Enrique VIII y sus seis mujeres

Por María Antonietta Ronzino

El escritor de este libro (Francis Hackett) dice que no ha inventado nada de lo que contiene esta obra. Lo recogió todo en correspondencia diplomática, con informes oficiales. Habla de Enrique Vlll porque de “Defensor de la Fe”, según título pontificio de 1516, pasó a ser jefe de una iglesia disidente y protagonista de uno de los periódos más turbulentos de la historia inglesa.

La lectura de este texto nos señala que el hombre, en su afán de conquista, con apetitos vigorosos y sentidos vibrantes, busca el éxtasis arrollador en la lujuria, con su fuego devastador, capaz de deshacer a los hombres hasta los tuétanos.

Suelen estas personas considerar como grotesca y ridícula la impotencia en todo género. La pobreza para ellos, más que falta de dinero, es una lepra económica que incapacita al hombre para adquirir riqueza. La clase media no puede lograr su objetivo teniendo enfrente a unos superiores que se niegan a ceder sus prerrogrativas, cubriéndolas con una capa de pundonor. La mezquindad humana arrolla todo a su alcance. El hombre muestra calidad espiritual, pero la desesperación lo consume poco a poco.

El crédito equivale a la mitad del triunfo, una apariencia de prosperidad casi asegura la obtención de esta, y tiene que demostrar que está satisfecho de sí mismo para convencer a los demás, para que también lo esté de él. Lleva mucho ganado para hacer creer que es la bondad misma y que posee un corazón muy grande.

Enrique era un monarca al modo de aquel viejo, “rey Cole” de las canciones populares, que, llevado de su buen humor, decapitaba a sus mujeres, gritando: “¡Fuera cabeza!, ¡ahora, a la otra!...”. Así exclamaba. La realidad de Enrique y de los otros es bien distinta. El rey grande y bonachón que había de hacer con dos esposas lo que otros hombres no hacen con una sola es una de las ficciones más vulgares y horribles, casi imposible de imaginar. El rey era de un gusto estético de su época, pero había conducido al país a una situación muy difícil de resolver.