† Evangelio según san Marcos XII, 13-17:
"En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?”. Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea”. Se la trajeron y él les preguntó: “¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?” Le contestaron: “Del César”. Entonces les respondió Jesús: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y los dejó admirados."
El Evangelio de este día se escribió en Palestina hace dos mil años, pero bien pudo haberse escrito ayer mismo en Santo Domingo.
Se trata de la obligación de todo ciudadano de comportarse como miembro de la sociedad donde se encuentra. Claro que todos sabemos que hay mucha gente que no pagan sus impuestos, cruzan los semáforos en rojo, y se llevan lo que no les pertenece.
Pero nosotros no somos así. Somos católicos practicantes. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es Dios, a Dios”.
Esto del RNC (Registro Nacional de Contribuyentes) y la NCF (Número de Comprobante Fiscal) es nuevo, y exige mucho tiempo a comerciantes y empresarios, pero es justo. De ahora en adelante, no habrá más competencia desleal de esos inescrupulosos que ofrecen precios “imposibles” porque no pagan impuestos.
Nosotros no somos así. Somos católicos practicantes. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es Dios, a Dios”.
El irrespeto de los semáforos es muy irritante, especialmente cuando están “en rojo” y no hay nadie cruzando en frente de nosotros. Pero una visita a la “Sala de Emergencias” del Hospital Darío Contreras –en cualquier momento del día o la noche- podría convencernos de la necesidad imperativa de obedecer “al rojo, al amarillo y al verde”.
Nosotros no somos así. Somos católicos practicantes. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es Dios, a Dios”.
Eso de llevar lo que no nos pertenece es una tentación enorme, especialmente cuando los amigos lo hacen a menudo y con una impunidad absoluta. Al fin y al cabo, “todo el mundo lo hace”.
Pero nosotros no somos así. Somos católicos practicantes. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es Dios, a Dios”.
Pero no basta con “lo que es del César pagárselo al César”. Hay otra cara de la moneda en esto de comportarse como miembro de esta sociedad. Es también nuestro derecho, deber y obligación involucrarnos en la organización de nuestra sociedad. Si dejamos la política sólo a los “políticos”, bien merecemos todos los atropellos que de ellos recibimos.
Es hora de que nosotros, católicos practicantes, busquemos participar en el proceso de toma de decisiones y nos lancemos a trabajar como regidores, síndicos, diputados, senadores y hasta presidentes. Así las leyes podrán ser más justas para todos, especialmente los más desprotegidos y necesitados.
Hay que recordar que en el centro de nuestra Bandera está el Escudo con La Biblia abierta en el Evangelio según San Juan (VIII, 31-32):
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres».
Nosotros no somos así. Somos católicos practicantes. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es Dios, a Dios”.
[Tomado prestado de Rayo de Luz, martes 05 de Junio]