El único obstáculo en el camino hacia el bien es el mal.
Podemos y debemos airarnos contra el mal, pero debe tratarse de un mal verdadero y no de un mal ilusorio.
Debemos airarnos contra el pecado, contra el maligno, contra los malos pensamientos.
La expulsión de la ira es señal de debilidad de caracter. Pero es mucho más peligroso si la ira se retiene dentro. Se empieza a pensar con frialdad en la venganza, cerrándonos a toda posibilidad de perdón.
Cuando esto ocurre, la persona se auto exluye de los demás, porque medita en vengarse ella sola, sin la ayuda de Dios.