Lo duro de ser honesto

Por Zaki Hazoury

Un funcionario en el área de contabilidad de un Ministerio del gobierno por ejemplo, trabaja documentos diariamente que envuelven millones de pesos y como no acepta sobornos y tampoco dadivas de los que quieren que les saque su cheque con urgencia, entre ellos a otros Ministros de Estado, este sale casi siempre pasadas las 8 de la noche con a lo mejor RD$60.00 en la cartera a recoger su carrito si es que lo tiene, con la esperanza de que le prenda sin empujarlo, o a fajarse a tomar carros del concho para llegar antes de las doce a su casa.

Una cajera o empleada en un supermercado ve pasar ante sus ojos diariamente una cantidad enorme de comestibles de todo tipo y al llegar a su casa muy tarde en la noche tiene que consolar a su bebe con agua de azúcar porque el colmado ya no le despacha ya que esta atrasada en sus pagos y esa joven o ese joven no es capaz de llevarse nada de ese almacén donde trabaja.

Un empleado bancario mal pago, que analiza y maneja solicitudes de prestamos todas las semanas por miles de pesos, no se presta a manejos acomodaticios a cambio de algún beneficio, sin embargo se ve precisado a solicitar un préstamo al usurero del barrio o acceder a una Compra-venta para atender una urgencia en su casa.

Un empleado en una farmacia tiene a veces que esperar la oportunidad de la llegada de algún Visitador a Médico para poder solicitarle alguna muestra medica para sanar de alguna dolencia suya o de un pariente y no es capaz de sustraer un medicamento del establecimiento donde trabaja.

Y creo que no es lo mismo cuando alguien se gana cientos de miles de pesos mensualmente y se es honesto también. Lo duro es ser honesto pasando vicisitudes.

Muy bien me decía un tío mío que “No es lo mismo planchar un huevo que freír una corbata”.

Cuando salimos a la calle y vemos esos autos de lujo manejados por delincuentes reconocidos o de dudosa reputación, o vemos la forma en que se derrocha el dinero en restaurantes de parte de políticos y empleados públicos, uno se pregunta si de verdad vale la pena ser honesto.

Lo más duro es ser honesto durante toda su vida y llegar a una edad de retiro y no ganar lo suficiente para sustentarse en forma digna y tener que solicitar ayuda económica a sus hijos si los tiene, a parientes y a los amigos.

Me pregunto yo, ¿qué le cuesta a los políticos que ocupan puestos importantes en la administración pública, o a los directores o dueños de las empresas privadas, o a los que dirigen pequeñas y grandes industrias, reconocer cuando alguien es lo suficientemente honesto, como para merecer se le otorguen consideraciones especiales y una mejor remuneración?.

Ante la situación que vive el país, posiblemente ha llegado el momento de dar ejemplos.