Por Juan Francisco Puello Herrera
Con más frecuencia que la deseada visito el territorio estadounidense. Qué he percibido en la gente en estos tiempos tan difíciles por los que atraviesa esa nación: una gran desesperanza y una falta de fe. Todo en consonancia con una pérdida de los valores morales necesarios para afrontar y superar estas calamidades.
Aquella seguridad económica que se exhibía ha quedado en el pasado. Los despidos masivos, la fuerte contracción económica, una mortificante recesión que amenaza con convertirse en una depresión económica, hacen que ese país esté dentro de una verdadera “olla de presión”. Nada de esto se corresponde, tomando en cuenta las riquezas naturales y las oportunidades que Dios ha brindado a los habitantes de esa región.
Una expresión que he oído desde hace tiempo retrata la situación por la que atraviesa ese pueblo: “Nos ahogamos en nuestro propio bienestar”. Y ha sido así, sólo que esta vez ese supuesto bienestar se ha revertido, pues esa otrora rica economía se convirtió en su némesis, ya que fue manejada con un criterio especulativo.
La lección que están recibiendo los ciudadanos de ese país es para no olvidarla jamás. Es un llamado a que detengan las ambiciones, las ansias de poder y dominio, sustentadas en una renuncia a los valores morales que deben prevalecer en toda sociedad humana.