Este es, sin duda, el tipo de aborto que más se practica en todo el mundo ya que, de hecho, en algunas sociedades se aplica casi como un método anticonceptivo más. Estudios realizados muestran que un 95% de los abortos que se practican en todo el mundo son por razones psico-sociales. En ocasiones, las causas aducidas para llevarlo a la práctica son tan poco relevantes, desde el punto de vista ético, que dejan entrever el progresivo menosprecio de la sociedad actual hacia la vida del embrión.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

El aborto en la Edad Antigua

Durante la antigüedad, la práctica del aborto era normal en la casi totalidad de las civilizaciones históricas que existieron antes de la venida del Señor Jesucristo. Los defensores del aborto argumentan que la no mención de sanción alguna para el aborto en el Antiguo Testamento es una evidencia de que la Biblia aprueba o legitima de alguna manera la interrupción del embarazo. Nada más lejos de la realidad. Si alguna cosa resulta evidente a lo largo de toda la Escritura, es que la vida se considera siempre como el bien supremo, mientras que la muerte es el peor de los males. Los niños son contemplados como una bendición y nunca como un inconveniente, se conciben como un don del cielo y jamás se ven como una maldición. El pueblo de Israel consideraba la vida como algo extraordinariamente valioso, por eso también veía la esterilidad como una vergüenza, una afrenta y hasta un castigo divino. Es difícil creer que en un pueblo así, con tales convicciones morales, la práctica del aborto encontrara algún tipo de cobijo. De ahí que el silencio del Antiguo Testamento acerca del aborto provocado sugiera fundamentalmente que este asunto no constituía ningún problema para el pueblo elegido. No era necesario legislar o dictar normas sobre una práctica inexistente. El aborto no se contempla en la ley mosaica debido al enorme respeto que los hebreos sintieron siempre hacia la paternidad y la descendencia.

La doctrina cristiana del Nuevo Testamento continúa la misma línea del Antiguo acerca de la importancia y centralidad de la vida. Ante un mundo pagano que aceptaba y practicaba habitualmente la interrupción del embarazo y el infanticidio, los primeros cristianos se declaran abiertamente partidarios de la vida y asumen una actitud de respeto hacia los seres no nacidos y los bebés.

Según el derecho romano el padre tenía absoluta autoridad sobre sus hijos. No sólo podía, si así lo deseaba, destruir al embrión en el vientre de la madre sino también matar al niño recién nacido si éste no era de su agrado. De igual manera, para los griegos todos los individuos estaban subordinados al bienestar de la sociedad, por lo que se aceptaba legalmente el aborto y el infanticidio como métodos para regular la población. Ni el derecho romano ni la filosofía griega reconocían que cada individuo era una persona poseedora de dignidad inalienable. Una honrosa excepción en el mundo pagano fue el médico griego Hipócrates, quien rechazó el aborto al momento de escribir el juramento hipocrático. Sin embargo, tal control de la natalidad era muy frecuente ya que, por lo general, a los niños no deseados se les consideraba como accidentes de la naturaleza que no respondían a la voluntad de los dioses.

El Nuevo Testamento vuelve a prohibir taxativamente la acción de matar. Jesús recuerda de nuevo los mandamientos de la ley de Dios, empezando por el de no matar. Los discípulos del Maestro se acostumbraron a escuchar de sus labios que incluso hasta los cabellos y los pajarillos están contados por el Padre Celestial. Si tan meticulosa es la providencia divina, ¡cómo no se va a preocupar también por el embrión humano que germina en las entrañas maternas! ¡Cómo es posible que el aborto no constituya una clara ofensa para el Creador de la vida! Esta fue sin duda la mentalidad y la convicción de los primeros creyentes. Y esta meticulosidad del Creador es reflejada en los escritos del rey David, quien escribió lo siguiente: "Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido! No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida cuando no existía ninguno de ellos" (Salmo 139, 13-16).

Durante el desarrollo de la iglesia primitiva, leemos escritos como los de Tertuliano, un abogado convertido al cristianismo en el siglo II d.C., en su defensa de los cristianos frente a la falsa acusación de que practicaban sacrificios humanos, se refiere a las costumbres abortivas señalando que para ellos constituían homicidio: "Para nosotros, ya que el homicidio está prohibido, no nos es siquiera lícito acabar con el feto dentro del útero. Impedir que nazca es una aceleración del homicidio, y no hay diferencia entre acabar una vida de alguien que ya ha nacido o de alguien que va a nacer. Porque también este último es un hombre" (TERTULIANO, APOLOGÍA IX, 8).

Católicos y protestantes frente al aborto

La Iglesia Católica mantuvo también este mismo planteamiento a lo largo de los siglos. Su doctrina fue siempre la misma, promover la defensa de la vida por encima de cualquier otro valor social, económico, psicológico o sanitario, ya que se entendía que ninguno de estos últimos podía compararse en dignidad y trascendencia con el primero.

En el mundo protestante, el problema del aborto fue en un principio poco tratado. Los grandes reformadores tocaron muy raramente este asunto en sus enseñanzas morales.

Sin embargo, Juan Calvino, representante típico de la segunda generación de la Reforma, sí que habló explícitamente acerca del aborto. Calvino escribió: "Si una mujer expulsa el feto del útero por medio de medicamentos, comete un crimen considerado inexpiable con razón" (Calvino, Opera quae supersunt omnia, Brunsvigae, 1863-1900, XXII, 495). Calvino estaba convencido de que el feto en el vientre de la madre era ya un ser humano y, por lo tanto, debía disfrutar de una protección especial.

En pleno siglo XX, el teólogo luterano alemán, Dietrich Bonhoeffer, que fue ahorcado en 1945 por oponerse al nazismo de su época, escribió en su Ética (Lebeurrier, 1975:86): "Matar al embrión en el seno de la madre significa violar el derecho que Dios otorga a la vida en gestación. La discusión de saber si se trata ya de un ser humano no hace más que camuflar este simple hecho: Dios ha querido crear un hombre a quien le ha sido impedido, intencionadamente, el nacer. Esto no es más que un asesinato".

Asimismo, otro resistente del nazismo, el teólogo protestante suizo Karl Barth, redactó las siguientes palabras en su Dogmática: "Quien destruye una vida en germen, mata a un ser humano; tiene el atrevimiento, cosa monstruosa, de disponer a su arbitrio de la vida y la muerte del prójimo, de tomar una vida y destruirla como si le perteneciera más que la suya propia; olvida que Dios es el único dueño, porque fue El quien la otorgó".

A nivel mundial y de una manera general, los protestantes, a partir de las Sagradas Escrituras, continúan aceptando el carácter sagrado de la vida humana y, aunque no existe unanimidad entre las numerosas iglesias evangélicas, sí se da una opinión mayoritaria que rehúsa claramente el aborto.

V. LEGALIZACIÓN Y DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO

a. Diferencia entre despenalización y legalización

Conviene tener presente que despenalizar no es lo mismo que legalizar. La ley despenaliza el aborto cuando no lo castiga o penaliza, aunque se siga considerando como un delito que no tiene protección legal. De ahí que su práctica tenga que hacerse en clínicas privadas y mediante presupuesto también privado. Por el contrario, la interrupción del embarazo se legalizaría cuando se le quitara el carácter de delito y empezara, por tanto, a tener el derecho de ser protegido por la ley. En tal caso, el aborto quedaría de alguna manera socializado y los gastos que ocasionara deberían de ser asumidos por la asistencia social del país.

Flexibilización de las leyes de aborto

A principios del siglo XX muchos países empezaron a despenalizar el aborto cuando este era efectuado para proteger la vida de la madre, y en algunos casos para proteger la salud de la madre. En 1920, la Unión Soviética se convirtió durante el gobierno de Lenin, en el primer país del mundo en legalizar todos los abortos.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, en casi todos los países industrializados la normativa acerca del aborto comenzó a ser liberalizada y desde la década de los 50, la mayoría de los países de Europa central y de Europa del Este consideraron al aborto como un acto legal cuando se practicaba en el primer semestre del embarazo y a solicitud de la mujer embarazada.

A finales de los años 60, las mujeres en Canadá, Estados Unidos, y después en casi toda Europa, empezaron a rechazar el dominio masculino en el debate sobre el aborto afirmando que la decisión de abortar es completamente personal. Se organizaron grupos de presión, dedicados a excluir a los hombres del debate sobre el aborto, propagando la falsa idea de que era un tema que sólo debía ser discutido por las mujeres, ya que sólo a ellas les concernía. La ideología feminista, la cual tomó algunas de las ideas promovidas por la Revolución Sexual que se desató en los países desarrollados de Occidente en los años 60 y 70, logró su cometido por medio de la amplia campaña mediática que desarrolló a favor del aborto en Estados Unidos. En 1973, el debate sobre la legalización del aborto dio un giro favorable a los intereses de las corrientes feministas.

Roe vs. Wade: el giro favorable al aborto

La historia de la legalización del aborto en el mundo tiene un hito importante en el siguiente acontecimiento: la despenalización del aborto en Estados Unidos, asociada al conocido caso Roe contra Wade, decidido por la Suprema Corte de Justicia el 22 de enero de 1973. Estados Unidos no fue el primer país en legalizar el aborto, sin embargo la decisión tomada en ese caso particular por el principal tribunal Americano fue la que produjo los más amplios efectos y consecuencias a nivel mundial. Roe contra Wade fue la decisión jurídica más importante y cuestionada del mundo en materia de aborto, pues dado el poder económico y cultural de los Estados Unidos durante todo el siglo XX e inicios del siglo XXI, los efectos en cuanto a despenalización del aborto en otros países han sido amplios. Luego de Estados Unidos muchos otros países también se han unido a la despenalización y legalización y de hecho en muchas legislaciones nacionales se ha establecido como un derecho de la mujer.

Roe contra Wade se fundamentó en el derecho al aborto y en el derecho a la privacidad, el cual estaba siendo violentado por las leyes estatales, las cuales sancionaban con penas de reclusión a todo el que participara en la comisión de un aborto. De acuerdo a dicha decisión de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, las leyes que penalizaban el aborto violaban un derecho constitucional a la privacidad, el cual está protegido por la Décimo-Cuarta Enmienda a la Constitución Americana. La decisión derogó todas las leyes estatales y federales que declaraban ilegal el aborto o lo restringían.

La Suprema Corte de Justicia dictaminó que los abortos deben ser permitidos por cualquier razón que una mujer escoja, hasta el punto en que el feto se vuelva viable, es decir, potencialmente capaz de vivir fuera de la matriz de la madre. El tiempo de viabilidad fue establecido por la Suprema Corte de Justicia en un período entre 24 y 28 semanas, es decir, que todo aborto que se efectúe en Estados Unidos antes de las 24 semanas de embarazo es completamente legal, no importa la causa que motive el aborto. Roe v. Wade reconfiguró la política Americana, dividiendo la nación en campos "pro-vida" y "pro-opción", desatando un debate que se mantiene hasta hoy.

Al día de hoy, Norma McCorvey, nombre verdadero de Jane Roe, la mujer que demandó la inconstitucionalidad de las leyes de Texas que criminalizaban el aborto y que logró su objetivo ante el Tribunal Supremo, es una mujer cristiana y una importante activista del campo pro-vida. Ella declara constantemente su arrepentimiento y confesó en 1989 a la periodista Sue Reily, del periódico The Oregonian, que fabricó una historia de que había sido violada, con la finalidad de provocar solidaridad en la corte y los medios, quienes la vieron como víctima. Desde entonces, McCorvey se ha convertido en una sincera defensora de la posición pro vida y ha pedido a la Suprema Corte desde el año 2003 que revise y revoque el veredicto en Roe contra Wade.

Sin embargo, en el presente año, Roe vs. Wade sufrió un serio revés. La semana pasada, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de América, en una votación que terminó 5-4, decidió declarar constitucional una ley promulgada por el Presidente Bush en el año 2003, la cual prohíbe el aborto a partir del tercer mes de embarazo. De acuerdo al Tribunal Supremo Americano, dicha ley no contraría el derecho constitucional de toda mujer a tener acceso a un aborto, ya que la ley, en su espíritu, lo que procura es trazar una línea divisoria entre el aborto y el infanticidio, es decir, que todo aborto que se practique a partir de las primeras 12 semanas de embarazo constituye un infanticidio. En términos reales, esta ley sólo afecta un 10% de los abortos que se practican en Estados Unidos, ya que el 90% se ejecuta antes de la duodécima semana de embarazo. Se calcula que en Estados Unidos se practican aproximadamente 1 millón de abortos anuales y que desde 1973 a la fecha se han llevado a cabo, aproximadamente, 45 millones de abortos, lo cual constituye el mayor holocausto en la historia humana si lo comparamos con el Holocausto Nazi, el cual produjo la matanza indiscriminada de 6 millones de judíos en los campos de concentración.

Una gran influencia en el reciente criterio evacuado por el Tribunal Supremo ha sido el avance de la ciencia médica, gracias a la cual ha sido posible convertir en viable un bebé que emerge del útero materno a las 20 semanas de embarazo. Inglaterra y Estados Unidos han sido testigos de estos nacimientos y de cómo los médicos se sorprenden que un bebé pueda sobrevivir fuera del útero materno tras pasar apenas 20 semanas en el vientre de su madre.

En Inglaterra, la situación de la causa pro-vida es más favorable que en Estados Unidos, gracias al impacto social que ha causado una alta cantidad de nacimientos de bebés prematuros luego de apenas 20 semanas de embarazo. Este fenómeno ha provocado en los médicos británicos una crisis de conciencia, la cual los ha llevado a negarse a practicar abortos, aduciendo razones de conciencia. En el Reino Unido, el aborto es legal desde 1967 y esta crisis del aborto en Inglaterra ha provocado la realización de estudios por parte del gobierno, los cuales han arrojado conclusiones reveladoras: si el número de médicos que se niega a realizar abortos continúa aumentando en la proporción actual, dentro de cinco años no habrá un solo médico en todo el Reino Unido que quiera practicar un aborto.

Esta realidad ha sido reconocida por el gobierno británico, el cual está considerando seriamente revisar las leyes que reconocen el derecho de las mujeres a abortar, ya que si los médicos, amparándose en razones de conciencia, se niegan a practicar abortos, entonces resulta poco valioso tener una ley que los autorice.

d. Los abortistas al ataque: América Latina su objetivo

Hemos visto cómo las organizaciones abortistas lograron su cometido en los Estados Unidos en 1973. A partir de entonces, el número de países en despenalizar o legalizar el aborto ha aumentado. América Latina no es la excepción. Roe contra Wade inauguró el 10 de mayo del año 2006 su versión latinoamericana, cuando la Corte Constitucional de Colombia decidió mediante una votación 5-3 despenalizar el aborto cuando este es consecuencia de una violación sexual, cuando se practica para salvar la vida o la salud de la madre y cuando el feto presenta malformaciones que harían su vida imposible fuera del útero materno.

La acción ante la Corte Constitucional de Colombia fue la primera etapa del Proyecto de Alto Impacto para la Despenalización del Aborto en América Latina (LAICIA), cuya cabeza visible en nuestra región es Mónica Roa, una joven abogada financiada por organizaciones abortistas con sede en Estados Unidos como Women's Link Worldwide, el Centro para los Derechos Reproductivos, la Federación Internacional de Paternidad Planificada (organización representada en RD por Pro-Familia), Católicas por el Derecho a Decidir, la Coalición Internacional por la Salud de la Mujer, Human Rights Watch y Amnistía Internacional. La estrategia de estas organizaciones para América Latina, encabezadas por Women's Link Worldwide, dio un cambio radical, ya que trasladaron la batalla desde los parlamentos a los tribunales, admitiendo que al nivel parlamentario no tienen ninguna posibilidad de salir airosas en América Latina.

La Corte Constitucional de Colombia consideró en su sentencia que prohibir el aborto bajo ciertas circunstancias violenta los compromisos asumidos por Colombia bajo la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, auspiciados por la ONU. Asimismo, la ley penal colombiana contradecía los compromisos asumidos por Colombia en la Convención Inter-Americana sobre Prevención, Castigo y Erradicación de la Violencia contra la Mujer (Belem do Pará) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Cabe apuntar que ninguno de esos tratados internacionales le impone a los Estados signatarios la obligación de promover y estimular el aborto. La obligación que tienen los Estados miembros de garantizar los derechos reproductivos no les impone el deber de despenalizar ni legalizar la muerte de criaturas inocentes.

El pretexto que usó la Corte Constitucional Colombiana para despenalizar el aborto fue una serie de recomendaciones publicadas por los Comités de Vigilancia de la ONU creados para vigilar la ejecución de la CEDAW por los Estados Miembros. En dichas recomendaciones, las cuales a la luz del Derecho Internacional no atan a los países firmantes, se publican opiniones de los comisionados en las cuales se dice que las leyes que prohíben el aborto resultan en altas tasas de mortalidad materna, lo cual es un atentado contra los derechos a la vida y a la libre escogencia. Constituye un soberano disparate una sentencia de una Corte Constitucional que decide cambiar la legislación de un país, fundamentándose en opiniones que ni siquiera reflejan una interpretación estricta de los instrumentos internacionales ratificados por los Estados.

Asimismo, vimos como en esta semana, el Distrito Federal de México aprobó legalizar todo aborto que se lleve a cabo durante las primeras 12 semanas de embarazo. Una votación que culminó 49-16 en el Parlamento del D.F. convirtió a la capital mexicana en la ciudad más abortista de América Latina. Sin embargo, esta reforma legislativa, que se apresta a ser promulgada en los próximos días por el alcalde del Distrito Federal, podría ser derribada por una sentencia de la Suprema Corte de Justicia Federal de México, a la que planean recurrir los grupos pro-vida.

VI. EL ABORTO EN REPÚBLICA DOMINICANA

El aborto en la República Dominicana es considerado un crimen por el Articulo 317 del Código Penal. En la actualidad, la República Dominicana, junto a Chile, Honduras, El Salvador y Nicaragua son los únicos países latinoamericanos que penalizan todos los tipos de aborto, sin excepción. Podemos decir que al día de hoy somos uno de los últimos reductos en el mundo que han levantado la bandera de la vida, oponiéndonos a través de nuestras leyes a la cultura de la muerte que organismos internacionales y ONGs extranjeras nos quieren imponer.

El Artículo 317 del Código Penal Dominicano es una copia al carbón del Artículo 317 del Código Penal Francés, traducido al español en 1884, año en el cual Francia consideraba el aborto como un crimen. El legislador dominicano considera el aborto como un atentado a la vida humana, al igual que el homicidio, el infanticidio y el parricidio. El legislador dominicano se inspiró en el legislador francés del siglo XIX, el cual estimaba que en el aborto se lesiona, no un interés jurídico individual de la persona, sino el interés jurídico que la nación o comunidad tiene en el desarrollo de su estirpe, raza o población.

Los elementos constitutivos del crimen de aborto, según los autores franceses Rousselet y Patin, son los siguientes:

La expulsión prematura del feto.
El empleo de medios artificiales para provocar la expulsión del feto.
La intención culpable.

La ley penal dominicana penaliza el aborto en los casos siguientes:

Aborto efectuado por un tercero a una mujer con o sin su consentimiento.
Aborto practicado por la mujer sobre sí misma.
Aborto provocado por los médicos, cirujanos, parteras, enfermeras, farmacéuticos y otros profesionales médicos.

En los dos primeros casos, la pena es de reclusión, es decir de 2 a 5 años de prisión. En el último, la pena es agravada en razón de las calidades de los agentes que practican el aborto, siendo sancionado este crimen con una pena de 5 a 20 años de reclusión.

El régimen sancionador actual del aborto está bajo amenaza en la República Dominicana. En 1997, el Presidente Leonel Fernández designó por decreto una Comisión de Revisión y Actualización del Código Penal, integrada por eminentes juristas, como el Magistrado Víctor José Castellanos Estrella, Artagnán Pérez Méndez, Ramón Andrés Blanco Fernández, Mercedes Cosme de Gonell y José Lorenzo Fermín, la cual concluyó su trabajo a finales de 1999 y en febrero del año 2000, el Proyecto fue depositado por el Presidente en el Congreso Nacional.
Ese proyecto en principio sirvió a la agenda de las organizaciones abortistas. El proyecto no menciona en ninguna parte la palabra aborto y el término lo cambia por el de interrupción ilegal del embarazo. El aborto, en el proyecto, fue excluido de los atentados contra la vida humana y colocado bajo el apartado de la puesta en peligro de la persona, es decir, que para los redactores del proyecto, el aborto no existe, lo que existe es la interrupción ilegal del embarazo y esta no constituye un atentado contra la vida humana sino una acción mediante la cual se pone en peligro a la persona.

El proyecto sanciona la interrupción ilegal del embarazo con una escala de penas que oscila entre los dos y siete años de prisión. Un elemento más preocupante es la creación de circunstancias atenuantes, las cuales son acogidas en los casos de embarazos que se produzcan como consecuencia de violaciones sexuales, relaciones incestuosas y fecundación humana asistida no consentida. En estos casos, la interrupción del embarazo se sancionará con la pena de seis meses de prisión.

La creación de circunstancias atenuantes fue una victoria para la agenda abortista que promueven las organizaciones feministas en nuestro país, aupadas por sus homólogas extranjeras. En el caso particular de la fecundación humana asistida no consentida, el término resulta vago e impreciso, ya que en el país sabemos que no existe una ley de fecundación asistida, como en España y que los métodos de fecundación artificial, como la inseminación artificial y la fecundación in Vitro, aunque se practican en el país, no están reglamentados por ninguna norma, amén de que sabemos que cuando una mujer se le insemina un embrión o el embrión es fecundado en un laboratorio, es porque ha consentido a dicho procedimiento. No hay manera de hacerlo sin su aprobación.

La noche en que este proyecto fue aprobado en el Congreso, la presión que las organizaciones pro-vida ejercimos, la cual nos mereció ácidas críticas e insultos por parte de la Coalición para un Código Penal Moderno y Consensuado, surtió sus efectos, ya que los legisladores decidieron desmontar todo este mamotreto abortista y mantener el actual régimen sancionador del aborto, el cual tenemos vigente desde 1884.

Cuando el proyecto pasó al Poder Ejecutivo para su promulgación, un nuevo actor, en representación del sector abortista, entró al escenario: el Colegio Médico Dominicano, el cual, utilizó una cultura de chantaje y presión improcedente contra el Gobierno Dominicano, al amenazar con una huelga nacional si el Presidente de la República promulgaba el Proyecto de Código Penal. La actitud de los gremios médicos es incomprensible, ya que estos nunca habían protestado por una disposición legal que existe en nuestro país desde 1884. Estaban tan desinformados de una normativa criminal que les afecta como sector que fue al momento del Proyecto pasar del Congreso al Poder Ejecutivo el año pasado que ellos se enteraron que los abortos practicados por personal médico son sancionados con penas de 5 a 20 años de reclusión, recibiendo dicho personal el tratamiento de coautor del crimen de aborto y no de cómplice. Sin darse cuenta, reconocieron tácitamente que ellos han estado practicando abortos de manera alegre y sin ninguna justificación, recibiendo buenas sumas de dinero por los servicios prestados a las mujeres que desean asesinar a sus propios hijos.

Aprovecho este punto para decirle lo siguiente a los médicos: la profesión de una facultad científica impone obligaciones de moralidad que no tienen en tal punto los simples particulares. La medicina es para curar a los enfermos y no para hacer abortar a las mujeres. Es comprensible que Hipócrates prohíba en su juramento provocar el aborto a las mujeres: "A ninguna le entregaré un pesario abortivo".

Los grandes doctrinarios franceses e italianos del derecho penal están de acuerdo en el pensamiento de que los profesionales médicos que hayan causado el aborto o cooperado con él, abusan de su profesión.

La presión del sector médico surtió sus efectos y el Presidente devolvió el Proyecto a la Cámara de Diputados, donde reposa desde septiembre del año 2006.

En estos momentos, los grupos pro-vida y pro-opción se enfrentan en la República Dominicana en relación al tema de aborto. Las caras visibles del sector pro-opción lo constituyen la denominada Coalición por un Código Penal Moderno y Consensuado, compuesta mayormente por organizaciones feministas como la Colectiva Mujer y Salud y Católicas por el Derecho a Decidir, así como la Federación Internacional de Paternidad Planificada, la cual actúa en nuestro país a través de su brazo armado, Pro-Familia, entidad que no menciona la palabra aborto en sus campañas de educación sexual, ya que si osa mencionar esa palabra, se arriesga a perder los cuantiosos fondos que recibe en ayuda de parte del Gobierno de los Estados Unidos. Otro componente de este sector es el Colegio Médico Dominicano, el cual está presionando fuertemente para que los médicos no sean sancionados por practicar abortos.

Una de las razones que impulsan a estos grupos a presionar para que en nuestro país se despenalice, primeramente y luego se legalice el aborto, es que anualmente se practican más de 90,000 abortos clandestinos, los cuales constituyen la cuarta causa de mortalidad materna en el país. Sin embargo, no podemos pretender reducir la mortalidad materna, incrementando la mortalidad de criaturas vivas, pero indefensas. Estamos seguros que si no practicáramos abortos de ningún tipo en la República Dominicana, las muertes maternas disminuirían. Además, está comprobado estadísticamente que en los países donde el aborto ha sido despenalizado y legalizado, las cifras se triplican, es decir, que si actualmente se practican 90,000 abortos anuales en República Dominicana de manera clandestina, en caso de legalizarlo o despenalizarlo, la cifra anual aumentaría a 270.000, es decir, que si la República Dominicana llegare a asesinar a 270.000 criaturas anuales en el vientre de la madre, el crecimiento poblacional se detendría súbitamente y en menos de una generación, tendríamos de frente una crisis insostenible, ya que la continuidad de la población dominicana estaría en riesgo lo que al final, conllevaría, sin ánimos de exagerar, a la desaparición de la nación dominicana.

Hemos visto como los grupos feministas y los gremios médicos son enemigos de los niños no nacidos. Otros enemigos que estas indefensas criaturas tienen lo constituyen algunos laboratorios, miembros de la industria farmacéutica nacional, que han desarrollado compuestos químicos que permiten llevar la muerte al propio hogar de manera silenciosa. Así, con algo tan sencillo como tomar una pastilla pretenden que la mujer no sienta tan viva la impresión de causar la muerte a su hijo. A menudo, una publicidad engañosa encubre esa cruda realidad.

Esta situación la vivimos en República Dominicana con un periódico de amplia circulación nacional, el cual publica a diario el anuncio de una pastilla, producida por un laboratorio dominicano, la cual es presentada como método anti-conceptivo, método cuyo mecanismo de acción es fundamentalmente anti-implantatorio, por lo tanto, abortivo precoz. Y estas técnicas llevan a que el aborto se produzca en la intimidad de la casa del usuario. La píldora del día después es un complejo hormonal que, utilizada durante las setenta y dos horas posteriores al coito, produce un efecto anti-implantatorio del posible óvulo fecundado, del embrión. Al ser anti-implantatorio claramente es abortivo. O no actúa o actúa produciendo la muerte del embrión fecundado. En este sentido, éticamente y legalmente, no es lícito para un farmacéutico dispensarlo, ni para un médico prescribirlo. Los laboratorios intentan ocultar estos efectos abortivos bajo la publicidad o la denominación de contracepción de emergencia, cosa que no es cierta, porque lo que evita es que cuando se ha producido la fecundación ocurra la implantación, causando la muerte del embrión.

Resulta penoso que estos agentes favorables a la agenda abortista otorguen preferencia al ejercicio de la sexualidad irresponsable, pasando por alto el factor de que cada día, suman más las adolescentes que inician su vida sexual y que a consecuencia de esa actividad sexual, resultan embarazadas. Es penoso que se prefiera presionar para asesinar a criaturas inocentes, que no tienen la culpa de la irresponsabilidad de sus progenitores y que se combata a aquellos que propugnamos por una cultura de pureza sexual entre nuestra población soltera. Estamos seguros que si las mujeres de hoy deciden guardar su pureza sexual hasta el momento del matrimonio, se reducirán drásticamente los embarazos no deseados y como resultado de esto, también disminuirá significativamente el número de abortos.

VII. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

La República Dominicana se comprometió en el Artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos a proteger la vida desde la concepción. El Artículo 4 del Pacto de San José dispone que toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. Asimismo, el Artículo 8 de la Constitución de la República consagra como derecho fundamental de la persona humana la inviolabilidad de la vida, prohibiendo todo procedimiento vejatorio o que implique la pérdida o la disminución de la integridad física o la salud del individuo.

En República Dominicana, los tratados internacionales debidamente ratificados por el Estado y la Constitución ocupan una posición de supremacía en relación a las leyes nacionales. Cualquier intento de despenalizar o legalizar el aborto en nuestro país, puede caer en el marco de la inconstitucionalidad ya que el Estado no puede violentar su propia Constitución ni los compromisos internacionales suscritos, los cuales tienen rango constitucional en República Dominicana.

Y estas disposiciones legales van de la mano con la realidad. Desde el momento de la concepción, lo que se gesta en el vientre de la madre no es un órgano del cuerpo de la madre, es una vida humana. Una vida humana que entre y cinco y nueve días después de la concepción, emigra hacia las paredes del útero en busca de seguridad y nutrición. Hacia el día catorce, esa vida humana produce una hormona que suprime el período menstrual de la madre. Dieciocho días luego de la concepción se forma el corazón y los ojos comienzan a desarrollarse. Hacia los veintiún días el corazón bombea sangre a través de su cuerpo. A los veintiocho días tiene brazos y piernas. A los treinta días tiene cerebro y ha multiplicado diez mil veces su tamaño.

Hacia los treinta y cinco días van tomando forma su boca, oídos y nariz. A los cuarenta días las ondas cerebrales y los latidos cardiacos, que comenzaron tres semanas antes, ya pueden registrarse. Alrededor de los cuarenta y dos días su esqueleto ya está formado y su cerebro ya controla el movimiento de los músculos y órganos.

A las ocho semanas las manos y los pies se hallan casi perfectamente formados. Hacia las nueve semanas el niño rodeará con sus dedos un objeto colocado en la palma de su manita. Se van formando las uñas y el niño succiona su pulgar. El bebé de nueve semanas ya responde a estímulos y puede ser capaz de sentir dolor. Alrededor de las diez semanas, el niño entrecierra los ojos y traga. A las once semanas orina, realiza una amplia variedad de expresiones faciales e incluso sonríe. A la semana doce el niño patea, voltea sus pies, cierra los puños, mueve los pulgares, gira las muñecas y abre su boquita. Todo esto ocurre durante los primeros tres meses del embarazo, etapa en que el 90% de los niños abortados son ejecutados por sus propias madres. En los seis meses restantes en el vientre no se desarrolla ni comienza a funcionar nada nuevo. El niño intacto por completo tan solo crece y madura…

Los cristianos primitivos se caracterizaron por su respeto a la vida aun no nacida, precisamente en medio de un mundo que solía practicar habitualmente el aborto e incluso el infanticidio. El mensaje de Jesús creó entre la iglesia del primer siglo un ambiente de consideración y dignificación de todo ser humano. Jesucristo, además de salvar la infranqueable barrera moral entre Dios y el ser humano, contribuyó a revalorizar decisivamente la vida. Pero no sólo se condenaba el aborto sino también toda actitud que promoviera y legitimara la muerte. Los primeros cristianos supieron ser coherentes con su fe y su defensa de la vida, oponiéndose abiertamente a la pena de muerte, la guerra, la participación de los creyentes en el ejército, siendo críticos por tanto con la defensa de la propia vida, el homicidio, la tortura, el suicidio y la eutanasia.

En la actualidad, todo esto debiera hacer reflexionar al pueblo de Dios, para que su defensa de la vida no se limite a una cómoda condena del aborto hecha desde la distancia y la falta de compromiso. Estar contra la muerte de criaturas inocentes es también abrir vías de ayuda a las mujeres que experimentan su embarazo como una experiencia de injusticia y soledad. Las declaraciones de principio y las acciones legales pueden ayudar, pero es menester articular sistemas reales y actitudes personales para hacer que el aborto resulte innecesario. ¿Cómo se mira en las congregaciones católicas y evangélicas a las adolescentes solteras que se quedan embarazadas? ¿Y a las madres solteras? ¿Qué consejos se les da? ¿Cómo reaccionan los padres y los abuelos creyentes? ¿Qué razones aporta la propia familia? Aquí es donde se ve si se está a favor de la vida. En muchos casos la decisión de abortar la provocan los mismos parientes por motivos absolutamente egoístas.

Estar contra el aborto no es sólo fomentar un cambio de mentalidad frente a la madre soltera, sino también promover una mejor educación sexual de los niños; multiplicar los centros de ayuda psicológica, espiritual, jurídica y económica para las mujeres que atraviesan esta dificultad; facilitar la adopción de bebés a tantas parejas que los desean y que tanto se les dificulta; subvencionar a las familias integradas por niños minusválidos, etc. Lo importante no es condenar teóricamente el aborto, sino entender y difundir el Evangelio de Cristo para que la triste realidad del aborto deje de tener cabida en nuestro mundo.