Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

Ètica, según los bautistas

27 de Noviembre #2006
En honor a San Juan Crisóstomo (+ 407) Obispo de Constantinopla

Dr. Miguel Núñez
Lic. Patricia Llibre
“Respuestas absolutas para un mundo relativo” por RNN TV
Vía correo electrónico
Ciudad,

“Distintos por naturaleza. El feminismo es ciertamente uno de los peores males heredados del siglo XX. La planificación de la decadencia de la sociedad se ha basado sustancialmente en llevar a la mujer a aborrecer su propia condición, negando la diferencia entre sexos, llegando al caos. Nadie está en su sitio, reina el desorden en la humanidad. Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementasen y se ayudasen mutuamente, no para que hubiese enfrentamientos entre ellos. Si la mujer se aborrece a sí misma y no se valora cómo portadora de cualidades intrínsecas a su condición, no puede pretender que el hombre la respete. No, hombres y mujeres nunca seremos iguales, resulta imposible. La naturaleza creada por Dios no se puede cambiar.”

Estimados hermanos en Cristo Jesús:

“He aquí cinco caminos básicos de conversión: 1. La reprobación decidida de todos nuestros pecados; 2. El perdón honestamente concedido a todas las ofensas cometidas por el prójimo; 3. La oración; 4. La limosna; y 5. La humildad. No se queden ustedes, pues, inactivos, sino que sigamos todos los días estos mismos caminos, caminos fáciles, y nunca poner como pretexto nuestras miserias.”

Al saludarles cordialmente, he querido escribirles a fin de anexar estas cartas que he dirigido recientemente a diversas personalidades tratando el tema del aborto y la píldora abortiva del día después. Deseo enfáticamente resaltar una vez más que –en nuestro país- éstas siguen siendo ilegal, no importa la marca ni la casa que las distribuya.

“Uno de cada tres embarazos en Estados Unidos es abortado; 50 millones de abortos al año en todo el mundo”, pero si es que es mucho más fácil eliminar la vida que procrearla, y de eso se trata, todo un plan descabellado -muy bien orquestado- por reducir la población mundial, algunas zonas en específico, para luego poder controlarlos mejor y manipularlos al antojo de estos señores que pretenden dominarnos a todos: el Nuevo Orden Mundial y la Nueva Era.

Al pobre Dr. Le Jeune le pasaron “la aplanadora”, ya que con todo y sus magníficas investigaciones sobre genética, esto del ser humano vivo desde el mismo momento de su concepción no sirvió de nada para amilanar las intenciones de los burócratas y sus propósitos criminales. Me recuerda por un instante el escarnio y la paliza propinada a Jesús de Nazaret, con la idea de mover el corazón entumecido de los maestros de la ley y fariseos con tal de que no lo mataran.

¡Vaya ingenuidad la de Pilato! Con todo y eso, lo crucificaron.

Estudiando un artículo del economista Jeffrey Sachs, sobre la pobreza, encuentro cifras descomunales de cuántas personas mueren en el mundo diariamente a causa de esta: 20’000 hombres, mujeres y niños, por todas partes. Si consideramos que el aborto produce unas 140’000 muertes diarias, más los crímenes de guerra y la violencia en general, tendríamos que unas 200’000 personas fallecen diariamente en circunstancias totalmente injustificables.

He leído en otro informe que en helados y cosméticos nuestros hermanos europeos y americanos se gastan 12’000 millones de euros y 7’000 millones de dólares al año, suficiente plata como para dar de comer apropiadamente a 2’500 millones de personas el año entero.

Sobre aquello del juramento “Hipocrático” he comentado algo de que en su origen me parece bastante pagano, muy confuso dado el buen oficio de todo buen profesional de la salud.

www.silentscream.org/blessed.htm Silent Scream y el Dr. Nathanson han sufrido en este tiempo quizás las mismas decepciones que el Dr. Le Jeune y tantos otros hombres de buena voluntad en el suyo, la ironía de saber que sus colegas practican el oficio criminal del aborto como forma de enriquecerse sin medida de la manera más rápida posible. En días pasados preguntaba yo a la Dra. Fondeur, promotora de todas estas cosas, acerca de si ella disponía de una lista de ginecólogos a favor del aborto en Dominicana, para nosotros poder identificarlos. Aún aguardo su respuesta. Esta imagen de La Virgen María que utiliza Nathanson para manifestar públicamente su fe, me ha conmovido poderosamente, lo mismo que la de La Virgen de la AltaGracia, La Sagrada Familia, esa que veneramos nosotros los católicos dominicanos.

Me ha parecido justo, de parte del Dr. Ortiz, reconocer públicamente que es La Iglesia católica y sus movimientos pro-VIDA, quiénes han liderado la defensa, como muestra de su compromiso indeclinable con la vida, don de Dios, que muchos otros cristianos parecen no valorar en su justa medida.

En el sitio Web http://www.georgiaguidestones.com/ he obtenido cierta información que sustenta perfectamente nuestra teoría de que existe un plan milimétricamente estructurado para reducir el nivel de población del planeta a niveles insospechados por la mayoría de nosotros. Digo que se habrán equivocado en algo en sus predicciones, al estimar el número “meta” en 500 millones de habitantes, tratándose de que actualmente somos 6’000 millones en el planeta. Si dejamos de reproducirnos al paso que llevamos (aborto), si los que envejecen mueren más prontamente (eutanasia) y los más jóvenes se enferman mortalmente (ej. SIDA, cáncer, etc.), ¿qué tiempo tomará reducir la población a los niveles esperados?

En Estados Unidos se afirma que desde que aprobaron la ley que permite el aborto en 1973, se han realizado unos 45 millones de ellos, es decir 1.5 millones al año. ¿En qué medida ha contribuido el hecho de que ciertas denominaciones protestantes apoyen estas cosas a un aumento? ¿Cómo es posible que no se hayan levantado mucho más voces para evitar tal genocidio, en un país supuestamente tan cristiano?

Algo que faltó aclarar en el programa, dado el caso de que tanto Patricia como José Alberto son abogados, es el hecho indeclinable de que la píldora abortiva del día después es ilegal porque la práctica del aborto es todavía ilegal en Dominicana. Podrían ustedes ampliar un poco más en este sentido, pues resulta increíble que se estén utilizando medios masivos de comunicación para promover estas sustancias en tales condiciones.

Con sincero afecto, en Cristo y María.

Mario R. Saviñón

Pd. Sólo sabiendo muy bien quiénes somos podremos nosotros convertirnos en las personas que deseamos ser. “Cuidado que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre”, dice Jesús de Nazaret (Lc. 21, 5-11).

Sexo y Pildoritas: Viagra y Anticonceptivos

Por Dr. Tadeusz Pacholczyk

Un prominente político fue recientemente presionado por algunos reporteros a que comentara en relación a la «injusta situación» de que las instituciones de seguro médico estén efectuando reembolsos por el uso de Viagra, pero no así por anticonceptivos. El político declinó contestar y la controversia originada condujo a acusaciones en su contra de prejuicio de género (y hasta de misoginia). Algunos comentaristas fueron aún más lejos: ¿Por qué los hombres sí consiguen medicamentos para poder tener sexo pero las mujeres no tienen igual acceso a los tratamientos necesarios para tener sexo de manera segura y sin riesgo de embarazarse? ¿Tienen los hombres más derecho que las mujeres a tener sexo, según lo implica la cobertura inequitativa de estos medicamentos?

Detrás de estas preguntas están algunas concepciones equivocadas respecto al sexo, al embarazo, y a la moralidad, así como una confusión de origen en cuanto a las acciones respectivas de estos dos tratamientos. El Viagra y las píldoras anticonceptivas no pueden ser elementos para una comparación apresurada entre el hombre y la mujer –estas poderosas substancias se utilizan para dos diferentes propósitos, y cada uno tiene sus propias y particulares consideraciones éticas. El Viagra, en esencia, es para tratar una disfunción real, pero no sucede lo mismo con los anticonceptivos. De hecho, se puede decir que el Viagra hace funcionar un sistema descompuesto, mientras que la píldora descompone un sistema que funciona perfectamente.

Cuando la píldora se utiliza para evitar el embarazo (es el uso que mayoritariamente se le da en Estados Unidos), y no para tratar los ciclos menstruales irregulares, se está alterando un saludable sistema biológico que funciona adecuadamente, y se posibilita que la pareja casada actúe en contra de su propia y natural fertilidad. Siempre que convertimos la sexualidad marital en una transacción radicalmente sin vida mediante el uso de anticonceptivos, se está cometiendo una grave violación moral. En nuestra sociedad, el embarazo y la fertilidad frecuentemente se ven como si fuesen algún tipo de problema de salud. La fertilidad, evidentemente, no es una enfermedad en lo absoluto, y no necesita ser tratada como si fuera un estado patológico. El embarazo es el normal y saludable proceso fisiológico por el cual los seres humanos entramos al mundo, y la vida-recorrido de cada persona incluye el quedarse un buen rato en el vientre materno. Sin embargo, en nuestra sociedad, el excesivo deseo de sexo, específicamente del separado de sus consecuencias, ha empujado a millones de personas a actuar en contra del orden adecuado en sus matrimonios recurriendo a los anticonceptivos.

Por otra parte, en el caso de disfunción eréctil, puede suceder que el proceso biológico normal se encuentre dañado debido a la edad o a alguna lesión, y mediante el uso de Viagra este problema se remedie. Este medicamento no está dirigido a alterar una función normal sino más bien a restablecerla. El uso médico de esta substancia para efectos de rehabilitación dentro del matrimonio no genera por lo regular problemas morales.

Habrá quienes argumenten que es natural y normal que el hombre pierda su función eréctil a cierta edad. ¿Debemos asumir que el hombre siga teniendo sexo a pesar de la impotencia por la edad, mientras que a la mujer no se le puede forzar a seguir siendo fértil más allá de la menopausia? De acuerdo a este argumento, si un hombre es ya de tal edad que no puede seguir haciendo lo que «la naturaleza» le permitía, parecería inadecuado que utilice Viagra, sino que simplemente acepte sus limitaciones con gracia. Pero este paralelismo entre el hombre y la mujer no es convincente pues la mujer tiene un límite de edad para su fertilidad más bien estricto y definido, mientras que en el hombre no es así, ya que muchos varones pueden seguir teniendo hijos en edad avanzada, inclusive sin la ayuda de medicamentos como el Viagra. Entonces, el que hombres casados lo usen aún en edades avanzadas no debe considerarse como «contra la naturaleza».

Sin embargo, el Viagra tiene otros usos que sí dan lugar a cuestionamientos morales significativos. Algunos estudios han hecho evidente que lo utilizan hombres que tienen sexo con otros hombres, algunas veces para superar la disfunción eréctil causada por el alcohol o por las drogas de fácil acceso, tales como el éxtasis y la metanfetamina tipo cristal. Aun sin disfunción eréctil, algunos ven este medicamento como una droga recreacional, como parte de un estilo de vida, o inclusive como una droga para la diversión. Por supuesto que hay serias objeciones morales virtualmente hacia cualquier uso fuera del matrimonio de este medicamento indicado para la disfunción eréctil.

Regresando a nuestro punto de partida, podemos plantearnos entonces si tiene sentido que sí se hagan reembolsos por uso de Viagra pero no para los anticonceptivos. Vale la pena mencionar que, de hecho, la mayoría de las compañías de seguros no cubren todavía el Viagra por disfunción eréctil, a pesar de la pregunta al político citada arriba. El uso de esta substancia parece tener más que ver con un estilo de vida que con un problema de salud propiamente dicho, de manera que tal vez no debiésemos esperar que el seguro médico lo cubra. A pesar de que este medicamento restablece un sistema dañado, no se trata de un sistema esencial para la salud física o para la sobrevivencia de la persona, estrictamente hablando.

El tema de la cobertura para los anticonceptivos es más sencillo aún. Considerando que estos corresponden a una elección de estilo de vida y que lo que hacen es alterar un sistema biológico saludable (que además implica riesgos para la salud de la mujer como lo son los coágulos sanguíneos, infartos y enfermedades del corazón), resulta razonable que el seguro médico no lo cubra. Vale la pena mencionar también que el anticonceptivo masculino (el condón) –que es lo que realmente más se parece al femenino– tampoco lo cubre el seguro médico de manera típica. Claro está, sin embargo, que los diversos usos médicos de las píldoras anticonceptivas (por ejemplo para tratar problemas ginecológicos tales como la irregularidad de los ciclos menstruales y los sangrados), así como ciertas aplicaciones médicas del Viagra (por ejemplo para tratar la hipertensión pulmonar), constituyen usos legítimos en la salud. Aquí sí podría resultar razonable esperar cobertura por parte de los seguros. Estas dos pildoritas, en resumen, son únicas en sus propiedades y aplicaciones, y tienen también entre sí importantes diferencias éticas.

Sobre la conferencia Rio +20

Por Luis Fernández Cuervo (luchofcuervo@gmail.com)

De la cultura de la vida humana

La guerra contra la población, declarada por la cultura internacional de la muerte, sigue implacable.

Todos los que amamos, respetamos y defendemos la vida humana debemos saberlo y no quedarnos ni callados ni pasivos. Es una lucha larga y desigual. Los de la muerte tienen un poder millonario. Esa es su fuerza. Pero toda su ideología es un montaje de mentiras. Sus acciones son criminales porque fomentan y realizan, entre otras perversidades, el genocidio del aborto donde mueren anualmente en todo el mundo millones de seres humanos inocentes e indefensos.

Cuando este artículo aparezca publicado, ya se sabrán los resultados surgidos de la reunión internacional celebrada en Río de Janeiro los días 20, 21 y 22 de junio sobre el  “Desarrollo sostenible”.

Yo no sé todavía esos resultados pero los preparativos, el borrador previo y los selectos eventos colaterales (sic) de Río+20, pretenden los mismos fines que en las anteriores conferencias del Cairo y de Pekín: frenar la natalidad mundial e ir imponiendo el derecho al aborto.

Pura cultura imperialista de la muerte.

El borrador del documento final ya daba apoyo a UNWOMEN, agencia de la ONU cuya finalidad es promover políticas de anticoncepción y aborto para todo el mundo.

Uno de los así llamados “selectos eventos colaterales”, el de “Población y Planeta: consumo y medio ambiente”, fue organizado por el Fondo de Población (ONU), la Royal Society del Reino Unido y el African Institute for Development Policy. Michael Herrmann, de ese Fondo, dijo que para llegar  “al consumo y a la producción sostenibles”, se debía terminar con los aumentos demográficos insostenibles. Y Eliya Zulu, del African Institute for Development Policy, pidió  imponer políticas anticonceptivas de “planificación familiar”, para frenar y revertir el cambio climático (¡!). “Debemos convencer –dijo- a los líderes africanos que el incontrolado crecimiento demográfico tiene un impacto negativo directo sobre el medio ambiente”.

Si no fuera por la finalidad criminal que se esconde bajo esas palabras sería motivo de risa escuchar semejantes disparates.

El cambio climático es una entidad nunca definida, fantasmal, que sustituyó al desprestigiado calentamiento global. Los que mas dañan el medioambiente siguen siendo los países desarrollados y no sólo por la polución atmosférica de sus industrias y vehículos, o por los desechos no biodegradables o radioactivos, sino muy especialmente por trabajar, en vez de para favorecer a  la población, para ir eliminándola de los países no desarrollados.

Suzana Cavenaghi, de la Latin America Population Association, fue más directa proponiendo extender la planificación familiar a los más pobres, “ya que son los que más se reproducen”. Sin embargo Brasil, anteriormente había advertido que en esta conferencia los países «pueden optar por  repetir argumentos neomaltusianos o decidir restablecer la necesidad de la solidaridad, la equidad y patrones sustentables de producción y consumo con los países desarrollados al frente de la iniciativa». Esto está de acuerdo con lo que la FAO viene diciendo últimamente. José Graziano da Silva, su director general, afirmó en marzo que no existe un problema alimentario sino una situación de absoluto despilfarro. “Se pierde o desperdicia en todo el mundo una tercera parte de los alimentos producidos cada año" y en el documento preparatorio para Río+20, la FAO dejaba claro que no era posible realizar un desarrollo sostenible si no se erradican el hambre y la desnutrición, pero que es posible alimentar a toda la población mundial si se toman decisiones políticas firmes que mejoren el acceso de las personas pobres a los alimentos, la forma en que se emplee la agricultura con fines alimentarios y bajar  niveles de alimentos desperdiciados.

La cultura de la vida ama a todos los hombres y pide solidaridad, esfuerzo y desarrollo inteligente para erradicar el hambre, la pobreza y la ignorancia. Pide desarrollo verdaderamente humano.

La de la muerte pretende hacer ver a los seres humanos como el enemigo principal contra el desarrollo.

Sanar el cuerpo, sanar el alma. Similitudes.

Por Juan del Carmelo (www.religionenlibertad.com)


El Señor, a su paso por este mundo, tanto se ocupó de sanar los cuerpos como de sanar las almas. Pero se ocupó más preferentemente del alma; Lo cual no tiene nada de particular, ya que así lo manifestó más de una vez: “…, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día”. (Jn 12,46-48). Y a quienes les criticaban que se mezclase con pecadores les dejó dicho: “Y oyéndolo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos: ni he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mc 2,13-17). Pero no se olvidó de nuestro cuerpos y en las recomendaciones a sus discípulos cuando los envió a predicar les dijo: “…, y en vuestro camino predicad diciendo: El reino de Dios se acerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios; lo que recibís gratis, dadlo gratis”. (Mt 9,7-8).

Somos cuerpo y alma, y tenemos la necesidad de mantener sanos, nuestros cuerpos y también sanas  nuestras almas y aunque muchos nos los comprendan es preferible tener primeramente sana el alma y después si es posible el cuerpo. Tener sana el alma nos es fácil porque solo depende de nosotros mismos que somos nuestros propios médicos. Tener sano el cuerpo es más difícil pues no depende enteramente de nuestra voluntad.  Ambos cuerpo y alma si no los cuidamos morirán. El cuidado que hemos de darle a nuestros cuerpos, es hasta que llegue su derrumbe total, pues él tiene fijado un límite de vida y por mucho que lo cuidemos, quizás podamos llegar a cumplir 100 años y hasta superar esta cifra con algún dígito más, pero el final inexorablemente llegará por y para nuestro bien, aunque ahora no lo comprendamos, porque el apego a las cosas  de este mundo que sufrimos, nos pone una venda en los ojos de nuestra alma que es la única capacitada para ver y comprender. Nuestro cuerpo como materia que es, tiene la cualidad de la materia que es caduca y perecedera. Cierto es que de acuerdo con nuestra doctrina católica, después del juicio final seremos dotados de un cuerpo glorioso, similar al que obtuvo nuestro Señor, después de su Resurrección a los tres días de su Pasión y Crucifixión.

Similarmente nuestra alma también puede morir, aunque por su condición de pertenencia al orden de espíritu es inmortal, como los es todo lo espiritual, pero en ella su muerte no acarrea su desaparición. Se dice que el alma muere, cuando peca mortalmente, es una muerte a la amistad y el amor del Señor. Dios no puede cohabitar en un alma humana junto con el pecado. Sin embargo esta situación por la misericordia divina tiene solución, el alma muerta por el pecado puede resucitar al amor de Dios, siempre que medie su arrepentimiento, pues sin él la misericordia de Dios no nace. Tres son los sacramentos que permiten al hombre restablecer su amistad con el Señor: el Bautismo, la Confesión y la Extremaunción. De los tres solo es la confesión la que no limpia el llamado reato de culpa.

Tanto nuestro cuerpo como nuestra alma enferman. El Señor le prestó siempre una especial atención a los sufrimientos humanos, porque no olvidemos que Dios sufre cuando nosotros sufrimos. Si sabemos y a muchos así nos consta, que Dios nos ama como Él todo lo hace, en forma ilimitada, y amando como nos ama, no tendría lógica que se desentendiese de nuestros sufrimientos corporales. A su paso por este mundo, tuvo siempre muy presente la curación de enfermos; los Evangelios, están repletos de pasajes en los que Él cura a los enfermos. Pero observemos que en la mayoría de ellos, primeramente se preocupa o bien se preocupa más por el alma del enfermo que por su dolencia corporal. Es típica su frase: “Vete en paz tus pecados te son perdonados” frase esta, la cual de inmediato producía entre los fariseos escandalo, ya que correctamente pensaban: ¿Quien es este que se atreve a perdonar los pecados si solo Dios puede perdonarlos? Jacques Bur, escribe: “Jesús, hace así tomar conciencia al hombre que el mal más profundo del que sufre es el pecado que le habita, y que la salvación que más necesita, y que Él mismo Cristo, le da es en primer lugar una salvación espiritual. Es por lo que aquellos que imploran la curación de una enfermedad física, Jesús se la concede, pero no, a menudo, sin haberles dicho primero: “Tus pecados te son perdonados” (Lc 5,20)”.  

Es patente pues, que la enfermedad del cuerpo, solo daña el cuerpo y no siempre le conduce a la muerte y en este sentido la enfermedad del alma es el pecado venial, que no mata el alma pero la daña, aunque ¡ojo! con el pecado venial, pues como dice San Agustín: “¿Que cosa más exigua que un grano de arena? Y, sin embargo, si echas demasiada en un barco, llega a sumergirlo. (…). ¿Qué más te da sucumbir bajo una masa de plomo que bajo un montón de arena?”.
  
Por otro lado tanto las enfermedades del cuerpo como las del alma dejan secuelas, heridas que muchas veces son de difícil curación. En el caso del cuerpo, este puede quedar dañado para el resto de sus días por las consecuencias que pueden tener sus enfermedades o accidentes que le dejen imposibilitada a la persona para el desarrollo de sus actitudes o funciones normales a todo ser humano. Estas secuelas de nuestro cuerpo, pueden tener y siempre tienen su repercusión en el alma del enfermo, pues ellas pueden ser aceptadas cristianamente como expresión de la voluntad divina, o pueden ser rechazadas síquicamente, pues materialmente están ahí y no pueden ser objeto de rechazo, lo que puede motivar es decir, llegar a producir en la persona dañada con la secuela de que se trate, un estado de amargura o de depresión, que aunque es son enfermedades del orden material tiene sus consecuencias en el orden espiritual del alma de ese cuerpo.

En cuanto al alma se refiere, la muerte de esta como ya hemos dicho es por razón del pecado mortal o capital, pero cabe la posibilidad de hacer resucitar a nuestra alma por los anteriormente señalados sacramentos. El perdón, que la misericordia de Dios nos otorga previo a nuestro arrepentimiento, no nos limpia plenamente, pero nos evita la perdida de la amistad con el Señor, y no nos limpia totalmente pues nos deja un resto de culpa llamada reato de culpa, que puede ser limpiado.

Y uno se pregunta, ¿qué es el reato de culpa? Son las reliquias de los pecados mortales, las cuales pueden también permanecer en el hombre justificado aún después de la remisión de la culpa, es decir, aún después del perdón en virtud del cual se excluye ya la pena eterna; la Iglesia piensa que, recibida la gracia de la justificación, puede permanecer lo que ella llama “un reato” de pena temporal, un resto de culpa, del que hay que liberarse por actos de penitencia en esta vida o purificarse en una situación posterior a la muerte, es decir pasando por el Purgatorio. Para explicar que es el reato de pena, se pone el ejemplo de la mala hierba. Es como si en un jardín arrancásemos una mala hierba; a la vista exterior la mala hierba no existiría habría desaparecido, porque había sido arrancada ya, pero debajo de la tierra subsistiría la raíz de la mala hierba, y esta volvería a crecer cuando se diesen las condiciones idóneas para ello. Y siempre será el maligno, el que se ocupará de que se den las condiciones idóneas.