Una aclaración, un excelente libro...

“La Iglesia exige, con sobrada razón y derecho, pensando en el bien de los sencillos, de los que no tienen cultura religiosa suficiente, que todo el que enseña lo haga de forma que transmita aquello en lo que cree y enseña La Iglesia. ¿A dónde nos llevaría esta libertad de cátedra que algunos pseudo-católicos reclaman? ¿No cree usted que los primeros en sufrir las consecuencias serían precisamente los más débiles en la fe?

… Cuando un católico va a Misa, por ejemplo, como cuando un padre confía a su hijo pequeño a la catequesis parroquial, cuando un padre manda a su hijo a un colegio de religiosos, cuando un joven entra en el seminario y empieza a estudiar teología, tienen unos derechos que están por encima del derecho de aquellos que van a ser sus maestros.

… El feligrés que va a Misa católica tiene derecho a oír una homilía católica y no a que alguien le diga desde el púlpito cosas contrarias a la fe o a la moral como si fuera ésa la doctrina de La Iglesia.

… El que enseña es un representante de la institución que le envía, en este caso La Iglesia. Tiene todo el derecho a enseñar otra cosa, pero deberá hacerlo en otro sitio, para no confundir a las personas que, de buena fe y sin la suficiente preparación, pueden creer que lo que se les está enseñando en nombre de La Iglesia coincide con lo que enseña La Iglesia.

… Todo el que enseña en nombre de La Iglesia tiene el deber de enseñar lo que dice La Iglesia. No se puede engañar a la gente honrada y sencilla, pues eso sería injusto.”

Tomado de “La última aparición de la Virgen” de Santiago Martín.