03 de Octubre #2008
En honor a san Francisco de Borja (+ 1572)
Sra.
Ines Aizpun
Sub-Directora de Diario Libre
Vía correo electrónico
Ciudad,
Ref.: “La familia” (ver editorial)
“Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, contrarios a la ley natural, cerrados al don de la vida y carentes de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. La homosexualidad, masculina y femenina, no puede recibir aprobación en ningún caso.”
Distinguida Sra. Aizpun:
“Hasta hace poco, todos sentíamos horror ante la homosexualidad como un vicio nefando. Sin embargo, a partir de los 70’s, la sociedad posmoderna ha desarrollado una creciente fascinación, embadurnada de falsa tolerancia, por el universo homosexual. ¿Cómo es posible que, en brevísimo lapso de tiempo, haya sucedido una metamorfosis tan radical?”
Luego de saludarle cordialmente, he querido escribirle en ocasión de su editorial de este martes, en el que ha expresado su parecer respecto a uno de los aspectos más importantes referidos por nuestro Cardenal López Rodríguez en su reciente disertación en Santiago (ver nota de prensa).
“El aborto, la eutanasia y la homosexualidad atentan contra la humanidad… Organismos internacionales, junto a gobiernos “irresponsables” (y yo agrego: individuos e instituciones), promueven estas prácticas que afectan perversamente la familia…”.
¿Es esto cierto, o está nuestro Cardenal López Rodríguez exagerando en algo? Cuanto Su Eminencia Reverendísima ha dicho, ¿no obedece a la verdad?
Tal como he expresado otras veces antes, el Nuevo Orden Mundial y la Nueva Era implementan –con gran eficacia y precisión milimétrica- un plan destinado a establecer un control demográfico sin precedentes, distinto a como procedió Hitler contra los judíos a mediados del siglo pasado, pero parecido: otro genocidio.
¿Cómo se produce el fenómeno? Sencillo, de varias formas.
La anticoncepción, la impotencia en el hombre y la esterilización de la mujer, el aborto químico y el aborto quirúrgico, son una parte del proyecto; el sofisma dialéctico denominado “salud sexual y reproductiva”, “mi cuerpo es mío, y hago con el lo que yo quiera”. Naciones enteras envejeciendo rápidamente con la inseguridad de seguro reemplazo. Ya veremos nosotros lo que sucede en apenas unos cuantos años más.
El segundo aspecto –lo bastante importante- es la continua promoción de la perversión a través de los medios de comunicación, que afecta de manera general a la sociedad por entera, incitando –entre otras cosas- al inicio de la actividad sexual a temprana edad, la promiscuidad sexual adolescente, la prostitución y, finalmente, la adicción al sexo: un verdadero atentado contra la juventud y la institución del matrimonio, causa de graves males para nuestros hijos y para la integridad de toda la familia.
No hay un área de la convivencia humana hoy en nuestra sociedad que no haya sido severamente afectada por el virus de la pornografía, tanto visual como auditiva; la forma como muchas veces se expresan algunas personas por distintos medios a cualquier hora del día. La enorme cantidad de comunicadores sociales, disfrazados de “consultores”, que a todas horas inducen a nuestro pueblo a esto, aquello y lo otro; a veces cosas que ellos mismos nunca experimentarían, mucho menos sugerir a un familiar o amigo.
Veamos ahora el tema en cuestión, la homosexualidad masculina y femenina que, finalmente ha salido del closet, para dejar al descubierto lo que realmente sucede tras bastidores. Y eso es bueno, pues la buena información nos ayuda siempre a hacernos la recta idea de las cosas, en todo sentido, y así saber de qué se trata, para poder luego atenernos a las consecuencias, hacer algo y ayudar a alguno a salir de su desgracia.
¿Cómo afecta la homosexualidad a nuestras familias? Sencillo, de distintas maneras.
Primeramente, en la homosexualidad no hay procreación, pues se trata de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.
Segundo, las relaciones homosexuales no son estables, duran poco. La cantidad de relaciones que estudios recientes revelan un homosexual experimenta durante su vida sexual activa es sencillamente impresionante, desde decenas hasta cientos de relaciones distintas.
Tercero, una relación homosexual no brinda a nadie, mucho menos a un niño o a una niña, condiciones mínimas necesarias para su desarrollo integral y progreso individual. El daño Psicológico de la persona es seguro y a la vez tremendo.
Podremos decir hoy lo que se nos ocurra sobre la familia, el hombre y la mujer moderna, pero esto nunca justificará para nada el experimento, querer justificar tal barbaridad en honor al cambio.
En días pasados colocaba yo un comentario a un artículo en un medio electrónico, en el sentido de que aparentemente la mayoría de nosotros no nos hemos enterado de que las cosas han cambiado, en el sentido de que lo tradicional ya no es tradicional, y lo novedoso ha sido convertido por los medios en tradicional.
Si pensamos por un momento que la población “gay”, masculina y femenina, ha sido estimada en apenas un 2% del total de seres humanos que habitamos el planeta, en ocasiones parecería que nosotros somos el 2%, y ellos el 98%.
Esta falsa apariencia la deben, en gran medida, a los y las feministas, a los medios, a los lobbistas y a los grupos de interés particular: Planned Parenthood, PROFAMILIA, etc., etc., etc. Para ser todo lo honesto que deseo ser, el gobierno también lleva su parte en todo esto, pues es Salud Pública el más grande distribuidor de toda clase de artefactos y químicos para el control natal y de la familia, pero también por la permisividad que continuamente exhibe frente a tantos atropellos que vemos a muchos cometer como si nada.
Y por último, nuestros empresarios de la salud. La publicidad que se dedica a promover los estimulantes erectiles, los abortivos del día después y los preservativos debería dedicarse a promover otras cosas de orden fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad.
Abundante información adicional sobre el tema del matrimonio homosexual y la ideología de género en estos vínculos.
Con atentos saludos,
Mario R. Saviñón
“Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.”
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El dios del materialismo y sus secuaces.