Por María Victoria Camino
El yoga, disciplina espiritual arraigada en la religión del hinduismo, no es compatible con el cristianismo, ni en la idea de Dios, ni en la idea del hombre ni en su finalidad. Por eso, un cristiano debe preguntarse si de verdad es prudente involucrarse en la práctica del yoga. A Dios, ese que los hindúes y yoghis llaman Brahman, lo conciben como un ser impersonal que abarca todo el Universo; es panteísmo. El Dios de la Biblia, en el que creemos los cristianos, es el Creador del Universo y distinto de éste. "La principal enseñanza del yoga es que la verdadera naturaleza del hombre es divina" (Swami Ajaya). La finalidad del yoga es la unión con Brahman.
Para los cristianos, el hombre es criatura de Dios, no un dios, y su finalidad es amarle y ser feliz con Él por toda la eternidad. Pero ese amor a Dios incluye el amor al prójimo. En el cristianismo no hay ni individualismo ni egoísmo ni narcisismo, sino apertura a los demás como requisito indispensable para que el amor a Dios sea verdadero.
Algunos cristianos que practican yoga, dicen que lo hacen sólo como ejercicio físico, pero eso sólo puede ser válido al principio, ya que la finalidad del hatha yoga, o yoga físico, es considerado como una forma de ayudar al yogui a lograr la iluminación o unión con Brahman, o conciencia universal (nada tiene que ver esto con el cristianismo sino que se opone a él).
Hay programas de ejercicios físicos muy beneficiosos y sin los añadidos de religiones orientales que no son para el cristiano auténtico; por ejemplo, el estiramiento, el aerobic, el ballet acuático, etc.
Pese a la propaganda de supuestos beneficios para la salud, no siempre resulta así y pueden desencadenarse problemas físicos y para la mente. Dice Swami Prabhavananda: "A menos que se hagan correctamente, hay una buena posibilidad de dañar el cerebro. Y las personas que practican este tipo de respiración sin una supervisión adecuada pueden sufrir una enfermedad que ninguna ciencia o médico conocidos pueden curar". Gopi Krishna, al describir el despertar del "kundalini" o el poder de la serpiente enroscada, cuenta así su experiencia: "Fue variable durante muchos años, dolorosa, obsesiva... He pasado por casi todas las etapas de ... tipos de mente: mediúmica, psicótica y otros; durante un tiempo estuve alternando entre la cordura y la locura".
¿El yoga para prepararse a la oración? Un cristiano no necesita, para aprender a orar, recurrir al yoga ni a práctica esotérica alguna. La oración cristiana y la mística Nueva Era son diferentes en el fin y en los métodos. La oración contemplativa busca la unión con Dios por el amor, sabiendo que la esencia del hombre ni es divina ni puede llegar a serlo.
La Iglesia afirma en el Documento "Cristo portador del Agua de la vida": "Para los cristianos, la vida espiritual consiste en una relación con Dios que se va haciendo cada vez más profunda con la ayuda de la gracia, en un proceso que ilumina también la relación con nuestros hermanos. La espiritualidad, para la Nueva Era, significa experimentar estados de conciencia dominados por un sentido de armonía y fusión con el Todo. Así, «mística» no se refiere a un encuentro con el Dios trascendente en la plenitud del amor, sino a la experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un sentimiento exaltante de estar en comunión con el universo, de dejar que la propia individualidad se hunda en el gran océano del Ser", el Cosmos.
Vayamos a lo nuestro: Para hacer oración mental, tenemos a nuestra disposición las enseñanzas de San Ignacio de Loyola (el método ignaciano), tan fielmente seguido por el Siervo de Dios Padre Tomás Morales, jesuita, en Retiros y Ejercicios Espirituales de su Fundación "La Milicia de Santa María"; la corriente mística de Santa Teresa de Jesús; también, la oración carismática que enseña, por ejemplo, el Padre James Manjackal.
Escribió el Padre Manjackal en su artículo sobre el yoga: "La apostasía e infidelidad, la frialdad religiosa y la indiferencia han llegado a Europa a partir de que fueron introducidas en Occidente la mística y las meditaciones orientales, las prácticas esotéricas y las de la Nueva Era", y habla de la necesidad de "la proclamación enérgica del mensaje de Cristo que viene de la Biblia y que es interpretado por la Iglesia para evitar dudas y confusiones que se difunden en Occidente entre muchos cristianos, y llevarles al Camino, la Verdad y la Vida: Jesucristo", pues "sólo la verdad puede hacernos libres".