Editorial del Listín Diario
Es sabido que, entre muchos hombres jóvenes, se ha generalizado el uso de estimulantes sexuales para mantenerse “in” en esta sociedad que, poco a poco, ha ido dejando que el hedonismo imponga su marca.
Pero terminan “out”, por el abuso que hacen de estas sustancias. Tanto como con estimulantes, la adicción también es notoria con las drogas y con otra fórmula etílica de moda: la de ligar distintas bebidas al mismo tiempo para producir una especie de “bomba” licorera que los pone a volar por las nubes de la imaginación y a vivir en otra “realidad”.
La frecuencia o la cuantía en el uso que muchos hombres jóvenes dan a los estimulantes sexuales, fabricados para ayudar en los casos de disfunsión erectil por razones orgánicas o psicológicas, ha comenzado a causar honda preocupación.
Las estadísticas que manejan los especialistas hablan de centenares de casos de jóvenes con edades de entre 20 y 28 años que han sufrido lesiones cerebrales por este motivo.
Y a menudo se conocen, entre las familias de la ciudad, los informes de jóvenes que mueren de infarto sin que aparentemente estén sufriendo de algunos de los síntomas letales más conocidos.
Muchos médicos sospechan que la causa de estas muertes tempranas es el uso desmesurado o sin prescripción de estimulantes sexuales que potencializan la irrigación de la sangre y que pueden desembocar en el hecho fatal.
El ministro de Salud Pública es partidario de que se controle el uso indiscriminado de estos estimulantes, tanto por la vía de una sistemática y correcta orientación como de exigencias más rigurosas para su adquisición libre en las farmacias.
Estamos frente a una situación digna de la mayor y más seria atención de la sociedad, para contener, en lo posible, esta hemorragia de casos de jóvenes que por estar “in” en la sexualidad, fácilmente terminan “out”, pudiendo tener una larga y fructífera vida por delante.