Los dioses paganos

12 de Septiembre #2006
En honor a la Virgen María de la AltaGracia

Sr.
Julio Martínez Pozo
Columnista de El Nacional
Vía: Don Rahdamés Gómez Pepín
Ciudad,

Ref.: “Los dioses paganos”

“Nosotros los dominicanos somos cristianos de nacimiento y crianza, no egipcios ni persas venidos del paganismo.” [cf. Ga. 2, 15]

Distinguido Sr. Martínez Pozo:

“Dan Brown no es ni será el primero en tener éxito contando a ciertos cristianos algo distinto de lo que Cristo dijo y vendiéndolo como cristianismo. No obstante, es posible que sea el primer “americano” que globalice la venta de sus teorías, consiguiendo venderlas como si fuesen más genuinas incluso que el más rancio catolicismo.”

Luego de saludarle, he querido escribirle en relación a su entrega de este domingo pasado, “todos los dioses nacían de vírgenes”, a fin de compartir algunas inquietudes que llevo guardadas en el corazón, como me ha enseñado la Virgen María.

Utilizando palabras propias de un Apóstol, resulta conveniente precisar “que nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y las Potestades, contra los Soberanos (invisibles) de este mundo de tinieblas, los espíritus del mal que habitan en el espacio” [Ef. 6, 12].

Con Jesús de Nazaret se recoge o se desparrama, se está con ÉL o contra ÉL. No hay términos medios con papas fritas.

Con esto en perspectiva, paso ahora a analizar cierta parte del texto seudo-religioso que ha vertido usted hacia nuestro pueblo, tan ávido como está de buena información servida con recto criterio. Aprovecho la oportunidad para señalar que tiene dotes de erudito, en cuanto al tema de los dioses paganos y la mitología griega, egipcia y romana.

Dice usted lo siguiente: En la propia Roma antes de que se creara la religión del imperio: el cristianismo,

La religión del imperio romano no fue el cristianismo sino hasta pasado el tercer siglo, entrado ya al cuarto de esta era de Piscis, como la conocemos los occidentales. En el siglo primero tuvimos a los Apóstoles y sus discípulos, según consta en el Texto Sagrado con un total de veintisiete (27) libros. En el siglo II tuvimos a Ireneo de Lyon; en el III a Cipriano de Cártago; en el IV a Antonio Abad; en el V a Juan Crisóstomo; en el VI a Benito de Nursia; en el VII a Columbano; en el VIII a Juan Damasceno; en el IX a Metodio, y así sucesivamente hasta llegar a Juan Pablo II y a Benedicto XVI en nuestro tiempo.

No hay forma posible de que cientos de miles de Obispos, gigantes del cristianismo de todos los tiempos hayan podido equivocarse en un supuesto, dar la vida por una falsa, excepto los enviados a pelear en una guerra por un gobierno, cualquiera que sea.

El Concilio de Nicea reúne en total a unos trescientos diez y ocho (318) Obispos de nuestra Iglesia, congregados en torno a un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos (cf. Ef. 4, 5-6), contrario a lo que sucede hoy con tantas sectas y nuevos movimientos religiosos divididos entre sí. El gran testimonio del emperador Constantino ha consistido en promoverlo y auspiciarlo, equivalente a esas gestiones que realiza continuamente Mons. Núñez Collado, mediando en solucionar tantos conflictos y situaciones.

Dice usted lo siguiente: La leyenda mitológica dice que nació por obra divina en el vientre de una virgen.

Según RAE, el termino “leyenda” significa “relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”; y “mitología” “el conjunto de mitos (historia ficticia) de un pueblo o cultura, especialmente de la griega y romana”. Resulta increíble, excepto que esté usted fabulando, tratar de asociar el hecho de la Encarnación del Verbo de Dios con todas estas falacias y cuentos chinos.

Dice usted lo siguiente: Mitra, Zoroastro, Dionisio, Hércules, Prometeo, Horus, Serapis, y cuchumil deidades surgieron con leyendas muy similares.

De eso se trata, un intento por desvirtuar una realidad tan potente como la del Hijo de Dios encarnado en el seno de su Madre, la Virgen María. Una mujer sobre la que Dios habló a su pueblo desde el principio, desde siempre, una historia que ha quedado registrada en el libro más grandioso que haya conocido la humanidad: La Biblia. Por cierto, el mes de Septiembre es el mes de la Biblia, estúdiela.

Dice usted lo siguiente: El rosario de personajes procreados por fuerzas divinas en vientres de vírgenes era amplísimo cuando en el Concilio de Nicea se decidió agrupar parte de la historia de Jesús para darle consistencia teológica.

Vuelvo de nuevo a RAE para definir “Rosario”: “rezo de La Iglesia, que conmemora los veinte misterios principales de la Vida, Muerte y Resurrección de Jesús y de La Virgen, recitando después de cada uno un padrenuestro, diez avemarías y un Gloria-Patri / sarta de cuentas, separadas de diez en diez por otras de distinto tamaño, unida por sus dos extremos a una cruz, precedida por lo común de tres cuentas pequeñas, que suele adornarse con medallas u otros objetos de devoción y sirve para hacer ordenadamente el rezo del mismo nombre o una de sus partes”.

Yo que he estudiado bastante el tema de la demonología, los espíritus inmundos y Satanás, le recomiendo sinceramente orientar en otra dirección sus estudios, no vaya a ser le afecten como ciertamente han afectado a algunas personas que conozco, Goethe por ejemplo, que todavía no han logrado zafarse de los espíritus que han invocado.

“El vacío de la veracidad causado por la mentira y el engaño, por la falta de sinceridad en los diálogos, por la infidelidad a la palabra y a los acuerdos.” Ese es uno de nuestros peores males.

Sin otro particular por el momento, aprovecho la ocasión para suscribirme a sus órdenes siempre.

Atentamente,

Mario R. Saviñón

Pd. “No obstante el mal actuar del individuo en el aspecto personal y social, su conciencia nunca cambia. La conciencia jamás confunde lo bueno con lo malo o se hace cómplice de actuaciones contrarias a la moral, pues su efecto es muy palpable en lo que comúnmente llamamos remordimiento, el cual consiste en el llamado constante de atención que nos origina el sentimiento de culpa por un mal proceder.”