La reforma protestante
Por Manuel Maza, sj
Todas estas quejas tradicionales contra los abusos de Roma, fueron resumidas en un documento del 1456 que se conoce con el nombre de “Gravamina Nationis Germanicae”, Las Quejas de la Nación Alemana. Las altas jerarquías alemanas se querellaban contra los principales agravios de Roma: su monopolio de las confirmaciones a cargos, los impuestos excesivos y su interferencia en las elecciones episcopales eran los más destacados.
Para explicar el incendio de la Reforma, hasta ahora nos hemos ocupado de la yerba seca, ahora vamos a presentar el fósforo llamado Martín Lutero (†1546).
La gota de agua que rebosaría el vaso de Lutero sería la cuestión de la Indulgencias.
En abril de 1517, Tetzel predicaba la indulgencia en Brandeburgo, cerca de Wittenberg donde Lutero enfrentaba sus angustias respecto de su propia salvación.
Finalmente, contra una jerarquía que infantilizaba a los fieles, Lutero se fue al extremo de afirmar, “solo Cristo”. Cierto que todos los fieles participan en su sacerdocio universal de Cristo, pero ¿no tomó Cristo la iniciativa de elegir apóstoles? Y, ¿no respetará Lutero un liderazgo al servicio de las comunidades? Cristo preside, porque procede del Padre no de la comunidad. La comunidad no fabricó a Cristo.
Cuidado con el coaching
Por Carlos de los Ángeles
El científico de la salud mental debe explorarlo casi todo.
A pedido de varios colegas, relato mi experiencia con el famoso Coaching.
Los orígenes del coaching se remontan a finales de 1970, cuando el capitán del equipo de tenis de la universidad de Harvard, Timothy Gallwey, conoció las enseñanzas de la meditación de la secta de la Misión de la Luz Divina de Prem Rawat, cuya dirección había heredado de su padre Hans Ji Maharaj. Gallwey aplicó dichas técnicas al tenis, al golf, al esquí con tres publicaciones: El juego interior del tenis (1974), El esquí interior (1977) y El juego interior del golf (1981).
La clave del asunto es que si pierdes en un juego es porque no has usado bien tu mente, simplemente tienes un oponente en tu cabeza mucho mejor que el verdadero que está al otro lado de la cancha. Esta simpleza, Gallwey la extrapoló a todos los órdenes de la vida humana, y así aparece el coaching de negocios, el coaching personal, el coaching ejecutivo, y no podía faltar el coaching espiritual, de más reciente aparición. Una de sus piedras de toque es combatir un supuesto "diálogo interior negativo".
Pero aparecen otras lindezas, como el optimismo irracional, la "Ley de atracción", para reforzar el "optimismo motivador"… y agarrarse de unos presupuestos pseudocientíficos basados en la "Programación Neurolingüística (PNL).
Rhonda Byrne ("El Secreto") llega al extremo de plantear que somos "torres de transmisión", que emitimos ondas negativas o positivas al universo, y de ese modo se producen tsunamis, como el de Indonesia, debido a que la mayoría de sus pobladores emitían ondas negativas. Usted leyó bien: atraemos desgracias y desastres naturales con nuestros pensamientos, no por las realidades aleatorias de la meteorología.
A pesar de las profusas citas de científicos como Albert Einstein y los grandes investigadores que descubrieron la física cuántica, en el famoso Coaching no hay nada que pueda calificarse como científico, excepto algunos consabidos conocimientos de la psicología, y que en su mayoría son interpretados a la ligera por el Coach.
Desde hace algunos años, en nuestro país se está introduciendo el coaching, y me parece prudente comunicar a la ciudadanía el resultado de mis indagaciones.
El Coach no es psicólogo(a) ni psiquiatra. Es cualquiera que haya hecho un curso de una semana sobre el tema con un "Guía". El Coaching no es psicología, es una forma pseudocientífica de abordar los problemas a los que se enfrenta la Humanidad del Siglo XXI. Formar a un psicólogo o a una psiquiatra es un duro esfuerzo de más de veinte años, entre el pre-grado, grado, especialidad y maestría.
Si usted pasa por la desgracia de perder su empleo, no lo va a solucionar pensando "es lo mejor que me ha pasado en mi vida". Recibir una factura vencida no se resuelve pensando que a usted lo que le llegó fue un cheque a su favor.
La realidad de la vida cotidiana no se puede manejar con el simple pensamiento "positivo", se afronta con estrategias y acciones reales y efectivas.
El Coaching proviene de una secta "iluminista" (optimística, guerreros(as) de la luz, personas tóxicas…) conceptos que de por sí le descalifican como ciencia.
La ciencia posee investigadores, la pseudociencia posee adeptos y gurúes.
En definitiva, en la práctica de esta moda, el coach, como gran maestro que es, piensa que todos tenemos muchas ideas negativas preestablecidas que son la causa de nuestros miedos ("conflictos internos"), y el coachee (el aprendiz) debe aceptar que los padece, y que debe deshacerse de ellos, y separarse de las "personas tóxicas" que le inducen esos complejos, sean familiares, amigos o profesores…, todo aquel que no esté de acuerdo con el Coach.
El coachee (aprendiz) debe asumir en su totalidad el "optimismo motivador", para poder realizar el "cambio". Así, el proceso de aprendizaje para el "cambio" consiste en cuatro etapas: 1) Desaprendizaje de los pensamientos e ideas negativas. 2) Cambio a un nuevo "Plan" de vida. 3) Reaprendizaje de las buenas prácticas recién adoptadas y 4) Institucionalización, que consiste en transmitir a otros lo aprendido. Es decir, te hacen un lavado de cerebro, y te captan como multiplicador del coaching. La vida no es como los anuncios que dicen "así de fácil". El problema es que el coachee (aprendiz) ya gastó su dinero.
Mi querido(a) amigo(a), si usted necesita algún consejo para mejorar su vida, busque los servicios de un(a) psicólogo(a) o un psiquiatra certificado por una institución de educación superior conocida. El coaching puede resultar en un gasto superfluo de tiempo y dinero. Ya investigué ese "proceso de cambio", y no encontré nada.
¡Ah! Por si acaso, no soy una "persona tóxica".
Santidad como calidad de vida
Por Juan Linares, SDB
Hoy se habla mucho de calidad de vida, de calidad educativa, de calidad empresarial, de calidad en los productos. La calidad vende y por eso todos quieren estar “certificados en calidad”.
Un concepto que es utilizado en ámbitos muy diversos como la salud, la educación, la economía, la política.
De todos estos niveles de calidad, ciertamente, el más importante es el de la calidad de vida. Con él evaluamos el bienestar individual y social. Cuando hablamos de calidad de vida hacemos referencia a aquellos elementos que hacen que esa vida sea digna, agradable, satisfactoria.
Pues yo quiero hoy referirme a una vida de calidad, que es la calidad de vida por excelencia: la santidad. Ser santo, no es otra cosa que ser una persona que alcanza la mayor calidad de vida que le es posible. Ser santo es ser un triunfador, una triunfadora, es lograr la excelencia de la vida. Una Humanidad Santa es aquella que basada en los auténticos valores ha alcanzado el que todos vivamos en armonía, en paz y en bienestar como verdaderos hermanos.
Para ello, hemos de ser personas de grandes ideales, que no nos quedemos a un nivel de mediocridad, ni enfoquemos nuestra vida en forma reduccionista. La gran crisis actual de la humanidad no es económica, política, afectiva, la gran crisis actual es la crisis de personas santas, de instituciones santas, es decir, de personas buenas y de buenas instituciones.
La santidad no nos puede sonar a cosas raras o que procede del hiperuranio, pues la santidad es simplemente la vida hecha realidad de acuerdo a su identidad constitutiva. Lo normal debe ser siempre el bien, lo positivo y de esto es de lo que debemos gloriarnos. Los santos deben ser el orgullo de nuestra raza.
Si todos deseamos alimentos buenos, un carro bueno, una buena casa, ¿cómo no vamos a desear ser una buena persona y tener buenas personas a nuestro alrededor?
No olvidemos nunca nuestra vocación a la santidad. La santidad es posible para toda persona y en todas las etapas de la vida, nos lo han demostrado multitud de personas que siendo niños, jóvenes, adultos o viejos han sido, sencillamente, buenas.
Es por esto que el primero de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Fiesta de Todos los Santos. Es un día muy propicio para renovar en nosotros esta ilusión de santidad.
No tengamos miedo a la santidad, lo bueno no hay que temerlo, a lo que hay que temer es a lo malo. No podemos tener miedo a apuntar a lo alto, a los buenos ideales.
Es verdad que en nosotros existen debilidades y flaquezas, existen tendencias negativas, pero como la fuente del bien, es decir la fuente de la santidad, está en Dios, no hemos de temer. La santidad consiste en dejar actuar a Dios en nosotros y tener confianza en su acción. Dios nos acompaña en el camino de la santidad.
Descubramos la belleza de la fe y vivamos llenos de alegría.