La Asociación Cibao de Carnaval

28 de Julio #2005
En memoria de San Víctor, Papa y mártir (s. II)

Sres.
Miembros de la Junta Directiva de la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos
Vía correo electrónico
Santiago, R.D.

Ref.: “Ya estamos en la tierra del Carnaval”

Distinguidos señores:

"Fortalecer la moral de nuestro pueblo nos ayudará prontamente a establecer el orden, y el orden facilitará poder educarlos en la verdad. Un pueblo bien educado en la verdad jamás será vencido."

Al saludarles cordialmente en esta hermosa tarde que Dios nos ha regalado hoy, he querido escribirles la presente al ver publicado hoy el anuncio de la inauguración de una sucursal en la ciudad de La Vega.

La primera impresión que tuve –honestamente hablando- fue de repudio, al ver dibujada allí la cara del Diablo. Sí, el Diablo, que como parte de la noticia se promociona a sí mismo con toda facilidad.

He escrito anteriormente sobre este espinoso tema a los amigos de MercaSid e Induveca quienes, junto a empresas del calibre de Verizon, año tras año se empeñan en promover una actividad en la que los reales beneficiarios son los comerciantes de tabaco y ron, la misma muerte.

La cantidad de personas que fallecen todos los años durante la semana de “festividad popular”, allí mismo y en las carreteras; los problemas familiares que todo ello ocasiona, debería movernos a reflexionar. Millones y millones de pesos que se esfuman en el aire.

"Todo estriba en la salud moral y espiritual de las personas. Entendemos que -para conseguir por otros medios lo que sólo puede lograr el Evangelio en el alma del hombre- necesitaremos al menos un vigilante por cada ser viviente. El dilema entonces sería: ¿quién vigila al vigilante?"

Muchas personas hoy niegan la existencia del maligno y su reino de las tinieblas: el mundo y el infierno, ya que resulta mucho más fácil aceptar que no existe y proceder como quiera. Precisamente, en el Evangelio de hoy [Mateo 13, 47-53], Jesús de Nazaret nos habla a todos muy claramente sobre el juicio final, la separación de los buenos y los malos. Y es duro pensar en ello, especialmente nosotros sentados en oficinas con aire acondicionado. No podemos seguir ignorando que las decisiones que tomamos a cada instante tienen un impacto definitivo, o en el Reino de los cielos o en el reino de las tinieblas.

¿Qué significa todo esto?

Sencillo, desde hace unos veinte años para acá, sectores interesados, locales y extranjeros, incluidas algunas transnacionales, se dedican a la tarea de promover en nuestro país con decidida furia lo que se conoce como “religiosidad popular”, en otras palabras, ocultismo.

Los carnavales, precisamente, es la forma más descabellada de promover todo este asunto; no sólo porque concita el apoyo de sectores empresariales poderosos, sino porque cuenta incluso con el apoyo del mismo estado, la Secretaría de Turismo, Cultura y sabe Dios quienes más.

Tenemos el caso de lo que está sucediendo ante nuestros propios ojos en Villa Mella y Yamasá, con el fenómeno este de los hermanos Guillén, los paleros, etc., reconocidos como “patrimonio de la humanidad y tesoro del mundo” por la UNESCO y el Banco Mundial, financiados por ONG’s y organizaciones de dudosa procedencia.

Más reciente tenemos el caso de otro fenómeno en nuestro sur profundo que llevó por nombre Liborio Mateo, un mesmerista-santero de primera categoría, de quien se ha filmado un video de una hora, pasado por "discovery channel" y otros canales por el estilo, en el que se dice -entre otras cosas- que él es “la reencarnación de Jesucristo”.

Yo no se que tanto saben ustedes de estas cosas, pero es oportuno que se asesoren adecuadamente antes de continuar, ahora que tendrán una presencia más activa en esa comunidad cibaeña. No siempre lo bueno es bueno, ni lo dulce es agradable.

Esta mañana, precisamente, conversaba yo con S.E.R. Monseñor De la Rosa y Carpio sobre estos temas que tanto nos preocupan, y otras cosas. Para nosotros los católicos comprometidos con Jesucristo, estos son signos evidentes que nos llenan de gran preocupación.

Sólo he querido compartir con ustedes estas inquietudes, de cómo estas cosas nos afectan en nuestra vida espiritual, aún no nos demos cuenta de ello. De nuevo, un poco de buena información sería suficiente como para alertar al más despistado. No se dejen engañar.

Con sentimientos de consideración les saluda.

Atentamente,

Mario R. Saviñón