Decir la verdad, sólo la verdad y toda la verdad
Ustedes lo habrán visto más de una vez, en el cine o en la televisión, como el testigo en un juicio, con una mano sobre la biblia, pronuncia bajo juramento esas solemnes palabras antes de declarar.
Todos los periodistas en uso de su libertad de expresión, si entienden bien no sólo los derechos sino también los deberes que exige esa libertad tenemos la obligación de cumplir, al escribir, por ética profesional, con la misma regla de aquel testigo: decir la verdad, sólo la verdad y toda la verdad.
En lo que yo he podido observar, donde muchos fallan a ese deber ético es en no averiguar, o en no decir, toda la verdad. ¿Pereza? ¿Agobio de tiempo? ¿Prohibiciones del jefe de redacción?... No lo sé, pero el caso es que sobre asuntos de importancia social, tales como la salud, se repiten noticias graves sin llegar al fondo de los hechos.
Hace poco ha vuelto a publicarse que aumentan en el país los casos de cáncer de cérvix uterino (cuello del útero) y de mama (glándula mamaria). La noticia no es nueva, está publicada repetidamente desde hace tiempo en varios periódicos del país. Pero ninguna vez contestan a la pregunta radical: ¿por qué aumentan?
Por mi parte ésta no es la primera vez que contesto a esa pregunta, refiriéndome sobre todo al aumento mundial de ambos cánceres y dije que la causa ya estaba comprobada desde hace tiempo con estudios estadísticos y publicaciones científicas, pero que eran muchos los poderosos intereses comerciales y los de la política de la muerte los que han logrado silenciar casi del todo cual era la causa.
Sin embargo no es muy difícil averiguar que la causa está en la mala conducta sexual de ellas… y de ellos. Algunos informadores son negligentes y hablan con imprecisión de cáncer de útero. El cáncer de endometrio uterino tiene otra causa y el de miometrio uterino otra. Algunos añaden como causa del cáncer de cérvix el que la mujer haya tenido muchos hijos, lo cual es una media verdad que puede mal entenderse como el peligro en la generosidad en la procreación.
Cuando una mujer y un hombre sanos llegan vírgenes al matrimonio, si se han sido fieles, aunque tengan 10 o 20 hijos, nunca ella tendrá cáncer de cuello uterino. En cambio, en el cérvix alterado por sucesivos partos, si sería mas fácil en una mujer sexualmente liberada (?) que arraigara el virus del papiloma, transmitido por alguno de sus compañeros sexuales portador de ese virus.
El aumento del cáncer de mama corre parejo con el aumento de los anticonceptivos y de los abortos. Ambos producen una alteración grave en la fisiología general y hormonal de la mujer y especialmente en los ciclos de glándula mamaria: en reposo, en embarazo y en la lactancia.
Lo expliqué más detenidamente en anteriores artículos. Algunos de ellos son (“la ciencia y las madres”, junio de 1998; “No quieren ver, no quieren oír”; “¡Anticonceptivos o abortivos?” 2003, “La salud de la mujer… y del hombre, 2011) que puedo enviar a las lectoras o lectores que me lo soliciten.
Cada vez es más evidente, y no faltan las referencias bibliográficas al respecto, de que los mal llamados anticonceptivos hormonales se comportan la mayoría de las veces como verdaderos abortivos de los primeros días del embrión humano. Eso se incluye para La PDD (píldora del día después). El uso creciente de la PDD va dejando, además, un rastro de alteraciones de salud grave e incluso de muertes.
Mi obligación, como periodista y como médico, es decir “la verdad, solo la verdad y toda la verdad”, aunque esas verdades planteen serios problemas de conciencia de otros periodistas y médicos, difíciles decisiones de conducta en muchas personas y aunque aumenten contra mí el odio y los ataques de los que se benefician con la enfermedad y la muerte de tantos seres humanos.