"La conversión no es algo mágico que se logra apenas en un retiro o cambiándose de religión ("Me he convertido").
Se trata de un proceso que dura toda la vida.
Que comienza el día que tenemos ese encuentro personal con el Señor, y termina el día en que le veamos cara a cara en el cielo, por su divina misericordia y no por nuestros méritos personales.
La conversión es la manifestación de la fe que nos mueve a nacer de nuevo, que nos ayuda a salir de las tinieblas, de la oscuridad a la luz, y cambia nuestras vidas para siempre.
Si deseas comenzar el camino de la conversión, solo tienes que abrir las puertas de tu corazón de par en par y permitir que Jesús de Nazaret haga su voluntad en tu vida.
La opción es tuya, la invitación es esta."