A propósito de una protesta

Por + Nicolás de Jesús CARDENAL López Rodríguez
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo
Primado de América

A PROPÓSITO DE UNA PROTESTA POR LA ANULACIÓN DEL CONCORDATO Y LA RENUNCIA DEL CARDENAL

El miércoles 5 de junio de 2013, a las 4 p.m., un grupo de personas, convocadas por dominicanosLaicos.com invitan a católicos y no católicos a una protesta “por la anulación del Concordato y la renuncia del Cardenal”.

1.- En cuanto al Concordato conviene informar a los convocantes que la Santa Sede nunca ha tomado la iniciativa de suscribir esos acuerdos sino que los mismos son propuestos por los Estados con quienes se firman, después que se discuten los puntos convenidos.

De hecho esos acuerdos adquieren diversos nombres, el menos usado hoy día es el de Concordato, pero la Santa Sede ha suscrito tratados conocidos como Acuerdos, Convenciones y Protocolos.

Los últimos que fueron firmados, a partir del año 2000, han sido con las Repúblicas de Letonia, Lituania y Eslovaquia (las tres de la antigua Órbita Soviética) y la Organización de la Unidad Africana.

Conviene decirles a los convocantes a la protesta que han incurrido en un inexplicable error al afirmar que “el Concordato es el acuerdo, aún vigente, firmado entre Trujillo y la Iglesia dominicana”. El Concordato lo suscribió Trujillo con la Santa Sede no con la Iglesia dominicana.

Aprovecho para informarles, además, que la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas con 180 naciones de los cinco continentes y con Organizaciones diversas como la Organización para la Liberación de Palestina, la Liga de los Estados Árabes, la Organización Internacional para las Migraciones, la Organización de las Naciones Unidas, y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Por otra parte, han errado los convocantes en dirigirse a la Nunciatura Apostólica para su protesta y si lo que pretenden es que el Concordato sea denunciado, deben dirigirse al Señor Presidente de la República por los canales adecuados o también a la Cancillería para que canalice sus pretensiones si las consideran oportunas.

2.- En cuanto al segundo motivo de la protesta de marras me resulta extraño que pidan la renuncia del Cardenal, porque en octubre del año 2011, al cumplir mis 75 años de edad, entregué al Papa Benedicto XVI mi renuncia como Arzobispo de Santo Domingo, acogiéndome a lo que dispone el artículo 1º del canon 401 del Código de Derecho Canónico.

La decisión del Papa en aquel momento fue que siguiese al frente de la Arquidiócesis por algunos años más y en eso estoy.

Pero veo que mi permanencia en el cargo les resulta incómoda a estos apreciados laicos.

Finalmente quiero referirme a un juicio de valor que emiten en su convocatoria: “Si eres católico, únete a la protesta: Este cardenal y el Concordato le han hecho mucho daño a la Iglesia y a la democracia dominicana”.

Por lo que a mí se refiere, no me corresponde hacer mi propia apología, esa se la dejo al Señor, el único que sabe lo que hay en el corazón de cada persona, el que a todos nos va a juzgar.

Dios es el que sabe lo que cada uno piensa, hace y la intención con que lo hace. Por eso me siento sereno y tranquilo. Durante 52 años he ejercido mi sacerdocio en tres Diócesis: La Vega por 17 años, en San Francisco de Macorís por tres años y medio como primer Obispo de esa querida Iglesia diocesana y finalmente en Santo Domingo donde llevo treinta y un años y medio tratando de servir a cuantos han necesitado de mi ministerio.

Así que, repito, los juicios humanos no me preocupan. Conviene recordar las palabras de Jesús: “Si a mí me han perseguido también a ustedes los perseguirán”.

Los que optamos por este camino sabemos que está lleno de escollos, intolerancias e incomprensiones, pero nos consuela saber que ese fue el que Jesús escogió. Él es el modelo.

Por último, quiero dejar un testimonio público de perdón a quienes se consideran mis enemigos y estén seguros que oro diariamente por todos ellos y los bendigo.

A pesar de otros juicios, el Señor sabe que siempre he actuado con rectitud de intención y amo entrañablemente al pueblo dominicano al que me he entregado desde el día en que fui ordenado sacerdote a los 24 años de edad.

A todos los bendigo de corazón,