El ángel de la luz

13 de Septiembre #2004
En memoria de San Juan Crisóstomo (+ 407)

Sra.
Rosalina (Thany) Mathos de Succart
Vía correo electrónico
Ciudad,

Ref.: "Santería vis-a-vis Culto a los ángeles = Ocultismo "

Distinguida Sra. Matos de Succart:

“Hay momentos en la vida en los que callar se convierte en culpa y hablar una obligación, un deber civil, un desafío moral, un imperativo categórico del que uno no se puede evadir...” [Asela Ma. Lamarche]

Al saludarle cordialmente en esta hermosa tarde que Dios nos ha regalado, he decidido tomarle la palabra, para que “hablemos claro, meneemos la mata y tumbemos algunas frutas podridas”; que para mi significa exponer las cosas como son respecto al contenido de su entrega de este domingo.

Con esta son tres las comunicaciones que he escrito a la Sra. Feliz Franco, sobre sus publicaciones por ese medio de comunicación tan poderoso, en las que reflexiono abiertamente sobre un tema tan delicado como el que usted ha elegido para exponer públicamente de seguidas.

Al proclamar el Evangelio ayer, el Padre Evaristo se entusiasmó ciertamente al llegar donde Jesús mismo dice: “Y finalmente recapacitó”, la parábola del hijo pródigo, ese muchacho que como yo, esclavo de tantas pasiones, arruinó su vida al punto de llegar a cuidar puercos y tener que comer algarrobas, antes de darse cuenta del manantial y los manjares que había dejado atrás en casa de su padre, desde donde había marchado en primer lugar.

El hombre del siglo XXI anda como el hijo pródigo camino a Babilonia, como un loco buscando de una seudo-libertad sin medidas ni limitaciones que sencillamente no existe, y en la que injustamente se piensa que Dios, y todo aquello que implique a Dios en nuestras vidas, le limitan. Nos referimos aquí del archi-famoso “libre albedrío”, que tanto a los protestantes, fundamentalistas como ocultistas les ha venido como anillo al dedo para con ello intentar justificar el libertinaje, el falso derecho de tomar al mismo Dios y las cosas de Dios como mejor les venga en ganas.

Es en este momento cuando, la soberbia, la arrogancia y la prepotencia, entre-mezcladas con la ignorancia y el desconocimiento, inician un marcado proceso de alejamiento de Dios, cuyo amor y misericordia no han logrado entender, cuya presencia se les hace un fardo muy pesado de llevar.

San Pablo, uno de mis apóstoles favoritos, lo proclama bastante claro cuando dice:

“Hermanos muy queridos, no tengan nada que ver con la idolatría. Les hablo en su condición de gente sensata, para que formen su propia opinión de lo que les voy a decir: -el cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es esto comunión con la sangre de Cristo [derramada en la Cruz]? Y el pan que partimos, ¿no es esto comunión con el cuerpo de Cristo [repartida a todos en la última cena]?... ¿Qué quiero yo decir con esto? ¿Qué las victimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios... No puede uno beber al mismo tiempo de la copa del Señor y de la copa de los demonios, ni puede tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios... No señor...” [1 Cor. 10, 14]

En su entrega dominical usted elabora un esbozo pragmático de una especie de trifulca entre lo que considera santería afro-dominicana, mejor conocida como “religiosidad popular” [que detesto tener que llamar así], y el culto a los ángeles de la Nueva Era, que nos llega de último momento como una más de las estratagema del “rey de las moscas”, con la finalidad de apartarnos de Dios y de la salvación que el Hijo de Dios ha venido a traernos.

La teoría y la practica del culto a los ángeles en Dominicana ha sido suficiente motivo para que dedicáramos más de cien horas al estudio de dos materias de apologética cristiana católica esenciales: la “angeología” [el estudio de los ángeles de Dios]; y la “demonología” [el estudio del Demonio y sus ángeles]. Como podrá usted entender, domino el tema bastante bien como para decirle, con toda autoridad, que se está metiendo en territorio peligroso, muy peligroso; peor aún, está promoviendo algo que va a meter a muchos dominicanos y dominicanas en problemas, en serios problemas.

Los ángeles de Dios nunca responden al llamado del hombre, y cuando lo hacen, tenga por cierto que se trata de un demonio, no de un ángel. Los ángeles de Dios son mensajeros que sólo Dios utiliza en misiones muy especiales para nuestras vidas, y por lo general, pasan completamente desapercibidos. No sea tonta, no se deje engañar, mucho menos engañar a otros.
Nuestro pueblo ha sido siempre católico, ahora tenemos a una cantidad de protestantes y otras denominaciones, y un resto de ocultistas adeptos a la Nueva Era en sus variadas formas mas o menos excéntricas. Después de sacrificar su herencia cristiana de dos mil años, los paganos dominicanos acuden al culto a los ángeles en búsqueda de una falsa auto-realización, procurando por medios sobrenaturales aquello que no logran alcanzar por medios tradicionales, haciéndose esclavos de hombres y falsos ídolos, de obras malévolas como el espiritismo, la santería, el ocultismo y el satanismo.

Dice el Dr. Vidal Manzanares que “charlatanería” se define de la siguiente manera:

“Es la pretensión de poseer cualidades, virtudes, poderes, títulos o conocimientos que, en realidad, no se poseen, con ánimo de obtener cualquier tipo de beneficios del pueblo. Puede decirse, sin temor a exagerar, que la historia de las sectas, nuevos movimientos religiosos y el ocultismo se caracteriza por una sucesión in-interrumpida de charlatanes. Uno de los casos más sonados lo tenemos en el ocultismo y la Nueva Era con el Conde de Saint Germain. Otro más reciente con los fundadores de la secta seudo-religiosa, Adventistas del séptimo día, William Miller y Helen White.” [Nuevo diccionario de sectas y ocultismo]

Anexo a la presente le remito la última comunicación que dirigiera a la editora de “Senderos”, la cual se explica por sí sola. Cualquier información adicional que requiriere estamos a las órdenes.

Sin otro particular por el momento, se despide.

Atentamente,

Mario R. Saviñón

Pd. En su artículo usted menciona a Cristo una vez; a Dios trece veces; a Jesús una vez; y al Espíritu Santo [en minúscula] otra más. ¿Cualquiera pensaría que usted es cristiana?