¿Soy radical?

Por Christian Garrido C.

Siempre he sido radical, desde pequeño o hago las cosas bien o no las hago, para bien o para mal. Escribo esto, porque estoy cansado de que me digan lo mismo, que soy muy radical. Nunca he comulgado con la ideología del “Che” Guevara, para mí no es más que un asesino. Pero si algo tengo que reconocer es que murió como vivió y fue coherente con su manera de vivir.

Del mismo modo, no puedo yo proclamar algo y dejar pasar los eventos con un eufemismo, si le digo a todo el mundo que hay que caminar derecho, no es posible que cuando alguien se doble, incluyéndome, me quede callado. Entonces, el Domingo pasado, fue uno de esos tantos domingos en que oigo y escucho ciertos tipos de ideas, que van extrapoladas y hieren mis ideales, mis convicciones, tanto morales como religiosas. Y todo el mundo piensa que debo de quedarme callado.

¿Por qué si alguien dice que deberían matar a todos los reclusos? Este pensamiento tan animal, fascista e incongruente es aceptado entre risas, mientras mi posición de que hay que trabajar con ellos es acatada como un radicalismo.

¿Por qué se ofenden cuando les digo: “y si tu hijo cae preso”? Porque todo el mundo puede caer, por un arrebato, un ataque de cólera o sencillamente un error al conducir un vehículo.

¿Por qué la gente toma como radicalismo la verdad?

¿Por qué cuando alguien dice que está a favor del aborto tiene derecho de opinión y sin embargo cuando comienzo a conversar me dicen fanático religioso?

¿Es que por ser cristiano no tengo voz, ni voto?

Estoy cansado de esto y si… Soy radical y fanático, un esclavo radical y fanático. Porque sirvo a Jesús que fue el primer gran radical y fanático. Que para salvar a la humanidad y a mí personalmente, no dio un brazo, ni un pie, ni pidió una muerte rápida, noooooo… Fue abatido, masacrado, molido a golpes y luego pegado a un madero a que muriera desangrado, adolorido y atormentado. Entonces, si me quedo callado, no estoy viviendo lo que predico y el mundo es mundo porque queremos andar con paños tibios.

Finalmente, mi Iglesia está llena de santos radicales. San Ignacio de Loyola por ejemplo. Que en vez de dividir la Iglesia como hizo Lutero, fundó una nueva orden religiosa radical, los Jesuítas, con extrema obediencia al Papa para que nunca se separaran, pero que no aceptaran las injusticias del mundo, tan así que el General Jesuíta es llamado el Papa Negro. Los Jesuítas son muertos y siguen siendo muertos por ser radicales e inquebrantables hacia los pobres y la justicia social, en los ojos indiferentes del mundo.

No hay nada más radical que el amor y esto es lo que predico, el amor no tiene barreras, el amor lo rompe todo y el amor es lo que me mueve a ser radical, a luchar por equidad social y por no quedarme indiferente ante el oprobio, es fácil decirme radical, mientras tus ojos no ven y tus manos no palpan como este planeta se cae a pedazos, mientras millones de hermanos pasan hambre, mientras matamos nuestros recursos naturales.

Mientras mi corazón lata y mientras respire el perfume de Jesús en esta vida mía tan ajada, no puedo, ni debo quedarme callado, por amor a Jesús, a la creación y a la humanidad.

Paz, Bien y Santa Alegría.