Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

Teología de la prosperidad

Dos tercios de los evangélicos del mundo están afectados por la teología de la prosperidad.


“La teología de la prosperidad afecta al 66% de iglesias evangélicas”. Así titula el medio Protestante Digital una información sobre el libro Bendecidos: Una historia del Evangelio de la Prosperidad, que acaba de ser publicado por Oxford University Press y que se basa en la tesis doctoral y trabajo de investigación de Kate Bowler, profesora en la Universidad metodista Duke Divinity School.

Aunque Kate Bowler dice no escribir sobre un punto de vista teológico, su trabajo de investigación incluye aspectos de la historia, de la sociología e incluso de la psicología. Sin embargo, Blessed: A History of the American Prosperity Gospel [Bendecidos: una historia del Evangelio de la Prosperidad] es la adaptación de su tesis doctoral en forma de libro. Lanzado en los EE.UU. hace poco, cayó como una bomba en medio de los evangélicos y fue el tema de la edición de septiembre de la influyente revista Christianity Today.

Bowler es actualmente profesora en la Duke Divinity School, una Universidad que fue fundada por la Iglesia Metodista, y se dedica también al estudio académico de las diversas religiones. Citando varios estudios, Bowler dice que el 17 % de los evangélicos estadounidenses reconocen ser parte de este movimiento, que todos los domingos atrae a millones de personas a las mega-iglesias. Otro dato alarmante es que dos tercios de todos los evangélicos en el mundo se encuentran en las iglesias evangélicas que predican la “teología de la prosperidad”, aunque la mayoría ni siquiera ha oído hablar de ella.

En todo el planeta

A pesar de empezar con una breve historia de la “teología de la prosperidad”, la autora se ha dedicado a investigar la influencia de este tipo de predicación en las iglesias evangélicas. Bowler entrevistó a pastores, visitó mega-iglesias, leyó docenas de libros y se atrevió a concluir: la predicación de la prosperidad domina los púlpitos. Pero no sólo en los EE.UU., sino que va en paralelo con varios países, desde Brasil a Singapur, pasando por Nigeria.

Aunque en algunos lugares aparece como “predicación de salud y riquezas”, “confesión positiva” o “teología de la dominación”, el enfoque es el mismo: la riqueza y la buena vida aquí y ahora. La gran mayoría de los predicadores tienen sus propios programas de televisión, escriben libros sobre el tema y atraen a las multitudes con sus mega-iglesias. Y a la gente parece que le gusta cada vez más.
Aunque es repudiado por los teólogos, este movimiento que ofrece la prosperidad para todos los que tienen “fe” está desplazando a la predicación del mensaje esencial del Evangelio, que se fundamenta en el arrepentimiento y el cambio de vida, señala Protestante Digital

Para Bowler el denominador común de todas las iglesias evangélicas afines a este movimiento es que la teología de la prosperidad sigue creciendo entre sus fieles porque es exactamente eso y sólo lo quieren oír.

Evolución del mensaje

Para la investigadora, desde finales del siglo XIX algunos predicadores comenzaron a enseñar “la prosperidad de Dios”. Esto se integró y difundió en diversas formas culturales del llamado “sueño americano”, es decir, con voluntad y perseverancia todos pueden llegar algún día a ser ricos en esta Tierra. Con los años, la predicación se fue modificando hasta que en 1970 se consolidó el modelo que más se utiliza en la actualidad: “Fe = Inversión + autoayuda”. Los cultos giraron para hacer cada vez más énfasis en la sanidad sobrenatural y otro tipo de milagros.

El movimiento se extendió a través de las iglesias estadounidenses en los años 60 y 70, lo que favoreció que se crearan seminarios con un enfoque teológico adaptado a esta línea de pensamiento. De esta forma, se ha perpetuado un conjunto de enseñanzas que asegura la expansión de su filosofía en todo el mundo. Al mismo tiempo, las denominaciones más tradicionales iban experimentando un relativismo teológico y moral creciente, lo que incluía el no tomar una posición clara y firme ante estas enseñanzas durante décadas.

Prosperidad blanda y dura

El movimiento no tiene ninguna organización central, pero la proliferación de tele-evangelistas afines a la teología de la prosperidad ha generado dos grandes grupos. Su base común son dos elementos fundamentales: Dios quiere bendecir y es preciso querer ser bendecido.

El mayor crecimiento se llama “prosperidad blanda”, cuyo mensaje se centra en predicadores (ya sean pastores, obispos o apóstoles) que ofrecen un mensaje con muchos elementos de la psicología (de auto-ayuda) que aseguran que la vida cristiana es un disfrute continuo de bendiciones. Por supuesto, si se siguen las “medidas adecuadas”, con las que todo el mundo logrará la “victoria”.

Por otro lado, la “prosperidad tradicional” hace hincapié en los “puntos de la fe”, objetos distribuidos vendidos en los cultos que colaboran con la vida cristiana, además de la constante lucha contra los demonios que causan todo tipo de problemas en la vida personal, la familia y el trabajo.

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“Blessed” 

'La teología de la prosperidad afecta al 66% de iglesias evangélicas'
El libro “Bendecido (una historia del Evangelio de la Prosperidad)”, se basa en la tesis doctoral y trabajo de investigación de Kate Bowler, profesora en la Universidad metodista Duke Divinity School.
16 DE SEPTIEMBRE DE 2013, EE.UU.

Aunque Kate Bowler dice no escribir sobre un punto de vista teológico, su trabajo de investigación incluye aspectos de la historia, de la sociología e incluso de la psicología. Sin embargo, “Blessed: A History of the American Prosperity Gospel” [Bendecidos: una historia del Evangelio de la Prosperidad] es la adaptación de su tesis doctoral en forma de libro.

Lanzado en los EE.UU. hace poco, cayó como una bomba en medio de los evangélicos y fue el tema de la edición de septiembre de la influyente revista Christianity Today.

Bowler es actualmente profesora en la Duke Divinity School, una Universidad que fue fundada por la Iglesia Metodista, se dedica también al estudio académico de las diversas religiones.

Citando varios estudios, Bowler dice que el 17% de los evangélicos estadounidenses, reconocen ser parte de este movimiento, que todos los domingos atrae a millones de personas a las mega-iglesias. Otro dato alarmante es que dos tercios de todos los evangélicos en el mundo, se encuentran en las iglesias evangélicas que predican la “teología de la prosperidad”, aunque la mayoría ni siquiera ha oído hablar de ella.

EN TODO EL PLANETA

A pesar de empezar con una breve historia de la “teología de la prosperidad”, la autora se ha dedicado a investigar la influencia de este tipo de predicación en las iglesias evangélicas. Bowler, entrevistó a pastores, visitó mega iglesias, leyó docenas de libros y se atrevió a concluir: la predicación de la prosperidad domina los púlpitos. Pero no sólo en los EE.UU., sino que va en paralelo con varios países, desde Brasil a Singapur, pasando por Nigeria.

Aunque en algunos lugares aparece como “predicación de salud y riquezas”, “confesión positiva” o “teología de la dominación”, el enfoque es el mismo: la riqueza y la buena vida aquí y ahora. La gran mayoría de los predicadores tienen sus propios programas de televisión, escriben libros sobre el tema y atraen a las multitudes con sus mega-iglesias. Y a la gente parece que le gusta cada vez más.

Aunque es repudiado por los teólogos, este movimiento que ofrece la prosperidad para todos los que tienen “fe”, está desplazando a la predicación del mensaje esencial del Evangelio , que se fundamenta en el arrepentimiento y el cambio de vida.

Para Bowler el denominador común de todas las iglesias evangélicas afines a este movimiento es que la teología de la prosperidad sigue creciendo entre sus fieles porque es exactamente eso y sólo lo quieren oír.

EVOLUCIÓN DEL MENSAJE

Para la investigadora fue desde finales del siglo XIX que algunos predicadores comenzaron a enseñar “la prosperidad de Dios”. Esto se integró y difundió en diversas formas culturales del llamado “sueño americano”, es decir, con voluntad y perseverancia todos pueden llegar algún día a ser ricos en esta Tierra.

Con los años, la predicación se fue modificando hasta que en 1970, se consolidó el modelo que más se utiliza en la actualidad: “Fe = Inversión + autoayuda”. Los cultos giraron para hacer cada vez más énfasis en la sanidad sobrenatural y otro tipo de milagros.

El movimiento se extendió a través de las iglesias estadounidenses en los años 60 y 70, lo que favoreció que se crearan seminarios con un enfoque teológico adaptado a esta línea de pensamiento. De esta forma, se ha perpetuado un conjunto de enseñanzas que asegura la expansión de su filosofía en todo el mundo.

Al mismo tiempo, las denominaciones más tradicionales iban experimentando un relativismo teológico y moral creciente, lo que incluía el no tomar una posición clara y firme ante estas enseñanzas durante décadas.

PROSPERIDAD BLANDA Y DURA

El movimiento no tiene ninguna organización central, pero la proliferación de tele-evangelistas afines a la teología de la prosperidad ha generado dos grandes grupos. Su base común son dos elementos fundamentales: Dios quiere bendecir y es preciso querer ser bendecido.

El mayor crecimiento se llama “prosperidad blanda”, cuyo mensaje se centra en predicadores (ya sean pastores, obispos o apóstoles) que ofrecen un mensaje con muchos elementos de la psicología (de auto-ayuda) que aseguran que la vida cristiana es un disfrute continuo de bendiciones. Por supuesto, si se siguen las “medidas adecuadas”, con las que todo el mundo logrará la “victoria”.

Por otro lado, la “prosperidad tradicional”, hace hincapié en los “puntos de la fe”, objetos distribuidos vendidos en los cultos que colaboran con la vida cristiana, además de la constante lucha contra los demonios que causan todo tipo de problemas en la vida personal, la familia y el trabajo.

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Blessed: A History of the American Prosperity Gospel
By Kate Bowler

Amid the strife of the Culture Wars and the heated partisan divides between Red and Blue states, one thing seems to bring together a great many Americans across both sides of the nation's secular/sacred divide: a deep, abiding sense of amusement and incredulity—if not outright contempt—for purveyors and supporters of the so-called "Prosperity Gospel".

Fodder for comedy club monologues and weighty theological pronouncements alike, the "health and wealth," "name it and claim it," "confess it and possess it" TV preachers and their blessing-seeking, hap-hap-happy followers come about as close to being a national whipping boy as any one constituency within our culture. By turns dismissed and disavowed, the Prosperity movement has often been treated as a gold-plated curiosity that evokes questions about how "they" (the preachers) get away with "it," or why "they" (the believers) buy into "it."

Kate Bowler's book Blessed: A History of the American Prosperity Gospel (Oxford University Press) moves beyond conventional wisdom to tell a more complex story about the movement. Part history, part theological analysis, part sociology, part ethnographic study, Blessed explores how this movement came to be, analyzes its central teachings, traces its networks, and notes its appeal.

Ultimately Bowler, a professor at Duke Divinity School, takes these people—and their beliefs and practices—seriously. By doing so, she moves beyond a simplistic framework of snake oil salesmen and gullible dupes, toward a re-casting of the movement as one that "offers a comprehensive approach to the human condition" and sees humanity as "creatures fallen, but not broken." In the process, Bowler finds that the movement "has consecrated America's culture of optimism" and marvels at how fundamentally American—and perhaps human—many of its assumptions and aspirations really are.
Long Lineage

While the beginnings of an actual Prosperity movement only trace back to the 1970s, Bowler puts together a longer lineage that begins in the late 19th century. This earlier period brought together three influential streams—Pentecostalism, New Thought as set forth by mediators like Holiness pastor E. W. Kenyon, and the secular American belief in upward mobility, individualism, and wealth. Kenyon provided a particularly important bridge to the Pentecostal world and influenced figures such as William Durham, F. F. Bosworth, and Aimee Semple McPherson.


African-American metaphysical teachers in Northern cities such as Father George Hurley, Charles Emmanuel "Sweet Daddy" Grace, and Father Divine also proved important, combining elements of holiness and Pentecostal belief, black spiritualism, and self-help. So too did figures such as Dale Carnegie, Napoleon Hill, and Norman Vincent Peale, with their more Main Street-friendly messages of positive thinking and visualizing success.

Querido hijo mío

Escucha las instrucciones de la prudencia, y permite que los preceptos de la verdad se hundan profundamente en tu corazón; así los encantos de tu mente darán brillo a la elegancia de tu forma, y tu belleza, como el roble al cual se asemeja, conservará su hermosura aún después que se haya secado.
En la primavera de tu juventud, en la mañana de tus días, cuando los ojos de las mujeres te miren con deseo y la naturaleza murmure en tu oído el significado de esas miradas, escucha con mucha cautela sus palabras seductoras, cuida bien tu corazón, y no prestes oído a esa voz suave y persuasiva.
   
Recuerda que eres el compañero razonable de la mujer, no objeto ni esclavo de sus deseos; el propósito de tu ser no es simplemente el de satisfacer su desenvuelto deseo, sino el de proteger y proveer en todos los asuntos de la vida, apoyarla con amor y ternura y recompensar sus atenciones con amable solicitud.
    
Querido hijo, supérate a ti mismo día tras día, instrúyete, trabaja duro. Aprende algo nuevo cada día.  Nunca digas mañana, hoy es el momento. Nunca digas después, pues puede ser tarde. Deja huella al morir, cumple tu misión en esta vida.  Dios te dio inteligencia, úsala. Dios te dio corazón, ama. Tienes un par de brazos fuertes, úsalos.
    
Suma el perdón con el olvido a fin de que des una lección de paz a tus ofensores: entonces serás simple como un niño.  Resta tu soberbia y enciende la antorcha de la humildad para alumbrar las noches y extinguir las tinieblas del orgullo: entonces serás un hombre digno. 
Multiplica tu fe para que construyas un mundo de luz donde la maldad no tenga lugar para vivir: entonces serás bueno como un santo. Divide el amor entre tus semejantes dando la mayor parte a los que te quieren mal: entonces serás grande como Dios.     
Si fracasas no culpes a nadie. Tú mismo tomaste tus decisiones, tus ojos ven las cosas que quieres ver, tus oídos oyen las cosas que quieres oír, tu lengua dice las cosas que quieres decir. 
Creaste tu propio mundo; por eso nunca culpes a nadie de tus dificultades. Sufre tus dolores, tus esperanzas y tus errores, con entereza y dignidad..  No pidas piedad ni indulgencia, no mendigues palabras de consuelo. Saca fuerzas de tus flaquezas y no te consideres vencido mientras corran gotas de sangre por tus venas.
Si caes, levántate... y sigue. Algunos corazones tienen miedo a la vida y no se atreven a intentar la conquista de la felicidad que va acompañada de dificultades. No se quiere cortar la rosa por temor a clavarse. Se quiere la rosa cortada y sin espinas. 
Solamente los corazones valientes tienen la audacia de llevar a cabo tales conquistas, que cuestan, es cierto, pero que se hallan enriquecidos con todo lo que han costado.
Sólo hay un camino entre millones, y ese es el tuyo. Por lo tanto, siempre debes tener presente que un camino es sólo un camino. Si crees que no debes seguirlo, no debes quedarte en él bajo ningún concepto. Cualquier camino es tan sólo un camino. No es nada afrentoso para ti ni para los demás el no seguirlo si eso es lo que te aconseja tu corazón, pero tu decisión de perseverar en la senda elegida o abandonarla, debe estar libre de miedo o ambición. Medita sobre tu camino tantas veces como creas preciso.  
Pregúntate a solas lo siguiente: ¿tiene un sentido esencial este camino? Lo importante es que para ti tenga un profundo sentido.
No respondas a una mujer cuando está irritada; aléjate de ella, busca para ti el silencio. Habla suavemente a quien te ha hablado con ira, porque las palabras suaves son una medicina para su corazón. Aléjate de la mujer habladora; no dejes que se adueñe de tu corazón y no la tomes por compañera. Hazte amigo de la mujer recta y justa.
Finalmente, hijo mío, que en tu vida haya siempre un vibrante entusiasmo para continuar adelante, bastantes problemas para mantenerte fuerte, grandes penas para mantenerte dócil y sensible, infinita esperanza para mantenerte feliz, serios fracasos para mantenerte humilde y firme decisión para hacer que cada día sea mejor que ayer.
Feliz la mujer que te escoja como esposo, y feliz el niño que te llame padre.

14 de Septiembre

Fiesta de La Exaltación de la Santa Cruz

Por José María Iraburu

–Hoy la cosa va en serio.

–¿Y cuándo no?

Hoy la Iglesia universal celebra en su Liturgia la Exaltación de la Santa Cruz. Vivamos con alegría inmensa y con gratitud indecible hacia Dios esta maravillosa fiesta del Año litúrgico. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo unigénito [primero en Belén, por la encarnación, y finalmente en la Cruz, en el misterio de la redención), para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). La Cruz es la máxima declaración de amor que Dios nos hace a los hombres. Es la epifanía supremade Dios mismo, que es amor.

La Tradición católica de los Padres, del Magisterio y de los grandes maestros espirituales«dice» una y otra vez que Dios quiso en su providencia el sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. Lo afirmamos hoy en todas las iglesias del mundo al celebrar la Misa, rezando en la oración colecta:

–«Señor Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz; concédenos, te rogamos, a quienes hemos conociddo en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la vida eterna».

Ésta es la fe de la Iglesia, la que expresa la Revelación divina que nos ha llegado por el ministerio de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de sus sucesores y de toda la tradición unánime de la Iglesia en Oriente y Occidente.

El Catecismo Romano (1566) enseña que «no fue casualidad que Cristo muriese en la Cruz, sino disposición de Dios. El haber Cristo muerto en el madero de la Cruz, y no de otro modo, se ha de atribuir al consejo y ordenación de Dios, “para que en el árbol de la cruz, donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida” (Pref. Cruz)… Como advierte el Apóstol, hemos de admirar la suma providencia de Dios:“ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación… ypredicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos” (1Cor 1,21-23)… Y por esto también, viendo el Señor que el misterio de la Cruz era la cosa más extraña, según el modo de entender humano, después del pecado [primero] nunca cesó de manifestar la muerte de su Hijo, así por figuras como por los oráculos de los Profetas» (I p., V,79-81).

–El actual Catecismo de la Iglesia Católica (1992) enseña lo mismo: «La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica San Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: “fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios” (Hch 2,23)» (599).

Estos Catecismos no hacen sino repetir la primera catequesis de Jesús a los discípulos de Emaús: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras» (Lc 24,25-27).

Cristo quiso morir por nosotros en la Cruz. Como dice Juan Pablo II en la Salvifici doloris (1984), «Cristo va hacia su pasión y muerte con toda la conciencia de la misión que ha de realizar de este modo… Por eso reprende severamente a Pedro, cuando éste quiere hacerle abandonar los pensamientos [divinos] sobre el sufrimiento y sobre la muerte de cruz (Mt 16,23)… Cristo se encamina hacia su propio sufrimiento, consciente de su fuerza salvífica. Va obediente al Padre, pero ante todo está unido al Padre en elamor con el cual Él ha amado al mundo y al hombre en el mundo» (16). «El Siervo doliente se carga con aquellos sufrimientos de un modo completamente voluntario (cf. Is 53,7-9)» (18). Éste es «el Cordero de Dios» (Jn 1,36): así lo presenta al pueblo el Bautista; éste es el Cordero inmaculado, el que de verdad tiene poder para quitar el pecado del mundo al precio de su sangre.

* * *

Muy necesario es hoy «exaltar la Cruz de Cristo», porque son muchos hoy los que la falsifican y menosprecian. Y los que más daño hacen al pueblo de Dios son los falsos Maestros de una falsa teología.

El lenguaje de la fe católica debe ser siempre fiel al lenguaje de la sagrada EscrituraQuiso Dios que Cristo nos redimiera mediante la muerte en la Cruz. Quiso Cristo entregar su cuerpo y su sangre en la Cruz, como Cordero sacrificado, para quitar el pecado del mundo. Ésta es una verdad formalmente revelada en muchos textos de la Escritura. Aunque algún máximo teólogo, según el mundo, diga que su sacrificio final expiatorio no era «inherente a la misión que tenía que realizar en el mundo», no le crean: miente. «Dice» lo contrario a lo que «dice» la Escritura. Ningún teólogo, aunque haya recibido como tal las máximas distinciones dentro incluso de la Iglesia, puede negar lo que afirma la Escritura sagrada. Si los apóstoles afirman una y otra vez que «Dios envió a su Hijo, como víctima expiatoria de nuestros pecados» (1Jn 4,10), ningún teólogo, por altos y numerosos que sean sus títulos académicos, debe atreverse a «contra-decir» lo que «dicen» los Apóstoles. No puede afirmar que «Dios no envía su Hijo a la muerte, no la quiere, y menos la exige».

Un teólogo podrá y deberá explicar el sentido de las Escrituras, purificándolo de entendimientos erróneos, pero jamás deberá negar lo que la Biblia afirma, y nunca habrá de tratar las palabras bíblicas con reticencias y críticas negativas, como si fueran expresiones equívocas. Allí, por ejemplo, donde la Escritura dice que Cristo es sacerdote, teólogos o escrituristas no pueden decir que Cristo fue un laico y no un sacerdote, sino que han de explicar bien que nuestro Señor Jesucristo fue sacerdote de la Nueva Alianza sellada en su sangre.

El teólogo pervierte su propia misión si contra-dice lo que la Palabra divina dice. Una tarea principal del teólogo es interpretar bien lo que «quiere decir» la Revelación y la fe cristiana cuando «dice» una cierta verdad. Pero la interpretación teológica es inadmisible cuando «contra-dice» expresamente lo que dice la Escritura. No puede preferir sus modos personales de expresar el misterio de la fe a los modos elegidos por el mismo Dios en la Escritura, en la Tradición eclesial, en el Magisterio y la Liturgia, hasta el día de hoy.

Es evidente que Dios, para expresar realidades sobre-naturales, emplea el lenguaje natural-humano, y que necesariamente usará de antropo-morfismos. Pero en la misma necesidad ineludible se verá el teólogo. También su lenguaje se verá afectado de antropo-morfismos, pues emplea una lengua humana. La diferencia, bien decisiva, está en que el lenguaje de la Revelación, asistido siempre por el Espíritu Santo en la Escritura, en la Tradición y en el Magisterio apostólico, jamás induce a error, sino que lleva a la verdad completa. Mientras que un lenguaje contra-dictorio al de la Revelación, arbitrariamente producido por los teólogos, lleva necesariamente a graves errores.

Cuando teólogos y maestros de espiritualidad desprecian las palabras y los conceptos que la Iglesia ha elaborado en su tradición, bajo la acción del Espíritu de la verdad (Jn 16,13), y crean, por el contrario, alergias en el pueblo cristiano hacia esos modos de pensamiento y expresión, proponiéndoles los suyos, como mejores, están destruyendo la fe de los fieles. No son servidores fieles de la Palabra divina, pan vivo bajado del cielo para alimento de los hijos de Dios.

Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), denuncia a quienes pretenden «liberar el dogma mismo de la manera de hablar ya tradicional en la Iglesia» (9). Estas tendencias «no solo conducen al relativismo dogmático, sino que ya de hecho lo contienen, pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su terminología favorecen demasiado a ese relativismo y lo fomentan» (10). Por todo ello es «de suma imprudencia abandonar o rechazar o privar de su valor tantas y tan importantes nociones y expresiones» que, bajo la guía del Espíritu Santo, se han formulado «para expresar las verdades de la fe cada vez con mayor exactitud, sustituyéndolas con nociones hipotéticas o expresiones fluctuantes y vagas de la nueva filosofía» (11).

Hemos tenido que oír y leer en los últimos tiempos verdaderas blasfemias contra la Cruz de Cristo. Nos ha sido dicho que la muerte de Cristo no fue «un designio de Dios», y menos aún que haya de ser entendida «como inherente a la misión que tenía que realizar en el mundo». Nos han dicho que, simplemente, fue un acontecimiento histórico causado por «las situaciones, instituciones y personas en medio de las que él vivió». (¡Qué mala suerte tuvo!)… Nos han dicho que Dios no quiere la muerte de su Hijo, «no la quiere, ni menos la exige». Nos han afirmado que más bien ha de entenderse la muerte de Cristo como «un accidente profesional», bastante previsible en los que son profetas de Dios. Nos han asegurado que «el peligro dolorista de la devoción al Crucifijo» [sic], tan desarrollado en los últimos siglos, es «una concepción desviada y morbosa», que halla su máxima expresión en «la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, traspasado y coronado de espinas». En fin, no ha faltado quien nos ha llegado a asegurrnos por escrito que La cruz no nos salva. «Hace ya dos mil años que dura el grave malentendido, y son demasiados los que lo sostienen, pero hoy es insostenible… Nadie explicó nunca por qué Dios exige expiación, ni quién gana con que el culpable expíe. Eso hicimos de Dios, ¡pobre Dios!… ¡Maldita cruz!».
Celebramos hoy, pues, la Exaltación de la Santa Cruz, y buena falta nos hace entre tantos «enemigos de la cruz de Cristo» (Flp 3,18). La Cruz de Cristo, con la Encarnación, es la obra más excelsa de la Providencia divina: la epifanía total del amor, de la justicia y de la misericordia de Dios. A exaltarla dediquemos hoy el día, y toda nuestra vida, unidos a la Iglesia católica de Oriente y Occidente, de ayer, de hoy y de mañana.

El celibato católico

05 de Septiembre #2013
En honor a San Antonio María Sacaría (+ 1539)

Dr.
César Mella
Vía correo electrónico
Ciudad,


Ref.: http://www.elcaribe.com.do/2013/09/05/psiquiatra-propone-iglesia-eliminar-celibato

"En buena ley, la diferencia entre un sacerdote y un casado es sólo una mujer. El diagnóstico apunta, más que al celibato, a la castidad y a la fidelidad; y es válido tanto para el sacerdote como para cualquier otra persona, cualquiera que sea su situación."

Distinguido Dr. Mella, buenas tardes.
 
"Suprimir  el celibato y permitir el matrimonio al sacerdote no garantiza la castidad ni la fidelidad, como tampoco evita el incesto, las violaciones, etc., problemas de todos los días en nuestra sociedad."
 
Luego de saludarle cordialmente, he querido escribirle para compartir esta inquietud que me ha producido leer a un profesional de su talante expresarse públicamente de tal forma.
 
"El psiquiatra César Mella atribuyó parte del desvió de la conducta sexual de sacerdotes católicos a la práctica del celibato y opinó que la sotana no le quita a los curas el deseo sexual propio de los hombres y mujeres."
 
Ayer hablaba yo con un ingeniero sobre los famosos "vicios de construcción" tan populares hoy en todo tipo de edificaciones, y no por ello tenemos a menos a tantos excelentes profesionales en la rama; hasta que se caiga uno que otro edificio en la ciudad y tengamos una catástrofe.
 
Ni hablar de los profesionales de la salud, con tantos y tantos casos de mala práctica, incluso muertes, y no por ello dejamos de acudir a estos cuando la salud flaquea; mucho menos sugerir un cambio en el tipo de entrenamiento que reciben.

No hace mucho estuve asistiendo a una comunidad Al-Anon, para familiares y amigos de adictos, donde escuché el testimonio de un médico que consumía narcóticos (rohypnol) antes de entrar a cirugía, "seguro de lo que estaba haciendo", decía él.

¿Usted se imagina?

Me iba a referir a la política pero puedo decir algo imprudente, y no es el caso.
 
La debilidad humana es un verdadero misterio, cómo nos afecta. 

Lo extraño es que se manifieste en hombres que desde que eligieron el camino a seguir, por mas de una década, son entrenados para servir a su comunidad de la forma más extraordinaria e inimaginable posible.

Con esto no quiero excusar ni interceder en favor de ningún criminal, pero de ahí a decir que todos merecen o padecen de esto, aquello o lo otro, es injusto y poco atinado afirmar.
 
Por más de dos mil años la enseñanza de Jesús ha sido la misma: el sacerdote entregado a La Iglesia -como su esposa- de la misma manera como usted se entregó a la suya en fidelidad hasta la muerte.

De que hay hombres que nunca debieron ser Sacerdotes, lo admito, no tenían condiciones para ello, y es por esta razón que hemos sido testigos de algunas locuras. Pudiéramos decir lo mismo del matrimonio? Claro que si.

Conozco a muchos Sacerdotes felices y contentos con la misión que el mismo Dios les ha confiado, pastorear a sus ovejas.

Usted, como profesional de la salud y la conducta, sabe mucho mejor que yo que el hombre en su miseria es capaz de cualquier cosa, desde lo sublime hasta lo ridículo. No hay que ser un genio para comprender esto.

Una mirada a nuestro alrededor lo confirma, estamos abocados a un desastre y La Iglesia católica y sus miembros estamos trabajando duro para evitarlo.

Ayúdenos por favor.

Con atentos saludos,

Mario R. Saviñón 
 
"La sexualidad, o se la ve desde la condición de seres humanos, o nos puede convertir en bestias."

La masturbación, fuente de inmadurez

Por Pedro Trevijano Etcheverria


Si nos preguntásemos cuál es el sentido de nuestra vida, no sería una mala contestación el responder: amar y ser amados. Pero para ello necesitamos ser personas libres.
  Ser libre es una de las grandes tareas o la gran tarea de la vida. Mi cuerpo el órgano de mi libertad, y tenemos una libertad limitada, pero real y suficiente. Ser libre significa ser capaz de orientar y dirigir nuestra vida como nos parece mejor, aplicando nuestras fuerzas a una auténtica tarea, donde intervienen mi responsabilidad y mis valores religiosos y morales, pues no consiste en hacer lo que me dé la gana, sino en llegar a lograr mandar en mi mismo y en mis instintos, lo que supone la práctica de las virtudes, así como la capacidad de sacrificarme. Mi libertad sólo tiene valor positivo si sé utilizarla para buscar la verdad, hacer el bien y evitar el mal, pues así es como voy a conseguir el paso a una mayor madurez y a mi realización personal. Con la ola de sexualidad que nos invade, bastantes consideran que la masturbación no sólo no tiene importancia, sino que incluso que es algo positivo, como válvula de escape, conocimiento de sí mismo y de mi cuerpo y expresión de la sexualidad. Detrás de ello están las concepciones hedonistas que consideran que el fin de la sexualidad es el mero placer y una sociedad muy permisiva en lo referente a ella. Pero otros muchos, incluso no creyentes, por ejemplo Lenin, opinan que la incontinencia en la vida sexual es un signo de degeneración y que el dominio de sí mismo y la autodisciplina no significan esclavitud; sino que ambos son necesarios para el amor. Como ya dijimos en el artículo anterior su causa fundamental es no tener bien resuelto el problema afectivo. Quien logra resolverlo p. ej. el joven que está enamorado y respeta a su comparte, ha solucionado o está en vías de solucionar su problema. También ayuda, aparte de los medios sobrenaturales, el no obsesionarse con ella, sino salir de sí mismo por el trabajo, deporte y entrega hacia los demás Y es que en la masturbación falta la apertura de la sexualidad al amor. El acto masturbatorio no es evolutivo, sino regresivo, pues convertido en actitud permanente, puede hacer peligrar el positivo desarrollo de la personalidad, puesto que supone un ejercicio de la sexualidad en sentido distinto al que sería el desarrollo normal de la persona.
La actuación sexual genital es acto social, no pudiéndose vivir en toda su riqueza en forma solitaria, como lo prueba el tabú del incesto, que obliga a buscar el socio sexual fuera del ámbito familiar, y convierte así la sexualidad en poderoso motivo de relación. La masturbación hace que la sexualidad, que debe estar al servicio del amor y de la comunicación entre personas, se dirija al propio sujeto, encerrándole en sí mismo, reforzando su egoísmo, debilitando su fuerza de voluntad y dominio de sí, y dificultando el paso a una mayor apertura y madurez.
Si el joven se masturba frecuentemente, disminuye su incentivo para salir al exterior, pues descarga la tensión que le impulsa a superar sus miedos e inseguridades, tanto en la confrontación con los de su sexo como sobre todo con los del sexo contrario. La masturbación se presenta principalmente en períodos de aburrimiento, descontento y depresión. Se le hace más difícil salir de sí mismo y superar su egoísmo.
En suma, la masturbación habitual y frecuente restringe la capacidad de socialización, manteniendo al joven en su narcisismo y en la permanente inmadurez que va a afectar todas las áreas de su vida: pensamiento, criterios, formación de opiniones, falta de fuerza de voluntad, etc. Por ello cuando se la desea conscientemente y uno se apega a ella, la masturbación es un comportamiento moralmente equivocado que nos esclaviza, habituándonos a una sexualidad inmediata y egoísta que dificulta el dominio de los impulsos, así como nuestra maduración personal y la vida espiritual. El muchacho que tiene que luchar con la masturbación debe comprender que ha de superar ese estadio si quiere que su sexualidad evolucione y no siga siendo infantil.
En los adultos y muy especialmente en las personas casadas, la masturbación hay que considerarla en función de su frecuencia: cuando es pasajera puede significar que, frente a dificultades que van unidas a determinadas pruebas, la persona no consigue fácilmente restablecer el equilibrio y se otorga compensaciones. En ocasiones puede ser debida simplemente a que las circunstancias externas (enfermedad, soledad, lejanía de la pareja) no permiten relaciones sexuales. Cuando es habitual, puede constituir un síntoma de que experimenta dificultades para comunicarse y más concretamente de que sufre alguna incapacidad para establecer relaciones a consecuencia de bloqueos psicológicos, es decir puede ser expresión de una cierta patología psíquica.
Por ello su persistencia en la edad madura es signo de inmadurez en el desarrollo personal, de egocentrismo y de dificultades relacionales, o bien de compensación a frustraciones. Como autosatisfacción, no concuerda con el objetivo de una sexualidad madura. La masturbación esclaviza y pone en riesgo parte, al menos, de nuestra libertad. Pero recordemos que siempre sigue existiendo la posibilidad de mantener un cierto dominio de sí y de recuperar nuestra libertad.
Otro artículo relacionado: Infocatólica

Necesitamos santos, dice el Papa Francisco

31 de Agosto #2013
En honor a San Ramón Nonato, Cardenal (+ 1240)

Sr.
Adriano Miguel Tejada
Director Diario Libre
Via correo electrónico
Ciudad

Ref.: Necesitamos santos

“La guerra del cristiano es incesante, porque en la vida interior se da un perpetuo comenzar y recomenzar, que impide que, con soberbia, nos imaginemos ya perfectos. Es inevitable que haya muchas dificultades en nuestro camino; si no encontrásemos obstáculos, no seríamos criaturas de carne y hueso.”

Distinguido Sr. Tejada, buenas tardes.

“No nos extrañe que seamos derrotados con relativa frecuencia, de ordinario y aun siempre en materias de poca importancia, que nos punzan como si tuvieran mucha. Si hay amor a Dios, si hay humildad, si hay perseverancia y tenacidad en nuestra milicia, esas derrotas no adquirirán demasiada importancia.”

Al saludarle cordialmente, le escribo en razón de su editorial de hoy, el cual me ha parecido muy interesante.

Precisamente estamos nosotros, nueve varones y un Sacerdote, de retiro en Jarabacoa este fin de semana, orando y meditando sobre estos temas que tanto nos interesan: la santidad en la vida ordinaria del común de los mortales.

Como si fuese una casualidad, que no lo es, el Santo Padre ha venido hablando sobre esto desde hace ya un tiempo, mucho antes incluso de ser Papa. Sus escritos, que hay que revisarlos todos, insisten machaconamente en la necesidad que tenemos los hombres de cambiar respecto a muchas cosas, radicalmente, porque sino pronto acabarán con si mismos, ni hablar de su vecino.

Observe, con mis respuestas, que esto no es asunto de marcianos, lunáticos o seres extraterrestres algunos. El Santo Padre ha hablado de la necesidad de santidad en nosotros mismos, usted, yo y los demás.

Necesitamos santos sin velo, sin sotana: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos de jeans y zapatillas: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar, y que sobresalgan en la Universidad: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que busquen tiempo cada día para rezar, y que sepan enamorar en la pureza y castidad, o que consagren su castidad: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI, con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que amen la Eucaristía, y no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros: usted y yo los primeros.

Necesitamos santos que estén en el mundo, y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos: usted y yo los primeros.

Así será si nos lo proponemos, hoy, mañana y todos los días mientras vida tengamos.

Usted ve, la santidad es algo sencillo y al mismo tiempo complicado, dada la naturaleza humana herida por el pecado. Una vez nos apartamos del pecado mas cerca estaremos de Dios, y estando mas cerca de Dios nos asemejamos a EL y somos santos.

El mejor ejemplo de todos es Jesús de Nazaret, nuestro Señor. Seamos como él y seremos santos.

Eso aprendimos nosotros este fin de semana: nada que hagamos será suficiente para agradecer el sacrificio de Cristo Jesús por nosotros en La Cruz, para hacer posible nuestra entrada al Cielo y la vida eterna.

Nada que usted y yo hagamos podrá compensar ese gesto de amigo que tuvo Jesús de Nazaret al ofrendar su vida por nosotros; Dios Padre de entregar a su único hijo por nuestra salvación.

Yo, que tengo un hijo, le puedo decir que lo he pensado, y no me atrevería jamás a entregarlo por nadie. Imagine usted tremendo sacrificio.

El Papa Francisco nos esta llamando la atención, a usted, a mi y a todo hombre de buena voluntad, para que cambiemos de forma de pensar y de sentir; eso que se conoce como conversión, y en la medida en que cambiemos mas y mas en torno a la imagen de Jesús de Nazaret, en esa misma medida seremos santos, y nuestro mundo cambiara.

Eso es lo que quiere el Santo Padre.

“La conversión es cosa de un instante; la santificación es tarea para toda la vida.”

“La santidad de Dios identifica su separación de todo lo malo. Los seres humanos somos santos cuando nos apartamos del pecado y vivimos según la voluntad de Dios.”

Tenga usted un feliz fin de semana.

Con atentos saludos,

Mario R. Saviñón