Por Salvador Pascual Fiallo Prota
¿Antihistórica, anticientífica, inquisidora, atrasada, medieval,
oscurantista, arcaica, grosera, intolerante? Este conglomerado de afirmaciones,
vertidas en algunos de los medios de comunicación, deseando convertirse en una
masa aberrante, como una certificación que se asegure como verdad, tenemos que
salirle de frente diciendo:
Primero: Esto no es nuevo, son afirmaciones de
sectores, los cuales acuden de manera recurrente a tratar de acorralar e
invalidar el accionar de la Iglesia y con la pretensión de colocarse, así, en la
vanguardia de los procesos históricos.
Segundo: Estamos conscientes que cada día más seremos sujetos de ataques
concéntricos sobretodo aquellos que ellos llaman: “La pretensión de la Iglesia
de imponer valores absolutos de fe”.
Tercero: Estamos conscientes que aunque de una u otra manera la confrontación
surge a partir de la posición de la Iglesia Católica en torno al rechazo a la
campaña de Profamilia (un eufemismo), sobre una llamada “Educación Sexual”, todos nosotros
sabemos que es una partitura más de una sinfónica que tendremos que
acostumbrarnos a escuchar, porque obedece a una política de una corriente
ideológica de carácter internacional, traducida a lo local.
Cuarto: Nadie ha estado más interesada, preocupada y haya trabajado más por
la estabilidad, la integración y la permanencia de la familia, que la Iglesia
Católica, pero estamos conscientes que ésta célula vital de la sociedad no está
hoy exenta de peligrosos embates desde ciertos ámbitos sociales, culturales,
políticos donde se trata de imponer la dictadura del relativismo, de que todo da
igual y donde todo da lo mismo.
Quinto: Es necesario que se entienda que la Iglesia es una institución
divina y que tiene como tal que conservar el depósito de su doctrina, la que el
Señor confió a su Iglesia y que la deberá realizar en todo tiempo y lugar,
sintiéndose así en el derecho de hacer visible su misión apostólica y pastoral
de guiar a todos los hombres a la verdad.
Sexto: Sería muy necesario y provechoso que todos aquellos sociólogos,
psicólogos, sexólogos, tuviesen la buena voluntad de acercarse a las librerías
cristianas católicas donde podrán encontrar una cantera inmensa de trabajos que
representan una de las aportaciones más significativas a lo que pudiera ser un
proyecto de educación a la antropología cristiana, particularmente a la
sexualidad en sus diversas etapas del noviazgo, matrimonio y familia .
Se trata por tanto para todos ellos de una gran oportunidad para encontrar el
norte de un proyecto nuevo, para una juventud de vida nueva, lograda de gracia
en gracia.
Séptimo: Es necesario que se sepa que nuestra Iglesia ha trabajado durante
años de manera directa en instituciones y movimientos que conforman su cuerpo de
pastoral para la familia, tales como: Movimiento Familiar Cristiano, Encuentro
Matrimonial, Dinámica de Parejas, Encuentro Católico para Novios, Matrimonio
Feliz. Todas de una trayectoria digna de alabanza
Octavo: Es necesario, también, decirles a todos estos profesionales
vanguardistas: No somos eunucos, no somos estoicos, reconocemos el valor del
deseo, del cuerpo y de la carne, debidamente canalizado, porque ahí está el arte
maravilloso de Dios capaz de plasmar en el barro húmedo (Génesis 2, 7) el
dinamismo tal, de la fuerza majestuosa del sexo.
Noveno: Es necesario que entendamos que somos de la firme convicción de que
la tolerancia (ya que nos tildan de intolerantes) se basa en el respeto al
hombre, a la persona.
Sólo si la tolerancia se fundamenta en una profunda convicción, es estable,
por lo demás, una cosa son los juicios y otra, las decisiones de la conciencia.
La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son buenas y justas. Si hay
confrontación entre dos conciencias y dicen cosas diferentes, debemos tolerarnos
mutuamente, pero no es posible que las dos sean correctas.
El muy sabio magisterio de la Iglesia no puede desprenderse de su convicción
de que al hombre y el sentido común hay que defenderlo siempre.
No todo puede reducirse a la conciencia personal de unos cuantos exponentes
individuales. No es apropiado para la importancia práctica del problema de hoy.
El sexo, la vida, la muerte, cuestiones éticas, entre otras, tienden a dejarse
del lado de la libertad de conciencia y hemos pasado a un relativismo radical
muy peligroso.
Décimo: Quien le escribe, es ciudadano profundamente dominicano, que le duele
su país, con 41 años de casado, con cuatro hijos y cinco nietos y que se siente
cada vez más comprometido, defectivamente, con la decisión de enfrentar
cuestiones fundamentales que antes no habían sido sometidas a nuestra elección
personal, social y política.
Pertenezco junto con mi esposa, desde hace más de 18 años, a la Pastoral
Familiar de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, de la Zona Colonial, cosa
que nos ha permitido conocer muy a fondo las necesidades, inquietudes y
aspiraciones de los jóvenes de hoy.