Una idea central...

Somos La Iglesia católica


Nuestra familia está compuesta por personas de toda raza. Somos jóvenes y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, pecadores y santos.

Nuestra familia ha perseverado a través de los siglos y establecido a lo ancho de todo el mundo.

Con la gracia de Dios hemos fundado hospitales para poder cuidar a los enfermos, hemos abierto orfanatorios para cuidar de los niños, ayudamos a los más pobres y menos favorecidos. Somos la más grande organización caritativa de todo el planeta, llevando consuelo y alivio a los más necesitados.Educamos a más niños que cualquier otra institución escolar o religiosa.

Inventamos el método científico y las leyes de evidencia. Hemos fundado el sistema universitario.

Defendemos la dignidad de la vida humana en todas sus formas mientras promovemos el matrimonio y la familia.

Muchas ciudades llevan el nombre de nuestros venerados santos, que nos han precedido en el camino al cielo.

Guiados por el Espíritu Santo hemos compilado La Biblia. Somos transformados continuamente por Las Sagradas Escrituras y por la sagrada Tradición, que nos han guiado consistentemente por más de dos mil (2’000) años.

Somos… La Iglesia católica.

Contamos con más de un billón (1’000’000’000) de personas en nuestra familia compartiendo los Sacramentos y la plenitud de la fe cristiana. Por siglos hemos rezado por ti y tu familia, por el mundo entero, cada hora, cada día, cada vez que celebramos La Santa Misa.

Jesús de Nazaret ha puesto el fundamento de nuestra fe cuando dijo a Simón-Pedro, el primer Papa: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt. XVI, 18).

Durante XX siglos hemos tenido una línea ininterrumpida de Pastores guiando nuestro rebaño, La Iglesia universal, con amor y con verdad, en medio de un mundo confuso y herido. Y en este mundo lleno de caos, problemas y dolor, es consolador saber que hay algo consistente, verdadero y sólido: nuestra fe católica y el amor eterno que Dios tiene y ha tenido por toda la creación.

Si has permanecido alejado de La Iglesia católica, te invitamos a verla de un modo nuevo hoy, visita www.catolicosregresen.org.

Somos una familia unida en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Somos católicos, bienvenido a Casa...

Contenido del Blog

Un último proyecto: el Nuevo Orden Mundial

http://www.gratisdate.org/nuevas/cristiandad/cristiandad-6.htm

"Hoy se ha lanzado un nuevo grito de esperanza. Tras el derrumbe del coloso soviético, que resultó un gigante con pies de barro. Hay quienes piensan que hemos llegado al umbral de los tiempos paradisíacos. Tanto los occidentales como los soviéticos «convertidos», sueñan con un presente poco menos que idílico. Baker, secretario de Estado de los EE.UU., ha hablado de «una comunidad euroatlántica que se extiende de Vancouver a Vladivostok» (Discurso en el Inst. Aspen de Berlín). El dirigente político alemán Strauss ha dicho: «Podríamos encontrarnos de hecho en el umbral de una nueva era política, que ya no está dominada por Marte, el dios de la guerra, sino por Mercurio, el dios del comercio y la economía». El nuevo ideal que reunirá a la humanidad, la preocupación primordial del hombre y de las naciones, serán las riquezas, naturales o producidas... ¿Será la «Mammona» que Cristo señalaba como el «señor» contrincante de Dios? No podemos servir a dos señores.

Tal parece ser el punto de encuentro del ex-comunismo y del capitalismo: el hedonismo, el bienestar generalizado, por virtud del mercado, y de la ideología que ha vencido y que domina al mundo a través del influjo del espectáculo y de la propaganda de alcance satelital. Lo que contará, en suma, para la unificación de Europa y del mundo, será la economía a secas, la prevalencia de lo económico, un principio que es bien visto en Occidente y hace eco a la doctrina marxista del primado de la economía, o de la infraestructura, como había dicho Marx. ¿No será por eso que la unión de Europa comenzó por la economía común, el Mercado Común Europeo? Escribía hace unos años Elías de Tejada: «Esta Europa moderna, liberal, marxistizante, capitalista, burguesa, fraguada por revolucionarios de opereta reunidos en logias masónicas o supuestamente católicas, atea o agnóstica, es la antítesis de la Cristiandad... Ni sus instituciones ni su espíritu tienen nada de común con la Cristiandad» (cf. La Cristiandad medieval y la crisis de las instituciones, en «Verbo» 278, 1987, 43).

Recientemente un consejero del Departamento de Estado de los EE.UU., Francis Fukuyama, ha dado forma a estas ideas en su famoso ensayo «¿El fin de la Historia?» (en The National Interest, 1989), donde señala el arribo del mundo a una época terminal, el fin de la historia, no en el sentido cristiano y esjatológico, sino en un sentido inmanentístico: el fin de la historia pero dentro de la historia. Y señala cómo ya Hegel había anunciado dicho término con motivo de la victoria de las huestes napoleónicas –y con ella, del espíritu de la Revolución Francesa– sobre los Imperios centrales. Es cierto que luego aparecieron algunas excrescencias, agrega, cómo el fascismo y el nazismo, que fueron derrotados en la segunda guerra mundial, y también el comunismo, que ahora cae hecho pedazos.

En realidad, más que a Hegel, habría que remontarse a Kant, quien se refirió a este tema en diversas obras suyas como «La paz perpetua» y sobre todo «La idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita». El ideal del cosmopolitismo, en el sentido moderno de la palabra, apareció por primera vez en el siglo XVIII, impregnando el espíritu de las dos revoluciones de dicho siglo, la norteamericana y la francesa. La idea prosiguió su curso en el siglo XIX y fue retornada por Teodoro Roosevelt, especialmente en el «Destino Manifiesto», donde se dice con toda claridad: «La americanización del mundo es nuestro destino». La tendencia a la mundialización se manifestó también en el filón socialista, esta vez sobre la base del proletariado: «Proletarios del mundo, uníos». Lenin esperaba que el capitalismo se suicidaría en brazos del socialismo. No sucedió así sino al revés. Lo que Dostoievski había predicho: de padres liberales, hijos socialistas, hoy se revierte: los hijos vuelven a sus padres.

Las perspectivas no han por ello mejorado. En uno de sus últimos libros (Wendeszeit jür Europa?) el Cardenal Ratzinger escribe: «El derrumbe del marxismo no produce de por sí un estado libre y una sociedad sana. La palabra de Jesús según la cual al puesto de un espíritu inmundo echado vienen otros siete mucho peores (cf. Mt 12,43-45)..., se verifica siempre de nuevo en la historia». Y en un reciente discurso pronunciado en Praga (21 de abril 1991) el Santo Padre se encarga de aventar falsas ilusiones, como si el Espíritu Santo hubiese vencido juntamente con el capitalismo liberal. Lo único que ha pasado es que «un enemigo» ha caído como «una de las tantas torres de Babel de la historia».

El actual intento apunta a una sociedad mundializada, a una nueva ecumene, una réplica de lo que fue la Cristiandad en la Edad Media, pero desacralizada. En la cumbre, los EE.UU, un poco más abajo, Japón y Alemania, y luego los demás. El mundo se irá convirtiendo en una periferia planetaria de Nueva York, dividida en una minoría que goza del «amerícan way of life» y una mayoría que hace cola esperando un paquetito de bienestar. Y entonces, con pocos años de retardo sobre su «1984», he aquí cumplida la predicción de Orwell. Tendremos finalmente el Superestado, con su gobierno mundial; el ministerio de Economía en alguna parte, entre Berlín y Tokio; el de Cultura en otro lugar, entre París y Los Ángeles; el del interior, quizás en Washington. Ya no habrá más ejércitos, ni soberanías nacionales; ya no habrá más guerras sino operaciones de policía, al estilo de la intervención norteamericana en Panamá.

«En ese Estado homogéneo universal –escribe Fukuyama en su ensayo– todas las contradicciones son resueltas y todas las necesidades humanas son satisfechas. No hay lucha o conflicto sobre “grandes” asuntos y, consecuentemente, no hay necesidad de generales o estadistas: lo que queda es, principalmente, la actividad económica».

Podríamos preguntarnos cuál será la sustancia filosófica del Nuevo Orden Mundial. Pensamos que el ideal del paraíso en la tierra. No deja de resultar notable que cuando Gramsci intentó definir la esencia del marxismo, no la hizo residir en su concepción económica, política o social, sino en una suerte de cosmovisión en torno a un fundamento que sirve de pedestal para todo lo demás: el principio de la inmanencia. Pues bien, pensamos que en este principio podrán comulgar tanto los ex-marxistas como la burguesía occidental. Al fin y al cabo Marx predicó «el paraíso en la tierra « y Occidente lo trató de traducir en los hechos con Su teoría del consumismo hedonístico (cf. a este respecto el artículo de A. Caturelli, El principio de inmanencia y el Nuevo Orden del Mundo, en «Gladius» 22, 1991, 87-130).

Si es cierto que, como afirman diversos autores, no pueden existir hombres o pueblos sin religión, cabe preguntarse cuál será la religión del Nuevo Orden Mundial. Hay quienes creen que será la llamada , Nueva Era. Refiérese dicha denominación a la llamada «Era de Acuario», que comenzaría en el próximo milenio, sustituyendo a la «Era de Piscis»*. No podrá haber un gobierno mundial sin una religión mundial. A ese propósito opina el politicólogo francés Gilbert Siroc: «Esta religión no puede ser ninguna de las religiones existentes, sino alguna secta o movimiento que no tenga por centro a Dios, sino al hombre. Al hombre con facultades mentale s extraordinarias, unido a los Hermanos del Espacio, y nunca a Dios ni a las potestades espirituales». La New Age es una religión esencialmente ecléctica, con un poco de cada religión tradicional, incluida la católica. Pero no «teocéntrica», sino «antropocéntrica», como el mundo al que quiere dar alma.

*Como se sabe, en la Iglesia primitiva el pez era el símbolo de Cristo. Terminará, pues, la era de Cristo, con sus ataduras, sus miedos, las ideas de culpa y de castigo, de sometimiento a Dios. Sobre la New Age, lo mejor que hemos leido es Medard Kehl, «Nueva Era» frente al cristianismo, Herder, Barcelona, 1990.

Un Superestado, una sola religión, un totalitarismo de nuevo estilo, quizás con guantes blancos. Lo profetizaron no sólo Orwell, sino también Benson, Soloviev, y más recientemente Del Noce en su gran obra «II suicidio della Rivoluzione»*. Frente a este nuevo totalitarismo, el enemigo ya no será el fascista, ni el burgués, ni el comunista, sino el hombre de la trascendencia, es decir, todos aquellos que piensen que este mundo no es el definitivo, que el ser humano no es la realidad suprema, que la historia no es la metahistoria. A este hombre –aguafiesta en el festín de la inmanencia– quizás no se lo mande a ningún nuevo Gulag. Pero será marginado, o internado en un hospital psiquiátrico.

*Un escritor italiano, Domenico Settembrini, cuenta que una vez Del Noce dijo: «Saben perfectamente cuánto detesto el comunismo. Pues bien, antes que vivir en esta sociedad, prefiero el comunismo». Mostraba cuán grande fuese su malestar por tener que vivir en una sociedad secularizada y consumista hasta la médula, como es la Italia de hoy (cf. en «Il Sabato» 2 de mayo 1991, 58).

El Santo Padre está altamente preocupado por este tema. Precisamente convocó hace poco un Sínodo de los Obispos de Europa, en buena parte para encarar el futuro de dicho continente, ya través de él, de todo el mundo. A raíz del conflicto del Golfo y de la alineación de las naciones europeas detrás de los EE.UU., decía un obispo holandés: «Sin el alma, Europa estará condenada a hacer de comparsa». Y el Cardenal Groer, arzobispo de Viena, afirmaba en un reportaje: «Este sueño de la unidad europea, si carece de una fuerte connotación cristiana, corre el riesgo de transformarse en una pesadilla. Nos estamos moviendo hacia una enorme concentración de poder y no sabemos cómo será administrado. La unidad europea –me da la impresión– también podría facilitar el camino del advenimiento de un Gran Maestro, como describió Benson, o como lo plasmó Soloviev. El riesgo es más real de lo que puede parecer: una Europa unida y descristianizada puede transformarse en un ejemplo terrorífico de nuevo colectivismo, ejerciendo un dominio total sobre las conciencias obnubiladas por el hedonismo de masa. Sería el reino de la fría brutalidad, un reino infernal» (cf. «Esquiú», 1º de septiembre 1991).

En sus viajes apostólicos al Este, a los países antes sometidos a la Unión Soviética, el Papa los ha exhortado a no dejarse diluir en una Europa sin fronteras y sin religión sino velar sobre «esta soberanía fundamental que cada Nación posee en virtud de la propia cultura... No permitáis que esta soberanía se vuelva presa de cualquier interés político o económico, víctima de hegemonías».

En fin, frente a este nuevo espejismo histórico, último jalón, hasta ahora, del proceso de la Revolución Anticristiana, nos parecen altamente apropiadas las palabras del Cardenal Henri de Lubac: «No es verdad que el hombre no puede organizar la tierra sin Dios. Lo que es verdad es que, sin Dios, a fin de cuentas no puede organizarla sino contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano».

La sociedad que patrocina el Nuevo Orden Mundial, lo confiesa Fukuyama, no será una sociedad feliz. «El fin de la historia –escribe en su ensayo– será un tiempo muy triste. La lucha por el reconocimiento, la voluntad de arriesgar la vida de uno por un fin puramente abstracto, la lucha ideológica mundial que pone de manifiesto bravura, coraje, imaginación o idealismo, serán reemplazados por cálculos económicos, la eterna solución de problemas técnicos, las preocupaciones sobre el medio ambiente y la satisfacción de las demandas refinadas de los consumidores. En el período post-histórico no habrá arte ni filosofía: simplemente la perpetua vigilancia del museo de la historia humana». Se acabará la patria y la religión (a lo más restringida esta última al seno de la familia); no habrá filosofía, ni coraje, ni idealismo alguno»... Una gran infelicidad dentro de la impersonalidad y vacuidad espiritual de las sociedades consumistas liberales», agrega el pensador japonés (cf. reportaje en «Somos» 9 de diciembre 1991, 26). ¡Qué acertado estuvo Dostoievski cuando profetizó que la humanidad perecería no por guerras sino de aburrimiento y de hastío! De un bostezo, grande como el mundo, saldrá el Anticristo.

La droga daña el cerebro

Por Clemente Ferrer

Laura y Javier han aprendido una de las enseñanzas más punzantes de su existencia. Ella con 18 años se aficionó al “speed” y a las anfetaminas. Pronto el capricho de la cocaína la devoró.

Ahora, a los 24 años, está culminando una terapia de deshabituación en Proyecto Hombre.

Él, con 21 años, arrancó liando porros y acabó embaucado por la cocaína. Son las experiencias de dos de los miles de adolescentes que han acudido a esta institución para estrenar un plan con el fin de resurgir de las tinieblas de los estupefacientes, según el portavoz de las jornadas de Proyecto Hombre “Menores, drogas y sociedad”.

De las drogas nadie está libre.

Cada día llega un mayor número de menores (63,5%) en busca de un plan de rehabilitación. “Las drogas siempre pasan factura”, dice la comunicación del Ministerio de Sanidad y Consumo, dentro del Plan Nacional sobre Drogas. Tiene como finalidad esquivar el derroche de los alcaloides entre los adolescentes.

La droga llega directamente al cerebro. El estudio de la Oficina Nacional de Control de la Drogadicción de Washington, refrenda que los narcóticos pueden producir daños, como zozobra, melancolía, brotes psicóticos o tendencias al suicidio.

¿Será esto lo que algunos buscan, en clara línea con la cultura de la muerte?, apremia embestir contra las drogas, contrarias a la salud.

La droga es una de las plagas de la sociedad de nuestros días. La elevación de los índices de consumo de estupefacientes ha crecido de una forma alarmante y las autoridades se encuentran desbordadas con este grave problema. La drogadicción ha tomado carta de naturaleza en una parte de la población juvenil de todo el mundo.

Se están poniendo los medios para terminar con esta lacra social que sólo lleva a la a la autodestrucción y a la muerte.

La conversión

"La conversión no es algo mágico que se logra apenas en un retiro o cambiándose de religión ("Me he convertido").

Se trata de un proceso que dura toda la vida.

Que comienza el día que tenemos ese encuentro personal con el Señor, y termina el día en que le veamos cara a cara en el cielo, por su divina misericordia y no por nuestros méritos personales.

La conversión es la manifestación de la fe que nos mueve a nacer de nuevo, que nos ayuda a salir de las tinieblas, de la oscuridad a la luz, y cambia nuestras vidas para siempre.

Si deseas comenzar el camino de la conversión, solo tienes que abrir las puertas de tu corazón de par en par y permitir que Jesús de Nazaret haga su voluntad en tu vida.

La opción es tuya, la invitación es esta."

¿Quién domina en tu vida?

Por Don Luis García Dubus

“Tengo un problema”, dijo D.J. a un amigo, “me han invitado a dos actos: una conferencia y una boda, y no sé a cuál ir...” “Hombre, qué casualidad”, respondió el otro, “también estoy invitado esta noche a esas dos mismas cosas, pero yo voy a la boda, porque ahí se bebe y se goza más, lo otro es muy aburrido”.

“Es verdad”, contestó D.J., “pero en la conferencia me voy a mezclar con mucha gente importante...” Y así fue como D.J. fue a un acto y su amigo al otro, cada uno movido por una fuerza diferente. Uno por el deseo de disfrutar, y el otro por el de ser importante. ¿Cuál de las dos invitaciones hubiéramos honrado usted y yo...? Hay mucha gente que sin darse cuenta ha hecho depender ahora su felicidad de tres reyes: el darse gusto: Rey Placer. El tener el mando: Rey Poder. Y el darse importancia: Rey Prestigio.

Contrariamente a los reyes de los niños, que traían regalos, los tres reyes de los adultos -Placer, Poder y Prestigio- producen adicción y dependencia, convirtiendo a sus seguidores en esclavos.

La prueba de esto es que hay infinidad de personas cuyas vidas están totalmente regidas por alguno de ellos. Por ejemplo, D.J. (el que fue a la conferencia) está regido por la ambición de tener prestigio, y su amigo (el que fue a la fiesta) por la apetencia de gozar, de darse gusto: el Rey Placer.

¿Cuál de los tres reyes me mueve más a mí? ¿Alguno de ellos me domina de tal modo que no puedo ser feliz si no lo tengo? Pongamos por ejemplo el tercero: ¿acaso depende mi felicidad de que los demás me elogien, me aprueben, me feliciten o me hagan “merecidos reconocimientos”? Si sólo me siento feliz de esta forma seré sin duda un “prestigiólico o prestigioadicto”, y ese “rey” ordenará mi vida.

La pregunta de hoy: ¿Fue el Señor tentado por estos “tres reyes”?
En el evangelio de hoy, aparece el Señor siendo claramente tentado a rendirse ante cada uno de ellos, y en ese mismo orden.

Pienso, hasta con algo de miedo, que si el Señor se hubiera ablandado y hubiera cedido ante cualquiera de ellos, no existiría hoy para mí la capacidad de amar, ni de perdonar, ni de encontrar un sentido trascendente a mi vida presente, ni de ser libre de escoger el único camino que me dará la auténtica felicidad.

Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Hoy entiendo mejor que nunca sus palabras: “¿De qué le sirve a un hombre ganarse el mundo entero si se pierde a sí mismo?”. Ciertamente, ¿de qué nos serviría correr como esclavos detrás del placer, del poder o del prestigio si no tenemos paz ni alegría interior, y acabamos sintiéndonos mal con nosotros mismos? Le digo la verdad: las únicas personas auténticamente felices que conozco son las que han elegido a Jesucristo como su amigo, su Señor y su Rey.

¿Por qué adorar La Cruz?

Tomado prestado de:

http://quiendicenquesoy.blogspot.com/2010/02/por-que-adorar-la-cruz.html

Las respuestas a la pregunta que origina el artículo que sigue, dan lugar para conocer aspectos importantes sobre este tema que ilustrarán a lectores católicos y aún a aquellos que no siéndolo se interesen por conocer las razones por las que los católicos hacemos algunas cosas que en su opinión van en contra de la ley Divina.

El autor, P. JOSE ANTONIO MARCONE - (VE) es un conocido teólogo, quien con toda claridad responde a la pregunta en cuestión.

Un amigo me hizo las siguientes preguntas:

“Dado que la adoración es un acto específico que la creatura dirige sólo a la divinidad, ¿porqué entre los ritos del Viernes Santo está el de la adoración de la Cruz? ¿No se configura como un acto de idolatría? Entonces, ¿porqué usar esta terminología, que aparece como blasfema, contra el clarísimo primer mandamiento de la Biblia? ¿Porqué usar esta terminología que podría desviar a aquella parte del pueblo de Dios que no tiene instrumentos culturales suficientes para comprender que no se trata, en definitiva, de un culto dirigido a un objeto de madera? ¿Cómo nació este uso en la Iglesia Católica? ¿A qué época se remonta? Cada vez que participo en la celebración del Viernes Santo siempre afloran de nuevo estas preguntas. Mentalmente las resuelvo siempre diciéndome que se trata de un acto de veneración”. Para responder estos interrogantes he escrito este pequeño artículo.

1. ¿Qué entendemos por ‘adoración’?

Quiero, ante todo, aclarar la terminología. La palabra adoración es genérica. Deriva del latín ad-orare, cuyo primer sentido es elevar una súplica. Después significa tener veneración por alguien, y de aquí, adorar. Ahora bien, como sucede con toda cosa genérica, requiere la especificación. Cuando la veneración se dirige a Aquel que tiene la excelencia absoluta, es decir, a Dios esta adoración se llama adoración de latría.

Por otro lado, Dios comunica su excelencia a algunas creaturas, aunque no según igualdad con Él, sino según cierta participación. Por eso veneramos a Dios con una veneración particular que llamamos latría, y a ciertas excelentes creaturas con otra veneración que llamamos dulía. Pero es necesario estar muy atentos, porque el honor y la reverencia son debidos solamente a la creatura racional. Por lo tanto, la dulía corresponde solamente a la creatura racional.

En consecuencia, en sentido estricto, tenemos una adoración de latría que es sólo para Dios y una adoración de dulía, para las creaturas. Vemos entonces que el sentido vulgar de la palabra adoración (que coincide con el último sentido de la palabra latina) se identifica con aquello que hemos llamado, con Santo Tomás de Aquino, ‘adoración de latría’.

2. ¿Debemos adorar la cruz de Jesús con adoración de latría?

Santo Tomás se hace esta misma pregunta1. Nos referimos a la misma cruz de Jesús, aquella en la cual fue clavado. Esta es la respuesta: la adoración de latría solamente debe ser dirigida a Dios. La dulía (proviene de la palabra griega doûlos que significa siervo) debe ser dirigida solamente a las creaturas racionales. Pero a las creaturas materiales (‘insensibles’, dice Santo Tomás) podemos presentarle honor y obsequio en razón de la naturaleza racional. Esto podemos hacerlo de dos modos: el primer modo es en cuanto la creatura insensible representa a la naturaleza racional; el segundo es en cuanto la creatura insensible está unida a la naturaleza racional.

“De ambos modos debe ser venerada por nosotros la cruz de Jesús –dice Santo Tomás. Del primer modo, en cuanto representa para nosotros la figura de Cristo extendido sobre la cruz. Del segundo modo, a causa del contacto que tuvo la cruz con los miembros de Cristo y porque fue bañada con su sangre. Por lo tanto –continúa diciendo Santo Tomás- de ambos modos la cruz es adorada con la misma adoración que recibe Cristo, es decir, adoración de latría”.

Debemos estar atentos a aquello que dice Santo Tomás. No damos a la cruz (objeto de madera) el culto de latría en cuanto objeto de madera sino en cuanto representa a Cristo y en cuanto estuvo en contacto con su cuerpo y con su sangre, es decir, en razón de Cristo. Esto quiere decir que la adoración de latría va dirigida a Cristo y no a un pedazo de madera. Dice el P. Fuentes respecto a esto: “Evidentemente el concepto clave es aquí la distinción, dentro de la adoración de latría (...), entre latría absoluta y latría relativa: latría absoluta es la que se da a una cosa en sí misma (por ejemplo, a Dios, a Jesucristo, etc.); latría relativa es la que se da a una cosa no por sí misma sino en orden a lo que es representado por ella (las imágenes). Por tanto, si bien la cruz no es adorada con culto de latría absoluta, sí lo es con el de latría relativa”2.

Ahora bien, ¿qué sucede con las cruces que nosotros tenemos ahora? Estas cruces son imitaciones de la ‘vera cruz’ de Jesús, cruces hechas de piedra, de madera o metal. La respuesta a esta pregunta pienso que aclarará un poco más nuestro tema.

3. ¿Debemos adorar las imágenes de Cristo con adoración de latría?

Partimos del punto que estas cruces de las cuales hablamos no son otra cosa que imágenes de Jesús, es decir, tratan de representar pictóricamente al Dios encarnado, al Verbo hecho hombre. Exponemos la doctrina de Santo Tomás respecto a la actitud que nosotros debemos tener hacia las imágenes pictóricas de Cristo.

Podemos considerar las imágenes en general en dos sentidos. Primero, en cuanto es una cierta cosa, hecha con un material determinado. Segundo, en cuanto es imagen de una realidad, la cual se configura como ejemplar o modelo de dicha imagen. En el primer sentido, esto es, en cuanto es una cosa cualquiera, a las imágenes de Cristo (y también a las cruces hechas actualmente; por ejemplo, de madera esculpida o pintada), no se les debe dar ninguna reverencia, porque solamente debemos dar reverencia a la creatura racional. Por lo tanto, a las imágenes de Cristo (y también a las de los santos), tomadas en este primer sentido, no debe brindárseles ni adoración de latría, ni dulía, ni siquiera veneración.

En el segundo sentido la cosa es diferente. Porque cuando yo me dirijo a una imagen en cuanto representa otra realidad y me la recuerda, no me estoy dirigiendo a la imagen misma sino a la realidad que representa. Es en este sentido que nosotros presentamos honor y obsequio a las imágenes de Cristo (y a las cruces). Por eso, en este sentido, damos a las imágenes de Cristo la misma reverencia y veneración que damos a la persona de Cristo. Y dado que a Cristo lo adoramos con adoración de latría, en consecuencia a su imagen debemos adorarla también con adoración de latría. Para ser más exactos digamos que también a las imágenes de Cristo las adoramos con latría relativa. Esto lo dice San Juan Damasceno bellamente: “Imaginis honor ad prototypum pervenit”, esto es, “el honor dado a una imagen se dirige y llega hasta el prototipo”.

Resumiendo: adoramos las imágenes de Cristo y las cruces en cuanto son símbolos de una realidad ulterior y divina. Por eso dice el Libro Ceremonial de los Obispos: “Entre las imágenes sagradas, la figura de la cruz ‘preciosa y vivificante’ ocupa el primer lugar, porque es el símbolo de todo el misterio pascual. Ninguna imagen más estimada ni más antigua para el pueblo cristiano. Por la Santa Cruz se representa la pasión de Cristo y su triunfo sobre la muerte, y al mismo tiempo anuncia la segunda y gloriosa venida, según la enseñanza de los Santos Padres” (n. 1011).

4. Respuesta puntual a las preguntas

Podemos ahora responder puntualmente a las preguntas puestas al principio de este pequeño artículo.

a) “Dado que la adoración es un acto específico que la creatura dirige sólo a la divinidad, ¿porqué entre los ritos del Viernes Santo está el de la adoración de la Cruz?” Porque la Iglesia quiere que, a través de la cruz, que representa a Cristo y estuvo en contacto con Él, adoremos al que es hombre y Dios. Ella es el “símbolo por antonomasia de la pasión de Jesucristo” y “representa al mismo Jesucristo en el acto de su inmolación. Por eso debe ser adorada con una acto de adoración de ‘latría relativa’ en cuanto imagen de Cristo y por razón del contacto que con Él tuvo”3.

b) “¿No se configura como un acto de idolatría?” No, porque el culto de latría no va dirigido al pedazo de madera sino a Cristo.

c) “Entonces, ¿porqué usar esta terminología, que aparece como blasfema, contra el clarísimo primer mandamiento de la Biblia?” Esta terminología, teológicamente hablando, es correctísima. Se puede decir con toda propiedad ‘adoración de la cruz’ porque se puede dar culto de latría relativa a un objeto insensible en razón de Cristo, que es Dios.

Respecto al problema bíblico es verdad que el primer mandamiento dice: “No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Éx.20,4-5). Pero en realidad “ese precepto no prohíbe hacer alguna escultura o imagen, sino que prohíbe hacerlas para ser adoradas. Por eso se agrega inmediatamente: ‘No te postrarás ante ellas ni les darás culto’ (Éx.20,5). Y dado que el movimiento de adoración que se dirige a la imagen es el mismo que va dirigido y termina en la cosa, al prohibir la adoración de las imágenes lo que se prohíbe es la adoración de la cosa, semejanza de la cual es la imagen. Por lo tanto debe entenderse que ese precepto prohíbe la fabricación y la adoración de las imágenes que los gentiles hacían para adorar a sus dioses, es decir, a los demonios. Por eso, en el mismo paso de la Escritura, antes se dice: ‘No habrá para ti otros dioses delante de mi’ (Éx.20,3)”4. Esto que acabamos de decir queda confirmado por el mismo Yahveh cuando manda a Moisés hacer la escultura de dos ángeles para que adornen el arca de la Alianza: “Harás dos querubines de oro macizo; los pondrás en los dos extremos del propiciatorio” (Éx.25,18). Si la prohibición fuese de hacer imágenes en absoluto, el primero en quebrantar dicha prohibición hubiese sido el mismo Dios. El mismo Dios, según vemos en este texto, manda hacer dos esculturas para ser veneradas.

Además hay que tener en cuenta que en el Antiguo Testamento esta prohibición de hacer y adorar imágenes adquiría un sentido especial porque el verdadero Dios se había revelado como un ser espiritual e incorpóreo y, por lo tanto, no era posible hacer alguna imagen corporal que expresara adecuadamente a ese Dios incorpóreo. “Pero dado que en el Nuevo Testamento Dios se hizo hombre, puede ser adorado en su imagen corporal”5. Por lo tanto, vemos que ni en el acto de adoración de la cruz ni en la terminología usada para expresarlo hay algo que se oponga a la revelación del Antiguo o del Nuevo Testamento. Al contrario, el Nuevo Testamento, al revelarnos la encarnación de Dios, nos autoriza a adorarlo en su imagen corporal.

d) “¿Porqué usar esta terminología que podría desviar a aquella parte del pueblo de Dios que no tiene instrumentos culturales suficientes para comprender que no se trata, en definitiva, de un culto dirigido a un objeto de madera?” El problema no es la terminología que, como dijimos, es correcta. Tanto la terminología como el tema en sí mismo podría explicarse de tal manera que todos lo entiendan, aún aquellos que tienen menos ‘instrumentos culturales’. Hay muchos misterios en nuestra religión que no son fáciles de entender en el primer intento. Necesitan una explicación llena de ciencia y caridad, es decir, con la capacidad de adaptarse a las condiciones del oyente. Esa es la tarea de los pastores. Precisamente, uno de los problemas más graves de nuestro tiempo, como ya lo hacía notar el Papa Pablo VI6, es el dramático alejamiento y posterior ruptura entre Evangelio y cultura. Por eso hace falta afrontar una evangelización profunda, que llegue hasta los fundamentos culturales de las distintas sociedades.

e) “¿Cómo nació este uso en la Iglesia Católica? ¿A qué época se remonta?”. Pienso, junto con Santo Tomás, que este uso nació de los mismos apóstoles. Lo que Santo Tomás dice respecto a las imágenes de Cristo se puede aplicar, y con mayor razón, a la cruz misma de Cristo. Dice este santo: “Los Apóstoles, por el familiar instinto del Espíritu Santo, transmitieron ciertas cosas a las iglesias para que sean conservadas que no dejaron en sus escritos, sino que las han entregado a la sucesión de los fieles para que sean ordenadas como precepto de la Iglesia. Por eso dice San Pablo: ‘Manteneos firmes y conservad las tradiciones en las cuales fuisteis instruidos, sea por medio de nuestra viva voz (es decir, oralmente), sea por medio de nuestra carta (es decir, transmitido por escrito)’ (2Tes.2,15). Y entre estas tradiciones recibidas oralmente está la de la adoración de la imagen de Cristo. De hecho se dice que San Lucas evangelista (que fue compañero de los apóstoles) pintó una imagen de Cristo, que se encuentra en Roma”7.

Sin duda que ya las primeras comunidades cristianas adoraban la cruz, como es testigo aquel antiquísimo cántico que se dirige a la cruz como si fuese una persona y le atribuye poder para dar la salvación: O Crux, ave, spes unica. Hoc passionis tempore, auge piis iustitiam, reisque dona veniam. “Ave, oh Cruz, esperanza única. En este tiempo de pasión aumenta la justicia de los santos y a los culpables dales el perdón”. Los Santos Padres de los primeros siglos, como San Agustín y San Juan Damasceno, hablan del rito de la adoración de la cruz como algo ya consolidado en la Iglesia.

En el siglo IV Santa Elena, la madre del emperador Constantino, impulsada por esta devoción a la cruz de Cristo, se empeña en buscarla y la encuentra. Sin duda que este hallazgo de la ‘vera cruz’ habrá estimulado muchísimo la devoción a ella.
P. Lic. José Antonio Marcone,V.E.

Notas:

[1] S. TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, III Parte, cuestión 25, artículo 4.
[2] FUENTES, M. A., El teólogo responde, Ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael, 2001, p. 169.
[3] FUENTES, M. A., ibidem.
[4] S. TOMÁS DE AQUINO, idem, III, c. 25, a. 3, respuesta 1.
[5] “Sed quia in Novo Testamento Deus factus est homo, potest in sua imagine corporali adorari” (S. TOMÁS DE AQUINO, ibidem).
[6] Cf. Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, n. 20.
[7] S. TOMÁS DE AQUINO, idem, III, c. 25, a. 3, respuesta 4.

El mito de la reencarnación

29 de Enero #2006
En honor a Santo Tomás de Aquino (+ 1274)

Sra.
Maribel Lazala
Editora “En Sociedad”
Vía correo electrónico
Ciudad,

Ref.: “Dr. Brian Weiss, la reencarnación y el espiritismo”

“Un hombre que siendo simplemente hombre dijera las cosas que dijo Jesús no sería considerado un ‘sabio’ en temas religiosos y moral sino un lunático. Tenemos que decidirnos: o este hombre sigue siendo el Hijo de Dios o es un loco u algo todavía peor. Podemos despreciarlo y mandarlo a matar como a un bandido o caer a sus pies y llamarlo Señor. Pero no vengamos con el cuento de proclamar el absurdo de que fue ‘un gran ser humano’. ÉL no ha dejado abierta esa posibilidad, nunca quiso hacerlo.”

Distinguida Señora Lazala:

“Ya no hay –es verdad- procesos activos de inquisición, hogueras para endemoniados, caza de brujas y esas cosas por el estilo; pero las prácticas de ocultismo, esas que tienen en el centro al Diablo, son aún más difundidas que entonces, y ya no sólo entre los pobres. Han transformado el asunto en un fenómeno social (¡y comercial!) de vastas proporciones. Es más, podemos decir que cuanto más se procura expulsar al demonio por la puerta, tanto más vuelve a entrar por la ventana; cuánto más es excluido por la fe, tanto más arrecia en la superstición.”

Al saludarle deferentemente, deseo referirme de nuevo al anuncio publicado en el periódico Hoy sobre el programa televisivo “gente importante”: la entrevista al Dr. Weiss, publicada ‘in extenso’ en la revista “en Sociedad” precisamente el Día de la AltaGracia.

La saga “Weiss en Dominicana” continúa.

“Los nuevos ‘maestros de la espiritualidad’, los llamados “científicos de la religión”, nos avejentan ampliamente en sutilezas y sofismas. Nada más maloliente que su cerebro, más bárbaro que su lengua, más estúpido que su ingenio, más espinoso que su doctrina, más áspero que sus costumbres, más falso que su vida, más virulento que su discurso, más negro que su pecho...”

La vida –nuestro continuo proceso de formación y aprendizaje- necesita de la enseñanza de los mejores maestros a nuestra entera disposición. Por ejemplo, ayer hemos recordado a Tomás de Aquino, uno de esos hombres increíbles que han existido durante estos veinte siglos de cristianismo, un ejemplo de ‘buscador de la verdad’. Dice el maestro de Aquino que “con mucha frecuencia hacemos el mal por pura ignorancia, por no saber el mal que es y el mal que nos hace”. “La verdad es solo una. Por lo que no puede haber dos verdades: una revelada y otra no revelada. Sucede que nuestra frágil razón humana no atina a descubrir la verdad total, por lo que Dios tiene que venir en auxilio para revelarnos toda la verdad a lo largo de los siglos. No existe ninguna contradicción entre la verdad revelada y la verdad que los seres humanos vamos descubriendo con el tiempo a tropezones.”

Leyendo sobre la vida de este hombre le he recordado tanto, especialmente cuando habla tan elocuentemente sobre el tema de la amistad, “la forma más elevada de convivencia posible”. El lío sobreviene al momento de profundizar, explicar el fenómeno pensando a largo plazo, con toda la sinceridad que amerita: “no es posible la convivencia armónica si no está basada en la justicia”. ¡Oh hermosa justicia, cuánto te necesitamos!

Nuestra sociedad se encuentra cubierta hoy por una espesa nube morado oscuro, un caos; lo que hace propicio que los cristianos comprometidos con Jesús tengamos bien abiertos los ojos para detectar las acciones maléficas del misterio de la iniquidad y el imperio de la muerte que opera a todo dar. Desde la perspectiva de nuestra esperanza cristiana, el mal y su imperio (la muerte eterna), por devastador que sea, ha sido vencido por la misericordia de Dios al cumplirse la promesa de Jesucristo, Vivo y Resucitado con nosotros hasta el final de los tiempos. El Espíritu de la verdad nos ha sido dado para poder defendernos de los errores y la mentira.

“Mira (María), Jesús es un niño que hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será un signo de contradicción (una bandera discutida), y a ti misma una (gran) espada te atravesará el alma (el corazón); así quedarán al descubierto las intenciones de muchos (sus actitudes)” [Lc. 2, 34-35].

Por cuestión de orgullo, vanidad y arrogancia, con obras de caridad que encubren un culto al Maligno, el hombre vive como obcecado, anda ciego y no puede ver el camino, como tampoco desea que le muestren donde queda; sordos que no desean escuchar la verdad. Es verdaderamente una pena que no puedan comprender aún todavía la parábola del rico Epulón y Lázaro el mendigo; los innumerables relatos de los judíos, miembros del sanedrín, quienes despreciaron las enseñanzas del verdadero Maestro de Nazaret, el Mesías, el Señor.

“Nuestras ciudades pululan de personas que hacen del exorcismo prácticas de pago, se jactan de quitar hechizos, mal de ojo, mala suerte; negatividades malignas sobre personas, casas, empresas, actividades comerciales (Feng Shui). Sorprende que tantos en una sociedad como la nuestra, tan atenta a los fraudes y dispuesta a denunciar cualquier caso de abuso en el ejercicio de la profesión, se encuentre todavía a muchas personas dispuestas a beberse una patraña como esta.”

El pecado contra el Espíritu Santo (ver Mc. 3, 22-30) consiste precisamente en rechazar la misericordia de Dios, manifestada a nosotros perfectamente en la figura de su Hijo, Jesús de Nazaret. No querer reconocer esta realidad, no querer aceptar la irrefutable verdad, debido a nuestra condición actual de pecado y miseria, es la falta más grave que pueda uno cometer. Recordemos que es precisamente el Espíritu Santo quien nos muestra la verdad revelada por Dios a los hombres, Jesús de Nazaret.

¿Será acaso posible que esto de tantas religiones, sectas y nuevos movimientos religiosos no sea más que un cúmulo de graves errores de interpretación bíblica, y que la sana doctrina que las rechaza a todas (católica) sea la verdadera?

“Encárguese hoy de lo posible, y deje a Dios se encargue por usted de lo imposible... Críe a sus hijos con un poco de hambre y un poco de frío...” Hace apenas unos días leía sobre el futbolista brasileño Pelé, donde se narraba la triste historia de su hijo, Edson (35), quien pasará los próximos 15 años en la cárcel por asociarse con otros malhechores en delitos de narcotráfico. Dicen que Pelé –con lágrimas en los ojos- “afirma haber errado en cuanto a la formación de su hijo; haberse descuidado por estar jugando al fútbol... Haber luchado contra las drogas y no notar lo que pasaba en casa... Estar demasiado ocupado y no darse cuenta de nada...”.

Mire, yo no quiero rebatir en lo particular ninguna de sus afirmaciones; decir por nada del mundo que usted no se de cuenta de lo que sucede alrededor suyo, este cuento de espiritualidades y cuatro religiones, pero algo sí tengo que expresar de manera responsable:

ESTOY MUY PREOCUPADO CON TODO CUANTO SUCEDE.

“De nada vale a nadie aparentar algo que no es, ya que será por su testimonio de vida que Jesús le juzgará al final de sus días (Hb. 9, 27). Es frecuente encontrar “nidales de mediocridad”, uno que otro habilidoso pretendiendo engañar a otros. Se muestran bajo la apariencia de conspicuos representantes de una sociedad en decadencia, que no conoce de sinceridad ni lealtad. Es impresionante la cantidad de inscritos en la ‘escuela de arte de la simulación’... unidos bajo el lema “por conveniencia apoyamos y tapamos lo mal hecho”... Quien vive de lo ficticio y la falsedad nunca será partidario de la verdad y la transparencia...”

Todo el que se presente como “maestro”, y no enseñe las verdades de la fe cristiana sino sus propias teorías muy personales, siembre la duda y la confusión, será un peligro grande para todos los dominicanos. Con la malsana intención de adaptar el contenido de la fe según las cosas del “mundo”, para hacerla supuestamente más “comprensible”, cambian hasta el modo de explicarla, su esencia misma. Estos señores no enseñan la verdad revelada por Jesús de Nazaret, sino la mentira.

Hay abundante cizaña, la mala doctrina cristiana, sembrada en medio del trigo. Los medios de comunicación (televisión, radio y prensa escrita), medios poderosísimos de difusión de conceptos e ideas, se alían al imperio de la mentira para propalar toda clase de falacias y engaño, difundiendo graves errores, medias verdades y mentiras completas que constituyen una grave amenaza para la fe de nuestro pueblo.

Nadie puede considerarse inmune ante la enorme epidemia seudo-religiosa que nos afecta a todos por igual. Los “maestros del error” han proliferado significativamente por todos lados, miles y miles en total. Las advertencias de San Pablo, San Juan y San Pedro, a pesar del tiempo que ha transcurrido, revisten aún plena actualidad. El daño que se ha ocasionado es comparable a un ‘tsunami’ tropical: un terremoto brutal y universal. Terremoto, porque lo subvierte todo; brutal, porque va directo a los cimientos; y universal, porque lo encontramos por todas partes.

Consciente de que la fe cristiana constituye un maravilloso tesoro dado por Dios a todos, hemos de disponer todos los medios a nuestro alcance para preservarla intacta, para bien propio como para el de los demás, enseñarla con especial esmero a aquellos que tenemos bajo custodia: nuestros hijos. Debemos a Dios la humildad de entender que somos también vulnerables al contagio, hay que ser prudentes, pedir información, investigar por todos los medios, y sin pérdida de tiempo.

“Somos un pueblo rebelde, unos mentirosos, que no escuchamos la ley del Señor... decimos a los videntes: -no tengan visiones; y a los profetas: -no nos profeticen la verdad; dígannos cosas halagadoras, profetícennos ilusiones. Desvíense del camino, apártense del sendero, retiren de nuestra vista al Santo de Israel...” [Is. 30. 8-17]

Cuando tenga la oportunidad, léase completo este trozo del Viejo Testamento con alguien de su confianza a su lado, no vaya a ser cosa que le de un mareo: el profeta Isaías ha hablado aquí de nosotros, de usted, de mí, de todos los dominicanos, que por estar pensando en “pajaritos en el aire”, perdemos el tiempo dando vueltas alrededor de la mata hasta marearnos, para luego no poder hacer nada, por lo menos lo importante. Isaías habla también de las Torres Gemelas de Nueva York. Léalo de nuevo y lo verá.

“El amor es el más grande mandamiento social, pues exige y da la capacidad de practicar la justicia”. S.S. Benedicto XVI ha botado la bola por los 411 al poner a circular su primera Encíclica dedicada enteramente al amor de Dios, Jesús de Nazaret. Monseñor Francisco José Arnaiz ha dedicado su entrega sabatina al tema de las “verdades fundamentales”.

Duc in altum... mar adentro, que la pesca está buena, y los pescadores de hombres somos pocos. ¡Que Dios nunca permita nos falte su auxilio!

En Cristo con María, reciba un saludo cordial.

Atentamente,

Mario R. Saviñón

Pd. Cuando Tomás de Aquino estudiaba de joven en Montecassino, preguntaba reiteradamente a sus maestros lo siguiente: “¿Quién es Dios? Explicadme qué cosa es Dios”. Pronto comprendió que para conocer al Señor no es suficiente buenos maestros ni gruesos textos. Se necesita además que el alma le busque de verdad y se entregue con corazón puro, humilde, y con intensa oración. En Tomás de Aquino se produjo una poderosa unión entre doctrina y piedad que yo admiro.

La reforma protestante

12 de Noviembre #2002
Memoria de Josafat Konsewicz, obispo y martír (1580-1623)

Sr.
Fernando Concepción
Editora Listín Diario, La Romana
Vía correo electrónico
Ciudad,

Atención: Sra. Doris Javier, Editora “La Vida”

Ref.: ‘La Reforma’

Distinguido Sr. Concepción:

“La historia ha caminado de la mano del cristianismo, siendo el cristianismo la base y fundamento de la Iglesia Católica. Hombres y mujeres de fe a la vanguardia en toda la historia de la humanidad. Luz y sombra nunca han faltado, y jamás faltarán. Esta es la suerte de la historia, en todo tiempo y en todo lugar.”

Al saludarle cordialmente en esta bello día que el Señor nos regala, he querido dirigirle la presente con la finalidad de proponerle algunas de las razones del porqué entiendo yo haya pasado desapercibido el 485 cumpleaños de ‘la osada reforma de Martín Lutero’.

En el diccionario Larousse que utilizo, ‘reforma’ se define como “Cambio, en vista de una mejora. En una orden religiosa, la vuelta a su primitiva observancia. Enmienda, perfeccionamiento. (ver también protestantismo)”.

Se conoce históricamente con el nombre de ‘reforma’ al movimiento religioso iniciado a principios del siglo XVI que ‘sustrajo’ de la obediencia del Sumo Pontífice de La Iglesia a una gran parte del pueblo católico Europeo. Los partidarios de Lutero, un monje agustino de origen alemán, fueron todos condenados en el Concilio de Trento por ‘herejía’, al osbtinarse aceptar la predicación de la Bula de las Indulgencias. Su doctrina, ‘el protestantismo’, está resumida en la Confesión de Augsburgo.

Zwinglio, Muntzer y Calvino fueron sus más fieles colaboradores, hasta llegado el punto en el que ellos mismos desertan de los lineamientos trazados por Lutero, para iniciar sus propias y osadas aventuras de reforma. Reformas a la reforma que Lutero ya había planteando al cristianismo, apenas unos años antes. Suecia, Francia, Inglaterra y los Paises bajos, pronto se unieron al movimiento reformador, sucumbiendo a los vicios de la indisciplina religiosa y la desobediencia, asestando un rudo golpe a todo un sistema religioso establecido por más de mil quinientos años. ‘Osado’, según Larousse, significa una ‘persona capaz de un atrevimiento’, y eso mismo es lo que hicieron estos hombres.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca!... Estén muy atentos... !Pobre del que hace caer a los demás!” (Lucas 17) ¿Será la caída de muchos el mayor logro de Lutero y su reforma?

‘William de Occham’ fue un monje franciscano del siglo XIV, 1300-1349, filósofo y escolástico inglés, precursor y defensor del ‘nominalismo’ y el ‘empirismo’. Fue conocido por todos como el ‘doctor invencible’. Como usted comprenderá, sin entrar en otros detalles biográficos del personaje, Occham fue expulsado de las filas de los seguidores de San Francisco de Asís. Lutero hizo de su filosofía algo muy suyo, y como dicen en el cibao: ‘un tuerto decidió seguir al ciego’.

En el Evangelio según San Lucas, capítulo 16, en la parábola del Rico Epulón y Lázaro el mendigo, Jesús pone en boca del hombre rico lo siguiente: “Padre Abrahán, manda a Lázaro donde mis cinco hermanos para que les diga LA VERDAD, no vengan ellos también a parar a este lugar de tormento”. ¿Cree usted que Lutero, mirando el desastre que la bendita reforma ha ocasionado en estos 485 años, estará pidiendo a Abrahán que mande a Lazaro para que venga a nosotros y nos advierta que nada de esto tuvo ningún sentido? ¿Será este otro caso sublime de obstinada soberbia?

Como Jesús quiere que digamos la verdad y solamente la verdad, de forma tal que no vayamos a parar a ese lugar de tormento, a continuación le presento una mejor imagen de lo que ha sido el duro golpe que ha recibido el cristianismo en los últimos cinco siglos de su larga existencia: LA DIVISION Y EL SECTARISMO. He aquí una lista de los ‘seguidores de Lutero’, que hoy ni le recuerdan.

Anglicanos, Enrique VIII (1534) Inglaterra
Menonitas, Mennon Simons (1543), Alemania
Presbiterianos, John Knox (1560) Inglaterra
Calvinistas, Juan Calvino (1564), Alemania
Bautistas, John Smith (1606) Estados Unidos
Metodistas, John Wesley (1791) Estados Unidos
Adventistas, William Miller (1818) Estados Unidos
Mormones, Joseph Smith (1830) Estados Unidos
Adventistas del 7mo. Día, Hellen White (1863) Estados Unidos
Testigos de Jehová, Charles Russell (1876) Estados Unidos
Pentecostales, George Seymour (1904) Estados Unidos

Es oportuno señalar que el término ‘evangélico’ es utilizado dentro de las filas del protestantismo, como un nombre genérico (Gillette, chiklets, etc.), cuando a partir del año 1922 (Primera Iglesia Evangélica Dominicana), los metodistas, los presbiterianos y los bautistas norteamericanos se asocian, como si de un negocio se tratara, para enviar misiones a Latinoamerica, unidos, de manera mordaz para no presentar al pueblo hispano la tremenda división que venían ya confrontando entre ellos. Divididos como estaban, se pusieron de acuerdo para intentar acabar con le fe cristiana católica de nuestros padres, traída por Colón de España en el año de 1492, cuando Lutero apenas tenía ocho años de edad.

‘Un sólido edificio teológico basado en lo que él (Lutero) consideraba la esencia del Evangelio y en contra de la tradición eclesiástica... puntos fundamentales de un novedoso (herético según Roma) sistema teológico, que haría reaccionar inmediatamente al papado... las atrevidas y profundas reformas de Lutero sirvieron de banderín de enganche a tres fuerzas sociales y políticas muy desiguales’, dice usted, orondo, en su entrega conmemorativa.

‘Herejía’, según Larousse (no Roma, como usted plantea), significa ‘doctrina que, dentro del cristianismo, es contraria a la fe católica’. Como en definitiva, todo lo planteado por Lutero es contrario a la fe católica, ento es una herejía. Por consiguiente, Lutero fue un ‘hereje’.

Tal fue la desconsideración acerca del Evangelio de Jesús que tuvo Lutero que llegó al punto de decir que ‘cualquiera conocía mejor el Evangelio que San Pablo’. ¿Usted se imagina lo que significa esto para el que escuchara una expresión de tal naturaleza? Fue tan absurda la interpretación del Evangelio de Jesús que hizo este ‘reformista’ que mandó retirar del Nuevo testamento las cartas de San Pablo a Timoteo, la de Judas y la de Santiago, todo para acomodar su nueva teoría teológica: ‘Sóla escritura, sóla fe, sóla gracia’. Ahora entendemos porqué Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera hicieron lo mismo con el Viejo testamento, mutilando de él, nada más y nada menos que siete libros, entre los cuales están los dos Macabeos, importantísimos para poder entender ‘la muerte’, ‘la comunión con los santos’, y ‘las plegarias por los difuntos’.

Esto parece más un caso de imprudente rebeldía en contra de la autoridad establecida por La Iglesia que de verdadera reforma. Si de reforma se tratara, aquí le incluyo una listilla de algunos reformadores católicos a lo largo de la historia de La Iglesia:

La Santísima Virgen María, los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), Esteban, María Magadalena, Pablo de Tarso, Ireneo de Antioquía, Cipriano de Cartago, Antonio el Abad, Atanasio de Alejandría, Sofronio Eusebio Jerónimo, Mónica de Tagaste, Agustín de Hipona, Bernardo de Claraval, Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Antonio de Padua, Clara de Damián, Tomás de Aquino, Catalina de Siena, Vicente Ferrer, Juan de Capistrano, Francisco de Paula, Juan Fisher, Tomás Moro, Ignacio de Loyola, José de Calasanz, Teresa de Ávila, Carlos Borromeo, Juan de la Cruz, Luis de Gonzaga, Felipe Neri, Pedro Canisio, Juan de Ávila, Rosa de Lima, Lorenzo de Brindisi, Roberto Belarmino, Francisco de Sales, Josafat Koncewicz, Martín de Porres, Margarita María Alacoque, Teresa de Calcutta, Emiliano Tardiff, Luis Gómez y Euribíades Concepción.

Dicen aquí en la capital que para una muestra, basta un boton. Ahí tiene varios.

Según Larousse, de nuevo, ‘Sectario es aquella persona que sigue una doctrina o filosofía religiosa que se aparta de la tradicional’. Es comprensible entonces pensar que por ‘tradicional’ Larousse se refiera a la doctrina católica. ‘Proselitista es aquella persona celosa de ganar adeptos a una ‘nueva’ religión, doctrina religiosa o filosófica’. A mi humilde entender, estas podrían ser algunas de las razones por las que de Lutero hoy ni se acuerden, pues los protestantes, todos, están más ocupados en sus asuntos particulares de cada iglesia que en el aniversario de aquel que nada tiene que ver con ellos. Cuanto lo siento.

“Recuerdale a todos que respeten plenamente a las autoridades que les gobiernan (en La Iglesia y la Nación); que les obedezcan y estén dispuestos a hacer el bien; que no calumnien a nadie, que sean pacíficos, amables, y siempre bondadosos con todo el mundo. Porque también nosotros (Pablo) fuimos en otro tiempo irreflexivos, rebeldes, y descarriados (Saulo de Tarso fue un colérico perseguidor de La Iglesia antes de su encuentro con Jesús, camino a Damasco), esclavo de toda clase de malas inclinaciones y placeres, lleno de maldad y envidia; eramos despreciados y nos odíabamos unos a otros.” Carta de San Pablo a los ‘protestantes’ (Tito 3, 1-3)

Muchas gracias por su atención a la presente mientras quedamos a sus órdenes.

Atentamente,

Mario R. Saviñón

Tradiciones y "tradiciones"

La observancia de ciertas tradiciones y costumbres en un país como el nuestro pueden convertirse tan sólo en un fenómeno folclórico y dejar de ser un apoyo constante para la fe de nuestro pueblo.

Las tradiciones tienen sentido para los cristianos sólo si estas han sido inspiradas por el Espíritu de Dios.

El cuadro de La AltaGracia y el arte

Por PATRICK LANDRY

Obra famosísima en el país. La Virgen de la Altagracia es un icono en el sentido religioso así como en el sentido segundo de la palabra: es una imagen que todos conocemos.

De una vez, uno reconoce la Virgen de la Altagracia, y ésta tiene no solamente un carácter religioso sino también un valor nacional, ya que ella cuida el pueblo dominicano.

Conociendo la fama de la obra, con mucha prudencia y mesura, uno puede acercarse y hablar de ella.

El tema de la Virgen se ve inmediatamente por la presencia de María, del niño Jesús y los atributos de la Madre: la corona, el manto, su postura.

Lo interesante en esta obra es su construcción, de una gran complejidad para una obra de finales del siglo XV o principios del XVI. Es cierto que ante todo, es un icono por su carácter religioso, pero también por esta razón de complejidad del espacio y del uso del color, nos recuerda una pintura de caballete. Con ello, no sugiero que el icono es algo simple.

Pero el icono tiene el objetivo, ante todo, de permitir la adoración de la figura pintada. Es su función. Es por eso que frecuentemente el fondo es unido.

Es una de las características que debe respetar el pintor de iconos. El fondo dorado por el lado sagrado. Así, no va a perturbar la contemplación del creyente.

Del icono, podemos reconocer varios elementos: la omnipresencia de la figura religiosa de la Virgen María con Jesús, su posición central en el cuadro, su actitud, la posición inclinada de su cabeza y su tamaño en relación con el fondo.

A nivel gráfico las líneas de las cejas y de la nariz dibujan el rostro de la Madre de una suavidad hermosa.

Del cuadro, podemos ver la técnica particular del óleo con sus transparencias, sus colores oscuros y profundos y sobre todo la luz divina que sale de la cuna del niñito Jesús. La calidad de los tipos de empastes de esta luz, nos permiten establecer un parecido halagador con los que hacía Rembrandt. Ni hablemos de la profundidad del cielo, enfatizada por el color usado. Las figuras no se destacan de un fondo unido.

Hay unidad de la imagen con varios espacios. Éste es sin ninguna duda el elemento más sorprendente.

A nivel de la construcción, para una pintura de esta época, es poco frecuente la unidad espacial. La columna, José y la Virgen pertenecen a un ambiente común.

Jesús, la Virgen y el cielo estrellado forman otro espacio. El manto de la Virgen estampado de estrellas asume la fusión entre lo divino y lo terrestre.

Así, tenemos una pintura perfectamente pensada, realizada y equilibrada para expresar la esencia del texto bíblico, es decir el rol central y de intercesión de la Virgen.

Es posible deducir que la columna, por su posición fijada en la esquina de la cuna de Jesús, es una figuración de los cimientos de la Iglesia. Jesús dio a Pedro la piedra para edificar la Iglesia.

Además, los bordes dorados de las mangas del manto de la Virgen forman arcos posicionados en cada esquina de la cuna como si el artista quisiera insistir sobre la identificación de Jesús a los principios de la formación de la Iglesia.

El hecho de que José, a nivel artístico, esté integrado al espacio de la escena central capta la atención.

También su actitud y su manera de mirar son algo extrañas. Su pequeño tamaño lo acerca al mundo humano.

La vela y su aureola establecen su relación con la Virgen. La inclinación de la cabeza de José es inversa a la de la Virgen, equilibrando la composición y dándole un ritmo y un movimiento suaves.

Se nota que el artista buscó, a través de varios elementos, una comunión entre lo divino y lo terrestre.

El rostro de la Virgen es un ejemplo maravilloso de expresión contenida de los sentimientos de la Madre.

Ella trae mucha paz y serenidad. El arco de sus cejas se repite en sus ojos entornados a la manera bizantina.

Por el contrario, el dibujo de su boca sonriente, de una gran fineza, parece la de un pintor de cuadros de caballete.

Se nota en la sonrisa la mente artística de los pintores del Renacimiento. Es un ejemplo impresionante de belleza.

En definitiva, la Virgen de la Altagracia, reúne el lado artístico y la búsqueda espiritual de una forma magistral.

A todos los iracundos, yo el primero...

La pasión de la ira… por Tomás Spidlik

“Las pasiones son de muchos tipos… Los estoicos las dividieron en dos grupos: intolerancia y atracción. Una cosa, o nos causa repulsión o nos atrae y queremos poseerla.

Un ejemplo del primer grupo es la pasión de la ira, sobre la cual han escrito mucho los autores clásicos, que llamaban al iracundo <<loco voluntario>>. Excitado por la ira, este hace cosas de las que, después se arrepiente: rompe objetos que debe pagar, hace daño a quien es más amigo suyo y al más cercano a él.

Los más expuestos a la ira son los sanguíneos y los coléricos.

Los primeros se alteran rápidamente, pero se calman con igual rapidez.

En los coléricos la ira dura más, y la siguen el odio y el deseo de venganza.

Como es fácil impedir que surja el primer tipo de pasión, el ejercicio ascético aconsejado a las personas sanguíneas consiste en el esfuerzo de callarse y no decidir nada durante la excitación.

En los Apotegmas de los Padres se cuenta que, para probar la virtud de un monje anciano, los demás hacían comentarios sarcásticos sobre él en su presencia. Pero él permanecía impasible. Después le preguntaron: <> Respondió: <>.

La ira es la exaltación contra algo que nos contraría. La concupiscencia es lo contrario: hay algo que exalta nuestro deseo y querría tenerlo a toda costa… Pero esos deseos pueden transformarse en pasiones destructivas.

Hay quien no consigue dejar de beber, o quien se deja dominar por la ira y acaba siendo esclavo de toda clase de pleitos…

Cuando estoy atrapado por una pasión, intento pararme un momento y decir: ¿quiero realmente hacer esto y esto? Sí, quiero, pero no lo haré. Con esta lucidez, la conciencia consigue quedarse tranquila y dominar la excitación.

El hombre no es lo que le apetece, sino lo que libremente quiere y decide.”

La falsa doctrina de Paulo Coelho

14 de Junio #2005
En memoria de San Basilio EL Grande (+ 379) Doctor de La Iglesia

Sra.
Maribel Lazala
Editora “En Sociedad” del Periódico Hoy
Vía correo electrónico
Ciudad,

Ref.: “Paulo Coelho y -la dictadura del relativismo-”

“La historia de la Teología demuestra la enérgica reacción de La Iglesia contra los alocados intentos de los maniqueos y otros herejes... En tiempos más recientes, primero en el Concilio de Trento [1564] y después contra los discípulos de Jansenio, para defender la libertad del hombre, sin permitir que el fatalismo se arraigue en tiempo o en lugar alguno.” [‘Libertas Praestantissimum’ de S.S. León XIII, 1888]

Distinguida Sra. Lazala:

“El nuevo rebaño de “científicos de la religión” se hacen viejos en sutilezas sofísticas... Nada más maloliente que su cerebro, más bárbaro que su lengua, más estúpido que su ingenio, más espinoso que su doctrina, más áspero que sus costumbres, más falso que su vida, más virulento que su discurso, ni más negro que su pecho...” [‘Enquiridion’ de Erásmo de Rotterdam]

Al saludarle cordialmente en este hermoso día que Dios nos ha regalado hoy, he querido escribirle para referirme a su editorial: el tema de “los capitanes de industria”, lo mismo que las sugerencias de un relativista disfrazado de cristiano.

No hay manera más elemental de expresar la voluntad de Jesús que el relato del joven rico que le cuestiona: “¿Qué tengo que hacer para ganar el Reino de Dios?“ [Mc. 10, 17-27]. Responde Jesús: “Anda, vende todo cuanto tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y acompáñame cargando con tu cruz”. Sin complicaciones ni espavientos, lo bastante claro. Sin embargo, concluye San Marcos que “al muchacho se le nubló el rostro al oír estas palabras, y se alejo apenado; ya que poseía numerosos bienes”. El chico, al parecer, estaba aferrado a sus posesiones -lo suficiente- como para negar a Jesús, el Hijo de Dios.

El tema de las empresas en Dominicana, y nuestros empresarios, se complica cada vez más con el paso de los días, en la medida en que descubrimos azorados la cantidad de confabulaciones palaciegas en las que se perpetraron gigantescas estafas contra el Estado. La quiebra fraudulenta de tres grupos financieros locales con pérdidas billonarias, y su impacto en toda la economía nacional. Las colosales evasiones fiscales llevadas a cabo –sabe Dios por cuanto tiempo- por reconocidos comerciantes. La cantidad de privilegios concedidos a conglomerados locales para “preservarlos” del impacto de la apertura comercial, la globalización y el neo-liberalismo. Las concesiones otorgadas por el Estado -para la explotación comercial e industrial en determinados sectores- a amigos y relacionados del poder. Etc., etc., etc.

“No hay que creer que es oro todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni el camino más fácil y lo que practica la mayoría es lo más eficaz para la salvación del alma. Así como hay secretos naturales para hacer en poco tiempo, pocos gastos y gran facilidad ciertas operaciones naturales, también hay secretos en el orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales, liberarte del egoísmo, llenarte de Dios y hacerte perfecto.” [Tratado de la Verdadera Devoción #82] Pidamos a la Virgen de la AltaGracia nos ayude a todos, y pronto veremos las maravillas que la Madre de Dios nos consigue, a usted y a toda su familia.

“Mientras exista la pobreza, los ricos no tendrán paz”, ha dicho Mr. James Wolfensohn, Presidente del Banco Mundial, al inicio a la reunión que sostuvieron “los dueños del planeta”, el G-7, cinco semanas después de acontecidos los atentados del 11 de Septiembre del 2001, en algún lugar del África. ¿Cómo se explica usted este comentario?

Fácil. “Las dos aldeas”, y “Una revolución capitalista”, los esfuerzos literarios de dos talentosos dominicanos tratando de explicar el gran dilema. Y “Desprecio menos a Quirino”, del osado periodista Marino Zapete Corniel, los cuales han de conquistar la atención de cualquiera respecto al interesante tema, enfocados de manera tan peculiar, diría yo, a lo dominicano, el tema de “los elegidos”, cómo es que funciona el asunto, discernido a cierta profundidad. Confío que luego de leer esto usted comprenda mejor las cosas.

Regresando a lo que más me motiva, Jesús de Nazaret y su Evangelio, recuerdo esta expresión a sus Apóstoles: “a los pobres los tendrán siempre entre ustedes”, y así ha sido hasta ahora, y así será hasta el final de los tiempos. Me pregunto, de continuar esto al paso que lleva, ¿qué niveles de pobreza experimentará el mundo cada vez más desafiante, competitivo y globalizado?

Es un “secreto a voces” el hecho de que casi la totalidad de la riqueza del globo terráqueo, en 90% se llega a especular, pertenece a unos cuantos, principalmente de la raza judía. Estudiando sobre “el Nuevo Orden Mundial y la Nueva Era” me he percatado de que en ocasiones se habla de unas tres a cuatro mil personas, los representantes del poder económico en el planeta. Como diría el Barón Guy de Rothschild en una ocasión, “al obtener el control de la moneda, se consigue manejar a los legisladores de cualquier nación”. Nosotros, que tenemos elecciones congresionales el año entrante, deberíamos tener esto muy presente a la hora de elegir nuestros representantes.

Otra pregunta: ¿Cuántos y quiénes serán los representantes del poder mundial en Dominicana? 50, 100 o 200. A mi humilde entender son menos de un puñado de hombres los que realmente deciden estas cosas. ¿En manos de quién estamos nosotros?

De acuerdo al Evangelio según San Mateo las bienaventuranzas son nueve, “el Sermón del monte”, en el que Jesús diviniza lo que el mundo considera basura. Veamos:

Dichosos los pobres de espíritu, de ellos es el Reino de los Cielos,
Dichosos los que sufren, serán consolados,
Dichosos los humildes, heredadarán la tierra prometida,
Dichosos los que tiene hambre y sed de justicia, serán satisfechos,
Dichosos los compasivos, Dios tendrá compasión de ellos,
Dichosos los de corazón limpio, verán a Dios,
Dichosos los que trabajan por la paz, Dios los llamará hijos suyos,
Dichosos los perseguidos, de ellos es el Reino de los Cielos, y
Dichosos ustedes, cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de mentiras. Alégrense, estén contentos, porque van a recibir un gran premio en el cielo; pues así también persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.

La suerte, por decirlo así, que tienen los pobres es que los premios se otorgarán en el Cielo, ninguno de ellos aquí en la tierra. Sabemos, y tenemos la certeza, que, gracias al Espíritu Santo nuestra fe será fortalecida para poder sobrellevar las duras pruebas que afrontaremos como consecuencia de ser fieles al Evangelio. En Cristo Jesús, somos más que vencedores.

“Cuando te halles en la abundancia, acuérdate de los días de escasez. Cuando seas rico, piensa en la pobreza y en la miseria” [Eclo 18, 25] Esto es un magnífico consejo para nunca perder la perspectiva. El asunto es, ¿sucede siempre así? Claro que no. Y será que luego de dormir en sábanas de satín con aire acondicionado, volveremos al calor y a los mosquitos. ¡Come on!

En uno de tantos libritos que poseo, que por más vueltas que doy nunca lo suelto, habla de algo que a cualquiera le resbala de apenas leerlo, por lo complicado que significa llevarlo a cabo, “las virtudes evangélicas”. Ellas son: “abnegación, alegría, bondad, castidad, comprensión, desprendimiento, dulzura, espíritu de sacrificio, de servicio, de trabajo, humildad, mansedumbre, obediencia, paciencia, pobreza, sencillez, sinceridad y sobriedad”.

Sobre el tema de la pobreza, favorito de Jesucristo, que siendo Dios se despojó de su realeza para hacerse uno más por nuestra salvación, es mucho lo que se puede decir, especialmente camino al Calvario, donde realiza su misión salvífica. El colmo de la Misericordia de Dios, en la figura de Dimas, el buen ladrón, que esa noche pasó a estar con EL en el paraíso. Un criminal reconocido perdonado al reconocer a Dios allí clavado en la Cruz. “Más fácil es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico al Cielo” [Lc. 18, 24-30]

Dice usted que muchos “sueñan con un mundo ideal de paz y armonía, de seguridad y prosperidad, de justicia social y alegría compartida”, y yo no lo niego, pues yo también soñaba con esas cosas hasta encontrarme con el tren de frente, que por poco me muero. Eso suena muy bonito -tipo novela- pero ¿será realmente alcanzable?. Excepto por algunos momentitos que nos parecen la gloria, de súbito nos viene el vacío para entonces desear tener más, y más, y más, de algo que nunca acaba, y siempre queremos más.

Piénselo por un momento. Si al hombre más bueno que ha existido en la historia de la humanidad lo crucificamos, ¿qué será de nosotros?, pecadores arrepentidos. No podemos dejarnos engañar por nadie, y mire usted que a Coehlo le encanta pintar “pajaritos en el aire” que no aterrizan nunca. Aquí abajo tenemos a las hormigas, ciempiés, cucarachas, alacranes, serpientes, cacatas, una cantidad de alimañas que como mil telarañas molestan, y mucho, y no podemos evitarlo. La vida es así.

Dentro del “club de los dueños del mundo” existe una “camarilla” denominada “los iluminati”, masones de alto rango, judíos, empresarios o hijos de empresarios a nivel internacional, quienes acostumbran llevar a cabo toda una serie de rituales que pondrían los pelos de punta al más avispado, como yo. Esto lo confirmo con el testimonio de un amigo que ha asistido a una tenida, Luego de unos minutos en la reunión, al decirse cosas y hacer algunas invocaciones muy extrañas, dice él, tomó a su esposa por un brazo y salieron del aquel lugar sin despedirse de nadie, como un par de mal educados muy asustados de todo.

Usted habla de “muestras avasalladoras de violencia, maldad, corrupción, envidia y toda clase de deshonestidad compartida... haber perdido la capacidad de asombro y comentar las desgracias y horrores como cuentos triviales... “, y yo me sonrío. El sábado jugaba golf con unos amigos en el Country Club, y notaba el lugar estaba desierto, cuando por lo regular se mantiene de lo más ocupado, por los buenos precios, comparado con Romana y otros sitios fuera del país. Me dice mi amigo que es que muchos socios andan llevando a los muchachos a campamentos en el extranjero, a establecerse en sus villas de Casa de Campo, Cap Cana y Miami a pasar el verano. Con la situación que vive nuestro país en estos momentos, la verdad es que hay que tener mucha plata –o tener muchas cuentas pendientes- para poder hacer eso y quedar tranquilo.

El tema de la envidia es uno que siempre trato con mucho cuidado. Con lo propenso que somos todos a consumir, inducidos por los medios de comunicación, no nos sorprende hoy escuchar que fulano le han comprado a la señora tal carro en US$130,000; tal reloj en US$45,000; un deportivo “made in Italy” por US$300,000; y el viaje al África, muy de moda, US$50,000.

Uno que tiene alguito de experiencia en los negocios, puede afirmar sin temor a equivocarse, que hay que tener mucho dinero, de cuna “or else”, para poder “afford” este ritmo de vida, y eso no es normal, y lo que no es normal llama la atención, y en estos días cualquier cosa llama mucho la atención, porque todo está tan caro, y los cuartos no rinden para nada. Una cenita para dos en cualquier restaurante cuesta la friolera de US$150, lo mismo que el salario de un trabajador por todo un mes.

Lamento disentir de tal forma. En nuestro país hay un grupo muy exquisito de personalidades que viven como en “la isla de la fantasía”. Probablemente suceda que muy pronto en nuestro país ya no se puedan exhibir todos esos logros, lujos y haberes tan abiertamente como hasta ahora. Somos un país muy pobre, malamente administrado, por una cantidad de políticos y empresarios que a la hora de partir y repartir sólo piensan en lo suyo y nada más.

Es probable que pronto tengan también que comerlo fuera, porque en Dominicana, de las cosas seguir como hasta ahora, no les será posible, pues no habrá tranquilidad.

Al perdonar y amar a nuestros enemigos, como lo pide Jesús, damos los pasos necesarios para contener la espiral de violencia personal, familiar, laboral, ciudadana y mundial que tan duro nos abate. El amor es el fundamento de la justicia y la equidad. Trabajemos por el Reino de Dios y su justicia, que lo demás nos será dado por añadidura, dice el Señor.

El amor a nuestros enemigos se pone de manifiesto mediante un acto de confianza. Es la promesa de gracia recibida del Padre a través de su Hijo, Jesucristo, esa confianza en Dios que nos libra de las maldades, de la discordia y de la lengua afilada. Todo el que ora por los perseguidores coloca su corazón en manos de Jesús, quien nos protege y nos anima a continuar perdonando y amando a todos los demás.

¡Que Dios permita que nunca nos falte su auxilio!

En Cristo con María, le saludo.

Atentamente,

Mario R. Saviñón

La industria de condón

Por Clemente Ferrer

En el evento, delegados del área caribeña resolvieron introducir el impulso de la abstinencia antes del matrimonio y de la fidelidad después de los esponsales, como fórmula para luchar contra la expansión de las enfermedades de transmisión sexual.

Fueron rechazadas.

A lo largo de la historia, el ser humano ha instruido a sus benjamines en la disciplina de modo que se tornaran en personas adultas. Sin embargo, durante los últimos años, la sociedad ha preparado a sus oriundos, no para que consigan ser mayores, sino para que sean adolescentes perennes, incapaces de realizarse como hombres.

Esto se evidencia en la conducta de los muchachos, que son mezquinos por el arranque hacia la pesquisa del deleite individual. En los jóvenes ya no sirven los juguetes sino las drogas; ya no sirven los esféricos sino el alcohol; ya no sirven las golosinas sino el sexo.

¿Quiénes ganan? Los fabricantes de condones que se enriquecen con el apasionamiento sexual que se acaba en los chiringuitos abortistas, como Planned Parenthood, que florece con unas ganancias millonarias.

De ahí la ingenuidad de los ministros de Salud y Educación, al obstaculizar el impulso de la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad después de los esponsales, porque su interés real no es la felicidad de los adolescentes, sino apartar de ellos todo tipo de equilibrio personal. Propagan el preservativo y el comprimido del día después, porque estos hábitos ofrecen “placer sin consecuencias”, mientras que la abstinencia y la fidelidad exigen disciplina y arrojo, que la juventud actual rehúsa.

Si se educara a los adolescentes, éstos se fortalecerían, lo que haría más espinoso manosear sus inclinaciones en el consumo.

Como resultado, la especulación de los fabricantes de preservativos no disfrutarían de las millonarias ganancias.