Energía "superior"

07 de Marzo #2005
En memoria de Felicidad y Perpetua, mártires (+ 203)

Sra.
Yvette Marichal
Editora Oh!Magazine del Listín Diario
Vía e-mail: yvette@listin.com.do
Ciudad,

Ref.: “La paz de Cristo”

Distinguida Sra. Marichal:

“Nosotros los cristianos no llegamos a un grado de bondad y madurez espiritual de la noche a la mañana; nuestra vida es un continuo caminar. Incluso en los tramos rectos, he encontrado lugares con niebla tan densa que he tenido que seguir adelante creyendo que Jesús iba conmigo guiándome... Me di cuenta de que cuando me acercaba a Jesús despojada de toda pretensión, con espíritu de necesidad, lista para escucharlo y recibir lo que EL tuviera para mí, EL me había encontrado ya en mi punto de mayor necesidad... Cuando el futuro nos parece tenebroso y desolado, con EL se transforma en una vida nueva llena de gozo.” [Catherine Marshall (encontrarnos con Dios)].

Al saludarle cordialmente en este hermoso día que Dios nos ha regalado, he querido escribirle estas breves palabras para referirme a su editorial de este sábado: esto de la “energía superior” que supuestamente maneja, según usted, algunos detalles.

Según un glosario que tengo en mi computador, la palabra “energía”, desde el punto de vista esotérico significa que “todo cuanto existe no es más que energía, en todo el universo. La energía vibra a diversas frecuencias, y la frecuencia en particular determina la forma que adoptará dicha energía. Se puede actuar sobre la energía y dirigirla por mediación del pensamiento”.

Como usted de seguro comprenderá, para nosotros los cristianos esta terminología ciertamente suena algo extraña, y confusa, si pensamos por un momento sobre el tema que desarrolla en todo su editorial.

“Letting go” o “dejar ir”, como dicen los especialistas en “co-dependencia”, yo mismo que asisto a terapia de auto-ayuda para familiares y amigos de alcohólicos, es el equivalente cristiano de una sana aceptación de algo que aparentemente deseamos cambiar y no podemos. Por eso aquello de la oración de San Francisco de Asís en procura de una “serenidad” que solo proviene de Dios:

“Señor, concédeme serenidad para poder aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar las cosas que sí puedo; y sabiduría para comprender la diferencia.”

“El fuego que en ocasiones experimentamos nosotros los cristianos [gracias a Dios] apenas arde por una hora y luego se apaga; en cambio, hay otro fuego eterno para los impíos, que nunca se apagará” [San Policarpo de Esmirna (+ 155)].

Que tenga usted un feliz día y que Dios la bendiga abundantemente.

Con sincero afecto cristiano.

Mario R. Saviñón
mrsavinon@yahoo.com

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Anexo le copio algo que he recibido esta mañana, un hermoso y viejo poema, en honor a la mujer dominicana, en este día internacional de la mujer.

Gregorio de Narek (+ 1010) monje y poeta armenio, tomado del Libro de la oraciones 12,1; SC 78, pág 102.

“Si no veis signos y prodigios sois incapaces de creer.” (Jn 4,48)

El que invoca el nombre del Señor / éste se salvará. Yo no sólo lo invoco / sino que ante todo creo en su grandeza. No por sus dones / persevero en mis súplicas,Sino porque es la vida verdadera / y en él respiro;Sin él no hay movimiento ni progreso. No es tanto por los lazos de la esperanza / como por los lazos del amor que me atraen. No son los dones / sino el Dador a quien anhelo. No aspiro a la gloria / sino al abrazo del Señor glorioso. No es la sed de vida que de continuo me abrasaSino el recuerdo de Aquel que me da la vida. No suspiro por el deseo de la felicidad / ni sollozo desde el fondo del alma. Sino por Aquel que los prepara. No busco el descanso / sino el rostro de Aquel que apaciguará mi corazón suplicante. No aspiro al banquete nupcial / sino a tener al Esposo. En la espera cierta de su poder / a pesar del peso de mis pecados. Creo con una esperanza indefectible / y me abandono en las manos del Todopoderoso. Así me será concedido el perdón / y le veré en persona. Gracias a su misericordia y su piedadY, aunque merecería ser proscrito / heredaré el cielo.

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«Aquí está la mayor paradoja del hombre. La felicidad no se alcanza en el afán de hacer lo que uno quiere, sino al contrario, olvidándose de ello, para darse a los demás. Tomás de Aquino reconduce las virtudes cardinales al amor del fin último y éste al amor de Dios, y lo hace de modo sorprendente y también paradójico. El hombre, dice el santo de Aquino, por su misma naturaleza, está ordenado a amar a Dios más que a sí mismo. De manera que cuando se ama a sí mismo sobre todas las cosas, sucede que fracasa en la realización de su ser, no se ama adecuadamente a sí mismo.»