Jerusalén

Por Roberto Valenzuela


Es la capital de las pasiones y tres veces santa. Es la única que pone a vibrar y arrodilla  a tres  enemigos acérrimos: cristianos, judíos y musulmanes. Las tres religiones enemigas consideran a Jerusalén como su ciudad sagrada.

El devoto cristiano, judío e islam se siente incompleto sin visitar Jerusalén, por lo menos una vez en la vida. Sienten que es como morir siego, sin ver la luz que emana la “Ciudad Eterna”, “Ciudad de David”.

Jerusalén es un micromundo, que sus murallas, ruinas arqueológicas, lugares santos, etnias, reflejan tres mil años de historia.

Aquí se entrelazan tres religiones con sus profetas, dioses y sus muchedumbres cruzando las estrechas callejuelas de la antigua ciudad.

Por las puertas de la vieja ciudad ñla de Damasco, Jaffa, la de los Leones y otrasñ pasan multitudes de creyentes rumbo a sus lugares de veneración.

En una constante marea humana, por esas mismas puertas pasan diariamente miles de turistas, mercaderes o simples curiosos.
En ese mar humano hay de todo: árabes con su kafiah; mujeres islamitas  con Burka, que  es la prenda o velo más cerrado de todos, incluso cubre los ojos, donde sólo hay una rejilla para que puedan ver.

Vemos los ortodoxos judíos con sus sombreros y capotes negros, desafiando las tentaciones de la vida moderna, como lindas chicas ñcuerpos esculturalesñ con pantalones cortos que se les cruzan en su camino.

Curas y monjas inmersos en su fe y turistas americanos con sus cámaras y peregrinos ansiosos en conseguir una mayor comunicación con Dios.

En Jerusalén hallamos al sabio Salomón componiendo los Salmos y el Cantar de los Cantares y construyendo el Templo. Allí está también la tumba de David, autor de los Proverbios y rey de Israel.

En Jerusalén se podrá seguir los pasos de Pedro y el último recorrido de Jesús ñla Vía Dolorosañ  hasta donde lo crucificaron los romanos. Está la mezquita de Omar, tercer lugar sagrado de los musulmanes, después de la Meca y Medina. Su cúpula de oro es una media naranja en genial perfección. Desde allí, según los musulmanes, subió el profeta Mahoma al cielo.

En todo esto está el misterio de Jerusalén, donde cada uno vive su vida de acuerdo con sus tradiciones, religión y entierra sus muertos en sus cementerios más íntimamente sagrados.