Atajos espirituales

A los jóvenes no les hace bien comenzar a meditar y recorrer prematuramente el camino de la ‘mística’. Primero tienen que confrontarse con su propia realidad. Deben avistar muy bien sus pasiones y luchar aguerridamente contra ellas. Recién entonces podrán emprender la senda interior, y amarrar por completo su corazón a Dios.

Son muchos hoy los fascinados a destiempo por caminos espirituales extraños, creyendo poder recorrerlos sin haber andado primero el fatigoso sendero del auto-conocimiento, el encuentro con sus propios lados oscuros.

Los monjes (Cistercienses) nos advierten sobre esto de la ‘espiritualidad entusiástica’, pues muy fácilmente nos sucederá como a Ícaro, quien se fabricó dos alas de cera, y se precipitó al vacío al acercarse demasiado al sol. Las alas que nos fabricamos antes de habernos encontrado con nuestra propia realidad, son sólo de cera. No sostienen.

Los norteamericanos llaman a esto tomar “atajos espirituales” (spiritual shortcut), esas maniobras de quienes sobrevalúan fugazmente una espiritualidad sin profundizar realmente en ella.

Es frecuente muchas veces el peligro de utilizar la meditación a manera de eludir ciertos problemas que tarde o temprano tendremos que solucionar de todas formas. Como por ejemplo: nuestra sexualidad reprimida, violencias reprimidas y ciertos miedos. Por eso, cuando alguien me plantea una idea demasiado piadosa, trato de examinar con ellos el otro polo: la vida cotidiana, el trabajo, la comunidad, la escuela, etc.

Es cierto que existen muchos anhelos auténticos en todo esto, pero es más importante que esa religiosidad esté conectada siempre a la tierra, que cale en la vida cotidiana y en el trabajo, en la vida de fe y de Iglesia.