Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

El aborto como ideología mundial

EL ABORTISMO COMO IDEOLOGÍA Y ESTRATEGIA MUNDIAL
Dr. Pablo López López

I) EL GRAN TABÚ, LA GRAN NEGLIGENCIA

El aborto es algo que se hace mucho y de lo que se sabe muy poco. Se practica demasiado, cada vez más, pero se conoce demasiado mal, cada vez peor. En esta cuestión apenas hay diferencia entre “cultos” e “incultos”, pues la desinformación y la intoxicación informativa están muy extendidas. El fenómeno social del aborto es fruto de grandes y poderosas causas muy intencionadas y acarrea consecuencias de alcance histórico. Sin embargo, apenas es atendido teórica y prácticamente con la seriedad requerida.

En lo teórico la habitual bioética de salón ha marginado el fenómeno a un plano secundario. Apenas se aborda en los congresos de bioética de cualquier tendencia. En cambio, donde tocan más con los pies en la tierra, en los foros internacionales de debate y decisión política, el aborto sí mantiene cierto protagonismo. La bioética es ante todo biopolítica, y de gran escala. Pero tampoco aquí suele abordarse con el realismo y la humanidad necesarios. En fin, el aborto es el gran tabú y la gran negligencia de este cambio de siglo y milenio.

¿De verdad se realizan muchos abortos provocados?. Esto no lo discuten ni siquiera los poderes y organizaciones que trabajan denodadamente para que cada vez se aborte más por doquier. Saben que cada año en el mundo se cometen decenas de millones de abortos, pero les seguirá pareciendo poco, al menos hasta que se universalice y se declare “derecho humano” indiscutible. Es algo que proclaman y no ocultan. De hecho cada vez lo propagan más y se discute menos.

Así, la LXI Asamblea General de la ONU impone como meta para el 2015 “el acceso universal a la salud reproductiva”. El eufemismo manipulador “salud reproductiva” oculta su abortismo indiscriminado. Tan siniestro objetivo va envuelto y camuflado dentro del quinto objetivo de desarrollo del milenio, como si la reducción de la pobreza pasara por matar a los pobres y a sus hijos más tiernos.

¿Ya se cometen demasiados abortos?. Desde el primer aborto provocado, ya hay un exceso. Pero aún sin apelar a criterios morales o humanistas (o “éticos”, como establece la moda actual), los mismos criterios técnicos demográfico-económicos lo sentencian inapelablemente. El abortismo hunde cualquier pirámide poblacional sana e hipoteca a medio plazo todo el bienestar económico al dejar sin el suficiente recambio generacional a una sociedad. Esto explica que algunos sanguinarios pero astutos dictadores frenaran el aborto en sus países (Stalin, Ceausescu). También países con ciertas libertades sociales como Japón ya empezaron a tomar medidas de recuperación demográfica (cf. M. Schooyans, Bioéthique et population: le choix de la vie, 1994, pp. 153-4). En realidad, el país verdaderamente ejemplar es Polonia, que tras sufrir el abortismo nazi y soviético, en poco tiempo y de forma nada traumática prácticamente ha hecho desaparecer el aborto. Esto demuestra que es posible abolirlo si que quiere.

Para comprobar que se sabe poco sobre la auténtica dinámica del aborto, basta con preguntar a muchos pro-vidas y bioeticistas. Por ejemplo, ¿cuántos de ellos conocen mínimamente la IPPF y a Margaret Sanger[1]? Normalmente, la gente que decide abortar, así como los que sostienen opiniones abortistas, tampoco sabrían responder a unas cuantas preguntas básicas. Incluso creen que el aborto es una estricta cuestión individual en la que muchas veces no entra ni el padre.

Ahora, toda esta ignorancia difícilmente se puede disculpar siempre. Densa es la red de mentiras y datos falsos que teje la ideología abortista y eugenésica para controlar las conciencias. Pero la principal causa de que la gente no sepa, es que no quiere saber. Se prefiere mirar hacia otro lado, callar o limitarse al lamento fugaz por una causa supuestamente perdida. La negligencia empieza por no querer leer y pensar. Para no comprometerse.

II) EL NECESARIO CONCEPTO DE “ABORTISMO”

Hablar de “aborto” parece remitirnos a un mero hecho natural y a un ámbito meramente individual. Sin embargo, el aborto provocado y estratégicamente promovido es un fenómeno de una índole tan peculiar, que merece un sustantivo propio: “abortismo”.

El abortismo puede definirse como el sistema de promoción o de imposición del aborto provocado a gran escala social e internacional. Se sustenta en intereses político-ideológicos y comerciales, llegando a enraizarse en espiritualismos sectarios. Desarrolla un inmenso despliegue propagandístico y de manipulación radical de las conciencias y del lenguaje. Empieza por la despenalización del aborto en gran número de casos para después imponerlo: primero como derecho fundamental y luego como obligación. El resultado ha de ser que se penalice a los que se resistan a abortar o defiendan la vida[2]. Actualmente en España se están perpetrando graves ataques a grupos pro-vidas: amenazas continuas de muerte (Madrid), violentación intimidatoria del domicilio social (Valencia), etc. No por casualidad estas agresiones vienen inmediatamente precedidas por campañas de hostigamiento mediático de la prensa abortista.

El inmenso negocio beneficia a la red de centros abortistas y a las compañías que utilizan los restos mortales de los fetos. El abortismo ideológico se camufla presentándose como el genuino feminismo defensor de la mujer, como exigencia de todo “progresismo” y como bienintencionada política para evitar “abortos inseguros”. Así, se escuda en el santo y seña de “salud reproductiva”.

Al igual que otro tipo de homicidio, el aborto provocado nunca ha desaparecido a lo largo de la historia de la humanidad y de la política. Ahora bien, la expansión mundial de las últimas décadas es abrumadoramente superior a la de cualquier época pasada. Y resulta más estremecedora por el mayor conocimiento actual sobre el origen de la vida humana individual. Cuando el mundo recupere humanidad, nuestro tiempo será conocido como el del abortismo.

El contexto de este período abortista es el de la época en que a más personas se ha matado en la historia. Para ello basta recordar las dos guerras mundiales, junto a la cadena de guerras y genocidios contemporáneos. Pese al grandilocuente avance legislativo y práctico en varios terrenos, el desprecio por la vida humana es hoy ostensible. A él pertenece también la real desmovilización social contra las causas del hambre y la miseria. Hay más manifestaciones de protesta y más voluntariado contra el hambre que contra otras injusticias, pero habría que cuestionar la coherencia y la seriedad de algunas de estas iniciativas de pancarta y tambor. La vida humana, la justicia social, se defiende en su totalidad y no según el aspecto de moda.

No sólo ha de distinguirse el aborto espontáneo o involuntario y el provocado o cometido. Además, ha de reconocerse la gran dimensión socio-política de éste. El primero es un duro trance imprevisto e ineluctable que se vive en intimidad y familia. En cambio, el aborto provocado es, en buena medida, social y políticamente provocado. Es un hecho social y no sólo porque afecta prioritariamente a un tercero, más allá de la pareja: al niño o niña que pierde violentamente la vida. Es social por los condicionantes sociales que lo impulsan y por las dramáticas consecuencias antisociales que cada aborto agrava.

Entre los abortistas hay diferentes grados de implicación. Y recordemos siempre que ante este fenómeno mundial no caben seráficas neutralidades ni contradicciones acomodaticias. Oímos incluso decirse “contrario al aborto”, pero favorable a su “despenalización”, sin especificar en qué nivel de “despenalización” o permisividad. ¿Cómo mostrarse cual persona de principios y a la vez aceptar y votar que en millones de casos se hagan añicos tales principios de respeto a la vida humana y a la salud materna?.

Pero ahora pongamos el acento no tanto en deslindar grupos de opinión más o menos abortistas, sino en tener presentes los principales grupos de acción abortistas. Aunque es actualizable, encontramos un buen elenco en J. Kasun, La guerra contra la población, 1993. Entre las páginas 179 y 209 hallamos la presentación sumaria de treinta y seis multinacionales o grandes organizaciones volcadas en políticas eugenésicas, neomalthusianas y abortistas. Ahora habría que empezar por añadir a magnates que presumen de filántropos, como Bill Gates. Estamos ante toda una estrategia mundial de dictadura sobre las conciencias y las vidas que apunta a un leviatánico Estado mundial envuelto en falsos mensajes de “paz” y valores biensonantes (vid., M. Schooyans, Abortion, a political approach, 1980, p. 123-4).

III) CRÍTICA A LOS CRISTIANOS Y DEMÁS HUMANISTAS

La responsabilidad y la culpa de la creciente propagación del abortismo no son sólo de los abortistas. Acaso la responsabilidad de prepararse y actuar es mayor entre los que saben lo que es y acarrea el aborto sistematizado en una sociedad. Ante el aborto nos retratamos todos, tanto por la actividad como por la pasividad.

Hace años ya sostuvimos en un estudio sobre la identidad moral de la democracia que una sociedad abortista es radicalmente antidemocrática por ser inhumana. Es mucho mas grave acabar con la vida de miles de seres humanos indefensos de un país que no dejarles votar. Que son seres humanos y no mera parte de un ser humano, es un hecho biológico genética, inmunológica y ecográficamente demostrado. Por ello, en realidad son muy escasos los países que por ésta y otras condiciones básicas dan la talla mínima para ser democráticos. Lo mínimo para que el poder esté en el pueblo, es que no se mate al pueblo. Al abrirse la veda del humano, nadie puede estar tranquilo.

En efecto, la aceptación social del aborto es el principal termómetro moral de un pueblo. Michael Gante, en el libro dirigido por Robert Jütte, lo expresa así: “Die Art und Weise, wie eine Gesellschaft sich in diesem Konflikt verhält, sagt immer Wesentliches über die Identität eines Gemeinwessens aus” (Geschichte der Abtreibung, 1993[3]).

El filósofo Julián Marías afirmó que tal aceptación del aborto era lo más grave del siglo XX, junto a la extensión de la droga y el terrorismo. En absoluto puede banalizarse la gran gravedad de estas dos lacras sociales. Pero se quedan atrás en gravedad objetiva, aunque preocupen más subjetiva y públicamente. La gente es más consciente de que el terror y la droga pueden afectarles. Pero sólo por suicidios muere mucha más gente que por terrorismo. Enferma está la comunidad internacional que alberga colectivos que matan y aterrorizan a los demás. Pero mayor decaimiento moral y vital exhiben las sociedades donde tantos ciudadanos se quitan la vida. La droga es mucho más letal que el suicidio y en última instancia obedece también a un general sinsentido vital. No obstante, su número de víctimas es menos abultado que el del abortismo. Las víctimas primeras del abortismo son además las más indefensas, los seres humanos en estado embrionario o fetal, porque son los más débiles de nuestra cainita especie. También son víctimas inmediatas las madres que abortan, porque en la mayoría de los casos proceden bajo la coacción de algún engaño, información adulterada o directamente forzadas. “La libre elección” de la propaganda abortista es un camelo. Además, se oculta que es una libertad “de matar al propio hijo o hija desde las entrañas maternas y con la complicidad habitual de los poderes públicos”.

Por supuesto que, además de la droga, el terrorismo y el abortismo, hay otras grandes lacras contra las que militar sin excusa. Y es obvio que no todos pueden especializarse en cada tema. Lo importante es que todo buen humanista no se evada por completo de concienciarse y actuar en cierta medida contra todas las principales causas de injusticia como el abortismo, las hambrunas, la guerra o la manipulación masiva de conciencias. Uno de los criterios que objetivamente marca la gravedad del abortismo es la especial desidia y contradicción permanente que cunde incluso entre los que se dicen contrarios al aborto sistemático.

Decíamos que el abortismo anula de hecho la democracia y cualquier sólido humanismo. Anula incluso la noción de Estado de derecho. Con razón escribió Agustín de Hipona que un Estado que tolere o practique el crimen, ya no es Estado, sino una banda de forajidos.

Las religiones auténticas, las que no son sectas, fanatismos o antropolatrías laicistas, tienden a respetar al hombre, en la medida en que respetan a la divinidad creadora. No obstante, la habitual dispersión doctrinal de las religiones, fuera de las confesiones cristianas católica y ortodoxa, también hace estragos en la defensa de la vida. Esto es, los fieles de las religiones no cristianas transigen más en diferentes casuísticas abortistas.

¿Y los cristianos?. Por simplificación y visibilidad tiende a identificarse la más extensa e insistente resistencia al abortismo con los cristianos católicos. No obstante, en general ortodoxos y protestantes mantienen un “sí” a toda vida y un “no” rotundo a este “infanticidio preventivo”. Cuentan, además, con miembros activos especializados en la abolición del aborto. Todo ello es aprovechado por la demagogia antivida para intentar amordazar a los humanistas alegando que se basan sólo en argumentos religiosos privados. Lo cierto es que los argumentos pro-vidas no precisan de invocar credo alguno, sino que se bastan con el elemental humanismo de no matar humanos indefensos y de buscar alternativas con tesón e inteligencia. Por lo demás, el argumentario abortista suele ocultar sus raíces pararreligiosas, su dogmática moral racionalmente insostenible, sus estrategias amañadas[4] y sus sórdidos intereses económicos.

Cierta es pues la responsabilidad de los abortistas. Pero los “cristianos” que pudiendo contribuir a salvar vidas de los más pequeños, no hacen más que lamentarse, sencillamente no son cristianos. Pone en crisis la identidad cristiana el negar éste o aquel dato revelado que pertenezca al kerigma o la confesión apostólica. Más grave aún, por ser todavía más básico o de elemental humanidad, es el omitir la ayuda debida a los niños, madres y padres que mueren o sufren por el abortismo y sus sistemas de engaño y destrucción masiva.

Esto no es la “lejana” injusticia del “tercer mundo”, sino la principal causa de muerte violenta de nuestras propias sociedades, de nuestros propios vecinos y conciudadanos. Es el “Katrina” permanente en el que nos anegamos sin darnos cuenta, y el 11-M diario y silenciado[5].

Es un triste hecho que la gran mayoría de los declarados “cristianos” e incluso “muy practicantes y comprometidos”, tanto de los más tradicionales como de los que se creen vanguardia, apenas dedican un euro o un minuto al año a dar alternativas al abortismo[6]. Ni siquiera es habitual orar por el final de tamaña lacra genocida que se acerca al humanicidio.

Aquí anda confusa la misma Iglesia Católica, que coloca la cuestión del aborto fuera de su Enseñanza Social. La sitúa reduciéndola más bien a un tema de la denominada “teología moral de la persona”, apuntando el aspecto “personal” al ámbito individual o privado. En las diócesis aparece como tema de compañía de la pastoral familiar, a la que se dedica casi toda la atención. No es un problema principalmente debido a los obispos, sino que la feligresía está mucho más dispuesta a movilizarse por cualquier otra actividad o problema que por las injusticias bioéticas. Se sabe que es la única causa social reprobada por sectores amplios de la población y por la mayoría de los medios de comunicación social. Ser pro-vida, que es la raíz de todo veraz pacifismo y feminismo, es lo más subversivo y desestabilizador para el sistema de injusticia imperante.

Ahora, el ser pro-vida va más allá de una etiqueta asociativa. Se es pro-vida en todo: en la bioética (donde se prefiere el adjetivo más académico de “personalista”), en el compromiso solidario, en la familia, en la vida socio-política, en la profesión o trabajo y en cualquier ámbito. Desde luego es inconfundible con la imagen de exaltado extremismo que los medios de comunicación abortista han fabricado. Frente al real extremismo fanático abortista la ciudadanía pro-vida debe seguir manteniendo la moderación de la templanza, del tesón sereno e infatigable de los que saben que la vida, la vida amada, triunfa sobre la muerte y sus argucias.

IV) APÉNDICES

El primer mapa se encuentra en la entrada “aborto” de la abortista “Wikipedia”, conocida por su gran caudal de temas tratados.

El segundo mapa ha sido interesadamente adaptado por uno de los grupos más celosamente aborteros, el conocido “Abortion ship” o “Barco de abortos”, aunque esta poderosa organización (¿cuántos grupos pro vidas podrían fletar un barco por todo el mundo?) se publicita como “Women on waves” (“Mujeres sobre olas”): http://www.womenonwaves.org/set-1020.245-en.html. Este mapa de aborteros está aún mucho más falseado y va acompañado de la tópica manipulación conceptual que encontramos en el texto en ingles de abajo.

El mismo tipo de “información” amañada la encontramos en la ONU: http://www.un.org/esa/population/publications/abortion/profiles.htm.

En general, ambos mapas participan de la extendida mentira de que en algunas legislaciones como la española se limita significativamente la despenalización del aborto provocado. Resulta un sarcasmo que la autodenominada “enciclopedia libre”, Wikipedia, considere equiparables Portugal, España y Polonia.

Ellos, que causan tantas víctimas, usan el victimismo y manipulan las connotaciones del lenguaje en su favor. Hablan de los pro-vidas como de “antiabortistas” y “prohibicionistas”, pero nunca usan paralelamente “abortistas”, “permisivistas” o “abortismo”. Millones y millones de abortos en su lógica absurda y perversa parecen producirse por pura espontaneidad, sin que nadie los fomente e imponga. Sin que haya “abortistas”. No obstante, sí es cierto que no todo contrario al aborto es pro-vida. En realidad, ser pro-vida o bioético personalista exige una coherencia en la defensa y promoción activa de toda vida humana en toda circunstancia. Personajes como el actual presidente G. W. Bush puede ser considerado “antiabortista”, pero no “pro-vida”, por su responsabilidad en la ejecución de penas de muerte y en otras leyes anti-vida, belicistas y antiecológicas.

Abortion Laws Map (de Wikipedia, la enciclopedia libre):

http://en.wikipedia.org/wiki/Abortion_law

http://www.pregnantpause.org/lex/world02map.htm

RED: Abortion illegal in all circumstances or permitted only to save a woman's life. PINK Abortion legally permitted only to save a woman's life or protect her physical health. YELLOW Abortion legally permitted only to protect mental health. BLUE Abortion legally permitted on socioeconomic grounds WHITE Abortion on request

Approximately 25% of the world population lives in countries with highly restrictive abortion laws, mostly in Latin America, Africa and Asia. These are the countries where abortion is most restricted according to the law. In some countries, such as in Chili, women still go to prison for having an illegal abortion.

Legalization of abortion can prevent the unnecessary suffering and death of women. Restrictive abortion laws violate women's human rights based on agreements made at the UN International Conference on Population and Development in Cairo, the Fourth World Conference on Women in Beijing and the Universal Declaration of Human Rights (article 1 & 3 &12 &19 & 27.1).

Prior to the beginning of the 19th century, there were no abortion laws in existence. In 1869 Pope Pius IX declared that ensoulement occurs at conception. As a result the laws in the 19th century did not allow any termination of pregnancy. These laws form the basis of the restrictive legislation on abortion that still exist in many developing countries. Between 1950 and 1985 almost all developed countries liberalized their abortion laws for reasons of human rights and safety. Where abortion is still illegal this is often due to old colonial laws and not always an expression of the opinion of the local population.

Color index to the map:

RED Abortion illegal in all circumstances or permitted only to save a woman's life.
PINK Abortion legally permitted only to save a woman's life or protect her physical health.
YELLOW Abortion legally permitted only to protect mental health.
BLUE Abortion legally permitted on socioeconomic grounds
WHITE Abortion on request

Red countries on the map

South America: Brazil, Colombia, Chile, Dominican Republic, El Salvador, Gustamala, Haiti, Honduras, Mexico, Nigaragua, Panama, Paraguay, Venezuela. Sub-Saharan Africa: Angola, Benin, Central African Rep.Chad, Congo, Côte d'Ivoire, Dem. Rep. of Congo, Gabon, Guinea- Bissau, Kenya, Lesotho, Madagascar, Mali, Mauretania, Mauritius, Niger, Nigeria, Senegal, Somalia, Tanzania, Togo, Uganda. Middle East and North Africa: Afghanistan, Egypt, Iran, Lebanon, Libya, Oman, Sudan (r), Syria, United Arab Emirates, Yemen. Asia and Pacific: Bangladesh, Indonesia, Laos, Myanmar, Papua New Guinea, Philippines, Sri Lanka. Europe: Ireland, Malta.

PINK countries on the map

The Americas and the Caribbean: Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Peru, Uruguay. Sub-Saharan Africa: Burkina Faso, Burundi, Cameroon, Eritrea, Ethiopia, Guinea, Malawi, Mozambique, Zimbabwe. Middle East and North Africa: Kuwait, Morocco, Saudi Arabi. Asia and Pacific: Pakistan, South Korea, Thailand. Europe: Poland, Portugal.

[1] ) Un amplio estudio de la IPPF es el del abogado argentino Jorge Escala, “IPPF, la multinacional de la muerte”, 1996, 362 pp.
[2] ) Los manejos de varios organismos de la ONU y de la UE se dirigen a consagrar este infanticidio intrauterino como un derecho incuestionable. En una sexta parte de la humanidad, en la China marxista, el aborto ya es abiertamente, estatalmente obligatorio a partir del segundo hijo. Esta inmensa desgracia social se agrava en China e India con la tendencia social al aborto misógino o abortismo selectivo de niñas. De tal hecho se hacen poco eco muchas supuestas organizaciones abortistas que se proclaman “feministas”. Todo lo más son “hembristas” y obedientes a la denaturalista ideología de género.
[3] ) “La forma en que una sociedad se comporta en este conflicto, siempre expresa algo esencial sobre la identidad de una comunidad” (“Historia del aborto”).
[4] ) Véase, por ejemplo, el conocido testimonio del Dr. Bernard N. Nathanson: "Yo practiqué cinco mil abortos" (http://www.vidahumana.org/vidafam/aborto/nathanson.html). Como ejemplo de burda manipulación abortista cabe mencionar un editorial de “El País” (21-X-06). Al respaldar el negocio de empresas abortistas españolas ante el nuevo referéndum portugués sobre el aborto, alega las habituales cifras desorbitadas de muertes por “abortos inseguros” y sintetiza así las dos posturas: “yo soy dueña de mi vientre” frente a un tosco “abortar es pecado mortal”. Aunque se sea abortista, esto es tomar por tonto al lector.
[5] ) Estas comparaciones son insoportables para los que tienen la mala conciencia de apoyar el abortismo con diversas excusas “bien intencionadas”. Pero el hecho es que como el mar engulló Nueva Orleáns en el país más poderoso del mundo actual, así el abortismo hipoteca y hunde todo nuestro futuro humano. Es un dato objetivo que el número de víctimas del 11-S viene a ser casi tan grande con el número de abortos diarios en EEUU, mientras que el número de víctimas del terrorismo golpista del 11-M se acerca al de abortos diarios en España.
[6]) Alternativas como las que ofrecen el doctor y la señora Willke en “Abortion, questions and answers. Love them both” (pp. 296-325), ya traducido al español.