Por Luis Rojas
-la creciente glorificación del individualismo duro que fomenta la competitividad
-el estado de continua frustración que ocasiona el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades
- el sentimiento de fracaso que produce la persecución obsesiva e inútil de ideales inalcanzables que promueve la sociedad, como la perfección física en la mujer o el enriquecimiento económico en el hombre;
-el estilo de vida carente de sentido religioso;
-la transformación del modelo de familia;
-la doble carga del trabajo y el hogar que soportan las mujeres;
-el creciente número de rupturas matrimoniales;
-el fácil acceso a las drogas y la mayor tolerancia del consumo de alcohol entre los jóvenes.
Y este último dato:
un adolescente tiene ahora el doble de posibilidades de sufrir una depresión de las que tenían sus padres y el triple de las que tenían sus abuelos.