¿Qué es el laicismo intolerante?
El laicismo se empeña en negar la existencia de una ley natural, que conecta con el primigenio razonamiento moral de las personas que buscan hacer el bien y evitar el mal, ley ésta fundada en la recta razón, y cuyo conocimiento ha sido posible gracias al patrimonio espiritual y moral históricamente acumulado por las sociedades a partir del cristianismo.
Quienes rechazan esta ley natural desean vender, como una supuesta conquista de la libertad, que el resto nos situemos más allá del bien y del mal, que despreciemos la voz de nuestra conciencia, y que desistamos de cultivar las virtudes que sostienen el verdadero bien humano que colocan una especie de dique tanto al mal personal como el social.
El laicismo no soporta que se denuncie abiertamente su inconsistencia moral, la adulteración radical del buen sentido del bien humano. Busca que se identifique a los cristianos, específicamente a los católicos, como retrógrados, fundamentalistas e ignorantes, y que se asocie al individuo –ciertamente intelectual- con el agnóstico.
Ningún poder político, social, económico o cultural puede violentar la conciencia del hombre como para que se asuman como moralmente rectas ciertas acciones que son abiertamente contrarias a la ley natural, tales como: la insólita definición de matrimonio con exclusión de la diferencia entre varón y mujer; el apoyo a la llamada ideología de género, cuyo propósito consiste en vaciar de contenido la masculinidad y la feminidad; la ley del divorcio al vapor, que obscurece el sentido de la entrega personal en el matrimonio; la alarmante promoción del aborto; la clonación de seres humanos como material de investigación científica.
Una cosa es lo que dicen y otra –muy distinta- es lo que hacen.
El laicismo es mentiroso, agresivo e intolerante. Todo vale con tal de arrinconar al cristianismo, ridiculizarlo, manipularlo a través de los medios de comunicación, anularlo y vaciarlo de todo o parte de su contenido.
Como muchas otras ideologías falaces y engañosas, el laicismo está llamado a desaparecer porque ni hace justicia a la verdad como tampoco a la libertad y a la dignidad de los seres humanos.
Mientras se esté propugnando ésta desde el poder, nosotros como cristianos no cesaremos de denunciarlo y desenmascararlo por el bien de nuestro pueblo.