18 de Agosto #2006
En honor a Elena, la madre de Constantino (+ 328)
Lic.
Eduardo Jorge Prats
Columnista de Hoy
Vía Correo electrónico
Ciudad,
Ref.: “El aborto y el libertinaje sexual en Dominicana”
Distinguido Lic. Jorge Prats:
Al saludarle cordialmente, he querido escribirle luego de leer su reciente artículo titulado “el derecho al aborto”.
Por favor, no deje de leer usted el artículo central de esta semana en el Semanario Católico Camino, que puede ilustrarle sobriamente respecto a nuestra postura de cara al debate sobre un tema tan delicado como lo es el aborto.
Los números lo expresan de manera elocuente: un 3% de todos los abortos son por motivo una violación, y otro 3% por motivo de malformación del feto y peligro de muerte para la madre. Por lo que resta un enorme 94% correspondiente a embarazos por infidelidad, sexo prematuro, libertinaje sexual y vagabundería. A mi humilde entender, aquí lo que hay es ser mucho pero mucho más serios, y menos propensos al crimen y al asesinato.
Como decía un famoso economista las otras noches, utilizando palabras algo rebuscadas para hablar sobre un tema bancario: "se pretende beneficiar a una minoría queriendo afectar a la inmensa mayoría". Y esto ‘no se va a poder’.
Si todavía tiene usted alguna duda, eso es, respecto a las implicaciones del aborto en la vida de la madre que lo consiente, la gravedad de un crimen con carácter de genocidio contra millones de seres indefensos, vea en completa soledad y silencio este video que he bajado del Net, el cual se explica por sí solo. www.arbil.org/aborto.wma
No tengo palabras para expresarle lo mal que me siento de tener que escuchar y leer una cantidad enorme de "profesionales", "pediatras, ginecólogos, sexólogos, sicólogos, sociólogos, abogados, intelectuales y pensadores", promoviendo descaradamente la muerte; pidiendo a voces a nuestras autoridades para que se despenalice el aborto. En otras palabras, para que se legalice el aborto.
Esto es una barbarie, un crimen.
Todos los días, a través de la prensa, la radio, la televisión y el cine, se alienta a jóvenes y adultos a toda clase de “libertinaje sexual”. Nos llama poderosamente la atención. Las consecuencias de esta seudo-cultura bien implementada, tan perversa como pervertidora, son cada vez más dramáticas, sistemáticamente ignoradas por aquellos responsables en hacer algo, y quizás sea yo el primero.
En cierta columna –en uno que otro diario, semanario o revista- algún cristiano preocupado por el asunto apunta hacia “la verdad oculta” de que tenemos por delante una verdadera crisis de salud pública. Quedamos estupefactos al observar cómo muchos callan, y no se discute lo suficiente sobre ello.
En esta tierra nuestra, en la que cohabitan “indómitos y bravos”, entremezclados con “esclavos, indolentes y serviles”, miles de dominicanos contraerán múltiples y variadas enfermedades de transmisión sexual durante este año, ni hablar de la propagación del SIDA, 53’000 nuevos infectados en el 2004. Casi la mitad de todas las mujeres –muy jóvenes por cierto- que experimenten ese primer encuentro sexual contraerán algún tipo de enfermedad de transmisión sexual lo suficientemente terrible como para recordarlo todas sus vidas.
He aquí otros datos realmente alarmantes:
Cientos de adolescentes a diario contraen algún tipo de enfermedad sexual,
Muchas se hacen adictos al sexo,
El 25% de los jóvenes (una de cada cuatro personas), mayores de 12 años, al iniciarse sexualmente contraerán algún tipo de herpes genital, y
Según expertos en la materia, es probable que la mitad de los varones de raza blanca terminen enfermos en un futuro no muy lejano.
La información, por si acaso, no proviene de ningún grupo de presión que promueva la abstinencia o denuncie la decadencia ética-moral prevaleciente. Estos números provienen del Centro para el Control de Enfermedades (CDC), en Atlanta, dados a conocer públicamente en Internet.
Las enfermedades de transmisión sexual y los enfermos se han multiplicado exponencialmente. Se de un amigo dermatólogo que se ha hecho rico tratando muchachos con enfermedades venéreas, ni hablar de otro que realiza los abortos. Varias veces le he dicho a este último que de noche escucho las voces de todos esos niños abortados clamando piedad y misericordia de nosotros.
Hace unos años apenas se hablaba de sífilis, gonorrea y alguna otra más. Ahora, sin embargo, se habla de una treintena de enfermedades terribles, que ocasionan serios trastornos a la salud, tanto física como emocional; así como de otras incurables, mejor dicho mortales, como el SIDA. Las causas de su propagación están a la vista de todos, en la base de una continua difusión de tanta perversidad a través de los medios. Algo bastante serio lo es también, en adición, la promoción –sin ningún sustento científico- de que el preservativo en efecto proporciona un “sexo seguro”, lo cual no es cierto.
Los preservativos, la marca que sea, si bien reducen el riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual –sin eliminarlo del todo- resultan ineficaces para prevenir otras enfermedades más complejas. Las enfermedades de transmisión sexual tocan a la puerta de las vidas de nuestros hijos continuamente, todas las noches.
“Desconocer e irrespetar la ineludible vinculación de unas cosas con otras es el fondo reprochable de la incoherencia. Aceptar algo y rechazar sus consecuencias es incoherencia. Bien examinada, pues, la incoherencia no es otra cosa que mantener desvinculado, desajustado y desintegrado lo que debe estar vinculado, ajustado e integrado. Algo así, como la esquizofrenia. Lo significativo y alarmante es que en el trasfondo de este comportamiento hay siempre un superficial o un frívolo o un irresponsable o un perverso. Y ante tanta incoherencia, creciente y desenvuelta, lo justo es no gritar “cuanto incoherente”, sino decir con mucha pena: “cuanto superficial, cuanto frívolo, cuanto irresponsable, cuanto perverso.”
La Sra. Meg Meeker lo ha dicho todo en uno de sus libros, “Epidemic: raising great teens in a toxic sexual culture” – “Epidemia: el sano crecimiento de nuestros adolescentes en una cultura sexual tóxica”, tras investigar el impacto de las enfermedades de transmisión sexual en niños y jóvenes. Pese haber sido acusada de “fanática y sensacionalista”, por el título y contenido de la obra, nadie osa desmentir ninguna de las estadísticas utilizadas. ¿A saber por qué?
La revolución sexual a la que estamos siendo sometidos en la actualidad no estará completa hasta realizar nosotros una honesta evaluación del alto precio que estamos pagando: millones y millones de abortos, millones de hombres impotentes y mujeres estériles, millones de vidas tronchadas por el SIDA y otras enfermedades, millones de embarazos prematuros, millones de niños nacidos a destiempo en hogares llevados por niños, millones de vidas destruidas por el libertinaje sexual devastador que nadie parece querer obstaculizar, etc., etc., etc.
El sexo entre dos o más personas podrá ser algo muy privado, es cierto. Pero también es cierto que tiene sus repercusiones bastante públicas, definitivamente. ¡Hagamos un listado de todas aquellas personas que nos aman profundamente! ¿O será que no tenemos a nadie que nos quiera de veras?
Algunos lloraremos una que otra muerte causada por el SIDA, sin antes detenernos por un minuto a establecer responsabilidades. Ya he vivido la experiencia con dos amigos de infancia. Es posible que algunos nos sintamos lo suficientemente avergonzados como para admitir que hemos cometido un grave error. La liberación sexual a la que algunos genios del progresismo actual aspiran, tiene un precio demasiado alto para nosotros y nuestros hijos tener que pagar.
Los muchachos se nos mueren por falta de conocimiento, hagamos algo.
Sin otro particular por el momento, aprovecho la ocasión para suscribirme a sus órdenes siempre.
Atentamente,
Mario R. Saviñón
Pd. Otro dato interesante. “La Fundación Rockefeller, constituida en defensora ardiente del control demográfico de la natalidad, mediante la anticoncepción y la esterilización de masas, ha invertido sumas ingentes de dólares (y ahora pesos) en la planificación familiar… Sabemos las han recuperado con creces, mediante la venta de píldoras anticonceptivas y abortivas, pues ejercen control accionario en empresas tales como Up-John, Dalkon, Shield, Robins y Xeros”.